El ser humano racional Símbolos masónicos tallados sobre una puerta, Chinon, Francia | by Spencer Means. (Con licencia Attribution-ShareAlike 2.0)

El 21 de julio de 1754, Zenón de Somodevilla y Bengoechea, el todopoderoso marqués de la Ensenada, es destituido de sus cargos y apresado por orden del rey Fernando VI. El marqués fue acusado por espías británicos de dar instrucciones al capitán general de Cuba para preparar una expedición contra la colonia inglesa de Georgia y el pacifista Fernando VI, ante el temor de un conflicto con los británicos, mandó apresarlo, manteniéndolo custodiado primero en Granada y luego en el Puerto de Santa María. Posteriormente fue liberado por Carlos III, pero vivió ya apartado de la política.

Este hecho, ocurrido en el todavía Imperio español, es visto por algunos historiadores como la primera victoria de la Masonería y la apertura de las primeras grietas por donde se fue colando la Ilustración racionalista, que tan potentemente ha configurado el modelo en el que vivimos desde la Revolución Francesa.

El marqués de la Ensenada había destacado por su obsesión por construir barcos en tiempos de paz, lo que llevó a España a tener la segunda flota del mundo. Tras su detención, la primera valoración del embajador inglés en España fue: “ya no se construirán más barcos”. Pero Ensenada también se había significado porque, tras la condena en 1737 de la Masonería por el Papa Clemente XII, consiguió, con el apoyo de los jesuitas, que Fernando VI firmara el primer real decreto contra los masones.

La caída del marqués fue el principio del fin de la orden jesuita. Esta se había convertido en una auténtica máquina de poder, poder que ejercía a través de una amplia red de enseñanza de calidad -formaba a las élites de la época, como al propio Descartes- y por su influencia en el Nuevo Mundo. Pero la orden también había destacado por ser la única que dio un debate ideológico a los postulados racionalistas y secularizadores de la Ilustración.

Caído en desgracia su valedor y derrotados en su lucha de poder, los jesuitas fueron expulsados de España por Carlos III en 1767, como antes lo habían sido de Portugal y de Francia. Curiosamente en esta última acusados, entre otras cosas, como instigadores del atentado fallido contra Luis XV, al haber defendido intelectualmente, el padre Juan de Mariana, el tiranicidio. La Revolución francesa, desde los postulados racionalistas, fue la que, con más eficacia, ejecutó la tesis mariana.

En cualquier caso, los hechos posteriores son bien conocidos: la Revolución Francesa sienta unos principios ideológicos en los que todavía vivimos. Fundamentalmente, el asesinato de Dios y su sustitución por la Diosa Razón y la concepción del ser humano como un ser exclusivamente racional. Todo lo que se salga de esta noción es desdeñable.

La reacción ilustrada frente a la concepción religiosa del mundo, que había disciplinado el Antiguo Régimen, era absolutamente lógica.

Las religiones organizadas habían cometido importantes pecados. El primero y más importante era el de establecer una noción rígida e inamovible del universo, del mundo y del ser humano. Cualquier idea que se saliera de ella se convertía en una traición a esa falsa recreación de la fe y, por tanto, debía ser perseguida y aniquilada. Esta visión supuso un atentado a la inteligencia y un obstáculo al desarrollo científico y al conocimiento de la realidad detrás de la apariencia de las cosas: aparentemente el mundo era plano y la Tierra el centro del Universo. La ciencia demostró que las apariencias engañan, en pugna con la visión del dogma religioso. La inteligencia humana no puede estar mucho tiempo encadenada y la religión cayó en desgracia.

Pero es que, además, las Iglesias se apartaron de sus textos originales y se convirtieron en estructuras terrenales en pugna por el poder. Esto hizo que el ser humano dejara de percibir la autenticidad del mensaje, que quedó enterrado por la organización y la ambición de poder. Ese mensaje potente y real, que había hecho que el Cristianismo se expandiera como la pólvora, quedó difuminado.

Es indudable que el Racionalismo ha supuesto un desarrollo en el conocimiento científico como jamás había visto la humanidad, superando el oscurantismo en que nos habían sumergido las confesiones dogmatizadas.

Pero el Racionalismo también está cometiendo desmanes, con graves consecuencias. Hace poco en este blog se ha comentado que, en ciertos aspectos, el Cientifismo laicista se comporta como las religiones dogmáticas: satanizando todo aquello que se sale del método científico.

El Racionalismo se basa en que solo existe aquello que es constatable mediante el método científico, basado en la observación a través de los sentidos o de los medios descubiertos para ampliar su rango.

En esta concepción, es lógico que el ser humano se considere como una especie de ordenador central asentado en un cuerpo material, dado que es lo que se percibe: una máquina. De ahí la obsesión que en nuestro modelo se tiene con la inteligencia artificial y la posibilidad de recrear al ser humano. Hay máquinas componiendo sinfonías y pintando cuadros y el test para observar si la máquina hace bien su trabajo es el de cómo se acerca a lo que haría una persona (que sea imposible distinguir si lo ha hecho una máquina o un humano).

Esta concepción está ignorando o negando elementos esenciales del ser humano que han ocupado un lugar importante en el desarrollo en otras épocas y modelos.

El sentido de lo religioso es tan antiguo como la humanidad y muy previo a las grandes confesiones religiosas que hoy conocemos. Hace poco estuve contemplando las maravillosas pinturas rupestres que hace hasta 40.000 años nuestros antepasados dejaron en cuevas del Norte de España. No se sabe ni porqué lo hacían ni qué significaban, pero todas las teorías apuntan a un sentido religioso-simbólico.

Los millones de manifestaciones artísticas que han dejado todas las culturas desde tiempo inmemorial tampoco parece que tuvieran únicamente la finalidad estética o de entretenimiento que hoy le otorga buena parte de la población. El Arte tuvo siempre la intención de apuntar a un infinito desconocido. El director de orquesta Ricardo Mutti dijo que pensaba que nunca llegaría a la plenitud como director, dado que “detrás de las notas está el Infinito, esto es, Dios” y eso es demasiado grande.

Pero hay también otra parte del ser humano que el racionalismo tapa, como algo descontrolado que no responde a sus fríos parámetros. La parte emocional o sensitiva, que sabemos que tanta importancia tiene en nuestras vidas y decisiones. Los politólogos ya saben que, incluso las decisiones electorales que deberían ser las más racionales de nuestras vidas, se toman más por estados emocionales indescifrables que por los mejores argumentos. La parte emocional del ser humano tiene tal importancia que no hay expresión artística que no apunte a ese componente.

La dimensión emocional tiene que ver con la vivencia subjetiva de la persona, con sus vínculos, lazos y sentimientos; sus expectativas, motivaciones y miedos; sus obsesiones y fijaciones. En el ser humano esos procesos tan esenciales para nuestras vidas son misteriosos e incomprensibles, en cuanto se sujetan a patrones «no racionales». Estos procesos no serían más que una simple sucesión de ceros y unos en esas máquinas tan idolatradas por el Racionalismo.

Podríamos decir que las personas son una conjunción de tres realidades cada una con su propio lenguaje: una parte racional, otra emocional y otra que apunta a lo desconocido y que podríamos llamar lo espiritual.

Obviamente, el Racionalismo ilustrado fue imprescindible como mecanismo reactivo para acabar con la opresión asfixiante de unas religiones dogmatizadas, para liberar la inteligencia hacia un desarrollo científico y entrar en los tiempos del individuo. Pero el Racionalismo ha engendrado una visión excesivamente rígida y simplista del ser humano, que resulta casi tan castrante como la que impuso la ortodoxia religiosa.

Habría que plantearse que la crisis que vivimos es bastante más honda que lo puramente económico y político y que, por tanto, la salida de la misma probablemente tenga que ver con incorporar al funcionamiento social una concepción más amplia y profunda del ser humano.

5 comentarios

5 Respuestas a “El ser humano racional”

  1. Manu Oquendo dice:

    Un gran libro académico y rigurosamente documentado sobre un asunto importante que nos afecta y concierne mucho más que quién gobierna España o cualquiera de nuestras Taifas.
    Referencia obligada para las obras divulgativas sobre el tema del oportuno artículo. ¿Quién mece la cuna?
    «Masonería, religión y política» de Manuel Guerra Gómez. 2012.

  2. Me parece interesante lo que menciona en el artículo.
    Sin duda hemos de trascender la visión simplista de lo que actualmente entendemos por Racionalidad.

    Creo que realmente hay que replantearnos a qué llamamos Racional o Racionalidad. Creo que un ser humano es realmente racional, conforme vive entendiendo que la parte racional, sentimental y lo demás, están conectados entre sí. No hay una división tajante.
    Por ello, alguien que sea realmente racional, incorpora y en consciente de todos los aspectos sentimentales, así como de cualquier otro que haya, tanto en él/ella, como en los demás.

    De lo contrario, cualquier sistema intelectual (por más racional que se le considere), en el fondo no es más que un sistema de actuación rígido y mecánico.
    Cualquier sentimiento de odio, miedo, etc., puede dar origen a un sistema racional que lo sustente y lleve a la acción. Basta ver las elaboradas clasificaciones de castas en las Américas, o la exquisita racionalidad del científico nuclear que desarrolla un nuevo detonador, etc. Muy racionales dentro de su limitado esquema, pero fuera de toda coherencia en sentido general.

    Un saludo.

  3. pasmao dice:

    Interesante post Isaac

    No soy erudito, pero sería interesante analizar si los pecados que usted atribuye a las religiones organizadas se produjeron en orden inverso. Es decir, primero se convirtieron en mecanismos de poder temporal y posteriormente y para blindar ese poder se volvieron tan rígidas.

    Al desafiar los conceptos de que la tierra giraba alrededor del sol (lo de que la tierra no era plana se sabía y aceptaba desde mucho tiempo antes), la circulación de la sangre,…. se desafiaba en el fondo el poder temporal de la iglesia, y cómo con las cosas de comer no se juega .. Lo digo porque el cristianismo fue la religión sustitutiva en un imperio romano, que se caía a pedazos.

    El imperio romano (disculpen mi atrevimiento) tomó el cristianismo porque se veía ya en la cuesta abajo y necesitaba un agiornamiento, y todo imperio necesita una religión oficial. Aunque posiblemente el cristianismo aceleró, no es (o no era) una religión de guerra, su descomposición.

    Una vez caído quedaron sus rescoldos occidentales en la antigua Roma y surgieron los nuevos reinos medievales. La ventaja fue que cómo en el cristianismo existen el Cesar y Dios.. no hubo una necesidad de que coincidieran poder político y religioso en la misma persona (lo que si ocurre en el Islam).. lo que permitió que aunque fragmentado en reinos el cristianismo mandara, eso si, contaminado del primigenio poder temporal proveniente del antiguo imperio romano.

    Los vientos de cambio se produjeron porque los reyes estaban cada vez mas hartos de los poderes temporales de la iglesia, y por ahí se coló la razón.

    Al principio cuando cayó el imperio de oriente, redifundiendo la cultura clásica, y después cuando se fragmentó víctima de su corrupción y de que los reyes de algunos reinos estaban hartos de necesitar la homologación vaticana (previo pago, cual ITV de Pujol) apareciendo los protestantes, calvinistas…

    Es entre estos fragmentos, esa falta de monopolio, donde la razón pudo crecer, recordemos que los calvinistas y los protestantes eran tan intolerantes cómo los católicos, aunque si hay que reconocer que fueron mas listos, sobre todo los luteranos; porque al hacer obligatorio el saber leer para que el pueblo llano pudiera leer la Biblia en su idioma materno, blindaron la reconquista del territorio conquistado.

    Y ese saber leer hizo que no siempre se leyera la Biblia, y de ahí a que los mas avispados pudieran (desafiando a su propia Iglesia) alentar otros pensamientos, entre otros en el mundo de la razón.

    Una pena que nuestra mayor fuente de sabiduría, la Escuela de Salamanca, quedara arrasada en la pelea Reforma-Contrareforma, y el saber que tuvo que ver la masonería (que era de origen foráneo) con ello, si alguien se atreve a investigarlo podría dar par muchas novelas.

    Hago este planteamiento por que precisamente las limitaciones del modelo racionalista y emocional se derivan precisamente de lo mismo que hizo caer al primitivo cristianismo. De su corrupción al convertirse en unos poderes temporales mas.

    El problema principal hoy es que con el cristianismo si había un mundo de Cesar y un mundo de Dios, lo que a la larga hizo que hubiera dos poderes, el político y el religioso, que se realimentaban pero estaban diferenciados.

    Ahora con la religión del lo políticamente correcto se han confundido o fundido las fronteras, y no hay cómo separar/diferenciar en el Poder los políticos de los sacerdotes de la razón y de los hechiceros de las emociones.

    Es un Islam ateo y amorfo. Y así nos va.

    Un cordial saludo

    PS me apunto el libro de Manu, si algun día hago un hueco caerá..

  4. J. L. dice:

    Es curioso observar a tiempo pasado, como todos los intentos de desterrar cualquier sistema impuesto, religioso, político, social e incluso cultural, siempre acaba utilizando los mismos tipos de exclusión que en su momento utilizo el sistema que se quiere suprimir o cambiar.

    Posiblemente sea, porque es muy difícil quitarse los procedimientos en los que te has ido educando, con los que has vivido, pertenecientes al sistema que se quiere cambiar, que aunque en un principio sea buena la idea de quitar el modelo impuesto, al final siempre se utilizan los mismos sistema de exclusión y de imposición de todo lo que no piense como la nueva idea porque es lo autentico y lo antiguo solo trataba de adocenarnos.

    Lo triste es que para todos estos cambios, casi siempre nos basamos en la razón, que posiblemente sea la parte menos desarrollada o más egoísta de nuestra personalidad.

    Saludos

  5. Loli dice:

    Quizás sea curioso comprobar cómo, cualquier movimiento que aparece, en momentos donde el modelo ya hace crisis, a lo largo de la Historia, lo hace intentando hacer emerger aquello que parece se ha quedado oculto o proscrito en ese modelo.

    Sin embargo, parece que pronto esa “novedad”, esa “singularidad”, es enseguida asumida, aún dentro de los mismos que la recogen, y es, amalgamada primero, y fagocitada después, para un nuevo sistema, que al final, muchas veces, tenga poco de nuevo,pues se seguirá moviendo en una “dualidad”, ajena a la realidad, pero que algo habrá aportado,…aunque sea menos de lo esperado.

    Hace unas semanas Enrique Ludeña publicó el artículo “Románticos y rebeldes”, donde creo que se explica muy bien la tendencia a “dualizar” cualquier actitud emergente de “paradigma” individual y social, despojando de la “complejidad” que el acercamiento al funcionamiento de la Naturaleza en general, y la del Ser Humano en particular, comporta.

    Hace poco, leyendo sobre las guerras carlistas que se produjeron en España en el siglo XIX, me llamó la atención la paradoja que suponía el apoyo de una buena parte de la población, sobre todo campesina y pobre, a postulados en principio absolutistas y conservadores.

    Sin embargo, profundizando un poco más, lecturas sobre el tema alumbraban la complejidad y los matices del proceso.

    Solo como ejemplo, pues únicamente puedo acceder a esas lecturas desde lo divulgativo, no desde el conocimiento, el hecho de comprobar cómo movimientos que, en principio, y seguramente acompañados de un espíritu noble y heroico, dentro de la intencionalidad de querer cambiar las cosas, de acercarse a una justicia más verdadera (ese “halo” romántico y encantador, que parece resucitarse e impostarse cuando se quiere conducir a la gente en una determinada dirección), finalmente derivan en un nuevo funcionamiento económico y social, que crea nuevos desniveles, nuevas clases sociales y una nueva redistribución de bienes, que provoca nuevas “injusticias”, y que de algún modo, “subsana” otras.

    En el “carlismo”, en concreto, parece que los campesinos propietarios de pequeñas parcelas, aquellos que subsistían con su trabajo en la tierra y su capacidad artesanal, pobres siempre, pero aún mucho más ante la consigna del “carácter antiliberal e injusto del propietario”, generalizado y utilizado por una clase que ya había apostado por la creación de riqueza industrial y capitalista,… resulta que esos campesinos, cuya condición e influencia desde esa condición, agrupaba, sobretodo en determinadas zonas de la Península, a una gran parte de la población, solo era defendida por esos “conservadores absolutistas”, y por la Iglesia.

    Curioso es comprobar que también tenían sus matices en ese aspecto de «absolutismo»…historiadores recalcan el hecho de que aunque “absolutistas”, no apostaban, para nada, por un régimen “despótico”, estando el propio rey sometido a una reglamentación y supervisión de sus actos, las Cortes que gobernaría tendrían que ser de tipo “corporativista”, al parecer, y estaba obligado a velar por el “bien común”.

    Todo esto, desde luego, luego estaría muy lejos de llevarse a cabo, entiendo, como tampoco se llevó a cabo el espíritu de justicia y liberador que parecía que la nueva burguesía, que había bebido de las fuentes de la Revolución Francesa y rendido pleitesía a la “Diosa Razón”, había venido a instaurar.

    Y sin embargo, en ambas actitudes, tengo la impresión, de que de algún modo, circulaba, circula soterradamente, aquello que pone de manifiesto que en el hombre existen y accionan componentes lejanos de la “dualidad” tirana.

    Que en todos los movimientos, actitudes que finalmente comporten cambios de modelos, siempre, por más que se quieran delimitar sus campos a dos aspectos antagónicos, esos aspecto contendrán, en su propia esencia, aspectos del otro.

    El movimiento liberal apeló a lo más desconocido y altruista del hombre para contemplar con otra “mirada” la sociedad.

    Los “absolutistas”, parece que hicieron lo mismo….

    Quizás ambos llevasen en su origen, el mismo germen, ese que indica la complejidad del hombre, su componente misterioso que abarca desde lo “racional”…incompleto…hasta lo “espiritual”…manifestado, desconocido y poco comprendido, pero presente…se mantenga, indisolublemente, en el hombre.

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