En España muchos miramos con reprobación a los nacionalismos vasco y catalán. Les reprochamos que quieran construir sus señas de identidad mediante la confrontación y separación con las que nos configuran al conjunto del país; y, sobre todo, nos irrita su egoísmo e insolidaridad, porque entendemos que quieren quedarse para ellos su mayor riqueza, desentendiéndose del resto del Estado español.

Pero, más allá de los aspectos puramente económicos y de los culturales, da la impresión de que estos procesos hacia la independencia a veces incluyen, como trasfondo, un contencioso entre un nacionalismo presentado como “liberador” y hasta “progresista”, frente a otro, el español, caracterizado como “opresor” y “rancio”; es decir, uno bueno y otro malo.

En todo caso lo que ellos sostienen es que su nacionalismo es, por lo menos, de la misma naturaleza y tan legítimo como el español; o como el de cualquiera de los demás países.

Y hay que reconocer que en este aspecto parte de razón sí tienen. Podemos echar mano de los libros de historia para discernir quién fue antes y quién acumula más derechos soberanos, pero si lo miramos fría y desapasionadamente tenemos que reconocer que todos los nacionalismos y todas las naciones adolecen de los mismos defectos: van exclusivamente a lo suyo y se desentienden de los demás. Son la institucionalización del más puro egoísmo; ¡y con la aquiescencia de todos!

Las fronteras delimitan hasta dónde debe llegar nuestra solidaridad. Reclamamos ayudas para los parados de Cádiz y rechazamos a quienes habiendo nacido unos kilómetros más al sur se juegan la vida para llegar en pateras a nuestras playas. Las imágenes que nos muestran de ellos los telediarios nos conmueven, pero a la gran mayoría nos parece lógico y natural que les devuelvan a sus países para que se ocupen de ellos sus gobiernos. El nuestro debe ocuparse de nosotros, que para eso le hemos elegido y para eso pagamos nuestros impuestos. Está bien que nuestro Gobierno practique cierta solidaridad con esas gentes destinando algún dinero a los correspondientes programas de ayuda al desarrollo, pero sin arriesgar nuestro propio bienestar. Aunque a algunos nos pueda sonar a cínico, es difícil de rebatir que en la actual configuración política del mundo, basada en los Estados nación, las cosas puedan ser de otro modo.

Sin embargo, si pensamos en el futuro, si queremos soñar en cómo debería ser un mundo mejor y en qué cosas del actual deberían cambiar, salta a la vista que los nacionalismos y las fronteras son un lastre, un atavismo que de alguna manera debería ser superado. En el fondo no tiene sentido que, ante el sufrimiento ajeno, nuestra solidaridad se movilice en función de lo que diga el pasaporte del afectado; salvo que ahora nos pongamos a reivindicar como un valor el sentimiento de pertenecer a un clan. Es evidente que un signo de que nuestra civilización progresa positivamente lo tendremos el día que nadie sea discriminado por su lugar de nacimiento. Otra cosa es que sepamos cómo llegar a esa situación.

O que, incluso aunque lo supiéramos, hubiera mucha gente dispuesta a ello. A fin de cuentas, las naciones existen porque quienes vivimos en ellas sentimos que compartimos una identidad, un “orgullo de pertenencia”, labrado en una historia, en una cultura, en un idioma, en unas costumbres; en definitiva, en una mezcla de cosas, reales y perfectamente defendibles unas mientras que otras parecen meras necesidades psicológicas. Pero el caso es que esa mezcla nos hace sentirnos en nuestro país como “en casa” y percibir a los extranjeros, incluso a los más próximos, como extraños. Es evidente que el idioma, la cultura y el patrimonio histórico son valores a mimar siempre: forman parte de la riqueza mundial. Pero parece que cuanto más reducido es el ámbito geográfico en el que se practica el nacionalismo mayor es el riesgo de que adopte formas meramente tribales. 

No obstante, cuando se observa cómo ha conseguido construir su identidad un país como Estados Unidos, sin apenas historia y con inmigrantes de todos los colores y procedencias, habrá que pensar que quizás no sea tan decisivo todo eso que nos hace sentirnos identificados con un país determinado en vez de con otro.

¿Es posible superar las barreras nacionales? ¿Realmente es un sueño tan inviable? De hecho, la construcción de la Unión Europea está demostrando que sí es posible, a pesar de los enfrentamientos históricos, la proliferación de idiomas distintos y las potentes identidades nacionales de las que partimos. Es verdad que hay un fuerte interés económico que impulsa esa construcción; pero, más allá de eso y de los tics nacionalistas que surgen cada dos por tres, es innegable que se ha creado en la ciudadanía un sentimiento favorable a esa Unión. También ayuda la conveniencia; es decir, esa idea que ha ido calando de que cada país europeo por separado camina hacia el empequeñecimiento, ante el curso que llevan los acontecimientos mundiales, con el desplazamiento del poder político y económico hacia otras regiones.

¿Será posible que llegue a ponerse en marcha un proceso de disolución paulatina de las naciones actuales y su sustitución por algún tipo de estructuras de gobierno a nivel mundial?

Hoy por hoy parece una quimera, sin embargo una de las cosas positivas que tiene el proceso de globalización económica que estamos viviendo es, precisamente, que está creando lazos de interdependencia tan fuertes, entre las principales economías del mundo, que cada vez se va evidenciando más la necesidad de contar con instituciones o acuerdos internacionales que hagan posible “gobernar” esa globalización.

No obstante, es cierto que para que llegara a producirse un proceso como el que se plantea haría falta que cambiaran muchas cosas. Por ejemplo, y sin ir más lejos, que las actuales identidades nacionales no se construyeran sobre la base del rechazo o incluso el desprecio hacia las otras. Los europeos nos hemos acostumbrado a sentirnos superiores a buena parte del resto del mundo y ni nos tomamos la molestia de comprender por qué los otros son como son, o qué valores tienen que no tengamos nosotros. En realidad, ese es un signo claro de todo nacionalismo: el sentimiento de superioridad frente a los demás, sea real o inventado. Paradójicamente, quizás sea el declive de Europa frente a otras regiones uno de los factores que pudieran hacer viable ese proceso hacia una integración mundial. También dependerá, por supuesto, de cómo evolucione el liderazgo de Estados Unidos y el emergente de China, ya que mientras algún país domine claramente a los demás será difícil imaginar que un proceso así se dé. 

Otro factor decisivo puede ser la inmigración. Un informe que acaba de publicar la ONU dice que, frente a los 7.200 millones de personas que vivimos actualmente en el planeta, se estima que habrá 9.300 en el año 2050. En los 49 países menos desarrollados del mundo la población se duplicará desde los actuales 900 millones de personas a 1.800 millones, mientras que en Europa se espera que la población descienda un 14% y además esté mucho más envejecida.

En estas condiciones, es muy probable que Europa asista a llegadas de inmigrantes procedentes de África, Asia y América Latina mucho más numerosas que las que hemos conocido hasta ahora. Con más o menos conflictos iremos hacia sociedades mucho más multiculturales y multiétnicas que ahora. Es difícil predecir cómo evolucionará todo esto, pero quizás nos acabemos acostumbrando unos a otros, y aprendamos a comprendernos y a respetarnos.

Si eso sucediera, nuestro famoso nacionalismo se iría diluyendo en gran medida. Los de “fuera” nos parecerían menos extraños porque, en buena medida, estarían ya “dentro” y hasta cierto punto formarían parte de “nosotros”. Nuestros políticos tendrán que acostumbrarse a representar a todas esas culturas y etnias; y la perspectiva de una integración política mundial sería mucho más viable.

En este contexto, ¿tiene algún sentido jugar al nacionalismo y al independentismo?

28 comentarios

28 Respuestas a “¿CUÁNDO SUPERAREMOS LOS NACIONALISMOS?”

  1. Alicia Bermúdez dice:

    Cuando el mundo echó a rodar no había ni fronteras ni países; eso que se llama fronteras naturales, sí, quizás. La geografía de un territorio y accidentes como las montañas y los ríos condicionarían, imagino, la forma de vida de quienes habitasen unos espacios u otros y el cómo sortear las dificultades y obtener beneficio de lo favorable. Y lo que había al otro lado del río o de la montaña, con sus gentes y sus formas de encarar el entorno con el de debían de contender causaría, en sus vecinos, una cierta sorpresa, perplejidad, y, quién sabe, si no un algo de envidia por lo que entendían favorable, deseable, y un algo de alivio por “anda, mira, nosotros tenemos tal o cual ventura de la que ellos carecen”.
    ¿Empezarían así las luchas entre los pueblos?
    Pero también empezaría un interés por cooperar, ¿no?, aunque sólo fuese por un mero instinto de supervivencia.
    Y el habla. Aquellos primeros sonidos, gruñidos, a lo mejor, ¿intentaban los de un lado imponer los suyos o más bien procuraban hacerse una composición de lugar de qué pudieran significar los gruñidos de los otros?
    Pues habría de todo. El terco que dijese (a saber cómo) “tú me tienes que entender a mí por… que sí”, y, el otro, quizá terco también pero con la vista puesta en miras más anchas, que se hiciera el planteamiento de “a ver como entre unos y otros salimos adelante”.
    A las alturas de civilización (o lo que esto que tenemos sea) a las que estamos la sensación que da es que los que ganaron fueron los tercos y los de las vistas cortas.
    Sería bonito, muchas veces lo pienso, al ir a salir por la mañana de casa encontrarse en el ascensor con vecinos de lo más variado en razas, lenguas, costumbres, religiones, creencias, indumentarios, y todos tan relajados saludándose (con guiños o como se pudiera, que el “buen rollo” se entiende sin palabras) tan contentos y amables y, si las explicaderas alcanzasen, puede que un “encomiéndame si tienes un ratito a tu Dios cuando le reces, anda”.
    Pero no. Guerras por religiones, guerras por repartos de los dineros, guerras por dónde va la raya “que me la estás pisando”, guerras por a ver en qué puñetas hablamos, guerras por a quién pertenece tal trozo de pan o tal prenda de abrigo, o tal techo sobre cuál cabeza.
    Yo es que tengo una manera bastante primitiva de expresarme, un poco como de niño pequeño y mira que tengo años…
    Pero que, resumiendo, Sr. Bautista, que le ha salido un artículo redondo y absolutamente delicioso.
    Y yo creo que terminaremos consiguiendo lo que usted plantea. Aunque, eso sí, nos llevará (a los que ya estamos y a unas cuantas de las generaciones venideras) mucho tiempo, y mucho trabajo, y muchas dejaciones de estupideces y de mezquindades y de soberbias…
    Pero siempre ha sido así en todo y para todo, ¿no?; una especie de ir desbastando, quitando aristas y limpiando de grasas (que es curioso, gente a la que le sobra a puñaos y otros en los huesos; y los gordos gastando en dietas de adelgazamiento y que ni un sonrojo cuando, tan sencillito, “pues coma usted menos”. Y me he salido del tema), y quedarnos, todos, con lo que de verdad debe — porque tiene que haberlo, seguro, un interés no ya mundial sino que hasta cósmico — de ser esencial.

    1. A.Galan dice:

      La eliminación de fronteras y con ello el concepto de pais pese a la globalización La eliminación de los nacionalismos es actualmente inviable porque llevaría implicito una socialización de la pobreza y tendria que llevar parejo un reparto del coste de forma igualitaria, que a tenor del egoismo intrinseco del ser humano hace que se envuelva en banderas e himnos, se promueva el sentido nacional con la única intención de conservar el Status y los privilegios de unos pueblos sobre otros, estructurados en clases sociales claramente definidas.

      Si nos es imposible ponernos de acuerdo en este pais nuestro poco desarrollado sobre el reparto de derechos y obligaciones, menos estarían dispuestos los paises llamados del primer mundo en sacrificar su alto nivel de vida en aras de la humanidad.

      Para que tal circustancia fuera efectiva sería necesaria un cataclismo de grandes proporciones, pasaría por la eliminación del sistema capitalista y social actual, circustancia que llevaría pareja la búsqueda al ser humano de un nuevo sistema que garantice su subsistencia pero para que ello suceda, tristemente no será fruto de la evolución del hombre a través del raciocinio sino de la obligatoriedad de las circustancias por lo que llevará unido a ese proceso inmumerables desdichas y sacrificios de millones de seres humanos.

  2. Martin dice:

    En la naturaleza, los animales predadores mantienen y defienden a muerte sus territorios, sus cazaderos, de ello depende la subsistencia de su progenie.

    También las plantas que parecen tan inocentes, hacen acopio de territorio para poder extenderse y prosperar, manteniendo a raya a otras especies que tratan de imponerse, segregando ciertas sustancias que repelen el acercamiento de otras, delimitando así su espacio.

    En el mundo de las bacterias, virus, parásitos y hongos, también existen luchas y alianzas “intestinas”, nunca mejor dicho, por conseguir espacios donde desarrollarse y progresar.

    Ponemos fronteras en los cielos en la tierra y en las aguas.
    Necesitamos un registro fronterizo hasta para morirnos, hay que pagar la tierra que te recoge después del paso por este mundo a cambio de un certificado de perpetuidad.

    En las relaciones personales, tres cuartas partes de lo mismo, ponemos barreras psicológicas e incluso físicas a la pareja, para asegurar que no salga o entren otros en el territorio que dominamos. Nos pasamos la vida como perros y gatos, meando en cada árbol.

    Cuando apareció el hombre sobre la tierra, no llego con un registro de la propiedad bajo el brazo, ese título innoble de registrador de la propiedad apareció muchos siglos después. (que me perdonen los que se dedican a eso), o mejor no.

    Todos los elementos que la física ha descubierto hasta hoy, todos tienen sus espacios y fronteras.

    Hasta el tiempo tiene su frontera con la muerte.

    Posiblemente, superaremos los nacionalismos cuando creamos que Dios no vendió ni regaló títulos de propiedad, cuando el hombre pueda desplazarse por la tierra como el dinero, cómo, cuándo y por donde quiera, como hicieron sus ancestros desde hace millones de años.
    Superaremos los nacionalismos, cuando estemos con el otro, haciéndole ver lo que no ve, y fortaleciendo su debilidad.

    Cuando la poesía y el arte, sean la ambrosía de esta humanidad hambrienta.

  3. Manu Oquendo dice:

    El asunto del artículo del Sr. Bautista es de los más y mejor tratados en Europa al menos desde el comienzo del siglo XX.

    De tal modo que la bibliografía es abrumadora y gran parte de ella, en mi opinión, es española tras los pasos de Gellner, Kedouri, Berlin, Fromm, Arendt y Beck, entre otros. Pero no se preocupen: el nacionalismo padece disonancia cognitiva. No lee ni a Sabino Arana y los alevines de Bildu o de Etasuna no saben ni quién fue Krutwig, el padre intelectual de ETA.

    El nacionalismo periférico español, por otra parte, es de naturaleza radicalmente diferente del que puede sentir un ciudadano de España, Francia o UK.
    Por una sencilla razón, estos son de naturaleza Integradora y los primeros, –esencialmente los nacionalismos identitarios vasco y catalán pero no sólo–, son de naturaleza Disgregadora y se construyen sobre el Rechazo del «otro» frecuentemente usando un apelativo ofensivo para ello.

    Da además la casualidad de que ambos falsean la historia para Construir sus Narrativas particulares y disgregadoras y por ello les resulta esencial poder «educar» a los allí residentes.

    Un gravísimo error –de los sucesivos intérpretes constituyentes, gobiernos y legisladores– que es necesario corregir.

    La educación sólo puede corresponder al estado.

    Nunca puede estar en manos de grupos facciosos que lo que buscan es la destrucción del común. Del Commonwealth Hispano.

    En su proceso de dominio ambos recurren a la fuerza.

    Bien recogiendo las nueces –en el caso de Vascongadas– bien con conductas fascistas (la ley educativa catalana lo es porque resulta culturalmente genocida y niega derechos fundamentales –ONU y UNESCO sobre educación de la infancia en lengua materna–.

    Por ende el presidente de la Generalidad de Cataluña, Sr. Mas, no se corta un pelo y anuncia a sus súbditos que van a estar «muy atentos y vigilantes sobre quién dice qué». Inaudito en Europa, siglo XXI.

    Fromm, Tamayo y otros identifican estas formas de Nacionalismo identitario (constructivistas a la fuerza sobre bases inventadas) como Formas Patológicas de Narcisismo.

    Isaías Berlin llega a recordarnos el malsano placer que siente uno de estos nacionalistas al exhibir no sólo su estupenda diferencia sino su capacidad legal de obligar a otros a asumir una identidad restrictiva, ajena y minimalista. Una pequeña parte de su Identidad Real.

    Si añadimos la insensibilidad (otros rasgo psicopático de libro de texto) ante el daño ajeno –al ser obligado con daño cierto– tenemos un cuadro tenebroso que por pura Disonancia Cognitiva es inabordable en una discusión puramente científica sobre hechos.

    Así tenemos el asombroso caso de que los Informes de la Propia Generalidad muestran que los alumnos hispano parlantes tienen el doble de fracaso escolar que aquellos niños en cuya casa se habla en catalán y les importa un pito.

    Es más, acabamos de saber que, para que se note menos ahora les ponen exámenes más facilitos.

    Pero esto es culpa suya sólo en parte. Me explico.

    Si no viviéramos en un estado fallido esto se habría parado hace muchos años y se habían recuperado las competencias pertinentes para garantizar algo tan sencillo como que….todos los españoles son iguales ante la ley.

    Cualquier gobernante mínimamente serio y no corrupto habría recuperado ya esta competencia por mal uso constitucional en manos de los nacionalistas y daño objetivo a la infancia. A buenas horas iba una persona normal a aguantar esta indecencia con la calma que se ha incentivado y aguantado.

    Esto es otro efecto de la corrupción. Otro más.

    Salgo de viaje largo pero este asunto me tiene calentito.

    Un saludo cordial y enhorabuena a Manuel por el trabajo.

  4. Toni B dice:

    Mi perspectiva es la de un catalán que no desea ser extranjero en España ni desea declarar en Catalunya extranjeros a los españoles no catalanes.

    El artículo es ponderado pero desde la periferia se puede ver un poco desequilibrado porque cuando se dice que “tenemos que reconocer que todos los nacionalismos y todas las naciones adolecen de los mismos defectos: van exclusivamente a lo suyo y se desentienden de los demás. Son la institucionalización del más puro egoísmo», pareciera que de fronteras para adentro habría un nacionalismo menos egoísta que otro aunque si entendemos a España como un estado plurinacional esa visión quedaría desactivada.

    Sobre la naturaleza de los nacionalismos español y catalán. Entiendo que son de naturaleza opuesta y a la vez complementaria.

    El nacionalismo español es imperial pero acomplejado. La pulsión del nacionalismo español es de ordeno y mando (haber poseído un imperio imprime carácter) y por tanto un poco agresiva; si se portan mal los periféricos les quitamos autogobierno, la inmersión lingüística o les mandamos un boicot al cava.
    Lo del complejo de inferioridad es anterior a la guerra de Cuba, en tiempos más lejanos se identificaba a un español por la manera de hablar mal de su país.

    El nacionalismo catalán es victimista pero arrogante; si los que mandan en Madrid se pasan, se enrabieta tanto por el mal trato sufrido que hasta puede pedir el divorcio. La arrogancia viene tanto de haber estado un poco mas cerca de Europa como la de ser un poco narcisista.

    Como de la convivencia siempre se pega algo, hoy día el nacionalismo español es también victimista (persecución del castellano en la periferia…) y el nacionalismo catalán se ha vuelto mandón (en Catalunya mando yo y nadie más).

  5. Manuel Bautista dice:

    Martin apunta a un aspecto clave del nacionalismo: el sentido de propiedad.

    Propiedad sobre nuestra pareja, nuestros hijos, nuestra historia, nuestra cultura… y, por tanto, nuestra tierra, nuestra nación. ¿Existiría el sentimiento nacionalista si no existiera previamente el sentido de propiedad, de “esto es mío”?

    En otras palabras, ¿se puede sentir amor a tus raíces culturales, a tu identidad colectiva, sin que eso se convierta en un elemento de exclusión a los demás?

    Por tanto, el nacionalismo tiene también mucho que ver con el miedo a los otros. En ver a los otros, y sus diferencias, como amenaza potencial.

    Alicia también lo sugiere: para poderle pedir al vecino de otra raza que rece a su Dios por ti hay que haber recorrido antes mucho trecho para poder respetar sus creencias y para creerte que tus verdades son menos absolutas. Me da la impresión de que la convivencia con inmigrantes puede estar contribuyendo a esto.

    Por otra parte, Alicia, creo que también podemos permitirnos cierto optimismo y esperanza: yo creo que hay menos guerras que en el pasado y eso tendrá alguna influencia (no sé cuánta) en el crecimiento espectacular que estamos viviendo de la población mundial, en el aumento de la esperanza de vida, etc.

    Un saludo cordial

  6. Crítica dice:

    Básicamente estoy de acuerdo con el artículo.
    Lo que más me desagrada a mí con el tema de los nacionalismos en este país es que tengo la impresión de que no han cogido fuerza en esta etapa democrática de abajo hacia arriba, es decir, como una aspiración legítima de unos pueblos o comunidades que quieren dotarse de su propia administración con total independencia de otros pueblos o comunidades a los que achacarían que impiden su plena realización como pueblos, sino que es más que evidente que se debe a una operación de las estructuras de estado embrionario con que han contado las clases dirigentes de esos territorios con el modelo autonómico. Y tengo la impresión, agudizada por la corrupción que afecta a esos gobiernos autonómicos, de que dichos nacionalismos responden fundamentalmente al desnaturalizado fin de apropiarse de más poder por parte de esas élites que promueven el nacionalismo desde los gobiernos a través de falsos debates, medios de comunicación y educación. Tras treinta años en la labor parece que el esfuerzo está dando sus frutos.
    Además, como tema de pura teoría política, el nacionalismo no aguanta ni el más mínimo análisis y ha sido origen de muchas desgracias para el género humano.

  7. Manu Oquendo dice:

    El nacionalismo como elemento identitario –acaparador de afectos y lealtades a niveles sacralizados– es una construcción moderna.

    Surge con el movimiento romántico y con la creación del estado laicista.
    Es más, a mi modo de ver, el propio movimiento romántico surge como componente cultural imprescindible para conducir este tránsito emocional.
    Se puede seguir la pista de su nacimiento leyendo el «Eloge de Richardson» de Diderot; accesible en internet.

    Al desaparecer la legitimidad monárquica, desaparecen los fuertes vínculos mutuos de la sociedad estamental y el papado cesa en su papel como transmisor de la legitimidad a las monarquías. Muere el Rey y muere Dios. El nuevo estado nace sobre ambos cadáveres. Al menos lo pretende.

    Pero entonces se hizo necesario establecer vínculos emocionales fuertes entre el «pueblo» y los nuevas élites que progresivamente se irían haciendo electivas.

    Así surge –de la mano de Roseeau, siempre atento a la batuta de Diderot, Abbe Pierre y otros–, el concepto de ciudadano destinado a inmolarse en aras del bien común.

    El ser que acepta de modo natural vivir su compromiso con el nuevo estado-nación sometiéndose –frecuentemente al precio de su vida– al bien común que desde la élite se le ofrece como Religión de Sustitución.

    El concepto de Nación así entendido es una obra maestra de la manipulación social.

    Tema para hablarlo despacito repasando textos que no nos hacen estudiar.

    El paso de «pueblo» a «ciudadano» no es posible con un concepto de lealtades nacionales.
    Del mismo modo que no se pasa de niño a adulto sin asumir responsabilidades sobre la propia vida. Las ovejas necesitan pastores y el pueblo profetas.

    Este es un buen momento histórico para repasar las cosas, otear el futuro y decidir si queremos pintar algo en él.

    Saludos

  8. Lucas Montes dice:

    Verdaderamente, cuántos males evitaríamos si llegáramos a poner en solfa los modernos nacionalismos. Estoy de acuerdo con lo que se afirma en el artículo y los añadidos y puntualizaciones posteriores. Quisiera tan sólo recordar que los nacionalismos se apoyan o utilizan algo que está inscrito (con más o menos intensidad) en nuestra naturaleza.
    Analizando los fundamentos biológicos de la moralidad J Haidt identifica algunos rasgos que compartimos los humanos. Entre ellos tendríamos el sentido de pertenencia al grupo. Es el origen de todo tribalismo y lo compartimos con el resto de los primates. El grupo te protege, te proporciona alimento y te ayuda a sobrevivir.
    Así entendido, desde una aproximación biológica, lo aceptas, pero en las sociedades humanas se advierte que este rasgo de nuestra naturaleza tiene una cara oscura y está en el origen de la historia humana de guerras y xenofobia. Por todo lo expuesto yo pienso que debería hacerse pedagogía desde pequeños, pues no es sino un lastre para la convivencia, la generosidad, el respeto y la tolerancia.
    Pero aquí, la zorra está al cuidado de las gallinas; es decir, la pedagogía deberían hacerla quienes defienden las chorradas nacionalistas.
    Ah, un punto más, teóricamente, en los estudios publicados hasta la fecha, se viene afirmando que el valor que se da a la pertenencia al grupo es mucho mayor si eres conservador que si eres liberal; la izquierda, teóricamente es más internacionalista. En este sentido ERC me desconcierta por completo. ¿Alguien puede aclararme esto?

    1. Toni B dice:

      Sobre ERC. Es cierto lo que dices, entiendo que nacionalismo e izquierda se llevan mal aunque muchos gobiernos de izquierda utilizan el nacionalismo para cohesionar a sus poblaciones (nadie es perfecto).
      Los de ERC entienden esa contradicción y por ello se declaran independentistas pero rechazan ser nacionalistas. Su argumento básico es que España es un lastre para el desorrollo de Catalunya y que la separación a la larga conviene tambien a España.
      Mi opinión es que no son tontos, están más al día, pero para llevar adelante su política, en la práctica deben oponer identidad catalana y española y por tanto asumir la ideología nacionalista para que su estrategia funcione.

    2. setembre12 dice:

      Los nacionalismos son defendidos por aquéllos que tienen una relación emocional con unas experiencias, una lengua materna, unas imágenes, desde tierna infancia que desgraciadamente para ellos, no lo pueden extrapolar didácticamente a aquéllos que están fuera de ese contexto: es decir,puede ser tan de izquierdas como de derechas. Los nacionalismos “problemáticos” son reivindicadores de lo suyo, no son expansionistas, es decir, no buscan cambiar las circunstancias en terreno ajeno, sin en el propio. Tienen difícil vencer cuando el statu quo vigente está muy en su contra, y ello no es así por razones de equidad o de sentido común, es sencillamente un estado de cosas. Por último, cuando se habla de acceder a entes y realidades supranacionales, se sabe que ello no perjudicará a la situación inicial (p.-ej. un español sabe que todo lo que tiene de español su sociedad no se perderá, lengua,toros….). que habrá que realizar un esfuerzo adicional que no sustituye a todo ese contexto ,interiorizado desde niño y que no se perderá.

      1. Manu Oquendo dice:

        Me va a permitir una cierta discrepancia con este aserto: «Los nacionalismos “problemáticos” son reivindicadores de lo suyo, no son expansionistas, es decir, no buscan cambiar las circunstancias en terreno ajeno, sin en el propio».

        Realmente más parece ser al revés.

        Reivindicadores de lo ajeno frecuentemente hasta lo que llaman propio es fruto de la mentira histórica.
        Expansionistas a rabiar.
        Fomento del cambio de circunstancias desde el egoísmo narcisista.

        Lo que con Arana eran los Vizcaínos y Vizcaya se va configurando con capturas territoriales a lazo. Guipúzcoa, Álava, hoy Navarra yTreviño, ojeadas largas a la Cantabria colindante, la Rioja y valle del Ebro mientras por el norte se investigan Huesca y Aquitania.

        Lo mismo sucede con los «Paísos Occitans» y con el Reyno de Aragón que, repentinamente cae en el territorio de la Tarraco y Ampurias de toda la vida incluyendo el Reyno de Valencia y las Islas Baleares, hasta Sardinia y si me apuran Sicilia.
        Es decir, lo de menos para ellos es cambiar los nombres.

        Por cierto que nunca explican el origen etimológico de Catalanes (Goth-Aulanii) a ambos lados de la frontera. Tupido velo se corre.

        Hasta en Galicia: el residuo histórico de la «Gallaetia» del siglo II que se adjudica a prácticamente toda la península para celebrar el fin de su conquista por las legiones de la «Gallia». Como el Sur de Polonia, Galizia por el mismo motivo.

        A base de ir limando el mapa hoy aparece en la Wiki como comprendiendo León, Zamora, Norte de Portugal y, el colmo, Asturias cuando fueron los primeros reyes de Asturias quienes comenzaron la catedral de Santiago.

        Por cierto que vale la pena al visitarla mirar desde el altar mayor los brazos de la cruz y ver un hermoso ejemplo de Románico asturiano.

        Es decir, los nacionalismos son expansivos, falsos y no se paran en barras para conseguir sus fines.

        Saludos

        1. Toni B dice:

          Es cierto que la naturaleza de los nacionalismos es expansiva pero tambien lo es que en la práctica, expansionistas a rabiar son los que realmente se han expandido.

          En España el nacionalismo español es que ha ejercido el poder mas tiempo y el que ha dejado mas impronta en la cultura política y en las costumbres, históricamente ha sido el nacionalismo dominador . Los nacionalismos periferiféricos han ejercido menos el poder pero han sido muy activos (en general a la defensiva) desde ámbitos culturales.

          Se podría discutir, entre otros aspectos, como interactuan (y se aliementan mutamente) el nacionalismo español y los periféricos, los diversos perfiles dentro de cada nacionalismo, esferas de poder propias y por que medios se expanden las diversas ideologías nacionalistas.

          1. Manu Oquendo dice:

            Querido Toni.

            Lamento discrepar. Esa es la narrativa de Arzallus o la Pujolista pero creo que es radicalmente falsa porque consiste en.

            1. Retrotraerse a los Reyes Católicos y atribuir a la mala «Isabel» el ánimo expansionista y la proyección del poder de la Castilla imperial.

            2. Una vez en dicho escenario llamar mentalmente «España» a aquella Castilla y –por traslación de atributos– ecualizar ambas narrativas.

            3. Una vez consumado «el trile» revertir al escenario feudal de la Taifa hispana y reclamar su legitimidad retroactiva para disfrute de las nuevas élites extractivas del corral.

            España es un estado moderno el más antiguo de Europa y cuando nace ya incorpora a la Nación Hispana una de las más antiguas del mundo mundial.

            En él se integran todas sus tribus y todas sus taifas y en modo alguno vamos a consentir que unos «parvenus» nos reduzcan el ámbito territorial de ejercicio de derechos a la libertad y a la igualdad.

            Los hispanos tenemos muchos problemas pero uno que no tenemos es el narcisismo de querer ser diferentes. Nos gusta ser iguales y libres.

            Esa fue, nos guste o no, la gran aportación de la auténtica Gallaetia Romana: Un gran escenario para las leyes más libres de Europa en la época.

            Por eso la vieja Tarraco sólo floreció a partir de 1716 una vez se desprendió de su yugo feudal que los pujoles y los mases tratan de revivir para seguir forrándose.

            Un nacionalismo integrador, una identidad que no distingue más que la humanidad y la igualdad, no es comparable a los ombliguismos de taifas condenadas a la papelera de la historia por opresoras y negadoras de libertades esenciales.

            ¿Corralitos identitarios en el siglo XXI?

            http://www.youtube.com/watch?v=HiN6Ag5-DrU

            Un saludo cordial

  9. Toni B dice:

    Sigo desde la periferia. Creo que debemos separar los conceptos de nación y de nacionalismo. Una nación sería una comunidad humana y el nacionalismo sería una ideología. Denostar la nación para mi no tiene sentido porque entiendo los hechos políticos desde su contexto histórico. Quizás dentro de mil años si existiera una ciudadanía y una cultura global las naciones serían vistas como nosotros vemos ahora a una tribu, como a una comunidad menos desarrollada en lo político.

    En España parece que nadie se considera nacionalista español y es comprensible porque fue el régimen dictatorial de Franco quien asumió este concepto en su versión mas radical pero esa negación no quiere decir que el nacionalismo español no impregne las ideologías de los partidos o de las personas.

    La prueba del algodón para averiguar si alguien es nacionalista español sería si entiende a España como a una nación de naciones o no. Claro que antes se discutirá lo que se entiende por nación, a mi me basta conque una comunidad se considere a si misma como nación para que ya exista.
    En Francia los habitantes del Rosellón no se sienten nación a pesar de que muchos tienen como lengua materna el catalán y se podría decir lo mismo de la Comunidad Valenciana. En Escocia pese a haber casi perdido la lengua propia, sus habitantes se consideran nación.

    Si queremos hilar fino quizás nos perdamos pero cuando se gestiona la realidad política es inevitable que pongamos etiquetas para saber donde nos movemos. Región, región histórica y nación pueden discutirse en cuanto conceptos. El estado ya no se discute salvo cuando un estado nace y no está consolidado o reconocido por otros estados.

    Hay grados en los nacionalismos, los que yo critico en España son los que no integran, los que de una manera u otra hacen que unas identidades nacionales sean incompatibles con otras dentro del estado. Yo no puedo pedir a algunos de mis conciudadanos catalanes que se sientan españoles, o sea, que no se sientan extranjeros en Fraga, aunque si intentaré convencerlos de que el hecho de no ser extranjeros y poder decidir sobre el conjunto del estado les beneficia en lo social y en lo económico. Los nacionalistas españoles deberían entender, en mi opinión, que el derecho a la diferencia supone que a veces los intereses de los pueblos son distintos y que por poner un ejemplo, si un español no catalán quiere hacer carrera en la administración catalana deberá aprender catalán para poder prestar su servicio en las dos lenguas.

    El asunto da para mucho, solo he pretendido apuntar en este post y en el anterior que el nacionalismo español está tan vivo como el catalán y con muchos más partidarios puesto que la población española no catalana es mayor, pero parece que cuando se habla de nacionalismos solo se reconocen los periféricos.

  10. Isi dice:

    Tony, dices que en España nadie se considera nacional español. Y quizás tengas razón. Si me preguntas a mí qué soy te diré que soy aragonesa, española, europea y ciudadana del mundo. Por ese orden. Y creo que a cualquiera que le hicieras esa pregunta te respondería de manera similar. Eso sin necesidad de ponerse a pensar en las diferencias que hay entre el concepto de nación, de nacionalismo y de estado. Esas diferencias parecéis tenerlas más claras entre quienes aspiráis a la autodeterminación o vivís el problema más de cerca. ¿Qué se considera un nacionalista catalán? ¿Catalán, europeo y ciudadano del mundo? ¿sólo catalán?.

    Ya que has nombrado el franquismo y su unidad nacional te diré que tienes razón. Muchas personas sentimos incluso aversión a nuestra propia bandera a causa de aquel aguilucho, pero cuando se os prohibió el uso de vuestra lengua nos tuvisteis a muchos de vuestro lado. Fue una gran injusticia y un abuso de poder sobre vuestro derecho y vuestra cultura. Pero ha llovido mucho desde entonces. La democracia intentó dar una respuesta a esa diversidad cultural española con un sistema de autonomías que favorecía la descentralización y el autogobierno. Tuvo dos hijos predilectos. Los vascos y vosotros. ¿y cómo reaccionasteis?

    ¿Y cómo nos sentimos los demás? La mayoría os vemos como los hijos caprichosos y consentidos que siguen pidiendo más a costa de los derechos de los demás.

    La mejor forma de solucionar este tema que no deja de ser un asunto de vanidades sería la de un referéndum. Pero tal y como está planteada la Constitución ese referéndum no se haría como en Quebec, que son los ciudadanos de Quebec quienes deciden si ser canadienses o no. Y creo que han decidido que sí. Y dos veces. No. Aquí seríamos todos los españoles quienes decidiéramos si daros o no la independencia. Quizás os llegara a sorprender el resultado.

  11. Salvador dice:

    Los nacionalismos que se dan dentro de España tienen dos factores que los identifica, amén de aquello que los separa.

    Por de pronto, la reivindicación de su identidad es paralelo y simultaneo con la negación de aquello de lo que quieren separarse. Así un vasco y un catalán nacionalistas insisten tanto en su especificidad como afirman la aversión a lo español, es decir son, en este sentido, nacionalismos a la «contra». Y esto es algo enormemente llamativo y sospechoso, porque no hay ninguna necesidad de ser alguien distinto a partir de la negación de lo otro. No tiene sentido afirmar tu primer apellido negando tu segundo, sino es por un afán con dosis de acomplejado de dividirse en buenos y malos. Son nacionalismos de sí y de NO.

    Y además, son nacionalismos con una clara práctica totalitaria en cuanto a sus acciones políticas, en las que la libertad de pensamiento, de expresión y de elección son lentamente suprimidas en favor de una marcada idea de colectivo social, por lo que sus manifestaciones de búsqueda de su propio destino a través de la libertad de elegir de los pueblos como el gran eslogan que guía su ideario político, están de partida claramente contaminadas por estas contradicciones esenciales, difíciles de discernir por un electorado al que se ha ido paulatinamente educando en los intereses de las clases dirigentes.

    El gran invento político del siglo XIX fue el comunismo, y el del siglo XX fue unir la idea de raza con la de sociedad, la de naciòn con la razón propia, la de pueblo con la de unidad colectiva, dando lugar a diferentes variantes de lo mismo: el nacional socialismo. Se le puede llamar fascio, franquismo, nazismo, o de cualquier otra manera, pero es lo mismo, un conjunto que marca desde dentro sus fronteras para autoidentificarse dentro de unos márgenes, unos patrones y unos ideales compartidos y exclusivos, y que no soporta una idea de libertad profunda de la individualidad.

    Yo no creo que Dalí hubiera sido alguien sin Quevedo, no creo que Chillida hubiera llegado muy lejos sin Picasso, no me parece que Rosalía hubiera podido escribir como lo hacía sin Juan de Céspedes.

    Las trampas ideológicas del nacionalismo se descubren bien cuando se comparan con lo que sucede en las parejas, en las que el odio visceral al otro no se puede sino explicar por todo aquello que les ha unido y les une.

  12. drake odonell dice:

    » En este contexto, ¿tiene algún sentido jugar al nacionalismo y al independentismo? »

    Si no fuera tan fresco el tema catalán mis sospechas habían sido mucho menores.
    Es imposible que no vayan los pensamientos por allí. Imposible.
    O sea, creo que el articulo esta hecho por encargo. Quien, por que ..ya es otra historia.
    Digo esto para situar las cosas ^^ siendo todo un tema político.

    Ya cuando surge el político ya el «zoon politikon» empieza gruñir , roncar incluso rebuznar.
    Serán de acuerdo que la política nació como la modalidad «light» de dominación, de dominar a quien sea pero con costes reducidos. Y no exactamente por buena fe en el bien del pueblo.

    Ustedes olvidan (adrede o no) que el ser humano se define por dos «lados» enormes :
    tener y ser. Da igual donde nace, como crece o se educa el individuo.
    Claro que lo de tener o ser tienen sus particularidades según y en conformidad con la diversidad de los humanos. Pero siempre, siempre, todo se puede reducir y se reduce a esto, tener y ser.
    Si sumamos el instinto de perpetuación de la especie ya tenemos en tres rasgos el 99% de los humanos.

    Fácilmente se pueden juntar los conceptos anteriores y si añadimos luego una pizca de ADN, asunto arreglado. Solo falta los suficiente individuos para formar una nación.

    Que tengan un buen día, siempre

    PD: que conste que soy inmigrante y que no vivo de las ayudas ^^

    1. DUENDE dice:

      ¿ Debemos consensuar que el hombre se define es ser y tener?, con toda humildad, me gustaria que pudieras explicar esto mejor.
      abrazos.

  13. DUENDE dice:

    ¿Un ser humano puede sentir algun sentimiento profundo de pertenencia a una tierra?.No se desde pequeño me emociono al pasar los puertos de acceso a Asturias, y ese sentimiento de » la tierrina» es comun a miles de Asturianos, ¿Puede esto ser el origen de algo parecido al Nacionalismo?.

    Me gustaria entender porque ese afan de limitar el mundo, de establecer fronteras y de organizar la vida en base a lo que alguien determina en llamar »elementos comunes».

    Hablais sobre estructuras Nacionalistas y en cada familia hoy existen sistemas ferreos de organización y legislación encubierta.

    ¿Porque el ser humano tiende a sentirse organizado y si dejas que avance, avanza siempre generando subconjuntos de conjuntos con nueva legislación cada vez mas reduccionista?.

    abrazos

  14. Manu Oquendo dice:

    Por ilógico que pueda parecer–cuando se analiza moral o empíricamente– el nacionalismo identitario tiene gran fortaleza porque responde a necesidades instintivas del ser humano.
    Concretamente ofrece seguridad incuestionable y un diferencial de autoestima. Dos fuerzas primarias imbatibles.
    Quien lo descubrió conocía bien el alma humana y sus miedos.

    La combinación de ambas fuerzas está inscrita en nuestros circuitos neuronales incluso a nivel físico.

    Algún comentario cita la sensación de cruzar las montañas del norte que conoce cualquiera criado en la cornisa cantábrica.
    Durante los campamentos en Monte la Reina regresábamos los fines de semana en autobús a nuestras ciudades.
    Incluso dormido sabías que estabas en casa al cruzar Etxegarate. La humedad del aire contrastaba tan fuertemente con la sequedad mesetaria alavesa que la sensación te levantaba el ánimo y el autobús se despertaba cantando y apretaba el paso.

    Llevamos ahora 30 años de fuerte «construcción nacional». Gran presión ambiental agravada por escolarizaciones casi desde la cuna.
    En un sistema educativo construido para dar empleo justamente a los «identitarios» más extremistas que clasifican y moldean a los niños desde el destete.

    A mi no me cabe duda de que es un sistema fascista tolerado. Bastante peor que con Franco porque hoy suceden cosas que entonces no se daban.

    Por ejemplo: niños discrepantes a los cuales se les hace repetir COU y la selectividad justo por el nivel de euskera. Conozco casos desde Durango a Donosti. Alguno de ellos bien célebre, como la hermana de Miguel Ángel Blanco con un 7.5 en la asignatura y muy buen nivel ya el primer año.

    Esto es una tara de un estado realmente fallido que si no cambia estas cosas muere irremediablemente porque no merece sobrevivir. Este factor de «merecerlo» es crucial porque si no lo merece ni sus partidarios lo apoyarán.

    La confrontación con el nacionalismo identitario tiene que tener en cuenta la fortaleza psicológica e instintiva del «Producto» tanto como los factores «Coercitivos» que usa para imponerse.

    Hoy se comienza a vivir con generaciones educadas en euskera a la fuerza, a veces en entornos en los cuales o te integras o mueres, civil o literalmente.

    Es interesante ver qué sucede en las ciudades que no han sucumbido a la presión ambiental.

    Pues bien, el nacionalismo está descubriendo a Edipo.

    Se sabe pero no se usa y este fenómeno cotidiano hace titulares alarmados en la prensa y provoca en los «pastores a sueldo» alarma y programas públicos para «remediarlo».

    Mal arreglo.

    1. DUENDE dice:

      Manu ahora mismo despues de leerte pienso con total Sinceridad que estoy en el Foro adecuado para entender cada vez mejor que hilos mueven las sinergias sociales, GRACIAS CON TODA SINCERIDAD.

      Abrazos

  15. Remedios dice:

    Es que decir que el Franco político era de derechas, es desconocer la realidad. Los nacionalsocialismos son «franquitos» disimulados porque no van a misa.

  16. Bilbaino dice:

    Al nacionalismo se le ganará cuando los partidos que dicen representar a la Izquierda o la derecha española estan cerca de los que deben representar y no lo que dicen sus partidos.
    Estrategia??? Como en la republicas.
    1º Gran participación y gran apoyo mediatico a los partidos españoles.
    2º Que los no-nacionalistas dispongan de unos candidatos ilusionantes con gran capacidad intelectual. Por un lado que la derecha tenga un discurso de unir a la derecha española con la derecha no-nacionalista anti-independentista. Por otro lado la izquierda en coalición con un candidato que apueste politicas de izquierdas y por el sistema federal.
    3º Que al nacionalismo no le quede más remedio que pactar con el independentismo para que su electorado moderado opte por otras vias y que la izquierda y la derecha siempre esten separados con cualquier resultado que hubiera habido en las elecciones.

    Un ejemplo es la segunda republica en el pais vasco que acabo con estos resultados en las ultimas elecciones.
    Con una participacion del 77%
    1º Nacionalismo vasco(PNV+CNV) 35%
    2º Derecha 35%
    3º Izquierda 29%
    4º Otros 1%
    PSOE e IU unidos son más fuertes en el pais vasco que separados.

  17. Zacarías dice:

    Gracias, muchas gracias por el artículo; por fin encuentro algo con lo que me siento profundamente identificado en este tema tan delicado.

  18. JMaGallego dice:

    Llego algo tarde tras la publicación del articulo de Manuel Bautista .
    Si bien no comparto la ideología del trasfondo del mismo, ni la propia estructura …mezclando nacionalismos ideológicos y sectarios con inmigración ,como diciendo y concluyendo , que esta,la inmigración , sera equivalente a los meteoritos que cayeron sobre la tierra que aniquilaran a los dinosaurios por falta de hierba (fue eso así??).
    Aquí todo el mundo discute sobre donde el primer Rey se calzo las calzas o donde esta la esquina donde yo levante primero la bandera (que bandera??).
    Todo esto esta superado .
    Sin embargo hay un tema que me produce cierta curiosidad ,salvo que algún magnifico comentarista añada mejores datos .
    Me refiero a mi Individualismo .El cual tengo y añadoa la sociedad en el hacer aristotelico del mismo….
    ¿Por que tengo que aguantar que me escupan en el ojo ,me digan que robo «a un montón de gente»??
    ¿por que si me quiero quitar el escupitajo del ojo ,me dicen… ¿que como se me ocurre hacer tal cosa ??.
    ¿por que si trato de resolver estas cosas tan nimias viene alguien a decirme ,Imbécil ,lo primero no eres Individuo y el federalismo o el asimetrismo o el fútbol lo arreglara todo ?
    ¿por que tengo que arrastrarme como Individuo ante esta situación ???
    Cuando nos miremos así en grande y con nuestro ego como Individuos seremos «alguienes»

  19. maria dice:

    Gracias Sr Bautista, con su permiso dejo mi pensamiento en forma de poesía, no me siento orgullosa de la tierra, en todo caso de la humanidad

    https://www.youtube.com/watch?v=0w2rakGN_N0

    1. Isi dice:

      Gracias maria. Ojalá hubiese más opiniones como la tuya.

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