Con el título “Teoria della ilusione finanziaria” el profesor de Hacienda Pública de la Universidad de Perugia y antiguo concejal socialista en su ciudad natal (San Felice) Amilcare Puviani, publicaba en el año 1903 un texto que analizaba la Hacienda Pública como “representación ideológica de los intereses de la clase dominante”, en palabras del profesor de Derecho Financiero de la Universidad de Santiago de Compostela, Alvaro Rodríguez Bereijo, que en 1972 comenta y publica la traducción de la obra a través del Instituto de Estudios Fiscales.

Esta obra, de indudable interés no solo por su contenido sino también por sus secuelas académicas en el mundo de la Hacienda Pública, se encuentra agotada y, de momento, nadie parece interesado en su reedición, por lo que su rastreo en bibliotecas especializadas parece la única opción posible.

No obstante, un jesuita, antiguo director de investigación del CNRS (Centre national de la recherche scientifique ) de nombre Gaël Giraud, publica a través de la editorial “Sal Terrae” en el año 2013 otro texto de igual título “La ilusión financiera” que, curiosamente, tampoco se encuentra con facilidad.

Otros autores, como el profesor José Luis Sáez Lozano de la Universidad de Granada o el profesor de Derecho Financiero Miguel Angel Martínez Lago, publican algunos documentos a través del citado Instituto de Estudios Fiscales que, directa o indirectamente, vienen a aludir al tema, en cuanto se plantean el sentido de la fiscalidad y los presupuestos públicos en los estados modernos. Del primero entresacamos el siguiente párrafo:

El estado moderno es incapaz de satisfacer las demandas sociales, sobre todo cuando se ha estado ofertando y retroalimentando la demanda insaciable de los ciudadanos, agravada en períodos electorales…. y la aparición de grupos de interés que presionan al Estado”.

Por su parte, el profesor Martínez Lago titula su trabajo: “El control parlamentario sobre el presupuesto público” y lo inicia en su primer punto como “Ilusión sobre el derecho al Presupuesto” donde alude a la obra de Puviani.

Todo ello me ha llevado a meditar de nuevo sobre la pretendida soberanía nacional, el papel que en realidad juega la representación de esa soberanía y esa “ilusión” financiera de unos presupuestos públicos que, según Puviani, ocultarían la cantidad, cualidad y duración de los gastos e ingresos públicos en el presupuesto que, cada año, el gobierno lleva al Parlamento para el trámite de su aprobación, recordando esos presupuestos de las comunidades de propietarios que los administradores de fincas someten también anualmente a unos vecinos que, como muchos parlamentarios, apenas pueden trascender su lenguaje cada vez más complicado y confuso intencionadamente.

La confusión y el secreto intencionados de los presupuestos del Estado, que Puviani denunciaba en su día, sigue siendo uno de los arcanos misteriosos en que se apoya el “poder” para, en una hábil jugada de prestidigitación, crear la “ilusión” a los ciudadanos de recibir servicios superiores a los que pagan y mantener la “ilusión” de la necesidad de que las cuentas estén bajo control de los gobiernos, no de los representantes de esa tan difusa “soberanía popular” proclamada en el artículo 1º de nuestra Constitución. En definitiva: “….encontrar las razones en virtud de las cuales las grandes masas humanas, son inducidas a pagar grandes sumas impositivas y a someterse a enormes sacrificios, en casos en que los beneficios obtenidos o esperados a cambio del Estado, no parezcan remuneradores…”  en palabras del profesor Rodríguez Bereijo que continúa preguntándose:

“¿Qué es lo que impulsa a los contribuyentes a aceptar como un bien o como un mal menor, una imposición opresiva y expoliadora? ¿En qué momentos es el interés general o, por el contrario, el interés concreto y particular de la clase dominante la causa o efecto de los sacrificios tributarios soportados por el pueblo?»

Una explicación del propio autor, respondería en cierta forma a estas cuestiones en la misma línea que apuntaba el profesor Sáez Lozano:

Se debió precisamente a la dependencia del Estado de los intereses de las clases superiores el que, el político, ante la imposibilidad de hacer ampliamente el bien del pueblo y ante la necesidad de quitarle cada mayores riquezas, fuese impulsado a la búsqueda de medios fiscales, a la vez más rapaces y más engañosos de la conciencia de los contribuyentes”.

Un simple vistazo a la estructura de los Presupuestos del Estado, nos da idea de cómo se pueden enmascarar por quien los maneja, cuestiones tan elementales como los ingresos y los gastos de los distintos servicios públicos. Algo que debería surgir del propio Parlamento, es en cambio confiado a quienes los deben ejecutar, como ocurre con la mayor parte de las leyes donde, el gobierno, al amparo de su mayoría parlamentaria, convierte en un simple trámite protocolario la aprobación de los mismos. El Parlamento, como muy bien reconoce el profesor Martínez Lago, ha perdido su “centralidad política” como eje de la soberanía popular, para ser un elemento testimonial y utilitario al servicio del gobierno de turno.

La propia Constitución recoge en su artículo 31: “1. Todos (?) contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica, mediante un sistema tributario justo, inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio”. En la actualidad, algunos estudios documentados señalan la presión impositiva total del Estado sobre el ciudadano medio alrededor de un 50%. Es decir, la mitad salarial o de rendimientos legítimos de cualquier tipo, deben ser aportados para el mantenimiento de esa “ilusión” de los servicios públicos, esa ilusión financiera que el “mago” de turno exhibe y escamotea a conveniencia, ante un público ajeno a los entresijos del juego de manos. Lo más grave es que ese público pagará de una u otra forma las consecuencias finales, como el endeudamiento público creciente, superando al PIB, que es la muestra más relevante de la “Teoria della ilusione finanziaria” que denunciaba hace más de un siglo el profesor Puviani y otros interesantes autores cuyos textos, por desgracia, pasan desapercibidos para esta sociedad anómica y desmotivada.

7 comentarios

7 Respuestas a “La «ilusión financiera»”

  1. EB dice:

    Juan,

    Muchas gracias por su post. Me hizo recordar décadas atrás cuando James Buchanan (Premio Nobel Economía 1986) y otros economistas académicos intentaron desarrollar lo que se llamó Public Choice, o sea el análisis de la política a partir de los mismos postulados básicos de la economía neoclásica. Por si no lo sabe, Buchanan rescató a lo que se conoce como la tradición italiana en finanzas públicas en el estudio de Economía en EEUU. Según economistas italianos el análisis de Puviani tuvo poco impacto en su momento porque implicaba una crítica a la naciente democracia, e igualmente hasta hoy Public Choice sigue recibiendo poca atención académica precisamente por el mismo motivo.

    Días atrás Richard Wagner (profesor economía George Mason University, único sobreviviente del grupo inicial formado por Jim Buchanan en los años 60) comenzó a dar su curso Public Choice para estudiantes de postgrado y este es el programa de su curso

    http://s3.amazonaws.com/chssweb/syllabuses/28218/original/ECON_852_001_Richard_Wagner.pdf?1470420178

    Entre las muchas publicaciones de Wagner encontrará referencias a la tradición italiana.

  2. Juan Laguna dice:

    Muchas gracias EB por su comentario y por el enlace al programa del profesor Wagner sobre «Elección Pública». Es una lástima que la captura de la política por el «poder» real impida dar más difusión a las interesantes ideas de los economistas «descarriados». Si la soberanía popular fuera algo más que una frase y la representación de la misma fuera ajena a la lucha partidaria, tendríamos un Parlamento como eje central de la política y, por tanto, sería el lugar apropiado para debatir y aprobar, en su caso, la política financiera del Estado. Tal como está, capturado por los partidos, es una simple caja de resonancia de los intereses de los mismos. Por cierto, sobre Buchanan y sus ideas, tuvimos un acto en el Club Liberal hace no mucho tiempo. Un saludo.

  3. Loli dice:

    Muchas gracias y muy bien venido como articulista a este blog, estimado Juan Laguna.

    La necesidad de un conocimiento más de acorde con lo que realmente está sucediendo, es algo fundamental, y la sociedad civil vamos a necesitar muy pronto de las explicaciones, de, al menos, una causa, un por qué, ante esas realidades que se nos vienen encima, y que posiblemente puedan dar un revolcón traumático a nuestro modelo de vida.

    Es posible que el Parlamento se haya hecho partícipe en esa especie de «secuestro» de la política financiera, y no solo….de esa política,….. y no se esté permitiendo ejercer a este organismo como lo que debiera ser….un lugar donde «parlamentar», «debatir», «dirimir», y contribuir no solo a una gestión de lo denominado «público», y a su «legislación», sino también ser el lugar de donde debieran salir, de forma honesta y honorable, las formulaciones, los caminos y las herramientas pedagógicas que aumenten el nivel de capacidad, el nivel de interés y de activación, de la sociedad a la que se supone que sirve, por aumentar su conocimiento del modelo en el que vive y se desarrolla.

    Su exposición me ha dejado claro hasta que punto tengo una ignorancia profunda de elementos que, por otro lado, y con un poquito de interés por mi parte, quizás tuviera un acceso no demasiado complicado a una formación al respecto.

    Esta ignorancia mía, quizás es un reflejo de la existente en general en la población de esta sociedad nuestra, que por más democrática que se insista que es, parece que el mayor poso que está dejando tras de sí es una desidia importante por participar en su propio día a día, y pensar que democracia es elegir a alguien al que no se conoce, y tampoco se ha molestado en darse a conocer (listas cerradas), y esperar, demandar y enfurecerse «si las expectativas no se cumplen tal y como deseamos y nos han hecho creer», creyendo que la función de «pensar», ya la hemos delegado junto con nuestro voto.

  4. Manu Oquendo dice:

    Tomo nota, apreciado Juan, del título citado para incluirlo en la relación de Obras Proscritas. El «Índice» del Orden de Nuestro Tiempo. En realidad esta obra debiera ser parte del Dominio Público pero habida cuenta de los intereses en juego sigue en el limbo del mercado privado.

    Para entender por qué esto es así quizás habría que volver a leer muy despacio a Mancur Olson y rescatar de la memoria perdida otros textos, también proscritos, acerca de la Psicología de Grupos y por qué nos resulta más atractivo esperar a que otros hagan algo que hacerlo nosotros.

    En este sentido también es de agradecer el enlace de EB al curso de Richard Wagner que tampoco siembra en barbecho.

    La Obra de Olson (1965, Harvard UP) «The logic of collective action» casi con seguridad existe en español y se debe leer despacio y varias veces porque nos aclara situaciones poco intuitivas al tiempo que marca caminos fructíferos.

    Un saludo cordial y gracias por el artículo.

  5. Luis dice:

    Ciertamente, es llamativo lo relativamente fácil que resulta para los vendedores de humo, comerciar con el miedo y los deseos de las gentes de esta sociedad. La estrechez de los políticos parece buen indicador de que no están sino al servicio del Poder, de su Poder, del Poder que sea. Manejan y comercian con la confusión e ignorancia de unas gentes que, bien saben ellos, serán incapaces de captar y dar respuesta adecuada a esas “jugadas de prestidigitación” con las que continuamente nos deleitan. Poco que ver, realmente, con esas bellas intenciones de buscar el interés general del pueblo.

    Por ninguna parte encontramos la grandeza que requiere el gobierno de una sociedad. La derecha política en su pobre discurso se descalifica por sí misma. La izquierda debemos desenmascararla (un amigo).

    Gracias por tu artículo. Un saludo.

  6. Juan Laguna dice:

    Mi agradecimiento a los comentarios de este artículo que siempre son enriquecedores. Es un tema que merece la pena desarrollar más adelante analizando la estructura y sentido de los presupuestos públicos que, año tras año, se repiten sin que los mismos hayan sido objeto de un análisis efectivo en su ejecución. Por mucha «transparencia» que nos quieran vender…. Un cordial saludo a todos.

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