Hace 50 años, aunque ya se había reconocido el derecho universal a la educación, a nadie le extrañaba que, después de la enseñanza primaria, una gran cantidad de niños y jóvenes abandonara la escuela para colaborar en las tareas domésticas o para aprender un oficio y ponerse a trabajar. Pocos cursaban y completaban el bachillerato elemental, menos aún el superior y todavía menos la universidad. Había un sector mayoritario de la población ocupado en el sector agrario, industrial, doméstico o de servicios y un sector más reducido que se dedicaba a la administración, la burocracia y las profesiones. En ambos casos la oferta de empleo era mayor que la actual, y no estaba amenazada por la globalización, la automatización o la inteligencia artificial.

En aquellos años de crecimiento y bonanza económica, a medida que se desarrollaba el estado del bienestar, se fueron incrementando progresivamente la edad legal para comenzar a trabajar así como la duración de la escolarización obligatoria, que se hizo extensiva a todos los menores de 15 o 16 años, fueran cuales fueran sus circunstancias personales. Y con esta generalización se constató que no es posible proporcionar la misma educación para todos, con los mismos contenidos y las mismas exigencias escolares. Y  que, cuando se hace, un amplio sector de los alumnos fracasa, es decir, no obtiene la titulación mínima exigible sino únicamente un certificado que acredita los años de escolaridad.

Como es de esperar, muchos de estos alumnos no continúan estudiando. Aunque no son los únicos que abandonan en la escuela cuando alcanzan la edad legal de permanencia o llegan a la mayoría de edad. Según datos del Ministerio de Educación, en el año 2015, el 20% de los jóvenes de 18 a 24 años había dejado los estudios prematuramente, sin cursar el bachillerato, una titulación técnica de grado medio o cualquier otro tipo de formación reglada superior a la de la enseñanza obligatoria.

De hecho España es el país europeo con mayor abandono escolar temprano y, también, uno de los países europeos con mayor porcentaje de absentismo. Según se recoge en el último informe PISA, el 25% de los alumnos españoles de 15 años que participaron en las pruebas reconocieron haberse saltado un día entero de clase al menos una vez en las últimas dos semanas.  Y esta no es la forma más extrema de absentismo, ya que hay alumnos que suelen faltar a más de la mitad de las clases o que sistemáticamente no acuden a los centros, aunque la ley establece que tienen que hacerlo.

No escolarizar a los hijos y no preocuparse porque vayan a la escuela puede suponer sanciones administrativas e incluso la pérdida de la patria potestad. Y si los menores se niegan a acudir a los centros educativos pueden ser obligados a hacerlo mediante la intervención de las autoridades. No obstante, a pesar de estas medidas, hay jóvenes en edad escolar que pasan más tiempo fuera que dentro del colegio.

El absentismo se detecta rápidamente. Basta con pasar lista, llevar un registro de las ausencias, comunicárselas a los padres o tutores legales, y ver cómo responden. Hay un protocolo para ello que detalla las acciones que debe realizar el centro. Ahora bien, una vez detectado, el problema reside en conseguir que dicho protocolo sea efectivo. Después de un largo proceso de comunicados, entrevistas, apercibimientos, intervenciones de los Servicios Sociales y de la Fiscalía de menores se descubre que, en la práctica, los resultados son escasos. A partir de cierta edad, a medida que avanza la educación secundaria obligatoria, aquellos que no quieren siguen sin venir y poco puede hacerse para conseguir que vengan. Y cuando se consigue se hace mediante la sanción y la obligación, lo que todavía provoca más rechazo a la escuela y más problemas académicos y de convivencia cuando se está en ella.

Se podría decir que el absentismo conduce al fracaso escolar, pero también que es su consecuencia; se fracasa porque no se ha ido a clase y se deja de ir a clase porque en algún  momento se empezó a fracasar, posiblemente desde los primeros cursos de primaria, desde que las vivencias y los resultados escolares dejaron de ser gratos.

Y solo estamos hablando del absentismo presencial y del fracaso escolar formal, no el de aquellos alumnos que asisten a clase con regularidad pero no tienen ningún interés en lo que allí se enseña, ni el de aquellos que han conseguido terminar la educación obligatoria pero lo han hecho uno, dos o tres años más tarde de lo que les correspondería por su edad, que en nuestro país son 4 alumnos de cada 10.

Es más, incluso cuando no hay fracaso, no siempre hay correspondencia entre la preparación recibida y lo que se obtiene con ella. Un 43% de los jóvenes menores de 25 años que están buscando empleo no lo encuentra y más de la mitad de los que trabajan están sobrecualificados para el empleo que desempeñan, mientras que hay puestos de trabajo que no se cubren porque no hay gente que reúna las habilidades necesarias para ejercerlos.

Estar presente en un aula no significa que se esté participando en lo que ocurre en ella, obtener un título no asegura que se haya aprendido lo que ese título certifica y mantenerse dentro del sistema escolar reglado no garantiza que la formación adquirida sea mayor de la que puede obtenerse fuera.

La obligatoriedad de la escolarización y la necesidad de credenciales en el mundo del trabajo evitan que se vacíen las escuelas; pero el abandono prematuro al terminar la escolarización obligatoria, el aumento espectacular de la oferta y la demanda de enseñanzas no regladas y la reivindicación cada vez mayor del derecho al homeschooling son avisos de que algo no va bien en ellas.  En vez de concebirlas como el mejor de los ambientes en los que educarse, se las percibe como un mal necesario.

Las instituciones escolares todavía tienen el monopolio de la educación, pero cada vez está más claro que la formación personal y laboral que se va a necesitar se encuentra más fuera que dentro de ellas, cada vez es más evidente que lo que la escuela ofrece se ajusta poco o muy poco a lo que demanda la sociedad y a las necesidades de los alumnos.

Sin embargo, las alternativas que se ofrecen a aquellos que obligatoriamente deben permanecer en la escuela pero no encajan o no les va bien dentro de ella no van mucho más allá de una formación profesional básica que, a pesar de su componente práctico, transcurre dentro de parámetros similares a los de la educación recibida hasta ese momento; es decir, mucho peso de lo teórico, horarios y currículos rígidos, exámenes y otros componentes que, posiblemente, sean los que han conducido al fracaso.

Para romper esta situación, para ofrecer algo distinto a los que rechazan la escuela, cabría pensar en asociaciones, centros y personas que participaran en la educación pero en otros entornos, con otros horarios, con otros sistemas de evaluación de lo aprendido. Las enseñanzas, o parte de ellas, podrían impartirse  en las bibliotecas de barrio, los centros culturales, en talleres y locales acondicionados para ello o, incluso, en los propios domicilios. Podrían establecerse convenios con los centros de educación no reglada; las empresas podrían crear sus propias aulas de formación, para aprendices, como en otros tiempos. También podría pensarse en la educación a distancia. Combinando todos estos elementos y bajo la supervisión de un tutor sería posible elaborar un plan formativo personalizado, un plan capaz de ofrecer opciones y oportunidades reales a todos aquellos que no las encuentran en lo establecido.

La educación ya no sería tanto una imposición sino una responsabilidad de cada persona, que elegiría aquello que quiere aprender y la forma de conseguirlo. En este contexto, el fracaso, el absentismo y el abandono no dependerían tanto de los criterios y la normativa de una institución, y lo harían más de las decisiones propias.

9 comentarios

9 Respuestas a “Absentismo, fracaso y abandono escolar”

  1. Sedente dice:

    Cuando la sangre bulle en el interior.
    Cuando los ojos comienzan a abrirse y la fortaleza del cuerpo acompaña, o mejor dicho, sobrepasa con creces las condiciones a las que se le somete.
    Cuando las ansias de conocer, indagar, cambiar, hacer y participar,…, las ganas de «comerse el mundo» no son comprendidas.
    La necesidad de salir y ver. De ser.

    Sentado en un pupitre con la ponzoña y la desidia de una estructura de vida que no conduce a nada más que a lo ya conocido.
    Al continuo e hipócrita error. Al engaño, a la avaricia. A un Mundo pobre.
    A un espíritu pobre.
    Cuando la sangre bulle en el interior.

    Dile a un ciervo que no brame cuando necesita bramar porque el Mundo y la Naturaleza entera le hace hacerlo.

    El ciervo te dirá: «Yo bramo porque soy el Mundo y la Naturaleza entera, y todo ello está bramando en mí.»

  2. O'farrill dice:

    Quizás la cuestión más importante es la incentivación al conocimiento. Cuando un profesor en la etapa de primaria de mi hija me decía que con las calculadoras y los ordenadores no hacía falta saber operaciones aritméticas o escribir, me estaba encontrando con el absentismo laboral, fracaso personal y abandono profesional de quien debería impartir tales conocimientos. Enseñar no es fácil, menos aún cuando no se tiene en la sangre el interés por hacerlo, sino por cumplir un horario. De la magia del conocimiento pasamos a la mezquindad del tiempo de dedicación.
    He seguido directamente todo el desarrollo formativo oficial y extraoficial de mi hija y, en muchos casos, hubiera preferido el sistema que se viene haciendo en el entorno doméstico que en el profesional. Con honrosas excepciones vocacionales que, por cierto, eran mal vistas por sus propios compañeros.
    El conocimiento nace de la curiosidad, de la inquietud, del interés por lo que hay detrás de cada puerta cerrada. ¿No habremos abierto todas las puertas al mismo tiempo y creado la lógica confusión y, por ello, el consiguiente «pasotismo»?

  3. EB dice:

    Gracias Enrique por su post. En muchas democracias constitucionales, la escolarización compulsiva y muy subvencionada hasta completar la escuela secundaria es política nacional, y además en algunas la educación universitaria está subvencionada. Eso por el lado de la demanda. Por el lado de la oferta, esa política se complementa con el monopolio del gobierno, o con una participación mayoritaria del gobierno y fuertes regulaciones a la entrada de escuelas y universidades privadas. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que esas políticas están condenadas al fracaso, pero poco importa porque hoy muchos políticos –en particular, los socialistas– están convencidos de que el control de la educación escolar y universitaria les permitirá «controlar» a los futuros adultos. Si hay un área de intervención estatal en que los políticos optan por ignorar la evidencia acumulada es la educación escolar y universitaria.

    Uno esperaría que semejante situación diera lugar a fuertes presiones para cambiar ese tipo de intervención. Pero no es así y uno debe preguntarse por qué. Mi hipótesis es que hay dos grupos importantes que se benefician de esa intervención. Primero, los muchos padres que por cualquier motivo piensan que bajo otras políticas tendrían que asumir un mayor costo que no sería compensado por un mayor beneficio. Sí, cuando la demanda está subvencionada, uno puede dividirla entre quienes piensan que bajo políticas alternativas podrían estar mejor y quienes piensan lo contrario y probablemente la mayoría de la población de bajos ingresos está en esta segunda categoría. Segundo, la gran mayoría de empleados del sistema actual que ha podido obtener beneficios extraordinarios –en particular, vía sindicatos. Sí, en cualquier industria controlada por el gobierno, la formación de grupos internos para obtener esos beneficios es algo común. Que esos dos grupos sean suficientes para bloquear una reforma depende de las condiciones particulares de cada país y también del contenido de la reforma.

    A mi juicio el contenido de la reforma es un problema grave. Mucho se habla y discute pero cualquier propuesta que beneficie a la casi totalidad de infantes, adolescentes y jóvenes tendría un costo alto que ningún gobierno podría cargar a rentas generales. Y esto es así porque todavía hoy la educación escolar y universitaria requiere un nivel de estandarización incompatible con las diferencias entre estudiantes, sean infantes, adolescentes o jóvenes. Si la situación hoy es mala se debe en parte a la necesidad de estandarizar para reducir el costo. Algún día, algún pedagogo inventará una fórmula para personalizar (es decir, para reducir significativamente la estandarización) a bajo costo, pero mientras tanto los políticos seguirán sacándole provecho a la mentira de que no hay diferencias entre estudiantes —y si hay alguna no debería haberla (las diferencias obvias se cubren).

  4. Sedente dice:

    Madre mía…

    Hubiera comenzado mi anterior comentario con un «pues sí» porque todas esas alternativas que propone el artículo parecen soluciones y a su vez ideales. Pero pronto me parecieron alternativas que eran más de lo mismo para enseñar más de lo mismo.
    No quisiera ser malinterpretado. Veo la intención de proponer algo que encaje y ayude a tantos alumnos desanimados o desinteresados en el aprendizaje y en la prácticamente obsoleta concepción de la enseñanza con la que la gran amalgama de docentes tiene que hacer uso.

    Me gustaría no perder la oportunidad para trasladarles un supuesto punto de vista de uno de esos alumnos desanimados y desinteresados.
    Dicen que no hay mejor forma para comprender a alguien que poniéndose sus zapatos.

    En verdad que tenemos un problema y todavía parece que no sabemos verlo.

    Casi la totalidad de las personas que leen o escriben aquí, me atrevería a decir, hemos vivido la transición que significó el escuchar la radio para estar informados, poder ver dos cadenas de televisión en blanco y negro en un aparato de grandes dimensiones o poder ir al cine muy de vez en cuando a ver más historias en blanco y negro, normalmente ingenuas para mentes muy ingenuas, con un NO-DO que encabezaba esas las películas y que era el compendio de las noticias del mundo conocido.

    Los alumnos de aquellas épocas iban luego a parvularios, colegios, academias y a universidades para aprender lo que se suponía que era el total del saber humano.

    Allí, aún con todos los posibles problemas que acompañasen la particular historia de cada uno de los alumnos, sus desánimos o desinterés en aquello que se explicaba, se encontraba el pequeño aliciente de lo novedoso. Me refiero a que aún con todos los posibles problemas que cada sobretodo adolescente sufriese, había algo de nuevo o de sorprendente en aquello que en los colegios se enseñaba. Aún con todos los problemas a cuestas había allí una llamativa alternativa. Pero, ¿Y ahora?
    ¿Qué hay ahora allí para esos alumnos desanimados?

    Siento decirles que me temo que allí ahora no hay nada que pueda captar la atención de uno de esos alumnos más que la pertenencia a un grupo de otros alumnos con el mismo problema que ellos mismos.

    La información está desparramada por todas partes. Lo novedoso rezuma en cada pulsación de uno de sus dedos sobre sus teléfonos. Cualquier película les traslada a mundos y situaciones que inciden en su tierno cerebro muchísimo más que cualquiera de sus posibles pesadillas o sueños quizá podría hacer.

    Normalmente se ponen por aquí enlaces a libros e informaciones complementarias a los artículos u opiniones. Yo les pongo hoy un enlace a un vídeo con un par de trailers enlazados sobre una película en ciernes: https://www.youtube.com/watch?v=hZMRvxBclGM

    Ahora imagínense sentados delante de un profesor explicándote la ley de ohm o la forma de hallar el volumen de un dodecaedro o cualquier otra cosa con aspecto de NO-DO.

    ¿Interés?
    Todavía resuena la música de las escenas, las imágenes, los colores, la aventura y el soñar en las mil posibilidades que el siguiente clic sobre un enlace cualquiera que el pequeño aparato en su bolsillo les puede ofrecer.

    Dicen que las nuevas generaciones apenas ven ya el televisor. El televisor para ellos es el NO-DO.
    ¿Cómo se pretende incentivar la necesidad del aprendizaje con una entera cultura educativa estancada todavía en métodos de hace un siglo?
    Ahora, ¿donde un minuto te ofrece emociones que marcan vidas?

    Si a todo esto se suma toda la historia de el incierto futuro y la incertidumbre continua con la que los NO-DOs machacan nuestros oídos, el paro, las guerras, el terrorismo, la contaminación, la globalización, el calentamiento del planeta, el deshielo, la muerte y extinción de especies emblemáticas, las avaricias, soberbias y demás mezquindades capitales humanas, la banal concepción del mundo, el desprestigio de las raíces humanísticas y religiosas y toda la numerosísima cantidad de hipócritas circunstancias que acompañan todas nuestras vidas y de la que ellos tienen también conocimiento, se pueden hacer una idea de cuál es el interés.

    Demasiada bondad tienen todavía en sus corazones, por suerte, para poder soportar toda esta gran…

    Luego viene el de dos más dos son cuatro y si le quito tres me queda uno con lo que ya no puedo. La gente en paro sin saber que hacer.

    Quizá no solo esas válidas y bienintencionadas opciones alternativas harían falta para levantar ésto. Quizá haría falta que mucha de esa gente que no tiene trabajo se incorporara de algún modo a la enseñanza y a la educación para ofrecer a las nuevas generaciones una actualizada y llamativa forma de enseñar a pensar, crear y a hacer a los alumnos que están y que han de venir. Potenciando el futuro en verdad. Implicando a más gente en todo ello.

    Pero siempre viene el del dos más dos menos tres. El dinero. El dinero se hace. Lo volveré a escribir a ver si así podemos entenderlo mejor.
    El dinero se hace. Y lo escribiré de otra forma. La riqueza se hace. Pero todavía parece que no sabemos verlo y vivimos en el engaño de pensar que solo tenemos el dos mas dos menos tres.

    1. nati valle dice:

      …y cuénteme, sedentes, cómo se hace el dinero? no el papel, sino ese dinero con respaldo que es el que nos acepta la comunidad. …y sí, la riqueza se crea, produciendo bienes que interesen y necesite ese mercado (todos nosotros que compramos) global ya, pero que han de pagarnos con ese dinero real.

      ¿cómo pagamos los salarios de todas esas personas hasta ahora sin trabajo cuando las incorporemos al sistema de enseñanza? con bonos del estado a x años?

      disculpe mi tremenda ignorancia, soy también de la generación del NO-DO y de la carta de ajuste a las 7 de la tarde, hora canaria, y la economía creativa no ha sido nunca mi fuerte.

      un saludo

      1. Sedente dice:

        Con amor, señora. Las cosas sobretodo se deben hacer con mucho amor.
        ¿No lo ha escuchado nunca?

        Un hijo se hace con el amor y no nace hasta después de nueve meses.
        Un árbol se planta, se riega y se cuida y no da sus frutos hasta después de varios años. Los campos se cultivan durante meses para que den legumbre y hortalizas. Incluso el sueldo se cobra después de un mes de trabajo.

        El dinero se hace con las manos y la voluntad. Con sudor y las ganas de hacerlo. Esa es la riqueza de un pueblo. Las manos y los corazones de quien lo habitan.

        Pero tiene usted algo de razón. El mundo y sus habitantes, como explico, está tan podrido que apenas tiene riqueza en sus gentes.
        Solo se mueven si ven el dinero. Muchos pretenden plantar árboles comiéndose el fruto primero y lanzando la semilla al estercolero por no darle valor.

        Si tan siquiera damos valor a las semillas que nosotros mismos hemos plantado después de hacer el amor entre nosotros, entonces es que ya no servimos para nada.

        Pero usted podría ser incisiva y todas estas cosas le podrían sonar a cantos de sirena, quizá. ¿Con qué comerían esas gentes que están ahora en el paro?
        ¿Acaso no comen ahora? ¿Acaso ahora que están en el paro se mueren? Muchos malviven y otros viven gracias a las dádivas de corporaciones y gentes que trabajan por nada. Por nada, señora. Trabajan simplemente por la felicidad que les proporciona el hacer feliz a la gente y ayudar a aquellos que no tienen.
        ¿No trabajamos nosotros por nuestros hijos? Claro que lo hacemos. Ellos no producen bienes valorables por el dinero. Ellos producen continuidad y nos dan su amor y compañía y nosotros a ellos. Esa es la relación que mantiene a las familias. El amor, el cariño, la ayuda y la comprensión entre unos y otros.

        Pero de todo eso se ha olvidado el mundo. Parece que solo queremos el bólido y la mansión con sirvientes para alardear de ello.

        ¿Usted cavaría con sus manos en una mina durante meses para encontrar un diamante por poco más de un mendrugo de pan al día?
        Pues hay gente, como usted sabe, que lo hace. Luego lo luce alguien sobre su escote, sin tan pensar siquiera en eso, y todos los que lo ven quedan maravillados por la riqueza que ostenta esa persona.
        La riqueza es de quien cavó con sus manos.
        Aquel es el rico y suya es la riqueza pues él lo hizo.

        Pero no vemos nada. Seguimos ciegos.

      2. Sedente dice:

        Cuando escribía acerca de hacer más atractiva la enseñanza incorporando a personas en paro, en realidad estaba pensando en la forma de actualizar la enseñanza a los tiempos en los que vivimos. Puse el ejemplo de la radio, el cine con el NO-DO y las nuevas tecnologías no de forma casual si no porque pensé que, de alguna forma, la fórmula para incorporar y actualizar la enseñanza a las nuevas formas de vida debería pasar por el trasformar algunos de los contenidos que se enseñan en las aulas a un formato más dinámico, visual y espectacular si cabe.

        Mucha, la mayor parte de la información que recibimos es visual. Las pizarras digitales que progresiva, pero imagino que lentamente, se van incorporando a muchos centros educativos ofrecen la incorporación de estos contenidos, pero los recursos con respecto a ellos son escasos. Generalmente se emplean contenidos de ciencias sacados de Natural Geographic o documentales (algunos de esos que están relacionados con la palabra siesta). Son, en su mayoría, simplemente vídeos sacados de youtube.

        En los últimos meses, por «h» o por «b», no he dejado de leer titulares respecto al mundo del cine español y aledaños, haciéndose eco de lo mal que lo están pasando en cuanto a trabajo. Esto incluye al mundo periodístico el cual es otro sector que arrastra hace años una crisis en aumento. Las empresas de nuevas tecnologías en nuestro país a menudo no consiguen encontrar una forma de hacer salir al mercado sus productos con un beneficio o con alternativas llamativas. Me consta, porque lo he visto, que grupos de gente muy joven (recién salidos de la Universidad) se unen con el afán de aunar esfuerzos en crear ideas donde sus capacidades en diseño y programación puedan encontrar encaje.
        Así mismo, las empresas que se dedican a la publicación y creación de contenidos para hacer los libros de texto que se reparten en los colegios están en el ojo del huracán por la variación en esos contenidos y diferenciación entre las versiones pedagógicas que utilizan.

        Me pregunto, en un alarde de optimismo integrador y ahí entraba mi propuesta, si todos estos sectores más algún otro que seguro se me escapa, no podrían aunarse para realizar contenidos en los que se engloben todas sus características y por ejemplo, la Historia o muchos contenidos de Ciencia sean trasladados educativamente al formato audiovisual y de forma dinámica, moderna en el sentido de actual, ingeniosa y, en definitiva, mucho más atractiva para los alumnos.
        ¿De que forma? Pues por ejemplo haciendo contenidos digitales en pequeño formato de la Historia y las vivencias de los grandes personajes, pero no haciendo historia ficción como se hace para el público en general, si no creando contenidos reales acordes a un programa común, consensuado y generalizado.

        Estos pequeños formatos podrían incluir contenidos realmente digitales siendo ingeniosos en la presentación de los personajes pero no en cuanto a la verdad de la Historia en sí, es decir, adecuadas para el aprendizaje y jóvenes alumnos.
        Me refiero a que si, yo que sé, a ver…, Carlos I de Orleans dice que fue un poeta, noble y militar francés, pues imaginen que el personaje además de contar su propia historia (pensada en todo momento para alumnos y sin hacer alardes de interpretaciones hollywoodenses para oscar, no lo olvidemos), además de eso, digo, recitara algún poema de la época de forma repetida, una estrofa quizá citando finalmente a quien la dijo (un poeta o escritor coetáneo destacable), siempre andase erguido cual noble procedencia diciendo que él es muy noble y andase de forma militar cambiando su indumentaria de forma digitalizada a placer en cada momento que hiciese una de esas actividades, en la retina de quien lo ve, un alumno, quedaría de alguna forma recordado que aquél tipo, Carlos I de Orleans, a demás de su vida contada de forma más idónea, era poeta, noble y militar francés.

        De esta forma quizá recordasen, igual que lo hacemos todos, cuestiones puntuales sobre películas y personajes de películas que vimos hace mucho tiempo.

        Todo esto es una idea que aparentemente puede parecer absurda o descabellada, pero sería una forma de actualizar contenidos a la época en la que vivimos creando un interés añadido por el aprendizaje incluyendo a sectores desfavorecidos por uno u otro motivo y que con el tiempo podrían especializarse en otras alternativas más acordes a los tiempos en los que vivimos u otros que surgieran.

        Como ve, para esta y tantas otras cosas solo hace falta voluntad y un poquito de amor.
        Todo es empezar.

        Un saludo.

  5. Loli dice:

    En uno de los barrios más pobres de Barcelona, según leí en un artículo hace unos días en un periódico, un colegio ha llamado la atención de educadores y hasta de instituciones, por el nivel de buenos resultados que alcanza, incluso por encima de colegios más elitistas.

    Resumiendo un poco lo que describe el artículo en las palabras de un niño de su escuela: “es como mi casa, solo que en vez de hacer las cosas que yo quiero, tengo que hacer las cosas que me piden, y esas cosas son divertidas”.

    ¿Qué divierte a un niño?, ¿a un adulto?….descubrir, me parece un motivo lo suficientemente atractivo como para llevar inherente una poderosa “llamada” a entrar dentro de un aula.

    Este colegio, al parecer tiene todas “las puertas abiertas”.

    Pero no parece que los niños, anden por los pasillos, o que no se llene el aula.

    También indica el artículo, que los propios profesores se alarman si hay un silencio continuado, porque significa que no se está produciendo la emoción suficiente para mantener vivo un diálogo, una interacción en la materia que se traen entre manos.

    Parece que la dinámica de trabajo, o una de ellas, consiste en organizar actividades relacionadas con la asignatura en grupos de trabajo.

    No solo hay un profesor, hay un tutor que puede estar por allí, y hasta padres, que organicen las mesas de trabajo, y aprendan o recuerden con sus hijos.

    A esas aulas llegan también, aquellos niños que requieren clases de refuerzo, y que una vez terminadas, acceden a su aula, sin sentirse ajenos, sin problemas.

    No se separan a los niños por compartir una amistad, que en clases convencionales se convierte en complicidad para tratar de pasar el “trago” de unas clases y un “aula” que no les motiva.

    Porque parece que aquí han comprobado que su amistad sirve para uno ayude al otro, y esto, al no estar penalizado, sirve a su vez para que esta actitud contagie al resto. El concepto de competitividad está muy rebajado, e inclusive parece que el miedo a ser evaluado, tampoco está muy presente, están mucho más seguros de lo que ha “descubierto”, y desean mostrarlo.

    Además todo esto se realiza con el menor presupuesto posible, con ordenadores y material donado, utilizando la inteligencia y la creatividad para transformar los recursos en herramientas eficaces…y enseñar y aprender con ello.

    Todo esto se realiza en un pequeño colegio que abarca alumnos de infantil y de primaria, pero, es posible que sea un ejemplo real de que las cosas se pueden hacer de otra manera.

    En el artículo se nombra el concepto de “comunidad de aprendizaje”, y se propone, de algún modo.

    El colegio está ubicado en Barcelona y por lo tanto depende de la Conserjería de Educación de la Generalitat, que tiene traspasadas esas competencias.

    Si somos capaces de contemplar lo conseguido en esas aulas, despojándonos un poco de los parámetros meramente interesados en integrar todo en debates “nacionalistas” “independentista”, “centristas”…y demás “..istas”, creo que la existencia de comunidades escolares de este tipo son digna de interés y de difusión.

    “Primero la escuela se abre a los padres, después la gente la hace suya y luego el barrio termina autoeducándose”, reza una de las partes del artículo mencionado, cuyo link adjunto:

    http://www.elmundo.es/papel/historias/2017/03/19/58ca8b8ee5fdea672d8b46ad.html

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