Con sentir

La sentencia sobre el deleznable suceso producido en los Sanfermines del año 2016, perpetrado por unos sujetos autodenominados sin sonrojo “La Manada”, se ha sumado e incrementado al levantamiento de amplios sectores sociales –hombres incluidos– contra la mentalidad y el comportamiento sexual de muchos varones respecto a las mujeres. Un movimiento mundial sin precedentes que tiene en la revelación de los abusos y violaciones de un jerarca del cine de Hollywood uno de sus principales hitos y el comienzo de una campaña en todo el mundo de descubrimiento de estas realidades, conocido como “MeToo”.

Ni mucho menos es que esto haya comenzado ayer, sino que se ha roto uno de los muros de silencio con el que sucesos de esta índole han sido tratados hasta ahora; sucesos que, como otros, están siendo alumbrados por el tsunami de transparencia que domina el mundo de lo social. El enmascaramiento, la complicidad, los tapujos y el disimulo han imperado en todas las sociedades ante realidades relacionadas; que, en el mejor de los casos, pudiendo no ser delitos –elemento subjetivo supeditado a la realidad legal de cada país, y a la interpretación igualmente subjetiva de los jueces que lo sentencian– son altamente sospechosas de no guardar unos mínimos de respeto al otro.

…se ha terminado el tiempo en el que el silencio y la complicidad por sistema dominaba estos tipos de comportamientos y relaciones que han tenido a la sexualidad como motivo, intención o práctica.

La orientación de la sentencia, la consideración de los actos desde la perspectiva penal, la diversidad de opiniones e interpretaciones sobre los sucesos y la enorme ola de activismo contra el machismo que se ha suscitado, a primera vista nos hacen creer sin lugar a duda que se ha terminado el tiempo en el que el silencio y la complicidad por sistema dominaba estos tipos de comportamientos y relaciones que han tenido a la sexualidad como motivo, intención o práctica.

El terreno de lo íntimo, espacio en el que se sitúan estas realidades, ha sido tratado frecuentemente como un ámbito prácticamente privativo de la vida individual, estableciéndose una línea roja muy pocas veces franqueada, detrás de la cual lo que pudiera suceder no podía ser objeto de la intervención de lo público –lo judicial incluido–, aceptándose incluso que caía en el puro terreno del cotilleo chabacano, especulativo y hasta soez. La inclusión en los programas e idearios políticos del apoyo a los espacios más privados de la sociedad, en concreto la familia, ha dado lugar indeleblemente a no tener más remedio que contemplar sus partes más sombreadas y escabrosas, que habitualmente se centran en torno a los menores y a las mujeres.

Como por desgracia sucede en todos los ámbitos de lo humano, el poder –con minúsculas, si se quiere en este caso– está presente, y con él los sempiternos factores de dominación, sometimiento, lucha y conflicto. El control del dinero, el manejo del patrimonio, la elaboración en la toma de decisiones y la detentación de la última palabra, la gestión de la sexualidad de la pareja, más escabrosamente llamado las “garantías del placer”, el establecimiento de las prioridades, y la elección del pensamiento dominante y los valores que lo sustentan, son algunas de las más importantes cuestiones que están presentes en toda relación de pareja, sea cual sea el tipo al que se adscriben. Un terreno hasta ahora nebuloso y secretista, al que se empiezan a girar las miradas, y que extrañamente están admitiendo ingentes microscopios sociales que los califican de “microfascismos”. ¿Por qué?

Como por desgracia sucede en todos los ámbitos de lo humano, el poder –con minúsculas, si se quiere en este caso– está presente, y con él los sempiternos factores de dominación, sometimiento, lucha y conflicto.

Para poder situarnos se debe decir que todo lo que está sucediendo no sería posible sin una serie de circunstancias sociales que lo sostienen y alimentan, y que habitualmente pasan desapercibidas: la intensiva socialización que vivimos, la ruptura de los espacios privados y el modelo de sexuación imperante.

Como no podía ser de otra manera, el modelo político seguido en los principales países del mundo occidental, consistente en la estructuración y socialización homogénea de sus colectivos, ha lanzado sus tentáculos sobre ello; y, con la colaboración imprescindible de los medios de comunicación que han puesto la lupa en el interior de los hogares y las parejas, se ha encontrado con realidades que resultan tan escandalosas como poco comprensibles para el mundo de la ley y de la televisión. Bien es cierto que en esos espacios nos podemos encontrar con bastante suciedad, y en no pocos casos el tufo se puede hacer insoportable, pero todo ello se está poniendo al servicio tanto del politiqueo como de las audiencias, con pocos visos de servir a la mejora del desarrollo de los individuos, para nutrir el sentimiento de vergüenza ajena con la que nos contemplarán las generaciones futuras. El pensamiento de las porteras elevado al sublime nacional, la ideología del cotilleo en los discursos de Estado, el escaparatismo como método político, el bilingüismo compuesto por lo que digo y lo que hago. Si el socialismo pretendía la eliminación de las clases sociales y económicas, lo ha conseguido convirtiendo el espacio colectivo en una enorme portería. Discúlpenme, pero la cuestión es La Manada, el coño y la portería,… todo lascivo, clara lujuria.

Consecutivamente a lo anterior, hasta los lugares más recónditos están sujetos a la observación ajena como consecuencia de la compulsión generalizada a la grabación con cámaras institucionales y privadas, y su morbosa publicación en los generosos servicios que prestan unas redes que llaman sociales. Unos pocos segundos y unas cortas palabras bastan para saber, juzgar y sentenciar lo contemplado, en lo que no caben otras formas de interpretación que lo contextualicen, lo relacionen o lo expliquen. Entender lo que sucede supone un esfuerzo mayor que juzgar, requiere cultura y sapiencia, supone forjar criterio y educar el sentido, y parte de un ejercicio tan necesario como generoso para con los demás, olvidándose, aunque sea solo un poco, del deseo propio. En el fondo supone renunciar a la habituada mirada obscena con lo que nos hemos acostumbrado a contemplarlo todo.

Por último, la sexuación es un proceso que alcanza su máxima expresión y se fija en la etapa de la adolescencia. Los cambios biológicos, especialmente en la reorganización del cerebro, permiten simultanear el desarrollo sexual pleno con la capacidad metafísica y la creación definitiva de la autoconsciencia individual, pareciendo querer ligar realidades de una crucial envergadura para afrontar el camino que queda por delante. En este proceso de aprendizaje acelerado, los saltos son cualitativos y tanto el bagaje anterior como los modelos en los que referenciarse son claves para una culminación integradora. Al respecto, el entorno social en el que nos movemos ofrece pocas perspectivas, pues la generación que educa parece conformarse con evitar la represión que sufrieron y prevenir las enfermedades de transmisión, una vez resuelto el problema de los embarazos a base de pildorazos. Asimismo, la inquietud sexual del adolescente le lleva a buscar respuestas, que fundamentalmente encuentra a través de Internet mediante un amplio y variado repertorio de los aspectos más primarios de las conductas sexuales, pues quienes los practican lo hacen para grabar imágenes y hacerlas públicas, simplemente hacen pornografía, estableciéndose con ello un modelo de sexuación de estas características que luego querrán llevar a sus vidas.

Todo esto parece preocupar poco a todos los que alzan su voz respecto al suceso de La Manada, que solo atienden a si hubo o no consentimiento de la víctima.

Todo esto parece preocupar poco a todos los que alzan su voz respecto al suceso de La Manada, que solo atienden a si hubo o no consentimiento de la víctima. Sin duda, los acontecimientos cambian enormemente de cariz en uno u otro caso, tratándose de un grave delito en el primero de los casos y de un acto abiertamente pornográfico en el segundo de ellos.

Se trata por tanto de esto, de consentir, porque, tratar de sentir con el otro está descartado. Paradójicamente, en cambio, con sentir con el otro estaría todo arreglado.

7 comentarios

7 Respuestas a “Con sentir”

  1. O'farrill dice:

    Las dos acepciones tienen su connotación positiva (sentimiento) y negativa (consentimiento o resignación), pero prefiero fijarme más en la denuncia de Carlos sobre la forma frívola (con ignorancia y falta de criterio) con que se vienen tratando todas las cuestiones en nuestra sociedad a partir de la opinión lanzada por los medios de comunicación. Manejar el «relato» es tener el verdadero poder cuando éste no se puede o quiere contrastar con otros igualmente posibles. La banalización de los temas es constante y mucho más atrevida en cuestiones graves.
    Por salirme un poco del tema y a modo ilustrativo: ayer se invitaba al Sr. García Margallo a una tertulia política donde se intentaba por todos los medios confundir la situación del PP con quien puede sustituir a Rajoy. De nada le valía al invitado exponer una y otra vez lo que era más importante: redefinir el proyecto del PP antes que saber quien podría liderarlo. Sus compañeros de mesa quedaron frustrados porque él se negó a banalizar o frivolizar sobre un asunto de mucho más calado que el pretendido. ¿Cual de las dos posiciones le interesaba más a la audiencia? Estoy por asegurar que la de los tertulianos que lanzaban nombres buscando un titular con que seguir «orientando» a los ciudadanos.
    Un saludo.

  2. Alicia dice:

    La sexualidad ha estado siempre mal tratada. Bueno, a lo mejor no siempre; quizás no en las sociedades que hoy llamamos primitivas donde, no sé por qué, tengo la sensación de que el sexo se practicaría, sí, pero también la tengo de que la forma de vivir la sexualidad de aquellas gentes, aun de los individuos/as más fogosos/as o apasionados/as, no sería menos candorosa que la voracidad irreflexiva con que el glotón se atiborra de pasteles.
    Cuando el glotón de nuestras sociedades civilizadas se pega un atracón de pasteles se queda ya harto para una temporadita, y se olvida de ellos, y si bien es verdad que algún que otro pellizco le dará a la tableta de chocolate lo estará haciendo de forma impulsiva, irreflexiva, ocasional, sin que por ello su ánimo se desvíe, o no demasiado, de cualesquiera otras de las actividades que la cotidianidad demande ni de los pensamientos o inquietudes ― totalmente ajenos a la cuestión, probablemente, y en todo caso mundanos o sublimes pero variopintos ― a los que por su naturaleza o sensibilidad sea proclive.
    Pues aquellos con el sexo, lo mismo. Que tendrían su tiempo muy ocupado en cazar bisontes, y en descubrir el fuego para poder cocinarlos, y en pintarlos en sus cuevas ―quién sabe si con no menos devoción y maestría de la que vemos en los lugares que llamamos “de culto” aunque los cultos que nosotros rendimos son de otras índoles y se rinden en otros lugares mucho más sacralizados―, y en aprender a combatir el calor y el frío, y en rogar a sus dioses que los protegiera de peligros intangibles.
    Total, que no debían de tener fácil el dedicarse mucho a tonterías salvo en los solsticios, según tengo oído.
    Y como encima no hablaban, porque no sabían…
    Pero desde que rompimos a hablar, en cualquiera de las lenguas de la cristiandad (que en las otras no sé) la cosa se empezó a complicar y hasta nuestros días…
    Y es que, no sé por qué, en nuestro mundo moderno se habla mucho de sexo y de la sexualidad, pero mal. Bueno, que no mal, que de ellos se dicen maravillas que, claro, encandilan al que, antes de conocerlos, en su inocencia, no sabe de qué van. Pero mal. Mal y de la forma superficial en que se habla de aquello que se utiliza tan solo para usar y tirar.
    Si hubiéramos los humanos aprendido a hablarlo y trasmitirlo ―y hacerlo, ya puestos― de otro modo (que no sé cual pudiera ser porque ya he dicho muchas veces que no es mi negociado) tal vez todo, absolutamente todo, desde los programas de televisión hasta la más alta de las más altas políticas y su forma de repercutirnos, estaría posiblemente siendo radicalmente distinto.

  3. Yo. dice:

    ATENCION PREGUNTA! : cuando un hombre se «enreda» sexualmente con una mujer, siendo aparentemente novios, pero sólo él sabe que está comprometido con otra, este acto se puede considerar violacion?…

    Mi opinión es que sí, entre otras muchas más cosas…

    Y sin mucho más que decir que no sepamos ya!, quizás Convendría coger este texto/artículo y junto a otros y Editar un libro de manual sobre los «entramados» relacionales hombre/mujer en la familia y sociedad; Sería un buen Manual de Estudio, creo..

    En mi opinión considero este artículo super-interesante- y orientativo de cómo van las Relaciones H-M y cómo la sociedad desvirtúa por así decirlo, «lo que sería el Tema a tratar: violencias en las relaciones», por que se dan? – cómo mejorar o cambiar esto?, etc..

    Creo que este artículo, para mí, es de una Calidad Sublime, me encantó!!!

    Olé tú, Peiró!!

  4. O'farrill dice:

    Mi modesta respuesta a su pregunta es que habría que empezar por entender lo que se trata de decir con la palabra «enredo». La sexualidad fuera de una relación de sentimientos creo que es mera gimnasia física más o menos placentera que, como es natural, debe consentirse entre ambas partes por igual. Allá después con las consecuencias o responsabilidades que, como adultos, deban asumir. La violación por lo tanto sería un acto de «violencia» de uno sobre otro, de forzamiento de la voluntad del otro por cualquier medio.
    Dicho esto, conozco y existen miles de casos en que tales adultos (ellas y ellos) no han tenido en cuenta las consecuencias y riesgos de un «tonteo» o «coqueteo» en las consabidas «fiestas» montadas expresamente para ello o a través de redes sociales (el Whatsapp es un peligro).
    «Los microinfieles: como te engañan de una manera más sutil. Si escribes mensajes a alguien procurando que tu pareja no lo sepa o mientes sobre el estado de tu relación a terceras personas, también eres infiel» (El Confidencial. 12.1.2018). Si a ello añadimos la exhibición infantiloide de fotos e imágenes personales, estás entrando en terreno peligroso donde los lamentos posteriores por posibles acosos no faltarán. Si en una de esas «fiestas» dejas que alguien te «entre» y traspase límites contigo, no parece lógico quejarse luego después.
    Estoy de acuerdo en que todo ello es un tema poliédrico donde nadie quiere asumir responsabilidades. Donde muchas veces unos y otros prefieren la acción directa que confirme lo «apetitosos» que están (por cierto se llaman «yogurines» a los jóvenes adolescentes por parte de mujeres mayores que ellos). Las anécdotas de relaciones «peligrosas» son innumerables. No digamos en los espacios de trabajo…. pero, como dice un poema: «¿alguien preguntó donde quedó el amor? Un saludo.

  5. O'farrill dice:

    » ¡Búscate un novio que te quite las penas…..» Machismo en estado puro en uno de los programas «rosa» de la cadaaaena TV5. ¿Porqué ninguna organización feminista denuncia estos programas y, en cambio, tiene las mayores audienciaoos? Un saludo.

  6. Yo. dice:

    Creí que no iba a contestar nadie por que, por así decir pues claro!, con el auge/feminista parece que «algunos» van a andarse con pies de «plomo»..

    Miré usted, suelo ser super-ingenua y sincera, y, evidentemente me va fatal.. En general ;

    Recuerdo hace muchísimos años, la 1pareja de noviazgo (tontingenua que es una) con cierta persona, (hoy dia: bien situada), que se daban las relaciones normales de conversas/paseos casi a diario.. Y sin problemas de ninguna clase (para mí era «para siempre» y «el único».. Alguna me entenderá), pues bien, empiezan los problemas cuando la relación es más íntima, nadie te explica, hasta que ves el anillo por ahí, guardado en un sobre junto a una foto de boda..
    Cómo me quedo: blanca y sin pulso…

    Al margen de, rollos esporádicos y cada cual cómo lo vea.. Engañar o mentir, es violencia psicológica?, o si lo hacen ellos aquí No Pasa Nada.. Es perdonable!!

    Hay una regla de oro que predican las religiones en general que dice así : «ama a los demás como a ti mismo», «no quieras para los demás lo que no quieres para ti», o «Trata a los demás, como quisieras que te tratarán a ti»… Esta regla, que parece un ideal.. Deberíamos ponerla en práctica.. Creo;

    Imagino que soy muy» endeble» pero.. Aquello moralmente me dejó Mal/ y la verdad es que me quedo ojiplatica por que ni había necesidad de engañar o hacer daño, el tipo tenía unas cuatro de «usar y tirar», la casada y las «esporádicas».. Todo esto lo indagué después claro!!

    Y le puedo asegurar que el mundo de» ellos» para mí es como marciano..
    Mi No Entender Nada.
    Saludos.

  7. Yo. dice:

    Vaya por delante que yo no juzgo a nadie, (ni soy quien para juzgar), ni tengo nada que decir de las relaciones de otr@s, cada cual ve que hace con su cuerpo etc..

    La cuestión feminista para mí es una cuestión de derechos, igualdad en derechos, y no en imitarles a ellos, por ahí vamos mal, por que está claro que no somos lo mismo, pero sí tod@s somos personas, no «objetos», por tanto sujetos con derechos.

    Tampoco estoy en contra p. e. De las que ejercen libremente su profesión en la «calle» o de que cada cual haga uso de lo que necesite, si está pactado, sin tratas o mafias.

    Y no estoy en contra de casi nada en general, los medios también hacen su función de dejar a la mujer cual «objeto» fuera como hace Telecirco (o Telecinco), Las audiencias?.. Algún día. cambiarán?.

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