Pregunta: ¿qué tienen en común un partido radical de izquierdas y antisistema (la CUP), un partido republicano de izquierdas (ERC) y un partido de derechas (Convergencia)? Respuesta: los tres aspiran a crear la República Independiente de Cataluña y nada menos que en 18 meses. Esto es lo único que les une. El único punto en el orden del día del Presidente de la Generalitat recién elegido.

Los tres partidos cuentan con mayoría absoluta en el Parlamento de Cataluña y, por tanto, van a impulsar ese único proyecto que tienen en común. Sus votantes, algunos muy movilizados, representan el 47,5% del censo electoral catalán.

Las cartas están sobre la mesa, totalmente descubiertas. Solo hace falta leerlas. Para quien esté interesado, la hoja de ruta de los independentistas está disponible, desde septiembre de 2014, en el Libro blanco de la Transición Nacional de Cataluña, que figura en la web del Consejo Asesor para la Transición Nacional, órgano dependiente del Departamento de Presidencia de la Generalidad de Cataluña. El Presidente de ese Consejo es un ex magistrado del Tribunal Constitucional, que ha puesto su conocimiento y empeño en que el procés salga adelante.

En el Libro blanco se explica el camino para la creación de un Estado independiente en tres etapas. Las dos primeras ya se han cumplimentado exactamente como estaban descritas en el Libro: una consulta a la ciudadanía o, si esta no era posible, unas elecciones plebiscitarias. Sobre estas fases es curiosa la distinta significación que un informe (¿serio?) da al resultado de la consulta en función de que sea positivo o negativo a la independencia. Una respuesta afirmativa «genera no sólo consecuencias políticas innegables sino también deberes o consecuencias jurídicas en relación con los poderes públicos implicados», pudiendo concluir «como última solución» en «una declaración unilateral de independencia». Sin embargo, la victoria del «no» no puede impedir, «pasado un tiempo razonable», el planteamiento de «nuevos proyectos de consulta sobre la creación de un Estado independiente». Y así indefinidamente hasta que el resultado sea el «sí», cuyas consecuencias serían irreversibles.

La tercera etapa ya ha comenzado, tal y como se expone en el Libro, con la declaración de desconexión con España y el inicio del proceso constituyente y culmina con la aprobación de la Constitución de la República Independiente de Cataluña y la declaración de independencia. Todo esto en 18 meses, en los que deben ponerse en marcha las estructuras del nuevo Estado: el Banco Central de Cataluña, la Autoridad catalana de Inversiones y Mercados, la Administración Tributaria, el Servicio de Aduanas, la Seguridad Social catalana, el Poder Judicial catalán… Por cierto, no es que Puigdemont considere que no tienen fuerza para la independencia y por eso inicia el proceso constituyente, como benévolamente han titulado algunos medios de comunicación; sino que está actuando precisamente como el Libro prevé: primero la creación de las estructuras de un Estado independiente y la elaboración de una Constitución para después declarar la independencia. El Libro no se deja nada. También analiza la «distribución de activos y pasivos con el Estado español», señalando, entre otras cosas, que todos los bienes públicos del Estado español situados en el territorio secesionado pasarían a la nueva República independiente «de forma directa y sin contraprestaciones», mientras que esta asumiría una parte de la deuda pública española proporcional a su población.

¿Cómo se ha llegado a esto? Una de las leyes de Gellner (Naciones y Nacionalismos) es que los nacionalistas crean las naciones y no al revés. El independentista que podíamos llamar emocional no es más que una tipología del integrista religioso, siempre fiel a la fe verdadera. Así, Cambó llegó a decir «quiero más una Cataluña sin ninguna libertad, hablando en catalán y sintiendo en catalán, que eso les dará la libertad, que una Cataluña con los mayores atributos de soberanía política, pero teniendo amortecida su conciencia nacional». En la misma línea, el afable Junqueras afirmaba «aunque el Estado español fuese el más democrático, el más próspero, el más justo y el más simpático del mundo, seguiría pidiendo la independencia por una cuestión de dignidad». A esta gente es difícil convencerla de lo contrario.

Sin embargo, los separatistas emocionales son minoría. Podríamos considerar como tales al 16% de la población que ya en 2006 era partidario de la independencia. El resto, hasta llegar al 47,5% actual ha sido convencido de que se viviría mejor en una Cataluña independiente, a la que no habrían llegado los recortes que tan duramente han castigado a la población española durante la crisis.

El crecimiento del separatismo en los últimos años se ha alimentado, sin duda, de los errores y la pasividad de los sucesivos Gobiernos centrales, pero, también, de una campaña bien elaborada por los nacionalistas, repleta de eslóganes inciertos, que, a base de un continuo martilleo en los medios de comunicación, han pasado por verdades absolutas. Repasemos los mitos:

1-. El derecho de autodeterminación es un derecho universal y natural de los pueblos, aceptado en todas las democracias… Una constitución que lo prohíba «debe ser una constitución antidemocrática» (Junqueras dixit). Como ya hemos contado, la Asamblea General de Naciones Unidas (en las resoluciones 1514-1960 y 2625-1970) ha reiterado que el derecho de autodeterminación únicamente se reconoce en los supuestos en que exista una situación de dominación colonial y extranjera o cuando un pueblo sufra marginación dentro de un Estado, porque se le impide participar en sus instituciones socio-políticas. No concurriendo estas circunstancias, “todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas“. Es decir, en Derecho Internacional está claro que, cuando no existen circunstancias excepcionales, la libre determinación se realiza internamente, en el seno de la organización estatal y a través de las elecciones periódicas estatales y regionales. Ni la Constitución alemana, ni la francesa, ni la italiana, ni la de los EEUU, por poner algunos ejemplos, permiten referéndums de autodeterminación de una parte de su territorio; y es obvio que todas ellas son constituciones democráticas.

2-. Cataluña sufre un expolio fiscal sin parangón en ninguna otra región del mundo civilizado y el Estado quiere ocultarlo no publicando anualmente, como hacen todos los demás Estados descentralizados, las llamadas balanzas fiscales. Junqueras afirmaba «hagamos como en Alemania. En Alemania las balanzas fiscales se publican con una periodicidad anual y no dan miedo a nadie». Pues bien, resulta que las Embajadas de Alemania, EEUU, Canadá o Australia (ejemplos que ponen los separatistas) lo han desmentido: ninguno de esos Estados hacen ni cálculos ni publicaciones oficiales de balanzas fiscales. En esos países, y como ocurre en España, esporádicamente, algún instituto privado hace el difícil ejercicio de calcularlas.

Junqueras se ha hartado de repetir que Cataluña tiene un déficit sin igual en el mundo civilizado: de 16.000 millones de euros todos los años, que representa más del 8% del PIB catalán. Ha exaltado a la gente diciendo cosas como que «el sistema de financiación que sufrimos es de una magnitud que no resiste comparaciones en Europa… Las aportaciones del Land más rico de Alemania no llegan ni a la mitad del déficit fiscal catalán. Es por esto que hablamos de expolio fiscal, de un maná ingente de recursos que fluye hacia Madrid y que no retorna nunca más». El presunto expolio lo traslada hábilmente a la vida de los ciudadanos afirmando que «regalamos cada año al Estado español 3000 € cada uno de nosotros… 2 millones de las antiguas pesetas por familia media catalana que les hemos regalado, por 23 años, hace 46.000.000 Pts. ¿Cuánto vale un piso en vuestro pueblo? Pues probablemente ya tendríais el piso pagado».

Este es un invento de tal calibre que ya lo ha reconocido hasta el ex Consejero de Economía y Hacienda de la Generalidad, el Señor Mas-Colell, cuyo Departamento ha calculado el déficit fiscal de Cataluña para 2015 en 3.228 millones de €, es decir, el 1,6% del PIB (quizá por esta rebeldía contra el ideario nacionalista ha sido sustituido por el padre de los 16.000 millones, el señor Junqueras). Según cifras de la propia Generalidad, en 2009, en plena crisis, Cataluña recibió del Estado 4.105 millones de euros más de los que aportó. Como explica el señor Borrell en el libro «los cuentos y las cuentas de la independencia» que recomiendo, a la falsedad de los 16.000 millones de euros se llega, entre otros errores, partiendo de que los catalanes obtienen gratis todos los servicios que el Estado presta desde fuera de Cataluña (seguridad, defensa, servicio exterior, etc.).

En definitiva, el déficit fiscal de Cataluña sería del 1% del PIB, por debajo del de otras regiones ricas de Europa  (por ejemplo Baviera, que transfiere el 6% del PIB a otros Lands), de Canadá (Alberta tiene un déficit fiscal del 8%) de Australia (Western Australia soporta un déficit del 7,6% del PIB) o de los EEUU, como expliqué en otro artículo. Es, por tanto, una evidente falsedad que Cataluña sufre un déficit sin parangón en el mundo.

3-. Una Cataluña independiente no estaría ni un segundo fuera de la Unión Europea y sería recibida con los brazos abiertos por la comunidad internacional. Ya he explicado en otro artículo por qué cualquier Región que se independice de un Estado de la Unión quedaría fuera de esta y debería solicitar y obtener su ingreso por unanimidad de los Estados miembro. La cuestión está bastante clara para los internacionalistas. Pero si no me creen a mí, escuchen a las instituciones europeas, que lo han corroborado hasta la saciedad: la Comisión, el Consejo, e incluso el Comité de las Regiones, en su dictamen de 12 de abril de 2013, han reiterado que una Cataluña independiente quedaría fuera de la Unión.

Tampoco parece cierto que la comunidad internacional esté emocionada con la posibilidad de una Cataluña independiente, teniendo cuenta que, según la Revista de la Unión Europea (núm. 25, 2º semestre 2013, página 29), hay hasta un centenar de regiones europeas que podrían esgrimir reclamaciones similares a Cataluña y la generalización del fenómeno haría imposible la Unión Europea.

Una sociedad democrática forma su opinión a partir de un debate inteligente. Ceder terreno ante eslóganes simplemente falsos supone aceptar la degradación de la democracia a un populismo decadente. Si esta cesión además afecta a cuestiones tan graves como la creación de nuevos Estados y el levantamiento de nuevas fronteras, el cuadro resulta sencillamente grotesco. Convendría que los políticos se pongan las pilas y comiencen a desenredar la telaraña de falsedades construidas por el separatismo que tan arraigadas aparecen ahora en la sociedad catalana.

3 comentarios

3 Respuestas a “Cree una república independiente en 18 meses”

  1. Jose Maria Bravo dice:

    Interesante y documentado articulo. Pero el asunto esta ahi. Que pasa en Cataluña?. Uno puede preguntarse que pasa en extremadura, en Andalucia, en Toledo, en Pan Bendito?.

    La gente esta disconforme. Cualquier opcion de cambio suena a luces al final del tunel. Dicen los americanos que viene el tren y atropella. Se acaba el sueño.

    Si, uno podria preguntarse, cuantos «catalanistas» saben que es «independizarse» juridicamente, economicamente, constitucionalmente. A la gente eso le suena a papel mojado, o mejor a «papel infectado» por la corrupcion, por la falta de respeto, por el futbol, por Messi, por Cristiano Ronaldo. El problema, Isaac, perdona, es que nadie lee tu articulo serio, ni escucha a Borell, ni cree en Rajoy, ni en el Rey. Menos ahora que no recibe a Forcadell. Que Forcadell es una señora que conoceran cuatro. Pero el Rey no la recibe. Y entonces suena a afrenta. Todo suena en la voz de las emisoras «radiales».

    Falta sensibilidad, sensibilidad politica y social. Las instituciones se han vuelto parasitos. La Reina cambia de moda y perfil cada mañana y el Rey se parece al retrato de su bisabuelo. Quien cree en la Unidad de la Corona?. Preguntale a un «chaval» si lee un periodico, si lee un libro, etc. Y que es una frontera?. La gente ya no tiene fronteras, ve series de television, se «whatasapean con la China o con las Islas Maldivas y ni saben que es una frontera, ni un pais, ni nada de eso. Cual frontera?. Cual frontera mas rigida que la Union Europea?. Los niños ven a los harapientos, a los apresados, a los helados o ahogados en la Frontera. No hay espacio para el discurso de que se crean fronteras, cuando se crean Imperios. Es compleja la situacion. El murmullo diario no habla de nacion, ni de raza, ni de frontera mas alla de la miseria diaria y la incultura predominante.

  2. O'Farrill dice:

    En mi opinión, el «nacionalismo» cuando sincero es un sentimiento respetable ya que va unido a las creencias básicas del ser humano. Le hace estar seguro por su identificación a los demás que son y se comportan como él. Como sociedades son cerradas, recelosas del «forastero» y por eso son en muchos sentidos endogámicas. Obedecen al sentido atávico de «tribu» y perviven en lo que podríamos considerar «nichos» ecológicos. Cuando son extraídos del medio en que han vivido sienten inseguridad y temor ante lo desconocido, pero no tiene porqué ser negativo en tanto en cuanto no intenten imponer lo «suyo» a los demás. Tiene un componente cultural basado en costumbres y tradiciones pero no llega a las «ideologías» políticas.
    Por el contrario el «soberanismo» o «secesionismo» trata de apoyarse en tales ideologías para conseguir sus fines e intereses, basados sobre todo en cuestiones políticas y económicas. Utiliza el «nacionalismo» como excusa y herramienta para manipular las emociones de quienes han convivido en paz durante mucho tiempo. Produce serias confrontaciones entre quienes no estaban confrontados y rompe la paz social.
    En el caso de Cataluña, como dice en su comentario José María Bravo, habría que saber cuántos saben bien y se identifican con una u otra opción tras el mucho tiempo de haber sido «orientados» en unas determinadas tesis independentistas. A Convergencia parece que la situación «identitaria» le traía sin cuidado hasta que la situación de privilegio político que tenían se ha trocado en la investigación judicial de sus líderes y creyó encontrar en el proyecto secesionista una posibilidad de escape de posibles responsabilidades. ERC es el ejemplo de manipulación ideológica del «nacionalismo» ya que éste, por sí mismo, no es de derechas ni de «ezquerra», más aún cuando todavía no sabemos en qué consiste esa supuesta «izquierda» ¿en no llevar corbata? Las CUP son un extraño amasijo de lo que podría considerarse anarquismo y ciudadanos despistados, por eso no es de extrañar el «papelón» asambleario del empate y su sustitución final por los «pactos» en que han caído como pardillos por mucho «look» contestario que presenten. En todo caso, como los suflées cuando se expanden más allá de lo que permite la elasticidad de la masa, acabará por explotar y dejará sólo los restos informes de la masa que, en estos momentos, sólo están unidos por el engrase de dinero público.

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