Las redes nos conocen mejor que nosotros mismos

En un famoso estudio publicado por Wu Youyou, Michal Kosinski y David Stillwell en 2015 se analizaba la capacidad de Facebook de identificar la personalidad de sus usuarios en comparación con conocidos, amigos y familiares.

A partir de 86.220 encuestas el algoritmo de esta red social predecía las respuestas de los encuestados basándose en los “Me gusta” que habían puesto a imágenes, vídeos y páginas web.

El algoritmo solo necesitó 10 “Me gusta” para superar las predicciones de los compañeros de trabajo, 70 para superar la de los amigos, 150 para hacerlo con la de los familiares y 300 con la de los cónyuges. La conclusión es que Facebook nos conoce mejor que nuestra propia pareja. En algunos ámbitos el algoritmo lo hacía incluso mejor que la propia persona.

La investigación concluye que “La gente podría abandonar sus propios juicios psicológicos y fiarse de los ordenadores en la toma de decisiones importantes en la vida, como elegir actividades, carreras o incluso parejas. Es posible que estas decisiones guiadas por los datos mejoren la vida de las personas”.

¿Por qué esa afición a los “Me gusta”? La relación social es parte esencial de nuestra naturaleza como seres humanos. Queremos sentirnos queridos y aceptados. Cada vez que lo recibimos es un pequeño premio, que adquiere una relevancia especial en la adolescencia dada su necesidad psicológica de aceptación social, de ahí la tremenda popularidad de estas redes en esas edades.

El diseño de estas aplicaciones es además adictivo, utilizando lo que se denomina tecnología persuasiva. Siempre que actualizo la página hay algo nuevo. Se implanta en nuestra mente un hábito inconsciente similar al que se produce con las máquinas tragaperras.

La información obtenida de redes sociales es empleada por algunas consultoras para clasificar a los usuarios según el ampliamente difundido modelo OCEAN de rasgos de personalidad. En este modelo la O se corresponde con el rasgo Openess (Apertura a nuevas experiencias, creatividad, intelectualidad), la C con Concientiousness (persona práctica, organizada y trabajadora), la E con Extraversion (sociabilidad e interés por la interacción con otro), la A con Agreeableness (calidez, colaboración y deseo de llevarse bien con la gente) y finalmente la N con Neuroticism (malhumor, ansiedad).

Nuestra interacción con las redes sociales, cuando el número de datos es suficiente, revelaría nuestra personalidad real y no nuestra imagen idealizada de nosotros mismos.

Una de las consultoras que emplearon esta metodología fue Cambridge Analytica en el campo de la política (esta empresa desapareció en 2018 pero ha abierto el camino a otras muchas). Es famosa su implicación en la campaña de D. Trump en 2016 y en la que se llevó a cabo a favor del Brexit en el Reino Unido. Es menos conocida su participación en la auspiciada por el republicano John Bolton en 2014 a favor de candidatos de esa formación como Thom Tillis en Carolina del Norte. Se han descubierto ahora detalles de la aportación de esta consultora a la campaña que son tremendamente esclarecedores de cómo se pueden emplear herramientas de analítica de datos para conseguir determinados fines.

En un artículo publicado este año se estudian los diferentes anuncios preparados por esta empresa a favor de los correligionarios de Bolton según el perfil de personalidad detectado en el usuario de la red social. Así, por ejemplo, a los clasificados como “Neuróticos” se les destacaban los crecientes riesgos internacionales y la necesidad de líderes fuertes y estables en el país. Cada tipo de usuario recibió una publicidad adaptada a su perfil.

Google es otra compañía que dispone de una implantación casi omnímoda en el mercado. Su sistema operativo Android para teléfonos móviles está instalado en 2.500 millones de dispositivos en todo el mundo suponiendo un 74,6% del mercado. Esto ha llevado al fiscal general de EE.UU., William Barr, a presentar en el mes de octubre pasado una demanda contra Google por posición dominante en la que ya es la mayor acción antimonopolística emprendida desde 1998 cuando se demandó por razones similares a Microsoft.

El motor de búsqueda de Google es utilizado por el 86% de los internautas y su negocio publicitario superó en 2019 los 134.000 millones de dólares. Ante cifras tan abrumadoras es difícil que sobreviva la competencia y no sorprende la demanda antimonopolio.

Como es bien conocido, Google no es solo un buscador; es un conjunto completo de aplicaciones a las que con frecuencia nos apuntamos, no solo por la calidad de las mismas, sino por la facilidad de interconexión entre ellas. Cuando usamos el buscador estamos dando información de cuáles son nuestros intereses, pero también lo hacemos cuando viajamos a un sitio empleando Google Maps, nos informamos por Google Noticias, subimos Fotos, vemos un video de YouTube o hacemos compras. Todos tenemos la experiencia de haber buscado algún producto en un momento determinado y recibir anuncios del mismo durante días o semanas.

La compañía emplea toda esta información que recibe de nosotros y que se la damos gratuitamente (a cambio de acceso sin coste a sus aplicaciones).

En un buscador es fundamental que el resultado salga en la primera página (un chiste de la red dice que si quieres esconder un cadáver lo mejor es que lo pongas en la segunda página de resultados, nunca lo encontrarán). Con frecuencia ocurre que las páginas web que aparecen primero no son las más relevantes, sino las que han pagado más por estar destacadas o que más les interesa a la compañía. Un estudio reciente concluye que el 41% de los resultados de búsqueda en la primera página se corresponde con productos Google, aumentando por tanto su propia rentabilidad.

Lo dicho de Facebook y Google es aplicable, al menos en cierta medida, a muchas de las aplicaciones que empleamos hoy en día, desde las redes como Twitter e Instagram a las plataformas de películas y series y, en general, a cualquier aplicación por internet. A todas facilitamos información y todas hacen uso de ella.

¿Qué tienen de especial las redes sociales e internet con respecto a otros medios tradicionales? Cuando compramos un periódico somos conscientes de la tendencia política del mismo y sabemos lo que podemos encontrar en él, siendo además la información igual para todos los lectores. En internet, sin embargo, el mensaje recibido se va adaptando a nuestro perfil y preferencias (sin que seamos conscientes de ello). Las noticias y publicidad que nos llegan son las que el algoritmo correspondiente considera que son más afines a nosotros, con lo que se espera que sigamos usando esa aplicación y por tanto maximizar los ingresos por publicidad.

Lo que internet ha conseguido es el sueño de los publicistas: la micro focalización (microtargeting) de los anuncios. Con ella se consigue personalizar los mensajes publicitarios a las características individuales de cada uno aumentando así el impacto y la respuesta esperada.

No se pueden negar las ventajas que internet ha supuesto para la población en general, desde el acceso a mayor información, la mayor posibilidad de difusión de opiniones, aplicaciones de gran utilidad, etc.

No obstante internet, y en particular las redes sociales, tienen claros inconvenientes que pueden afectar a la misma esencia de las libertades individuales.

El problema principal radica en que el modelo de negocio en el que predominantemente se basa es el de saber tanto como sea posible de los usuarios y emplear estos datos para obtener ganancias financieras. Siguiendo una frase ampliamente citada: “Si no pagas por el producto, tú eres el producto”. Nuestra información es lo que venden (dicho sea de paso, gracias a ello estas empresas están ocupando algunos de los primeros puestos entre las más rentables del mundo).

Los algoritmos de Inteligencia Artificial en que se basan buscan conseguir el objetivo de la mayor rentabilidad comercial por encima de cualquier otra consideración. Esto ha evolucionado (a veces incluso de forma imprevista para los programadores de estas herramientas) hasta personalizar al máximo la información que nos ofrecen a fin de conseguir una adicción a sus contenidos y un crecimiento continuo del uso de la aplicación.

Una de las consecuencias negativas de esa personalización de la información es que, al tener acceso solo a los contenidos a los que somos afines, se nos produce una sensación engañosa de uniformidad, de que la mayoría piensa como nosotros. Dado que solo nos llega parte de la información, y pensamos que es el todo, nos preguntamos ¿cómo es posible que haya gente que no piense como yo? Esto nos lleva a una menor empatía con las ideas diferentes de los otros y a una mayor polarización ideológica, como ya escribí que se estaba produciendo de forma creciente en un reciente artículo de este blog.

El sistema además propicia las noticias falsas. La verdad es aburrida. Un estudio del MIT descubrió que lo falso se propaga 6 veces más deprisa por las redes que lo verdadero. Recordemos que estas aplicaciones buscan por encima de todo aumentar el tráfico en las mismas y por tanto su rentabilidad, de ahí que sean campo propicio para las falsedades.

Uno de los riesgos desde el punto de vista de las libertades políticas es que los estudios de segmentación de votantes y de campañas para influir en el voto son muy costosos por lo que solo se lo podrán permitir personas con gran respaldo económico o potencias extranjeras con intereses geopolíticos. Al final queda en entredicho la libertad del individuo para elegir.

Algunos se preguntan si el ser humano será capaz de adaptarse y superar este problema por sí mismo como ya lo hizo en crisis pasadas. No descarto que la creatividad propia de nuestra especie nos dé alguna sorpresa agradable en este campo, pero hay datos que nos hacen pensar que no sería sin un elevado coste en términos de libertad. Mientras que la capacidad de las personas apenas ha variado en los últimos siglos y la de la mayoría de los artefactos que hemos desarrollado se ha incrementado en cantidades relativamente pequeñas, la de los sistemas informáticos lo ha hecho en órdenes de magnitud del orden de millones y se espera que herramientas como la Inteligencia Artificial supere en algunos aspectos a la mente humana en poco tiempo.

Lo que nos encontramos en este momento es que internet y las redes sociales han crecido de una forma tan exagerada que no es fácil meterle mano al problema. Ha llegado mucho más allá de lo que los propios creadores de las aplicaciones habían soñado.

Lo que está claro es que hace falta algún tipo de regulación que proteja al ciudadano y a sus libertades. El sistema, dejado a su libre albedrío, está provocando los problemas enunciados más arriba. Algo similar ocurrió con la protección de datos o, por poner casos más lejanos, la caza de especies protegidas o el evitar la tala indiscriminada de bosques. La lógica ciega de la rentabilidad económica a corto plazo nos llevaría a situaciones que, aparte de ser negativas para el ser humano en su conjunto, serían también malas desde el punto de vista económico a la larga.

Mientras tanto hay cosas que también podemos hacer a título individual: desde reducir (algunos apostarían directamente por eliminar) nuestra exposición a internet y las redes sociales (y disminuir especialmente la información que facilitamos a la misma), hasta usar buscadores y aplicaciones que no guarden nuestro historial, limitar el uso de la red a los menores, buscar directamente información de fuentes diversas (que nos permita comparar distintos puntos de vista) y comprobar cualquier noticia sospechosa.

Yuval Noah Harari en su libro “Homo Deus” hace una reflexión sobre el futuro de la humanidad en la que nos dice que si estas herramientas nos conocen mejor que nosotros mismos, dejaremos que cada vez tomen más decisiones por nosotros y concluye: ¿Llegará el momento en que directamente nos sustituyan por eficiencia? Esperemos que no, al menos en lo que constituye la esencia del ser humano.

10 comentarios

10 Respuestas a “Las redes nos conocen mejor que nosotros mismos”

  1. pasmao dice:

    Apreciado Don Francisco

    El principal problema es que la argumentación de lo que nos presenta viene de los mismos que se dicen de si mismos «peligrosos».. y que pretenden regulaciones, porque somos cómo niños pequeños a los que hay que proteger.. es mejor que nunca crezcamos, para seguir manteniendo el negocio de protegernos de nosotros mismos.

    Estamos ahora inmersos en el tema de:

    1/ La elección del Presidente, que si Biden o si Trump..

    Por lo visto, si todas esas redes sociales nos conocieran tan bien, sobre todo en los USA donde su uso es agobiante, la elección habría estado clara desde hace meses y todas esas encuestas que pronosticaban una victoria, sin quitarse la gorra, de Biden habrían acertado.

    Porque no me creo que las encuestas de intención de voto no se corrijan, o «cocinen» con los datos de los redes sociales. Estamos en el XXI o no estamos.

    Y si han fallado en tema donde los recursos no han faltado, que no será en otras cosas. Pero si tenemos que esperar que sean las empresas de Big Data las que nos digan que por muchas IA que haya, se equivocan mas que una escopeta de feria lo llevamos claro.

    Por lo visto, el problema, según algunos, es que dichas empresas y medios ad hoc no se equivocan. Los que se equivocan son las personas reales por no seguir los patrones prefijados por esos Big Data; y para evitar semejante desatino mejor manipulamos, censuramos o prohibimos.

    Siempre por nuestro bien, que somos cómo niños pequeños.

    2/ El tema del «bicho»

    Por lo visto el «bicho» tiene unos patrones de contagio bastante definidos según los expertos. Que si los jóvenes, que si las reuniones familiares, que si etc , etc..

    No creo que fuera tan difícil cruzar los diferentes patrones de contagio, con los de los diferentes usuarios de las redes, los diferentes perfiles, para de la misma manera que se «convence» (o manipula) para que voten a Trump o Biden (o a Abascal o Sánchez..) se hiciera (personalizando el mensaje) para que tomaran medidas profilácticas ad hoc, para evitar su propagación.

    Pues o bien no se ha hecho. Algo tan a priori debería ser tan sencillo cómo manipularnos para que compremos el último móvil, nos cortemos el pelo cómo mohicanos, nos tatuemos a saber que .. o nos pongamos piercings en a saber donde (que debe doler muchísimo, me imagino), ídem con leerse truños sobre reptilanos conspiranoicos, etc, etc.. y no se ha hecho.

    La pregunta es ¿por qué?

    O bien se ha intentado hacer pero no funciona. Lo que nos dice mucho sobre la utilidad del invento. Con lo que resulta tanto conocer cuanto de .. para que al final sirva para vender camisetas, o meter miedo con lo del cambio climático, o que te puedan al tirar al pilón por facha; pero no para «educar» (a cada cual según esos infinitos perfiles) en valores cívicos que ayuden a controlar la pandemia.

    O bien no se ha intentado hacer por que lo que conviene es que el personal esté lo menos educado posible.

    Respecto al Cambridge Analitica y lo de Trump o el Brexit; francamente no me creo mucho. No creo que influyera tanto cómo nos quieren hacer creer. Es mas, estoy seguro de que si lo hubieran usado los otros (que seguro que lo hicieron), es decir Hilaria y los Reminders, y hubieran ganado; nadie sabríamos de su existencia.

    Por lo demás estando de acuerdo a grandes rasgos con su artículo tenga presente que si una Greta de esas se presentara ante la respetable juventud planetaria con la propuesta de que el personal sólo usase «dum» or «silly» phones, y que sistemáticamente diera «likes» (a través del ordenador no del móvil) a las cosas mas disparatadas de vez en cuanto (para desinformar al algoritmo); tenga la seguridad de que no habría tenido predicamento y jamás habría estado en la ONU ni habría ocupado portadas.

    Yo lo que veo es mas una preocupación de los medios del mainstream porque se les va de las manos una herramienta que consideraban de su exclusividad, que una sincera preocupación por si la humanidad puede ser tutelada, previa rebaja de su condición intelectual, por IA y similar.

    Un cordial saludo

    1. Francisco Díaz-Andreu dice:

      Buenas tardes Pasmao.
      Estoy de acuerdo en que quizá estas herramientas no están todavía suficientemente afinadas para garantizar el resultado deseado de los que las gestionan. No obstante, como en el fútbol, hay que tener en cuenta que el otro equipo también juega y que pueden estar empleando técnicas semejantes por lo que, en el caso de contendientes políticos, se pueden estar compensando.
      Las técnicas de mico focalización (micromarketing) se están empleando desde hace mucho tiempo con éxito comercial, pero su uso o no es algo que no se hace público. ¿Qué nos hace pensar que no se estén empleando tanto en temas comerciales como políticos y que no seamos conscientes de ello?
      Con respecto a los medios de comunicación convencionales, no pretendo ponerlos en un altar ya que también intentan influir en la opinión pública y, en ocasiones, los intereses que hay detrás de ellos les empujan a sesgar la información. Las redes sociales tienen como bueno que, sin necesidad de grandes apoyos financieros, cualquiera puede dar su opinión, pero el problema que les veo es que, simulando ser ciudadanos de a pie, hay también corporaciones, entidades o gobiernos que, de forma invisible para la mayoría, usan medios sofisticados de manipulación y, en ese sentido, sus estratagemas son más difíciles de detectar por el personal.
      Saludos

      1. pasmao dice:

        En efecto Don Francisco

        El problema principal de las redes respecto a los bots y similares es que con las limitaciones de caracteres y la incapacidad, creciente, de quienes opinan en ellas (no es el caso de éste foro, ni mucho menos) para sin tener que recurir a test de Turing hacerte una idea de quien o que ha detrás de un teclado.

        El problema principal de la actualidad, en mi opinión, es como ha caido la población en la idea de que hay que «hacerle la pelota a las máquinas» para que ellas te evaluén y en función de ello acreditar ante terceros una supuesta superioridad en habilidades cognitivas.

        Veáse el caso de quienes participan en video juegos on line, o se enganchan a los comecocos del móvil, etc…

        Que uno tenga que seguirle el ritmo a una maquina/programa, para que después te evalue y venda que eres mejor que Fulanito o Zutanito, y que además uno se lo crea. Cuando la propia máquina/programa podría derrotarte con una mano atada a la espalda; porque para es una máquina. Es tan delirante e idiot* que si no fuera una realidad sería poco mas o menos que imposible de explicar a por ejemplo un pastor del XIX.

        El problema es que para que uno pueda pasar por el aro de ser evaluado, tiene necesariamente que asumir comportamientos y habilidades de máquinas, con lo que realmente hace la diferencia y lo que nos hace superiores respectoa ellas, por mucho IA que sean, lo perdemos.

        El truco para que creamos que una IA es inteligente es que parezca inteligente, no que lo sea. Y la en la medida en que rebajemos nuestras expectativas y capacidades mas fácil será para esa IA parecer inteligente.

        Cuanto mas borregos seamos, mas fácil lo tendrán los algoritmos.

        El problema es que cómo esas IA no sean tan inteligentes cómo nos dicen que son, de lo que se trata es que seamos lo mas borregos posibles (o sea: estandarizados), para que su funcionamiento y las decisiones que tomen (que nos dirán que son éticas y neutrales, y usted y yo que nos lo tenémos que creer, por el artículo 33) «funcionen».

        A saber cuanta parte de los recursos de esas IA se dedican a tapar la «miercoles» de sus decisiones erradas. Para no ser cuestionadas.

        Un cordial saludo aotra vez

  2. Sedente dice:

    Hola, me gustaría aportar otras visiones sobre todo esto.

    Aunque a grandes rasgos estoy de acuerdo con lo comentado existen otros aspectos o puntos de vista que pasan desapercibidos.
    Lo banal. Lo banal y lo importante.

    A ver cómo lo explico.

    No sé si es del todo cierta la afirmación del título. Es verdad que conocen gracias a nuestros clics y las cosas que vemos mucho sobre nosotros. La materia lo sabe todo de nosotros
    pero, ¿las redes o quienes sacan conclusiones sobre esos clics lo saben en verdad?

    Alguien puede estar duchándose o limpiando platos o cocinando, pero por dentro puede estar pensando en cosas mucho más trascendentales que lo aparentemente mostrado. ¿Me siguen?

    ¿Cuántas grandes ideas y pensamientos han surgido de actividades aparentemente triviales?

    El dejarse llevar como velero por el mar o como hoja sobre el caudal de un río, no significa que el velero o esa hoja llegue a mal lugar. No significa tampoco que las vivencias o experimentaciones de todo ese viaje no tengan valor o que incluso puedan ser utilizadas por otros como una conclusión verídica de lo que acontece al total de la hoja o el velero en el viaje y su destino.

    La hoja en el remolino de la cascada tiene sus particulares experiencias sobre ello y no creo que puedan ser medibles como conclusión definitiva de la total experiencia.
    Es verdad que puede ser utilizado su momento por diversos intereses pero, ¿es eso concluyente sobre los gustos y deseos de la hoja, o del velero y quien lo habita?

    ¿Y si la miran en el remanso aún teniendo en cuenta su paso por el remolino, sabrán apreciar su estado? ¿Su interés? ¿Su verdadero deseo?

    Todo esto que propongo o explico, que parece otro devaneo de una mañana cualquiera, podría ser utilizado para la mayor comprensión de todo esto de lo que habla el artículo. Podrían utilizarse y añadirse esas variables y posibilidades en forma de algoritmos para obtener conclusiones definitivas sobre todo esto, y todo esto es parte del todo. De la materia que sabe todo.

    De las teclas que tecleamos y de las ideas que detrás de ellas se esconden o están.
    De las suyas o las mías. Del que juega en su teléfono, el que lee artículos de no sé qué y el que ve no sé cuántos.
    Todas las cosas incrementan lo que la materia sabe de nosotros. Todo acto.

    ¿A dónde voy?

    Quiero, intento, mostrarles al ser humano microscópico. Al ser humano visto por las estrellas.

    Al que escarba. Al que ordena. Al que construye y al que busca.

    Al que escarba la tierra y todo lo que en ella hay. Al que ordena las cosas por su composición forma, utilidad, atracción o repulsión.
    Al que construye caminos con todos esas cosas separadas, pulidas, ordenadas, dispuestas para un concreto fin.
    A la luz que de todo ese orden emana.
    Al que busca y hace y piensa en esa luz. Sobre esa luz. Mirando esa luz.

    A todas esas cosas que pasan desapercibidas. De toda esta carrera de aparentes veleros sin rumbo en un mundo que da vueltas.

    Otra visión sobre todas estas cosas.

    Saludos.

    1. Francisco Díaz-Andreu dice:

      Hola Sedente.
      Una de las facetas que caracterizan al ser humano es que mostramos rasgos de nuestra personalidad en todo lo que hacemos. Así pues, la manera en que nos movemos, lo que compramos, lo que regalamos, nuestra forma de hablar, el barrio en que habitamos, lo que leemos y un largo etcétera reflejan nuestra manera de pensar y de ser. Sin darnos cuenta vamos dejando rastros de nosotros mismos por todas partes. Esto es normal y natural.
      En el caso de internet nuestra personalidad se va reflejando inconscientemente en todas nuestras acciones. Lo que cambia en este caso es que tenemos un gran hermano que va contabilizando todos nuestros movimientos en la red, los analiza y le busca una utilidad para sus fines comerciales (incluyendo en ellos a los fines políticos).
      Estoy de acuerdo en que hay muchos momentos de nuestra vida aparentemente inactivos que pueden ser tremendamente fructíferos y creativos, o al menos no son vigilables. No obstante, en cuanto nos manifestamos (ya sea con internet o con otras personas directamente) tendemos a reflejar nuestra manera de ser. Esto no es malo, es simplemente parte de nuestra naturaleza.

      1. Sedente dice:

        Si. Tiene razón. El dinero domina demasiadas cosas.

  3. JOSE CORRALES dice:

    Paco

    Muy Bueno tu artículo. Yo sobre este tema tengo dos visiones contradictorias, una que coincide con la tuya y otra que me hace pensar que debemos ser generosos con los datos agregados.

    El que google obtenga de nosotros datos agregados revierte en nuestro beneficio. Por ejemplo, le permite avisarte que evites pasar por una calle porque está atascada. Lo sabe porque los móviles en esa calle se están moviendo muy lentamente; pero para eso es necesario que les autoricemos la geolocalización. Con este tipo de mapeo de los desplazamientos globales nos evitaremos en el futuro derroches como algunas de las autopistas radiales de Madrid, que se construyeron porque no tenían este tipo de datos y no podían predecir que tendrían poco tráfico.

    Quien controle la inteligencia artificial controlará el mundo y es preocupante que pueda ser China. En este tema ya están al nivel de los EEUU y en parte es debido a que el secreto está en tener trillones de datos para entrenar las redes neuronales, y China no tiene ningún problema con los datos.

    Me ha alegrado tener noticias tuyas.

    1. Francisco Díaz-Andreu dice:

      Hola Pepe. Me alegro también de saber de ti.
      Efectivamente internet nos mejora la vida en muchos aspectos. Haces mención a una palabra que me parece clave: datos agregados. El uso de datos agregados tiene muchos menos riesgos, desde el punto de vista de la protección de libertades individuales, que el uso de los datos particulares de las personas.
      El problema es que no es fácil, una vez que accedes a los datos, el asegurar que las compañías solo van a hacer uso de los datos acumulados. La micro focalización o microtargeting precisamente se basa en hacer uso de los datos de las personas individuales para acertar mejor en su objetivo comercial.
      Internet, como todos los inventos de la Humanidad, puede usarse para el bien o para objetivos perversos. Los coches, por ejemplo, son un magnífico invento que tiene multitud de ventajas para los seres humanos; fue necesario sin embargo regular su uso, poner reglas de tráfico, inspección obligatoria de los vehículos, etc. a fin de aminorar los posibles problemas derivados de su mal uso.
      En el caso de internet todavía estamos al comienzo de su desarrollo, por lo que es normal que no se hayan desarrollado todavía su regulación. Por otro lado éste es un tema muy delicado ya que roza derechos fundamentales como es la libertad de expresión (para la que esta herramienta ha supuesto una mejora). No es un tema fácil.

  4. Loli dice:

    La verdad es que el comentario de Pasmao me resulta “esperanzador”.

    Esa necesidad exhaustiva de recopilación de datos, a lo mejor me equivoco, revela que algo se le puede estar escapando en la mejoría de esa Inteligencia Artificial. ¿No debería ser suficiente, de existir un conocimiento tan potente del comportamiento humano, hacer más cosas con menos información…? Una inteligencia que se precie, debe ser lo más “eficaz” posible…, pero igual estoy equivocada.

    Porque, ¿realmente se puede decir concluir que el conocimiento de alguien se basa en los gustos, preferencias, tendencias, localizaciones….que vuelca en las redes tecnológicas?.

    ¿Existe convencimiento, por parte de las grandes empresas tecnológicas, sobre que la Inteligencia Artificial podrá sustituir, en algún momento, totalmente la capacidad de experiencia humana?.

    Claro, a lo mejor aquí alguien diría…”es la economía, idiota….y desde luego que se va a intentar”.

    Entonces parece que sí, que ese convencimiento existe, de lo contrario no se explicaría el empeño que se está poniendo en ello….quizás.

    Otra cosas es que realmente eso pueda ser así.

    El “mostrar y dejar rasgos de nuestra personalidad”, como apunta el autor del artículo unos comentarios más abajo, no significa, tengo la impresión, que esa tecnología nos conozca, o nos llegue a conocer mejor que “nosotros mismos”, porque en realidad, lo que planteamos conocer de nuestra identidad, con lo que nos identificamos, son también rasgos, atributos en muchos casos sesgados, con los que funcionamos socialmente.

    Otra cosa es lo que nos creamos, como pienso que apunta Pasmao en su comentario.

    También me ha resultado muy curioso el ejemplo que ha puesto.

    El caso de la “niña Greta”.

    Sin el apoyo, no ya mediático, sino directamente económico y sin disfraces, seguramente sus reflexiones sobre el cambio climático y sus actitudes, no hubieran tenido gran repercusión, o no más allá de muchas otras.

    Por otro lado no deja de tener su gracia que se haya apostado por promocionar y reforzar la imagen distinta y algo extraña de una “adolescente” escondida bajo una capucha, huidiza y de gesto huraño…poco dada a la sociabilidad, víctima de un síndrome que se lo impide.

    ¿Un intento de probar cómo se responde ante el modelo de dificultad empática, como algo a seguir?.

    Bueno…esto último no es más que una especulación muy personal, desde luego.

    De todas formas no me resisto a mencionar unos párrafos del “Así habló Zaratustra” de Nietzsche, que, leyéndolos, y leyendo el artículo….de algún modo…he relacionado:

    “Semejantes a quienes se paran en la calle y miran boquiabiertos a la gente que pasa: así aguardan también ellos y miran boquiabiertos a los pensamientos que otros han pensado”.

    “Son hábiles, tienen dedos expertos ¡qué quiere mi sencillez en medio de su complicación! De hilar y de anudar y de tejer entienden sus dedos: ¡así hacen los calcetines del espíritu!.”.

    “Son buenos relojes:¡con tal de que se tenga cuidado de darles cuerda a tiempo! Entonces señalan la hora sin fallo y, al hacerlo, producen un discreto ruido”.

    1. Francisco Díaz-Andreu dice:

      Hola Loli.
      El ser humano es tan complejo y sus comportamientos tienen tantos matices que estoy de acuerdo en que es muy difícil que un algoritmo nos capte plenamente.
      Sin embargo todos tenemos la experiencia de que, en ocasiones, al estar solo 5 minutos con una persona captamos matices de su lenguaje o de sus gestos que nos hacen llegar a la conclusión de que algo le está pasando a esa persona aunque no nos lo diga explícitamente o incluso nos lo niegue.
      En nuestro comportamiento habitual hay multitud de acciones inconscientes que reflejan nuestro pensamiento, opiniones y estado anímico.
      Un algoritmo de inteligencia artificial, si se propone conocernos, tiene la ventaja de que dispone de todo el tiempo del mundo para ello y que puede usar muchísimos datos, no solo los cinco minutos que estamos con una persona.
      Por otro lado, hay que contar con que estos algoritmos se irán perfeccionando con el tiempo, al igual que ha sucedido con toda evolución tecnológica, por lo que habrá que ver qué son capaces de hacer de aquí a unos años.
      El hecho de que simplemente con los “Me gusta” que ponemos en Facebook un algoritmo sea capaz de superar el análisis que hacemos de algunos aspectos de una persona los amigos o familiares, hace que asuste pensar qué podrán hacer disponiendo de más datos.
      No sé hacia dónde van a evolucionar estos algoritmos ni si habrá partes del ser humano que sean incapaces de acceder (confío en que sea así), pero lo que quiero llamar la atención es que hay herramientas muy poderosas por ahí y que, al igual que la biotecnología o la privacidad de datos, hay que vigilar y, donde sea necesario, regular.

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