En estos tiempos, en los que el fervor independentista en algunas latitudes nos obliga a prestar atención al fenómeno nacionalista, conviene refrescar algunas cosas que, pese a ser obvias, tienden a omitirse.

Desde luego el nacionalismo no existiría si no tuviera el referente de la nación. Así, por ejemplo, aflora con fuerza cuando se cuestionan sus fronteras, cuando se pone en tela de juicio el derecho de propiedad sobre su territorio o cuando se objetan las ventajas que deben tener los nacionales frente a los extranjeros. Conceptos como estos han calado tan profundamente que, en la actualidad, forman parte de nuestra cultura política y ciudadana.

Es cierto que, si a cualquiera nos preguntasen sobre lo que nos une a nuestro país, probablemente contestaríamos que, aparte de nuestra familia, amigos y recuerdos, también están la lengua, ciertas costumbres, tradiciones y creencias (políticas, incluso religiosas), algunos rasgos típicos de nuestro carácter y cosas por el estilo. Naturalmente, estos vínculos afectivos pueden ser distintos de unos a otros.

El nacionalismo se aprovecha de todo esto y lo utiliza como coartada para construir un planteamiento político cuya característica principal es la de establecer una barrera que enfrenta a los de aquí con los de fuera, al hacernos sentir que los de aquí son los míos y los de fuera apenas nos interesan porque son los otros. Una distinción que nos induce a resaltar lo que nos separa y distancia de ellos, en lugar de percibir lo mucho que nos une. Una distinción que nos hace caer en el tremendo error de creer que todo eso que, de forma natural o inducida, nos vincula emocional o ideológicamente a nuestro país es más importante que lo que nos caracteriza como personas, ya sea desde un punto de vista físico, biológico, mental, espiritual o de cualquiera de las facetas en las que solemos compartimentar al ser humano. Que nos hayan convencido de que lo que realmente cuenta es lo que nos une a nuestros compatriotas y que todo el inmenso patrimonio que compartimos con los demás seres humanos es secundario, es la gran aberración política del nacionalismo. ¡Como si hubiera una especie de ADN nacionalista que debiera primar por encima de todo lo que somos como personas! Este es el modelo político que nos hemos tragado, pese a los progresos intelectuales, científicos y culturales que acumula nuestra civilización.

Habrá quien nos señale que la dicotomía entre los míos y los otros está presente en muchos ámbitos de nuestra vida; empezando por la propia estructura familiar. Por eso, muchos dirán que es normal que demos carta de naturaleza a ese sentimiento y, por tanto, basemos en él nuestra organización política y territorial. Pero no, no podemos considerar normal y respetable algo que, en el fondo, no es más que un sentimiento de clan, de tribu.

Una de las cosas positivas que ha tenido el Estado nación moderno ha sido el relativizar y debilitar ese sentimiento, al extender el concepto de solidaridad hacia millones de compatriotas a los que nunca vamos a conocer y con los que nunca nos vamos a relacionar en nuestras vidas. La otra cara de la moneda, sin embargo, es que ese Estado nación se ha construido ampliando la base de los considerados como míos pero manteniendo la perversión de contemplar a los que no lo son como competidores, portadores de algún tipo de amenaza o, incluso, como personas de una categoría inferior, merecedoras de una solidaridad marginal y a las que, naturalmente, se les niegan esos derechos que los nuestros reclaman incluso con indignación.

No me voy a extender sobre el origen y desarrollo del fenómeno nacionalista, porque ya hemos hablado de ello en varios post. Pero al menos conviene señalar que las primeras ideologías de izquierda que emergieron tras la Revolución industrial, fueran anarquistas, socialistas o comunistas, plantearon que los factores que debían primar no eran los de pertenencia a una determinada nación, sino a una clase económica. Con esta visión postularon un cierto internacionalismo: el de los pobres del mundo frente a los ricos. La capacidad adquisitiva no dejaba de ser otra forma artificial de delimitar a la humanidad; pero, en todo caso, no solo no pudo romper el criterio nacional sino que, con el advenimiento de las grandes clases medias, los partidos socialdemócratas y los Estados de Bienestar, ese internacionalismo terminó por desaparecer.

La renuncia del componente internacionalista, aun habiéndolo enfocado de otras formas, es probablemente una de las razones que explican la pérdida de la fuerza moral que sustentaba a los partidos de izquierda. Porque, ¿cómo defender que se aspira a un mundo mejor cuando, al mismo tiempo, se le da la espalda a la miseria en la que viven la mayor parte de los seres humanos más allá de nuestras fronteras? ¿No es acaso una injusticia alinearse con las sociedades ricas frente a las pobres, solo porque aquellas sean las tuyas? Reivindicar la igualdad dentro de tu nación mientras que, al mismo tiempo, se obvia la igualdad con quienes viven en otras naciones menos afortunadas ¿no deslegitima moralmente el valor de esa reivindicación?

Sin perder de vista la fuerza que tienen la historia, la cultura y el sentimiento de pertenencia, es la democracia, con su relación entre electores y gobernantes, y el Estado de Bienestar, como mecanismo de redistribución, lo que más está justificando hoy en día la existencia de las naciones y de sus límites fronterizos. La nación parece que es el ámbito natural donde tienen cabida las instituciones que hacen viable la democracia y a quienes los ciudadanos pueden reivindicar sus derechos y el cumplimiento de las promesas electorales. Si la Nación, el Estado y el Gobierno se difuminasen ¿a quién podrían reclamar sus derechos los ciudadanos?

Si las naciones, con sus fronteras, son el ámbito político y territorial donde los gobiernos concentran su actuación para mejorar el nivel de vida de sus habitantes y donde se articula la solidaridad entre ellos, tendremos que reconocer que el nacionalismo se configura como la justificación intelectual y política para poner límites a la solidaridad y a la generosidad. En otras palabras, es la justificación para la insolidaridad y el egoísmo ante quienes el azar les hizo nacer fuera. Lo tenemos tan imbuido que asistimos impasibles, por ejemplo, al drama diario de las pateras con el argumento de que los responsables son sus gobiernos, no el nuestro. Y, desde luego, no nosotros.

Digámoslo abiertamente: todos los nacionalismos, tal como se practican, son una lacra de la que alguna vez la humanidad tendrá que desembarazarse. Todos los nacionalismos son excluyentes. Algunos mucho y otros menos, pero todos lo son en alguna medida. Por eso, ver como ahora algunos se dedican entusiásticamente a levantar nuevas fronteras en lugar de ir diluyendo las que hay, es lamentable.

En todo caso, los conceptos de nación y nacionalismo, contemplados desde la perspectiva del futuro al que estamos abocados, están llamados a quedarse obsoletos tarde o temprano. Cuestiones como la globalización económica, el control de los movimientos financieros, la creciente escasez de recursos naturales y los desafíos medioambientales, entre otros, están obligando cada vez más a actuar a nivel global. En estas circunstancias es previsible que las actuales naciones vayan perdiendo poco a poco su capacidad de decisión en favor de otras instancias internacionales y que, en un proceso así, las fronteras vayan perdiendo gran parte de su sentido histórico.

De todos modos es evidente que, hoy por hoy, nadie sabe cómo se podría gestionar un mundo sin naciones ni fronteras. Por tanto, el mero hecho de apuntar en esa dirección suena a fantasía, a sueño utópico. Pero que eso sea así no debería impedirnos tomar conciencia de los vicios que subyacen al sentimiento nacionalista, porque solo así podremos encontrar algún día la solución.

35 comentarios

35 Respuestas a “El ADN del nacionalismo”

  1. Manu Oquendo dice:

    Buenos días.

    Es lógico que en estos momentos estemos asistiendo a un cierto revival del nacionalismo. Como ideología política exacerbada y como fenómeno social e histórico.
    En España y en otros lugares (Balcanes, Ucrania occidental, Norte de Italia, Escocia, Estaditos bálticos, etc.).
    En España muchos llevamos casi toda nuestra vida rodeados del fenómeno y a la fuerza lo conocemos bien.

    Desde luego lo suficiente para considerarlo un sentimiento aberrante y difícilmente manejable porque está enraizado en las partes más oscuras de nuestra naturaleza.

    Donde anidan el miedo, la inseguridad, el egoísmo y la carencias de autoestima que a fin de cuentas son fuerzas telúricas poderosísimas e instintivas que siempre acompañan al ser humano.
    Una vez se ponen en marcha como reflejo Gregario son tremendas.

    En España hay excepcionales tratadistas, tan buenos como cualquier clásico (Kedouri o Gellner entre los más citados). Entre los posteriores al 78 citaría a Juaristi o Joseba Arregui (artículos fundamentalmente para el último) y entre los más jóvenes a Gaizka Fernández. Son muchos y muy valiosos para entender el fenómeno y sus técnicas de manipulación. Acabo de reencontrar un libro ya viejo, de Manuel Escudero, «Euskadi, dos comunidades» del 77. Un diagnostico duro, certero e inasumible para los jefes nacionalistas.

    José Jarauta, un excelente comentarista de blogs, citaba hace unos días a Anne-Marie Thiesse ( «La creación de las identidades nacionales» ) que publica inicialmente en 1999 (Seuil) desde la perspectiva cultural. Es interesante por la cantidad de casos que describe y su uniformidad de fondo comenzando por la falsedad de la construcción del relato.

    Vale la pena ir leyendo sobre ese mundo porque es necesario conocerlo. En muchas partes de España es un cáncer social que corroe todo. El alma de los adictos y las vidas de los sometidos.

    Del artículo de Manuel Bautista, excelente como de costumbre, destacaría dos observaciones.

    El destrozo moral que ha producido en la Izquierda su inaudita alianza estratégica con todo lo que disgrega, desune y coacciona. Un fenómeno que requiere el diván del terapeuta.

    La coyuntura globalizadora. Un campo en el cual, la Izquierda (perdida la fe en sus recetas económicas) se ha concentrado aliándose a todo tipo de «causas» como soporte electoral del modus vivendi de su estructura. ¿Puede continuar así esta etapa globalizadora?
    Creo que no. Se romperá antes.

    Añadiría que sin la estrecha alianza de la Iglesia Católica, nuestro nacionalismo autóctono no sería ni de lejos la fuerza perversa y debilitante que es hoy.

    Esta postura de la Iglesia ha conseguido desligar de ella ( la Iglesia se proclama «universal», no lo olvidemos ) a millones de fieles incapaces de entender lo que no tiene explicación moral. Otro fenómeno a desenmascarar y combatir.

    En fin, que muchas gracias por el artículo y buenos días.

  2. Alicia dice:

    Maravilloso artículo, Manolo (perdón por la confianza).
    Hace unos días me llamó la atención la portada de un diario. Naturalmente la verían muchas personas; pero ya pasamos las páginas sin apenas inmutarnos, todo nos parece normal.
    http://bermeral.blogspot.com.es/2014/10/contraste.html
    No se aprecia muy bien en la foto que tomé de la página. Los del cesped juegan al golf, y al lado los subsaharianos encaramados en la vaya.
    ¿No les tiembla a los jugadores el pulso’
    ¿Los de la vaya no son «de los nuestros»?

  3. ubaldo de azpiazu del campo dice:

    Como se desprende del articulo los nacionalismos son “contra” alguien exterior que quizás sea una manipulación para unir a “los de dentro”.

    Eso así planteado es una relación claramente asimétrica que con el tiempo sería un crecimiento asimétrico de poder, generando una percepción, en los de dentro, del exterior no como un lugar de oportunidades sino todo lo contrario como una fuente de peligro para la integridad económica, física, cultural, etc… de “los de dentro”.

    El resultado de lo anterior es el de un nacionalismo a la defensiva que aumenta las asimetrías.

    En esas estamos.

    1. Edwin dice:

      Muy cierto. Así lo vemos en el populismo de muchos países Latinoamericanos, centrados en el nacionalismo como método persuasivo para conquistar y conservar el poder ✊

  4. Antonio dice:

    Excelente artículo. Muy buena recopilación de pensadores y opiniones contra el nacionalismo.

    Nos hacen ver los peligros y las maldades que subyacen detrás de los sentimientos nacionalistas. Y es que, realmente, el nacionalismo es un cáncer… sobre todo si no coincide con el tuyo, ¿verdad?

    Una vez establecidas las características perniciosas del nacionalismo, ¿Qué hacemos con los que ya existen? ¿Qué hacemos con el nacionalismo español, el italiano, el alemán, el argentino, el portugués, etc etc etc?

    En España son muchos los autores que, en aras de una unidad estatal, se dedican a abrirnos los ojos sobre los peligros del nacionalismo vasco, el gallego y en los últimos tiempos, el catalán. En realidad lo único que hacen es defender su nacionalismo español, que está muy presente en la sociedad y que los políticos usan como herramienta para conseguir votos.

    El nacionalismo no es malo ni bueno, lo es el uso que se da de él, y en ese juego, todos, y repito todos, tienen muertos en el armario. El sentimiento nacionalista ha tenido mucho que ver en la creación de los países, ¿o es que estos se han formado por mandato divino?

    En gran problema de este país es la concepción que de él se tiene. Para unos, España es una unión libre de las distintas nacionalidades de la península, para otros es una prolongación del gran imperio que tuvimos en el pasado (gran imperio dominado y gestionado por Castilla, no por la corona catalano-aragonesa). Es decir, para unos España es un gallinero donde hay un gallo dominante, y para otros la idea de España es simplemente el palo de ese gallinero, un sitio donde todos están a gusto como iguales

    1. Juan Teruel dice:

      O sea que «el nacionalismo no es malo ni bueno, sino el uso que se da de él»…

      ¡Vaya con la pirueta mental propuesta! Todos los nacionalismos son bastante malos. Sin más. Y lo que no se puede transigir, es que cómo lo hay, pues voy yo y monto otro más. Contra los nacionalismos establecidos se combate con «internacionalismo», no con más nacionalismos, y peor cuanto más locales son.

      El problema del nacionalismo ha sido el de todo el siglo XX, que ha dado lugar a las mayores atrocidades conocidas por la humanidad. Es por si mismo retrógrado, territorial y excerbador de lo más primitivo. Que lo siga habiendo, no justifica en abosluto que los colectivos más avanzados se apoyen en estas estrategias políticas para dominar sus parcelas de poder. Hemos llegado al XXI, y parece que seguimos con lo mismo, como reacción al vértigo que le produce a las sociedades tener que renunciar a ciertos aspectos de su identidad para favorecer una mentalidad más amplia.

      Cataluña fue parte del reino de Aragón, por mucho que se empeñen en venderlo ahora como una corona compartida territorialmente pues nunca existió este Rey Catalán, y que se fusionó con el reino de Castilla por las bodas reales, teniendo como acontecimiento central la expulsión árabe y el descubrimiento americano, conviertiendo ese reino en el más poderoso de los dos siglos y medio siguientes.

      A mi tampoco me gustan los imperios, sean del tipo que sean, pero no se puede consentir que ese rechazo se cristalice en otro nacionalismo.

      1. Antonio Zaragoza dice:

        Catalunya y Aragon fueron mantuvieron una unión dinástica durante siglos, a veces el poder político tuvo más peso en Aragon y luego en Barcelona, que incluso llegó a tener sus propias posesiones en el mediterráneo, con dinastías de reyes catalanes instalados en Barcelona. Martí l’Humà fue el último de ellos, luego las cortes catalanas escogieron otro de la familia de los Trastámaras, de origen castellano

        Por lo demás tanto Catalunya como Aragon tenían sus propios fueros, fronteras, lengua e instituciones

        Con los reyes católicos esa unión dinástica se amplió a Castilla. De hecho, la formación de España como estado es más por uniones entre reyes que por guerras de conquista.

        Así unidos los distintos reinos y estados mantenían sus propias leyes, fronteras y lengua, y compartían reyes y comercio

        A partir de la monarquía borbónica ya se buscó un estado mas centralista, al estilo del francés, con una tendencia unificadora que aún persiste. Lo que pasa es que algunos confunden unir con eliminar la diferencia

        Así pues Catalunya no fue «parte de» o «perteneció a», la expresión más correcta es «compartió» y comparte actualmente. Hagamos entre todos que siga siendo así, el matiz es importante.

        Por supuesto que lo que hace mejor o peor a un nacionalismo es el uso que se haga de él. Gracias al sentimiento nacionalista nacieron Italia o Alemania, por ejemplo, así como todas las naciones de América,

        por otro lado también es cierto que el franquismo o el nazismo se basaron en fuertes sentimientos nacionalistas.

        si ahora hay casi 2.000.000 millones o según se dice un 28% de población catalana que se siente tan nacionalista, la solución es dialogar para convencerlos de que sigan compartiendo su historia, no tratarlos de extremistas ni primitivos. Todos podemos convivir juntos con una buena relación, sea en la misma nación o como buenos vecinos

        1. Juan Teruel dice:

          Estimado D. Antonio, lo que buenamente usted llama unión dinástica no parece que haya sido así al no existir dos dinastías que se unan bajo un mismo reinado, porque lo que cuentan los historiadores es más bien que el territorio que ahora se entiende como catalán era simplemente de establecimiento aragonés, siendo solo el condado de Barcelona el que contaba con un interés especial por su magníficas condiciones portuarias, dándole una salida al Mar a un reino con dificultades para defender sus posesiones mediterráneas como el de la isla de Sicilia. Como ve lo que parecen matices, se convierten en evidencias palmarias cuando se disipan visiones premeditadamente sesgadas de lo sucedido.

          También indicarle que el Compromiso de Caspe, por el que se da solución al problema sucesorio de Martín I, no tuvo en ningún caso una influencia decisiva el condado de Barcelona (a lo dicho, el único de cierta importancia en lo que ahora se denomina Cataluña), sino es un acuerdo entre las familias aragonesas de Luna y los Urrea, y otras valencianas, cuya ubicación geográfica por si misma viene a decir los factores dominantes en cuanto a las familias relevantes por entonces.

          Yo entiendo el malestar que puede crearse en un pueblo culto, progresista y avanzado como es el compuesto por la actual Cataluña (de origen mayoritariamente externo a ese territorio durante generaciones), tenga que ser gobernado desde instancias vividas como ajenas, y entiendo que esto debe ser tratado de forma amistosa y negociada, para crear acuerdos válidos por todos. Lo que no entiendo es que para que eso se produzca, tengan ustedes que echar mano a un papel que han jugado en la Historia que simplemente no es cierto.

          El juego del nacionalismo catalán ha consistido en instalar entre la población la sensación de que están siendo robados, manipulados y maniatados por el resto de España, o por los Gobiernos de turno, apelando a un supuesto papel que ha jugado Cataluña en la Historia del Mundo. Y, discúlpeme por adelantado, parece más la estrategia de unos políticos afectados en su autoestima, que una realidad asentada en la verdad histórica.

          Qué le sigan en ese disparate dos millones de catalanes, no es mucho más que una evidencia de la capacidad de persuasión de aquellos, a través de la utilización masiva y malintencionada de los medios de comunicación públicos y subvencionados.

          ¿La solución? Un reparto fiscal más justo con todos los núcleos generadores de riqueza del Estado, y la eliminación de unos privilegios derivados de un siglo XIX nefasto para todos.

          1. Jose Maria Bravo dice:

            Estimado Juan:

            Para mi lo mas interesante de su respuesta esta en el ultimo parrafo. Segun estamos, lo unico claro, es la referencia a la economia. El famoso reparto fiscal. Seria bueno que en vez de tanta referencia historica, sin tantas medallas de nobleza hereditaria, Sin tanta supremacia de la «verdad» genealogica, dejaramos el debate centrado en Cataluña. Es acaso el articulo de Bautista enfocado en este asunto?. Esa fue su intencionalidad?. Una critica exclusiva a Cataluña?

            Seria interesante pulsar en nacionalismo de toda España frente a lo que «pomposamente» se llama «internacionalismo». Frente a la creciente pauperizacion de las condiciones de vida de los españoles.

            Seria interesante preguntarle a los que ven, a lo lejos o de cerca, la valla de la «ignominia» de Melilla si se sienten en una sociedad «internacionalista».

            Seria interesante preguntarle a los paises de America del Sur si los Tratados de Libre Comercio les han abierto las puertas del hambre o de la riqueza. Preguntarles si han crecido o decrecido las desigualdades sociales en esos o estos los paises?

            Seria interesante, en vez de tanta historia, mirar a la cara de las personas que se han quedado sin hogar, sin salud, sin trabajo.

            Algun dia escuche a un Maestro que dijo «hay libertad de mercado y freno a la libertad del Hombre». Pasar la frontera de los sueños es mas importante que la frontera de la ignominia. Los pueblos no saben de historia, de esa historia minuscula, pero si sueñan en un mundo mas cercano a su realidad. Al inmenso rio lleno de riqueza que ese «internacionalismo» del que hablas infecto de Ebola.

      2. Luis Huesca dice:

        ¿los nacionalismos son malos sin mas?

        Yo encuentro diferencias, entre el sentimiento nacionalista y romántico que ha forjado naciones en todo el mundo y el sentimiento nacionalista de los fascistas españoles, italianos y alemanes, no es lo mismo

        Contra los nacionalismos establecidos se combate con “internacionalismo». Vale, pues todavía no he visto a ningún país en el mundo renunciar a su identidad nacional por formar parte de la UE, la UNESCO o la FIFA, por ejemplo.

        «Que lo siga habiendo, no justifica en abosluto que los colectivos más avanzados se apoyen en estas estrategias políticas para dominar sus parcelas de poder». Los nacionalismos tienen un alto componente sentimental, y yo no soy quien para criticar los sentimientos de los demás, los comparta o no

        Estoy de acuerdo con Antonio. Los sentimientos nacionalistas serán mejor o peor según el uso que los políticos les de, y vuelvo a ponerte el ejemplo de la Alemania nazi o la España fascista de Franco, responsables de millones de muertos y de perseguir a todo el que pensaba diferente.

        Un poquito de diálogo y empatía no nos vendrían mal en este país

        1. Juan Teruel dice:

          Efectivamente los nacionalismos, en tanto en cuanto se asientan en los aspectos más primitivos de los colectivos son todos malos. Bien es verdad que hay unos más malos que otros, y los que son excluyentes son los que en si mismos se llevan la palma en cuanto a sus nocivas propuestas. Sería interesante que alguien nos comentara la creciente españo-fobia que venimos sufriendo los que sentimos una forma de Cataluña que vivimos como abierta y plural, para comprobar una vez más los argumentos nacional-colectivistas imperantes.

          Cuestionar el destino internacionalista a la que se va por parte de las sociedades avanzadas, es bastante ridículo, más cuando se frivolizan y trivializan estas tendencias con discursos aparentemente «dialogantes y empáticos». Los mismos tratados que han dado lugar sucesivamente a la UE actual (EFTA, CECA, FEOGA, Euroatom, etc.) y que ha pasado de ser 6 países a los actuales 28, son respecto a Europa, a vuela pluma, evidencias claras en que dirección está «corriendo» la historia. También se podrían tomar como referencias otras realidades internacionalistas en otros continentes.

          Respecto a los sentimientos de los demás creo que todos debemos opinar, de la misma manera que usted lo hace en el correo con el que me contesta. ¿O también me lo quiere usted negar?

          Un cordial saludo,

          1. Luis Huesca dice:

            Vale, lo has dejado claro

            Nacionalismo catalán= excluyente, malo, basado en la manipulación en la historia y el odio sin sentido a lo español

            Nacionalismo Español: bueno o inexistente

            Buscar el diálogo y la empatía: ridículo y trivial

            Yo también opino sobre los sentimientos de los demás, pero no los juzgo buenos o malos en función si los comparto o no

            Por lo demás puede usted opinar sobre lo que quiera, de hecho lo está haciendo, no se lo estoy negando en ningún momento, a no ser que piense usted que estoy manipulando o trivializando

            opine libremente lo que le de la gana, se supone que estamos en democracia

  5. Jose Maria Bravo dice:

    nteresante titulo el ADN del Nacionalismo. No es fácil comprimir en un articulo este asunto y quizás su complejidad desborda cualquier cuartilla..

    La nación, como idea, tiene albores románticos con Rousseau, y es una expresión Cultural en Hegel. Surgió contra la Monarquia absoluta. Por ende,en esa idea, la Lengua no era una imposicion «educativa», sino una expresión artística, la Poesía. En esas épocas fue una lucha contra la hegemonía francesa.

    El análisis histórico es, también, tan complejo que podría uno revertir cualquier teoría y sobre todo perdería validez cualquier reflexion surgida de un análisis funcional. Por ejemplo confundir internacionalizacion con globalizacion es muy polémico. Como decir que las ideas de Marx se fundaban en lucha entre pobres y ricos. Marx era un hombre de estudio que buscaba, fundamentalmente, la Libertad. Los medios de producción eran un instrumento al servicio de la búsqueda de la Libertad. Otra cosa son los Imperios sovieticos o de cualquier índole. Se me resbala, incluso, la denominada UE.

    Y si miramos, a simple vista, la historia de España desde Hispania, los Reinos, los Feudos, etc. Las diversas lenguas, los diversos orígenes, seria difícil homogenizar. Ya la Constitución de Cadiz de 1812, contemplaba esas singularidades, esas autonomías.

    Lo que es «utópico» es considerar «real» una organizacion política, territorial, con unos medios de producción , que en vez de buscar la libertad, la cultura del hombre, empobrecen a las masas y corrompen el devenir del hombre. Incluso, esto no es ni siquiera liberal. Ese liberalismo que se ufano, en un tiempo, de haber derrotado al «marxismo» , cuando hablaba, Marx, del «burgués triunfante y la masa empobrecida». En aquella época que la Socialdemocracia subio el standar de vida y, a su manera, «desmintio a Marx».

    Desgraciadamente este modelo político de hoy, esta revirtiendo la historia, el devenir del hombre. Esta empobreciendo su ADN.

    1. Juan Teruel dice:

      Estimado D. Bravo, el artículo del amigo Bautista habla de las bases del nacionalismo, y el que actualmente ha adquirido más relevancia en el mundo occidental es el catalán. No es el español. No es el corso o el bretón, ni el tirolés o el de Maguncia, por lo que después de los acontecimientos de estos últimos meses, no veo razón por la cual no centrarlo en Cataluña, que además nos coge a todos de lleno, y es un excelente botón de muestra. Acepto su reprimenda con gusto, pero en absoluto la ausencia de idoneidad del debate.

      Siguiendo la tesis del autor, insistir en el carácter amplio que están adquiriendo las diferentes sociedades en la actualidad. Es cierto que la globalización es una estrategia fundamentalmente comercial dirigida al aumento del consumo interno a costes aceptables para la población, con el fin de aumentar los beneficios en la cuenta de resultados de los grandes emporios, y que «pasan las mercancías y no pasan las personas». Pero eso no quita que el tránsito de la población haya adquirido indudablemente características mundiales, donde el movimiento del turismo es una muestra abrumadora de ello, y la conciencia en términos planetarios es abiertamente manifiesta, frente a los cantos a la naturaleza sublime de los núcleos locales.

      Los movimientos migratorios están llenando la sociedades occidentales de hindúes, pakistaníes, árabes, africanos, sudamericanos, chinos, y así un largo etcétera. No pretendo entrar en las políticas migratorias en si, que me parece otro debate que habría que tener alejándose de propuestas demagógicas, sino solo recalcar el importante carácter de mezcla que se está adquiriendo en la actualidad en estas sociedades, y relacionarlo con los miedos locales a la desaparición de las culturas provincianas.

      Si no se es capaz de vislumbrar esto, no es que falte bravura, es que falta claridad mental para verlo.

      Cordiales saludos y felices fiestas.

      1. Jose Maria Bravo dice:

        Estimado Juan

        Acepto su amable referencia a mi comentarios. El debate que se abre es muy amplio no solamente a nivel interno de España si no del mundo europeo y a nivel global.

        Considero que remitirnos tan «nuclearmente» a Cataluña adultera el debate. Crea partidismo, inunda la actualidad de antipatias y sobre todo exacerba la pasion.

        Como te digo, este debate es muy amplio y complejo. En algun momento, te dare mi opinion basada en cierta investigacion de los temas que abordaste.

        Felices Fiestas

        Jose Maria

    2. Juan Teruel dice:

      No, mi querido amigo Luis, no. A base de tergiversar la historia, luego tergiversan las palabras. Mire, yo se lo explico claro y sintético para que lo entienda bien:

      – El nacionalismo castellano es inexistente, y prácticamente siempre lo ha sido.

      – Lo que comenzó en el siglo XVI fue el Imperio español, pero adoptó formas nacionalistas durante el XIX, cuando se empezaron a conformar los Estados modernos

      – Ese nacionalismo tuvo bastante poco recorrido si lo comparamos con otros. El «desastre del 98» sirvió de revulsivo para ir quitándonos esa idea megalomaníaca de pueblo elegido o superior.

      – El periodo franquista surgió con el resto de socialismos y fascismos, pero tuvo que adaptarse a las derrotas que estos sufrieron en Europa, convirtiéndose en una suerte extraña de nacional-catolicismo endogámico.

      – Sus raices, tras 40 años de dominio político, eran tan pobres que en solo tres años todo el régimen creado se cayó del caballo y se hizo democrata.

      Por lo tanto, el problema ahora no es este, que ya está superado, sino el del nacionalismo catalán, el que ustedes tienen y sostienen. Sus políticos les han mentido de lleno en un auténtico atolladero del que ahora no saben salir. Ni siquiera llevándose a Parménides a Barcelona, como hacen algunos.

      Si no fuera que hoy es el día de los Inocentes, no sabría que pensar.

      Saludos,

      1. Pedro Luis dice:

        Sencillamente excelente. Simple, sencillo, claro y directo… mis felicitaciones.

        Sigo pensando que el nacionalismo catalán tiene que ver más con un problema de pobreza histórica cultural de las generaciones actuales que con una aspiración política.

        Saludos,

        PL

  6. Victoria dice:

    Magnífica síntesis, Manolo, de un tema que no resulta sencillo abarcar, desgranar y extraer conclusiones con un sentido crítico y fundado.

    Entiendo que el elemento económico global es otra frontera, caso de que esas futuribles organizaciones internacionales -si acaso fueran las sustitutas de los actuales Estado-nación-. O al menos, un referente con contenido económico o susceptible de valoración, delimitador de lo que constituye «el interés» a gestionar, proteger, defender, etc.

    Mientras nos mantengamos en el binomio «lo propio, lo ajeno; los nuestros, los otros…» y todo aquello que implícitamente determine un derecho de propiedad o de posesión, seguiremos siendo «nacionalistas».

    En ese sentido, la organización económica -que no política- de la UE, en mi opinión, refuerza el nacionalismo, y, sin embargo, sigue creciendo y algunos de sus miembros, a título particular, colonizando mercados de «otros» Estados-nación…

    Un saludo,

    1. Jose Maria Bravo dice:

      Victoria,
      interesante reflexion. Quisiera llevar al debate, el pensamiento de Lorenz Von Stein, alto funcionario conservador aleman,de finales del siglo XIX, al que se debe aquello del «movimiento social». El decia que para evitar la revolucion no se podian defender los propíos intereses a costa del resto. Habia que garantizar la libertad del individuo, no solo contra las amenazas de los otros individuos, o de los propios agentes publicos. Sino contra la arbitrariedad de los desarrollos socioeconomicos. De ahi viene lo del «Cameralismo», que se volvio Catedra de la Funcion Publica.

  7. Juan Teruel dice:

    Jose María, me alegro que acepte mi referencia a sus comentarios.

    No es que me interese especialmente la cuestión catalana, porque creo que no tiene más recorrido que lo que tarde el Gobierno central en ajustar la fiscalidad, sino que es un buen ejemplo de las tensiones poblacionales ante la disyuntiva de abrirse-cerrarse, expandirse-endogamia o ampliación de identidad-reafirmación de peculiaridades. Los comentarios que salen en el blog con posiciones contrarias a las tesis mantenidas por el autor son un claro testimonio de ello.

    Espero que proximamente en este buen blog se toque el tema de las migraciones en la vertiente de sus efectos sociales, ya que es un tema interesante y de actualidad. Modestamente les sugeriría a Sánchez Ludeña o Pérez Ponce que lo incluyeran próximamente.

    Felices fiestas estés donde estés y seas quien seas.

    1. Jose Maria Bravo dice:

      Estimado Juan

      No podria despedirme por Navidades antes de controvertir lo que dices taxativamente con tu frase, sobre el asunto catalan «no tiene mas recorrido que lo que tarde el Gobierno Central en ajustar la fiscalidad» . Es precisamente si el Gobierno Central persiste en ajustar la fiscalidad unilateralmente el problema se agravara.

      Como, muy seguramente, tu sabras hay la cuestion foral asumida en Disposicion adicional primera de la Constitucion, para el Pais Vasco y Navarra y en el Articulo 138 las otras autonomias deben tener iguales condiciones de desarrollo.

      El problema que Cataluña quiera un Concierto similar a los regimenes forales no esta contemplado constitucionalmente. Ahi podemos estar de acuerdo teniendo en consideracion que se juega con fuego porque el 28% del PIB total lo tienen el pais Vasco, Navarra y Cataluña.

      Todo esto no es tan simple porque en el decurso politico de la Constitucion se hacen ajustes para primar intereses y asegurar mayorias de gobierno. Por ejemplo el calculo de las Balanzas Fiscales tiene sus deficiencias y por ejemplo el Deficit Fiscal de Madrid y Baleares ha venido siendo mayor que el de Cataluña.

      Tambien en los Fondos de Garantia de Servicios Publicos, el de Suficiencia Global y de Convergencia economica se producen desajustes.

      Por lo tanto, mas alla, que las distracciones politicas que crean tension entre la poblacion, la crisis hace pensar que el modelo existente debe ser revisado.

      Aqui estaria la importancia de asumir la gobernanza con seriedad y no con «demagogia», como tu muy bien señalas.

    2. Manuel Bautista dice:

      Estimado Juan, me identifico mucho con lo que planteas. Aunque es cierto que el tema del nacionalismo es muy complejo, no lo es tanto como para no poder apreciar ciertos errores de bulto en sus planteamientos.

      En relación con el tema de las migraciones, hace algún tiempo escribí un artículo sobre ello en este blog. Te pongo aquí el enlace: http://www.otraspoliticas.com/politica/la-inmigracion-asi-hasta-cuando

      No obstante, este asunto (por supuesto, muy interconectado con el del nacionalismo) tienes múltiples caras y las iremos abordando próximamente. En mi opinión es uno de los temas claves de cara al futuro.

      Muchas gracias por tus comentarios y felices fiestas

  8. Manel dice:

    Apreciado Manuel,

    Excelente exposición y descripción sobre los nacionalismos. Si los nacionalismos son buenos o maalos, habría que preguntarse no tanto sobre su naturaleza, sino sobre su fin. Cuando dicho fin supone coartar la libre expresión cultural de cualquier ciudadano porque se exprese de forma distinta, entonces podemos acordar que dicho nacionalismo es negativo, y fuente de inequidad. A este respecto el nacionalismo castellano es dañino en el hecho de exigir imponer su propia identidad, uso, y lengua hacia el resto de los pueblos que componen España, y de ahí que surjan otros nacionalismo defensivos defensores de la diversidad y la libertad de expresión. Ello es así por cuanto el nacionalismo castellano es fuertemente identitario, y exclusivo. Probablemente por el hecho de la falta de espíritu y tradición democrática, o falta de fomento del respeto que debería darse en las escuelas. Este es el resultado de las políticas no democráticas, y el uso político de la educación, a las que nos han acostumbrado partidos con distinto color político, y un mismo nexo común: el desprecio hacia todo los que no sea de origen castellano.

    España ha perdido una oportunidad única en poder ser un ejemplo de tolerancia, respeto, y sobretodo orgullo por la diversidad que los padres fundadores de la Cosntitución ya apuntaron. Historicamente ha destruido hasta el famoso Imperio Español. Famoso no por su desarrollo democrático sino por su espada, y de ahí que surgiesen insurrectos por todas las colonias exigiendo llibertad.

    Así desgraciadamente el nacionalismo castellano ha degenerado en una excusa para que unas élites dominantes se mantengan en el poder, derivando hacia una política claramente separatista y de destrucción de la idea de España, y por ende de Europa misma. Así procede empeñándose en considerar extranjeras a cualquier cultura española que no sea de origen castellana. Ya no es que se haya fomentado las culturas y lenguas españolas, es que se menosprecian y se discrimina a todos los ciudadanos que atrevan a utilizarlas. No es de extrañar que, por tanto, la bandera de España se vea, no como una expresión de unión en el compromiso y respeto mutuos, sino como una bandera de imposición, y de totalitarismo.

    Su escrito y respuetas deja a las claras su enorme ignorancia no ya solo de la historia, fantaseando sobre el origen de Cataluña, sino de la realidad de lo que es España. Aunque como ya he comentado anteriormente, sí debo admitir el caracter destructivo del nacionalismo castellano, que no tiene futuro en su afán separatista, en un mundo cada vez más globalizado. No se entiende que desee destruir un proyecto europeo común imponiendo fronteras entre sus ciudadanos, y amenace con coartar la libertad de estos negando su propia expresión.

    En definitiva, los nacionalismos imperialistas como el castellano han derivado casi siempre en totalitarimos. Aunque, por suerte, ya sabemos que la experiencia nos dice que se acabam ahogando en sus propias contradicciones. Lo malo es que en el camino han dejado un reguero de destrucción.

    1. Fabián dice:

      Estimado Manuel, A pesar de tu pátina demócrata/moralizante se huele un efluvio fascistoide en tu mensaje. Como gallego y por tanto español, nunca he percibido ese nacionalismo castellano. Pero sí conozco los términos pseudo xenófobos de maquetos y charnegos utilizados en las Vascongadas y en la región catalana para referirse al resto de españoles…no existe tal desprecio en la cosmopolita Madrid !
      Y por favor, lea un poco de Historia de España,le vendrá bien para saber quién es usted mismo. Para muestra un botón precioso: fue en Castilla donde sugieron las primeras cortes que reconocían derechos a los siervos frente a los señores feudales en toda Europa medieval…Ahí es nada, pero según su historieta de la señorita pepis en Castilla no había tradición democrática (como en todo el orbe hasta el s.XIX) como dejando entender que en los arrabales de Aragón oriental ya disfrutaban de una larga tradición en las ideas de Pericles !
      Patético…

  9. Quim dice:

    Hola Manel

    Tu critica al nacionalismo español seria correcta históricamente pero por fortuna actualmente, salvo algún reducto falangista, nadie la defiende. En España nadie amenaza ni a catalanes ni a manchegos con coartar las libertades comunes de las que ahora disfrutamos. Con lo que no estoy de acuerdo es que distingas entre un nacionalismo ofensivo y perverso (español) y otro «defensivo» y noble como el tuyo.

    De la entrada y de todos los post deduzco que todos los nacionalismos sin exclusión van en contra de cualquier internacionalismo, de los tiempos y de la realidad. Por definición el nacionalismos necesitan un enemigo exterior que amenace una esencia milenaria inventada a propósito, y otro enemigo interior para acallar la disidencia. Es de manual y se cumple perfectamente en el caso del nacionalismo catalán: «España» y «los españolistas».

    No hay nacionalismo defensivo ni bueno, todos ellos afirman estar a la defensa contra un enemigo y por lo general acaban matando tras una bandera de colorines. Es una fe, falsa y mentirosa como todas. No hay mas nación que la humana.

  10. Juan Teruel dice:

    ¿Nacionalismo castellano?

    Teniendo que ir a Madrid con frecuencia por cuestiones laborales, no veo ni de lejos evidencia ninguna al respecto. Ni banderas, ni emblemas, ni eslóganes, ni pancartas, ni discurso, ni figuras relevantes, ni lideres, ni partidos políticos, ni reivindicaciones históricas. Nada, simplemente nada relativo a este supuesto nacionalismo castellano.

    Repase usted la única evidencia histórica al respecto como fue la sublevación de los comuneros contra los impuestos imperiales de Carlos I entre 1520-1522. Casi ¡500 años!

    Respecto al nacionalismo español, que al no ser regional como el que usted defiende no le cuadran las comparaciones, lo hicieron castellanos, extremeños, manchegos, andaluces, vascos, gallegos y ¡catalanes! Si, si, catalanes a través de las aportaciones de la corona a la que pertenecieron como es la aragonesa y navarra.

    Ahora le hacen ascos a las matanzas del imperio español en su dominio del mundo, que las hubo tan abominables como las de cualquier otro imperio dominante, y más cuanto más amplia fue su conquista, pero ¿Por qué no lo hacen con las que hubo en la conquista de Sicilia y de Nápoles, que iniciadas y desarrolladas por el Doncel Galcerán de Requesens i Joan de Soler, especialmente la infame masacre de las tropas francesas en la toma en 1503 del río Garellano?

    Y si estudiara la historia con los ojos del conocimiento, y no con la ceguera de un nacionalismo maniqueo, vería que el totalitarismo no es consecuencia de los imperios en si, sino de cualquier forma de gobierno pre-democrático, es decir, es consecuencia de la organización Real y la Monarquía.

    1. Jose Maria Bravo dice:

      Estimado Juan

      No hubiera querido interpelar. Pero la rotundidad con que se contesta a cualquier comentario sobre el centralismo evidencia cierta actitud poco conciliadora.

      Una pregunta ingenua cuantos andaluces, extremeños, manchegos, etc, habitan en la Cataluña de hoy?. Y he comprobado fehacientemente que votan «independentismo».

      El asunto es muy complejo para esta actitud tan polemica.

      Por otra parte no he visto que me haya contestado a mi respuesta, ultima, a su comentario del Pacto Fiscal. Como seria, para usted, segun su criterio?

      1. Juan Teruel dice:

        D. José María, se puede y se debe ser conciliador con las personas, con sus situaciones y con sus estados, pero no se puede ni se debe serlo con la manipulación permanente y con la falsedad crónica. ¿Opina usted que sí?

        1. Jose Maria Bravo dice:

          Estimado Juan:

          Soy español por adopcion hace muchos años. Naci en tierras de reverencias y en Madrid perdi la costumbre del «Don». Perdone que prefiera llamarle Juan. Yo, sin acritud, solo le llamo Don a Don Quijote.

          Aprecio sus alusiones a la Historia y, en verdad, le profeso respeto, de eso no tenga duda.

          Hace unos dias releia a Parmenides, venia entonces a cuento con John Locke y el asunto de los «tres poderes»: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y la inspiracion en Locke de Montesquieu. Es asunto complejo porque en aquellas epocas habia Monarquias absolutas. En las Constituciones contemporaneas esa division es, mas bien, una division de funciones. Pero bueno venia a cuento lo de Parmenides, la Epistemologia que viene de Episteme, Conocimiento y por otro lado Doxa, Opinion. Recuerda, seguramente, aquello de los dos caminos de Parmenides.

          Todo esto lo menciono porque, en realidad, en estos asuntos que tratamos estamos en el mundo de las opiniones. Aqui no estamos hablando de Educacion, como si se hace, en este mismo Blog, en los articulos de Sanchez Ludeña. Aqui opinamos de los acontecimientos historicos y quien gana las «guerras», de instituciones y de mercados financieros. Aqui tambien, por ejemplo, podemos hablar de futbol. Del Real Madrid y del Barcelona. Aqui en los bares se matan por eso, Y asi se ha vuelto la politica. Una lucha, perdone la expresion, de truhanes.

          Y, en Madrid, perdone si le contradigo no se para de desligitimar la historia de Cataluña. En la epoca de la Dictadura, espero que usted convenga conmigo que fue una Dictadura, Barcelona fue el refugio cultural de España y de los Iberoamericanos. Como no recordar a Miro, a Dali, a Casals. Y, refugio de Picasso, de Vargas Llosa, de Garcia Marquez. La Cataluña de los Monasterios Cistercenses. Y, Refugio de Cataros.

          Cataluña, tambien, ha sido donde conseguian trabajo los andaluces, los manchegos, los extremeños, etc.

          Entiendo que este debate, centrado en Cataluña, empobrece el Conocimiento de Nacion. De aquella de un significado universal. Y, desgraciadamente se plaga de dimes y diretes, de simple y vaga Opinion

  11. Edwin dice:

    Saludos! Excelente exposición. Refleja de manera precisa mi pensar sobre lo contradictorio del nacionalismo en tiempos en que el ser humano pretende moverse a un mundo de igualdad en derechos. En medio de la globalización, con adelantos en la comunicación y la transportación que rompen las barreras entre los países, vemos gente que utilizan el nacionalismo como herramienta manipuladora para alcanzar metas personalistas. Aunque seguramente tuvo sus orígenes en nuestros comienzos evolutivos donde la supervivencia era primordial, ciertamente el nacionalismo no tiene cabida en nuestro desarrollo sociopolítico global. Lamentablemente falta mucho tiempo antes de que el ser humano logre frenar la maldad y el egoísmo que lleva a muchos a utilizar argumentos como el nacionalismo para su beneficio individual.

  12. Simplemente desenfocado. Opina sobre «nacionalismo» como si opinase sobre «persona». Hay que ser más humilde. ¿Es egoista el individuo porque tiene piel y hay cosas que quedan fuera? ¿Seremos tan «internacionalistas» que aceptaríamos el inglés para todo uso el año que viene? ¡Por Dios! Seamos serios y honestos. La Humanidad contendrá «personalidades» (si no les gusta «nacionalidades») durante mucho tiempo. Esa teórica Humanidad indistinta no la conocerán ni nuestros tataranietos. Y ahora es opinión personal, creo que el derecho al «divorcio» tenderá a reconocerse más en el futuro. Al fin y al cabo nuestros estados suelen tener origen en patrimonios feudales. A poco de Historia que estudien veran que la Corona de Aragón era sólo eso, un patrimonio feudal. No existía «Rey de Catalunya» porque en cambio sí existia comunidad catalana en la que el comte de Barcelona era sólo un «primus inter pares» que tenia que negociarlo todo. ¿Les gusta más el patrimonio feudal? Bueno, es una opción. Mientras ustedes la defienden, nosotros… «anirem fent».

    1. Juan Teruel dice:

      Ya tenemos aquí a nuestro nacionalista de turno, que como suelen, van diciéndole a los demás lo que tienen que hacer. Empieza diciendo que todos los demás tenemos que ser más humildes (él no), y sigue diciéndonos que debemos ser serios y honestos (él tampoco). ¿?

      Su argumentación sobre las personalidades es tan obvia como el reconocimiento de las singularidades que se dan en muchos estados modernos, en el cual el nuestro (sí, nuestro) es de lo más avanzados, satisfaciendo las necesidades que surgen de cada particularidad. O sea, que se puede avanzar hacia las macroestructuras sin renunciar a casi nada. solo al provincianismo progresista de los nacionalsocialistas.

      El divorcio es reconocido en toda sociedad moderna entre dos personas adultas que una, otra, o ambas quieren terminar con la sociedad limitada que montaron cuando se casaron. La metáfora sobre los colectivos es tan burda como absurda. Ni hubo matrimonio, ni se trata de personas físicas, ni son seres independientes. Si aplicaramos esta lógica de Infantil y Primaria, ¿cómo se divorciarán los que en Cataluña no quieren un Estado propio? Seguro que encuentran alguna fórmula de algebra infinitesimal para aplicar.

      Sobre la consideración de los reinos, de Aragón, de Sicilia, de Judea, de India y de la China oriental, como patrimonios feudales, ciertamente pueden ser considerados así, como fórmula válida en un sentido de linaje y estructura social, pero su interés en reducirlos a ello, despues de más de quinientos años de convivencia, relación, vínculos, historia común, mestizaje, empresas compartidas, viviencias entrelazadas, lengua, cultura, arte, poesía, y un incabable sinfín de realidades que nos unen, rezuma el desagradable aroma de los que quieren alienarnos con su discurso mientras nos roban la cartera por la puerta de atrás. Y no ponga en nuestra boca que nos gusta más el patrimonio feudal, cuando es usted al que le parece bien.

      Mientras ustedes «s’enfonsen en la fallida», nosotros nos sonreimos del ridículo que hacen en Europa.

    2. Alicia dice:

      Y mientras ayer mismo votan en su parlamento – parlamento que existe porque la constitución española de la que tanto despotrican lo consiente – seguir adelante con su proceso de independencia viene, no recuerdo el nombre pero uno de esa pandilla, a entrevistarse con Rajoy para pedirle dinero. Dinero que siguen derrochando en estupideces y en hacer constantemente campaña contra el Estado que los mantiene.
      La independencia no es posible, mal que les pese, que nadie en Europa los reconocería; pero sería maravilloso que lo fuese y vernos libres todos los demás del cáncer para la sociedad y del continuo chantaje y de la sangría que representan los separatistas.
      Que se marchen todos y nos dejen en paz. Y que se mantengan por sí solos si es que pueden.

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