Ha sido toda una exhibición de poder. La designación de los candidatos del PP a ayuntamientos y comunidades autónomas, se ha atenido a la tradición cesarista de este partido. Rajoy, fiel a su estilo, ha tenido a todos en vilo hasta el final. Y, que se sepa, ninguno de los cientos de miles de afiliados ha expresado malestar por la forma en que se han tomado estas decisiones.

A mí, desde luego, como ciudadano, no me ha gustado la forma en que Rajoy ha despachado este asunto. Y no me ha gustado por la concentración de poder que implica. Si esto lo hace con la elección de los candidatos, que es una decisión en la que todo el mundo quiere meter baza dentro de un partido, imaginémonos qué debates internos habrá y qué nivel de discrepancia, y en definitiva de libertad de opinión, existirá ahí dentro. ¿Y en el seno del Gobierno? ¿Habrá alguien que le diga con toda claridad a Rajoy que en tal o cual cosa se está equivocando? Está claro: para la democracia y para gobernar un país no es nada bueno que alguien acumule tanto poder. Sobre todo, cuando además se tiene un control tan elevado sobre el Poder Judicial, y no digamos ya sobre el Parlamento.

Mientras, parece que en los demás partidos se van generalizando los sistemas de primarias; es decir, quienes reúnen los requisitos establecidos se presentan y son los afiliados quienes eligen cuál de ellos encabezará la lista electoral del partido. En una primera lectura, parece obvio que este procedimiento es más democrático que el anterior. Pero, ¿lo es realmente? No lo creo, al menos tal como parecen estar discurriendo los acontecimientos.

Pensemos, por ejemplo, en unas elecciones generales. En el fondo no son otra cosa que un procedimiento de selección en el que los ciudadanos elegimos a la persona más capacitada para desempeñar el puesto de Presidente del Gobierno. Si esta selección se la encargásemos a una empresa especializada, lo que haría es analizar detenidamente los requerimientos de este puesto y, en función de ello, examinaría a fondo a los candidatos, evaluando sus propuestas y conocimientos, su experiencia y sus aptitudes personales. En una democracia somos nosotros quienes tenemos que hacer ese trabajo para decidir cuál de los candidatos podría dirigir mejor este país.

Sin embargo, esta importante decisión, que cada uno materializa con su voto, acaba banalizándose por diversos factores. En primer lugar, apenas conocemos a los candidatos que se presentan. Ni sabemos nada de sus cualidades como gestores (y dirigir un país es mucho más complicado que una gran empresa) ni apenas nos olemos qué es lo que en realidad piensan hacer si llegasen a La Moncloa. Desde luego, lo que nos están contando es lo que creen que queremos oír. A ninguno de los candidatos se le oyen propuestas que, aun siendo impopulares, considere necesarias. Eso ya huele mal. Además, nos tenemos que conformar con elegir entre los pocos candidatos con posibilidades de gobernar, y ¿si ninguno nos convence? A ello se suma, por otra parte, el bajo nivel de cultura política que, en general, tenemos los ciudadanos y que apenas nos permite imaginar la realidad de lo que tendrán que hacer esos candidatos si llegasen a ser presidentes de este país.

Visto desde esta perspectiva, ¿qué aportan las elecciones primarias dentro de cada partido? Está claro que tienen aspectos positivos. Por ejemplo, facilita que se renueven sus dirigentes, que haya debates sobre la situación del país y que los afiliados tengan más alicientes para participar; todo lo cual es importante. Pero las primarias también tienen su lado negativo. Por ejemplo, los candidatos surgen entre los afiliados del partido, un banquillo enormemente reducido; y además se presta a que estos se limiten a contarles a sus compañeros del partido (que son los que les tienen que votar) las cosas que les gusta escuchar, favoreciendo la elección de personas que quizás tengan buena oratoria pero sin apenas experiencia ni ideas claras respecto a qué hacer una vez llegados al poder.

No obstante, habría que contemplar este asunto desde otra perspectiva: decidir si el escenario político en el que estamos corresponde a una democracia plenamente construida y terminada, o si el escenario corresponde a una democracia en proceso de construcción. Desde mi punto de vista esta es la clave.

Si el escenario en el que queremos situarnos es el primero, no veo que las ventajas que aporta el procedimiento de primarias compensen sus desventajas. En definitiva, el riesgo es que los afiliados a un partido escojan a alguien que, pese a sus dotes mitineras y mediáticas, sea incapaz después de estar a la altura de lo que se requiere para gobernar con acierto este país, en medio de la crisis que tenemos. Es un riesgo que además puede consolidarse y hacerse crónico, porque vendría legitimado por la idea de que así es la democracia.

Si, en cambio, asumiéramos conscientemente que estamos en el segundo escenario, contemplaríamos esta situación como una etapa transitoria desde la cual ir impulsando sucesivas transformaciones; guiadas, eso sí, por un concepto de democracia a conseguir mucho más ambicioso y exigente.

Para empezar, tanto los afiliados a los partidos, como sus simpatizantes y, en general, todos los ciudadanos, tendríamos que partir de reconocer que el escaso nivel de formación política con que evaluamos a los políticos y ejercemos nuestro voto es un lastre y que, por tanto, es necesario elevar como sea ese nivel. Porque, con el nivel actual cualquier político nos puede engañar con promesas absurdas y eso será culpa suya, pero también nuestra por no poner remedio. Sin avanzar en la solución de este problema es imposible que evolucionemos hacia una democracia real.

Es necesario, asimismo, que quienes se presenten como candidatos a unas elecciones (y me da igual que estas se lleven a cabo en el seno de un partido o en el conjunto de la sociedad) expongan con claridad, y sin tapujos, qué es lo que ellos harían para resolver los problemas de nuestra sociedad. Y si no tienen claro algún aspecto que lo digan; pero lo que no debería admitirse es que oculten lo que de verdad piensan. Desde luego, una medida de la solvencia de sus ideas y de su sinceridad vendría dada por las veces que defiendan propuestas impopulares.

Este aspecto debería venir acompañado de un compromiso: abandonar el poder si, al verse forzado a aplicar medidas contrarias a las que prometieron, no fuesen capaces de explicar con rigor los motivos de ese cambio. Obviamente, habría que encontrar una forma de articularlo adecuadamente para que permita, por ejemplo, distinguir entre los casos en los que esos cambios estén justificados de los que no lo estén; pero lo que no debería ser aceptable es que alguien gane unas elecciones mintiendo y que luego siga en el puesto para el que salió elegido como si no pasase nada. Si esta forma de rendir cuentas se generalizase, las campañas electorales serían mucho más serias y honestas.

Tampoco habría que admitir que, por sistema, los partidos seleccionen a sus candidatos entre sus afiliados; sobre todo, cuando estos son tan pocos que, muy probablemente, los mejores candidatos no están dentro del partido sino fuera. Solo tendría sentido buscarlos en el partido si en su seno se trabajase en serio para dotarles de un programa de gobierno y para prepararles como gobernantes. Aun así, eso no debería excluir la posibilidad de que otras organizaciones, desde la sociedad civil, pudiesen preparar de modo similar a otros candidatos y que estos fuesen mejores que los del partido, de manera que, tras los exámenes pertinentes, este partido los presentase como candidatos propios.

Podríamos citar más ejemplos de lo que habría que hacer, pero la clave, repito, es que convengamos en calificar este sistema político que tenemos como un proceso para llegar a una democracia de verdad. Y que, en tal caso, cada cual asumiéramos el papel que nos correspondería. Porque, si nos vamos a conformar con lo que hay, sustituir el dedo de Rajoy por unas primarias como las que estamos viendo… sería tanto como sustituir una chapuza por otra. ¿Y por qué hemos de conformarnos?

Pero, ya puestos, ¿por qué no ver también este modelo de sociedad como un modelo en construcción en lugar de verlo como algo terminado (o casi)?

17 comentarios

17 Respuestas a “EL DEDO DE RAJOY”

  1. aldelgadog dice:

    «(…) el riesgo es que los afiliados a un partido escojan a alguien que, pese a sus dotes mitineras y mediáticas, sea incapaz después de estar a la altura de lo que se requiere para gobernar con acierto este país, en medio de la crisis que tenemos. Es un riesgo que además puede consolidarse y hacerse crónico, porque vendría legitimado por la idea de que así es la democracia.»
    Cambie afiliados por ciudadanos que votan en la elecciones y no se asuste cuando vea que precísamente así SÍ es la democracia, porque existe, para los ciudadanos, libertad de presentarse para ser votado y libertad de votar a quien se quiera.

    1. Ernesto dice:

      Yo propongo que se cree la carrera de «político».
      Es decir, hay estudios para todo, para ser médico, abogado, electricista, pero no para ser político.
      Con ser buena persona, es suficiente para ser político?
      Y el carácter? Y los valores? Y los idiomas? Y el conocimiento de como está organizado el sistema político, las competencias, la administración, etc? Como hacer un presupuesto? De como se presenta un proyecto de ley? Y de como se negocia? Y la diplomacia? Y la de saber expresarse con claridad? Y de como se debate en un debate televisivo? Y de como se presentan las ideas? Y de un sinfín de cosas….
      Si hubiera una carrera que necesitas aprobar para ser político, que requiere un esfuerzo y un sacrificio, no se presentarían tantos oportunistas.
      Alguno dirá, que es injusto porque habría mucha gente, que por su nivel socio económico no se lo podría permitir ni siquiera si fuese gratis, porque no tiene tiempo. Es cierto, sería injusto y por lo tanto en este aspecto es deficiente, pero es una deficiencia asumible, hasta que el mundo mejore, frente a las ventajas.

  2. RBCJ dice:

    Tú lo dices bien Manuel «..por sistema, los partidos seleccionen a sus candidatos entre sus afiliados; sobre todo, cuando estos son tan pocos que, muy probablemente, los mejores candidatos no están dentro del partido sino fuera..». Luego la cuestión a plantearse y resolver , no sé muy bien por quién , es cómo «esos teóricamente buenos» aparecen en política.. ¿qué sistema facilitaría a esas personas dar libremente el paso hacia adelante?.
    Podemos observar alrededor , EEUU, Finlandia, Dinamarca…serían ejemplos válidos?. Sin duda esto afecta hasta determinados principios constitucionales. Siempre hay que ser optimista , mantener la esperanza , pero sin duda cuesta. La presión social puede cambiar las cosas en tiempo y forma…o hay que esperar a que algún día llegue un dedo mágico y acierte…

    1. Manuel Bautista dice:

      En cierto modo, ya viene sucediendo, aunque en proporciones muy reducidas. Recientemente Ciudadanos ha fichado a Luís Garicano y el PSOE a Gabilondo. Es muy excepcional pero a veces, cuando los partidos deciden que no tienen candidatos con «tirón electoral» los buscan fuera.

      Lo que tú planteas, RBCJ, es cómo estimular a que esos desconocidos de la política den «un paso al frente» y se ofrezcan. Supongo que será el resultado de un conjunto de factores.

      Por una parte que cada vez haya más activismo de la sociedad civil que anime a más ciudadanos a jugar un cierto protagonismo, a opinar públicamente y a buscar soluciones a los diversos problemas. Por otra parte, el hecho de que los partidos sean cada vez más conscientes de que necesitan «aires nuevos».

      En todo caso, yo creo que es esencial que proliferen organizaciones de la sociedad civil dedicadas al debate, la reflexión, hacer propuestas… Es el ámbito donde facilitar que haya gente haciendo el tipo de «gimnasia» que se requiere. Ese es el vivero. Y luego pescarán ahí los partidos o surgirán partidos nuevos o… simplemente se quedarán haciendo ese papel, que es muy importante.

      Un cordial saludo

  3. Paco dice:

    Manuel plantea varios temas de interés.

    Uno de ellos es el que indica de la renuncia al cargo si no se cumple lo prometido: «abandonar el poder si, al verse forzado a aplicar medidas contrarias a las que prometieron, no fuesen capaces de explicar con rigor los motivos de ese cambio.»

    El problema lo veo en la segunda parte de la frase. Cuando se dice «explicar con rigor» llegamos una indefinición que será utilizada por los partidos correspondientes para argumentar por unos que tal incumplimiento se ha explicado con rigor y otros para lo contrario. Estamos tan acostumbrados al retorcimiento de los argumentos por parte de la clase política que esto se ve venir desde lejos.

    El tema pasa al final porque haya una conciencia social en la que no se tolere la mentira y se castigue, alejandole de la vida política, al que no cumpla sus compromisos, al igual que no se tolere al corrupto. Como hemos comprobado en las recientes elecciones esto parece distar de ser algo que sea una prioridad para los electores.

    En definitiva esto no difiere mucho de lo propuesto por Manuel de una mayor cultura política en la gente. Yo lo he llamado conciencia social.

  4. Vicente Rodriguez dice:

    Quizás la falta de sanción preestablecida (delito..?) a las mentiras electorales de los políticos en los mercadillos baratos preelectorales hace que los ciudadanos no se impliquen en castigar a los mitineros y de ahí venga la mecionada falta preparación política, en general de los ciudadanos. O bien, que que esta falta y/o pasotismo no haga que exijamos convenientemente, sin necesidad de sanciones, y con exigencia el cumplimiento de las promesas electorales.

    1. Alicia dice:

      Pero cómo se les castiga; cómo se les exige. Cuando llegan las elecciones y el momento de votar lo único que puedo hacer es abstenerme – que no me parece solución – o votar a un partido que no me convence (para castigar al que me gustaría; es decir, por pataleta, que tampoco me parece solución ya que tendría que lamentarlo durante cuatro años); o, tercera opción, votar al que tanto y tan continuamente me ha decepcionado, porque, dentro de lo malo, es el que menos alejado está de lo que para mí es prioritario.
      Y no hay más.
      Y mitineros son todos los políticos, de cualquier signo.
      Y mentir mienten todos.
      Si alguien conoce más posibilidades que por favor las cuente.
      Decir o escribir que hay que hacer lo que hay que hacer es relativamente fácil.
      Saber que es eso que hay que hacer parece más complicado.

  5. Manuel Bautista dice:

    Es cierto, como dicen Paco, Vicente y Alicia, que es muy complicado eso de obligar a los políticos electos a dimitir si no cumplen con lo prometido.

    A mí la única forma que se me ocurre es la presión social. Igual que se va imponiendo la «cultura» de las primarias, o la de que los imputados por corrupción no vayan en las listas electorales, si se fuese extendiendo la idea de que los políticos electos deben cumplir lo que prometen o explicar muy bien por qué no pudieron cumplirlo, eso se irá impregnando en los códigos de buenas prácticas de los partidos. Pero, claro, la ciudadanía no se puede conformar con que haya primarias, tiene que ir mucho más allá.

    De todos modos, no es solo cuestión de que los partidos incorporen estos códigos, el concepto de «rendición de cuentas» va mucho más lejos. Por ejemplo, sería perfectamente posible (si se quisiera) que en la Administración se hicieran evaluaciones de determinadas políticas públicas y se publicaran los resultados. Es decir, la transparencia en la actuación de los gobernantes (y de sus partidos) se pueden lograr también desde una mayor transparencia en la gestión de las Administraciones o empresas públicas por ellos dirigidas.

    Pero yo creo que para avanzar en todo esto se requiere que la opinión pública tome clara conciencia de ello y lo demande.

    Un saludo

  6. Manuel Bautista dice:

    En respuesta a lo que plantea Alicia: Si nos limitamos a pensar en el momento de la votación, hoy no hay más solución (al menos yo no la veo) que la que tú planteas. Tú lo has descrito con toda claridad.

    Si pensamos en cómo conseguir que en el futuro las elecciones nos permitan más juego a los ciudadanos, la solución pasaría por que los partidos asumiesen reglas internas por las cuáles sus candidatos electos se comprometiesen a dimitir si no hubiesen justificado debidamente sus incumplimientos.

    ¿Y quién lo decide eso? Puestos a imaginar (o a soñar) Habría que pensar en una comisión con expertos independientes, además de gente nombrada por el propio partido. Esa comisión haría un informe lo más objetivo posible, habiendo «oído» y evaluado todas las opiniones. El informe se publicaría. Tras ello, habría que decidir. Y en este punto el asunto se complica, porque ningún partido querrá que sean otros (y menos la oposición) los que decidan. Pero, si ya hubiéramos llegado a este punto, cabrían soluciones.

    Lo importante, en mi opinión, es no aceptar la idea de que «ya está todo inventado» y de que no hay mas soluciones que las que hay. Es verdad que no se puede simplificar y que el asunto es complicado, pero ¡seguro que daríamos con fórmulas aceptables!

    Un saludo,

    1. Alicia dice:

      Estaríamos un poco, o del todo, en las mismas porque, esa comisión de expertos independientes haría un informe lo más objetivo posible, sí, habiendo oído y evaluado todas las opiniones.
      De acuerdo.
      Pero quién elegiría a esa comisión y mediante qué criterio.
      Los más preparados o capacitados para elegirla, supongo.
      Pero cómo y dónde se decidiría quiénes son esos más preparados.
      A dedo no valdría.
      Y si no es a dedo habría de ser por un sistema democrático que, ¿por dónde habría de empezar?
      ¿Por una asamblea a la que acudiésemos todos los ciudadanos?
      Que, aparte de entrañar el mismo problema que ya entraña el elegir a los políticos de turno – porque habría que hacer algún tipo de votación; primero para elegir a los portavoces (o delegados, o como deba decirse, que con eso me lío) y, luego, otra votación de los delegados en cuestión para que eligieran a los de la comisión -, cómo tener la menor garantía de que los comisionista iban a ser mejores que lo que tenemos.
      Sé que como lo planteo – y eso que lo planteo resumido para no ponerme pelma – queda un poco chascarrillo. Y sé también que puedo parecer un poco chinchorrera. Es más, admito sin empacho que soy chinchorrera.
      Pero admíteme tú a mí, aunque no me lo digas, que estaríamos en una especie de bucle; y en algo muy poco o nada diferente de lo que ya tenemos.
      Porque si tenemos que participar todos, pues…; de uno en uno todos los habitantes del planeta podemos ser (a lo mejor) encantadores. Pero, en bloque y al pegotón, por mucho que duela somos masa. Y de masa a populacho enardecido hay un paso…
      Y si no participamos todos… ¿Quién decide quién participa en la elección y quién no?
      Mira, me he enredao, enroscao en una especie de bucle.

  7. RBCJ dice:

    En todo este proceso lo importante desde el ángulo de los políticos que actúan de sujetos y desde la posición que les corresponde a los ciudadanos como objeto receptor de la medidas políticas siempre corresponderá a los valores humanos y los principios éticos en que se basen estos comportamientos. La generación que ha vivido en democracia desde el año 78 hasta ahora va dejando paso a una generación entre 35 y 45 que ha vivido muy focalizada en principios de consumo , tecnológicos , social media…entre los 18 y los 35 conviviendo con salarios bajos , desempleo y nuevas forma de comunicación social mediante whatsap , twitter….Se realiza mucha crítica deconstructiva pero muy poca interacción generadora de pensamiento , nuevas ideas , debate constructivo . Si no existen estos debates en los medios será porque aburren , no tienen audiencia…y ese mercado somos todos nosotros la población española. Luego habrá que concluir que la población presenta déficit de valores , de energía ante los obstáculos ,de valentía ante el riesgo , de voluntad ante el fracaso , de austeridad…Esta conclusión sería grave porque el déficit sería cultural , educativo…y esto sólo lo arregla el tiempo y no un plazo breve de tiempo. Y encaminar y deconstruir métodos y estructuras educativas en primaria , secundaria ,bachiller, grado , máster…para ser sustituidos por otros más adecuados no es una tarea menor. La política sin duda es un reflejo de la sociedad, los políticos no caen del cielo. La crisis política que decimos actual nos presenta personas con antecedentes de 30 años en Cataluña , 30 años en Andalucía y 30 años en España..porque si el problema es cultural la generación de 45-60 años es la que se ha educado en España estos treinta años. Y sí efectivamente, existieron Lehman Brothers y las hipotecas subprime…,pero los políticos aquí entendían poco de empaquetar activos y vender derivados.En EEUU que lo entienden mejor respondieron antes.Para España eso fue un catalizador de problemas junto a la liquidez alemana, pero intrínsecamente nuestra crisis política tiene otras raíces. La política no sólo son los políticos.

  8. Manu Oquendo dice:

    Aprovechando las espléndidas reflexiones de Manuel Bautista sobre el funcionamiento de los partidos y concretamente el de Rajoy voy a aprovechar para ampliar la perspectiva. Y ello a pesar de que a uno lo que de verdad le fascina es el funcionamiento del PSOE a efectos de decidir liderazgos. Lo que convenga en cada momento. Tomás está que trina.

    El caso es que tenemos lo que tenemos y no va a mejorar la cosa hasta que los Partidos pierdan peso y lo ganen las demarcaciones territoriales…. ciudadanas. Es decir, un sistema un poquito más anglosajón.

    La Europa Continental que forma parte de la UE realmente nunca ha hecho el tránsito a una democracia de madura sin que esto quiera decir que la de los anglos lo sea porque, a fin de cuentas, todas son variaciones de Democracias Representativas. Por si fuera poco ya comenzamos a enterarnos de que, habida cuenta de lo manipulables que somos, el voto no es garantía de acierto en casi nada.

    Lo que es garantía de acierto suele ser la libertad. Y de esto hay cada vez menos porque nuestras «democracias» se limitan a otorgar libertad en cuestiones en sexo y consumo de drogas.

    Para todo el resto hay que pasar por taquilla y ser supervisado antes de ser autorizado a elegir (cuando puedes elegir).

    Se definen poco las cosas. Se define mal democracia y mucho peor libertad.

    En algún momento va a ser necesario tratar más a fondo lo que conocemos como democracias representativas.

    Aquellas en las que los ciudadanos otorgan su representación al Ejecutivo, al Legislativo y al Judicial para ejercer las funciones propias del Poder de acuerdo con Constituciones que establecen derechos ciudadanos más o menos creíbles y límites difusos al ejercicio del Poder.

    Un rasgo de estas constituciones es que dan por sentado que todos los derechos los debe pagar el ciudadano, cuesten lo que cuesten, y el Estado (Personas Concretas, no abstracciones) vivirá precisamente de…. administrar la recaudación. Es decir, «El Chollo Estructural». ¿Tiene esto límites? ¿Los hemos alcanzado?

    No vive «El Poder» de asegurar que todos los ciudadanos pueden ganarse la vida y acceder a una cierta independencia económica con sus ahorros.
    Al contrario, el Poder medra a base de aumentar el número de Dependientes Estructurales.

    Haría falta una especie de «Back to Basics» que nos ayude a pensar cosas que hemos sacralizado y convertido en palabras cargadas de significados emocionales que nos impiden ver la realidad.

    No soy experto en ciencia política pero, tal como viene definida en los manuales, la democracia representativa es….. dos cosas

    1. Un método formal de ganar el Acceso al Poder. Delegación Ciudadana.
    2. Un método formal de Revocar el Poder. Control ciudadano.

    Todo ello sujeto, en teoría, a la Independencia Real de diferentes instituciones entre sí y con unos medios de Información libres, independientes y veraces a través de los cuales pueda ser difundida la tan aclamada pero inútil «Libertad de Expresión».

    ¿Son necesarios los Partidos Políticos para ambas cosas? No en la medida estructural en la que hoy operan. Más bien son parte del problema y, como estamos viendo, un instrumento de manipulación destructiva del Demos.

    Por otra parte los partidos, para su progreso, exigen Dividir a la Ciudadanía de forma que su voto les pertenezca.

    Pero hete aquí que una ciudadanía dividida en cuasi-sectas es cosa mala y cuanto más dividida peor.
    El principal trabajo político de los partidos es buscar formas de dividir y ponerlas en marcha.

    Es bien sabido lo fácil que resulta –con las Constituciones hoy existentes– que el Poder acabe “capturando todo” en muy pocas manos y que la independencia de las instituciones sea, habitualmente, un mal chiste. A la vista está.

    Si añadimos el hecho incontestable que el modelo de negocio de los Medios de Información hace inviable su Independencia –por depender de la publicidad pública y privada– y que por mucha libertad de expresión que exista resulta imposible difundirla eficazmente a través de Mass Media Oligopolizados y controlados económicamente por sus fuentes de Ingresos, …..la cosa está tristemente clara: Lo llevamos crudo….. estructuralmente.

    Por eso son tantos los tratadistas constitucionales que han proclamado que el sistema está obsoleto y que carece en muchos lugares de Legitimidad Otorgada que es la base de la Legitimidad Política; desde al menos Weber con su Herrschaft.

    Le Bon es otro autor imprescindible para entender la base humana y las leyes en las que opera el proceso electoral.
    Su obra ilustra lo tristemente manipulable que resulta la masa, –eso que los pastores llaman «pueblo»–, hasta hacerla completamente dependiente del Poder. La historia nos lo ha confirmado y hoy el sistema sigue actuando de acuerdo con dichas reglas.

    Si ponemos todo ello sobre la mesa se ve con claridad que, en esta generación de Constituciones, mucho ha empeorado por causa de las dinámicas del Poder y muy poco va a mejorar si no se evalúan concienzudamente cuestiones como.

    1. Mejor definición de los límite constitucionales a las capacidades del Poder.

    2. Mejores formas de selección de electos (hoy estamos votando a numerosos incompetentes manifiestos, a bastantes psicópatas narcisistas y hasta capos de bandas de crimen organizado)

    3. Métodos más directos y automáticos de Revocación del Poder y más frecuente consulta directa/ratificación de decisiones críticas.

    4. Más claras Responsabilidades ciudadanas en relación con lo público.

    5. Una profunda reflexión estructural sobre el proceso de compra del voto con cargo a los presupuestos públicos como hoy sucede.

    6. Un imperativo constitucional de primar el desarrollo industrial y políticas equilibradas de comercio internacional que no produzcan perdidas sistemáticas de empleo traspasando sus costes al Estado y al resto de ciudadanos. No puede sostenerse un comercio que genera Beneficios Privados a base de aumentar los Costes Públicos.

    7. Una revisión fundamental del papel del Estado en el cual se reduzca su función paliativa y se refuerce su role como impulsor de creación de riqueza Real liberando energías y recursos ciudadanos todo ello acompañado de las métricas correspondientes.

    La reflexión seria y pausada sobre estas y otras cosas es importante.

    Tanto que sin resolverlas entre nosotros, –antes de que vuelvan a imponernos sus conveniencias y sus artimañas–, seguiremos en la acusada pendiente de empobrecimiento y de impotencia.

    Un saludo

    1. Jose Maria Bravo dice:

      Estimado Manu

      Tocas la llaga. En estos dias releia a Azcarate y la Democracia Municipal. Tambien a un pensador colombiano, Villar Borda, y me proponia interpretar la Democracia como ente local y no centralista. Todo lo contrario de como se asume en la gobernanza nuestra. Este centralismo, creo yo, trae muchos vicios «tiranos» que a la vez se difumina por los poderes «supra nacionales». Tanto economicos como el apendice politico.

      Alguien ve alguna diferencia entre el PSOE y el PP?. Y lo peor es que ese es el modelo general de los partidos politicos. Que, ademas viven de subvenciones espureas. Eso tambien seria bueno investigar, no solo para estamatizar como se hace ahora

  9. Jose Maria Bravo dice:

    Quise decir estigmatizar como se hace ahora. Sobre todo a un partido politico que ha irrumpido con fuerza y debilita al sistema vigente

    1. Manu Oquendo dice:

      Hola, José Mª.
      Gracias, ya había supuesto que era eso lo que querías decir. Creo que vivimos uno de esos largos momentos en los que pueden cuajar una serie de disyuntivas históricas. Unas entrópicas y otras llenas de la sinergia de la vida. Y que depende de nosotros pero esto nos exige algo difícil: Un gran esfuerzo de discernimiento personal y colectivo.

      Todos comenzamos con muchas carencias porque, como mucho, somos especialistas de una cosa y esto exige saber de muchas más de las que podemos abarcar en una vida.

      Pero hay que intentarlo como hacen los editores y los comentaristas de este blog.
      Hay mucha gente intentándolo.

      Un abrazo

      1. Jose Maria Bravo dice:

        Gracias Manu por tu amable respuesta. Es dificil en esta entropia de la informacion, que el ciudadano vote libremente. Uno puede pensar que esa es la razon de tanta abstencion. Leer un periodico o escuchar las informaciones radiales, hoy en dia, es casi intoxicarse. Por eso creo que el debate politico debe ir a las esencias. Y, creo que tu lo esbozas. Y, esto es muy de agradecer.

        Es evidente que empieza a haber un movimiento amplio de contestacion al Sistema que nos gobierna. Es dificil la sinergia cuando se empobrece y se quiere enmudecer al ciudadano. Pero, contradictoriamente, la historia predice cambios en epocas opresivas, como esta.

        Gracias Manu por enriquecer los debates, Un abrazo

  10. Colapso2015 dice:

    El debate entre el hipócrita Jefferson y el oportunista Hamilton. Si olvidamos que no muchas luces se deben de tener para meterse en duelo con el segundo de Jefferson, ésta es la única victoria de la “democracia Jeffersoniana” (si excluimos los Derechos Civiles). La tendencia es a la centralización absoluta, convirtiendo el Estado en una apisonadora, el federalismo-centralismo apisonadora. Y por extensión, la sociedad apisonadora (dinámicas de grupos incontrolables). El timo del banco central de Hamilton, es un ejemplo poco claro, pero aplastante.

    El monoteísmo, como algunos apuntan, podría no ser algo salido de los hongos alucinógenos. Sino por el contrario un elemento, promocionado, como compañero inseparable del poder centralizado y sentido de realidad en la tierra (no verdad), el Estado. Y para que la gente no patalee, lo trans-humanizamos y tenemos a Dios; y la recompensa en el otro mundo (elemento mayoritario en las religiones monoteístas).

    Leyendo a Manuel Bautista Pérez, olvidando un poco la diplomacia en pro de “mi verdad”, vemos que es un trabajador público vocacional. Su confianza en los grupos es clara, grupos de poder u otra cosa. La participación en tales grupos nunca es neutral*.
    Se percibe su preferencia por la “democracia de, por y para los partidos” (oligarquía), no es una deducción racional sino una preferencia personal, los grupos son buenos y deben ser dirigidos por gente honesta y preparada; un ejecutivo (un buen CEO). Lo cual no es garantía ninguna de control del poder, y por supuesto es necesariamente partidista. Con la disonancia mental entre “los míos” y “lo correcto”. Agresividad partidista y otras cosas que un sociólogo/psicólogo podría citar.

    Si volvemos a lo básico, el principio de representación (M. Padua), vuelve a lo mismo, la religión. Resulta ahora somos un espíritu (un “alma” de voluntades) y podemos ser representados. Ya no somos “res”, cosa. Después de 15 000 años seguimos con lo mismo, religión une (Colina panzuda), razón separa.

    La vuelta de tuerca se establece con una representación de almas que pretenden satisfacer demandas sin conocer los costos, es decir la locura (¿construimos aún pirámides?). La propaganda política, los programas electorales, vemos pues la representación se vuelve una especie de rezo (volvemos a la religión), para pedir a Dios Estado.
    He sido bueno, soy bueno y “me looo mereeeezcooo”.

    Sorteísmo, pues en este país lo único democrático son las elecciones en si. No tengo miedo a la gente –si conoce los costos–, ¿porque no unos tintes de democracia directa? No tengo miedo a la lentitud de procesar asuntos “en masa”, si acabamos con la diarrea legal (que no legislativa) en España, todo ventajas.

    En democracia las persona votan a personas (eligen personas) si lo consideran oportuno; no a listas, abiertas o cerradas. Para que el principio de representación sea posible, el representante debe ocuparse de un (representa unidad, 1) asunto –-señalado por los representados y estos a su vez conocer el asunto—. ¿En caso contrario, exactamente que está representando?
    La piedra esencial de toda democracia es el control del poder, bajo ningún concepto debe abandonar el “demos”. Como sabemos que la “soberanía popular” es físicamente e espiritualmente imposible, se deduce, solamente a través de diversos –mecanismos basados en dinámicas de grupos– tal cosa puede ser posible.
    Conocidos tenemos la separación (que no división) de poderes con –igual legitimidad en origen–, la “trias politica” de Montesquieu (división de funciones), la democracia directa, …, las mejoras en la representación, etc.
    La revocabilidad del representante bajo petición de alguno de los integrantes del distrito, por ejemplo su sustituto. ¿Cómo se revoca un representante? ,…, con una elección.
    Consultas ciudadanas con el equipo electoral de distrito. Juntas en la ekklesía (“iglesia”) semanales para pulsar la opinión del distrito respecto a asuntos a tratar. Y por supuesto, el sueldo y gastos tiene que venir del distrito electoral. Nada de disparar con pólvora del rey,…

    Podemos recordar, bajo ningún concepto un político debe cobrar del Estado. Porque debe pertenecer a la sociedad civil que representa (la parte política en este caso), cuando cobra del Estado –se vende– a voluntades externas; se rompe el principio de representación.
    Reitero, la democracia se fundamenta básicamente en el control del poder (público o privado). Y cuando se consigue esto , la gente puede elegir, antes no; es sencillamente imposible que lo haga.

    Es mi opinión, puedo estar equivocado, en tal caso cambiaré el relato.
    Aunque tengo la impresión, es perder el tiempo,…

    *Un policía está “obedeciendo órdenes” (el recurso a Dios poder) en un desahucio, de forma objetiva un policía –está desahuciando él–. Por ello, podemos verlos con pasamontañas, como atracadores,…
    Ejemplos de funcionamiento de un régimen de poder sin control por parte del “Demos”: http://www.elmundo.es/andalucia/2015/03/24/551173a722601d20788b4574.html

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