El mundo, hijo mío -le dice en el acuario el pez padre a su hijo-, es una enorme caja llena de agua.

Con este famoso ejemplo, Nietzsche ilustraba cómo las limitaciones de los sentidos del ser humano no le permitirían percibir la Realidad, sino sólo una ínfima porción. Para el filósofo, cada uno de nosotros seríamos peces, creyendo que el acuario es todo lo que existe.

El neurólogo alemán Gerhard Roth escribió que «el hombre en modo alguno posee un córtex prefrontal especialmente grande porque lo necesitara imperiosamente; más bien le fue suministrado de balde». De este modo, el neurólogo aceptaba que el cerebro humano no se forma a impulso de las exigencias del medio, como sostenía Darwin, sino por alguna otra razón.

¿Por qué entonces? ¿Para qué contamos con un cerebro sobredimensionado con 100.000.000.000 de neuronas que pueden formar hasta 500.000.000.000.000 conexiones entre ellas? Si la necesidad de adaptación al medio no explica esa descomunal capacidad, entonces ¿qué la explica?

El filósofo de Röcken nos diría que la única explicación posible es que el pez utilice esa magnífica herramienta para descubrir lo que hay más allá de las paredes de cristal del acuario.

Y diréis ¿qué tiene que ver esta introducción con la nueva y la vieja política? Mucho.

Como eslogan publicitario, los nuevos partidos políticos que han surgido en España y en otros países europeos se han presentado a la ciudadanía como representantes de una nueva forma de hacer política, frente a los viejos partidos a los que aspiran a sustituir.

Sin duda el eslogan es efectista y ha obligado a los viejos partidos a tratar de alejarse, en el imaginario público, de ese estigma que ahora parece lo viejo frente a lo nuevo.

Pero, el eslogan interesa poco, lo importante es responder a la pregunta de si, más allá del reclamo publicitario, hay algo. Y desgraciadamente parece que poco. Partidos que nacieron como asambleas ciudadanas, cada vez se perciben más sometidos al dedo del líder todo poderoso (Errejón lo acaba de sufrir en sus carnes). Las luchas internas de poder tienen poco que ver con idealismos y mucho con ambiciones personales. Los movimientos tácticos de unos y otros están más relacionados con sus propias expectativas electorales, en función del signo de las encuestas, que con el interés general que dicen defender. Lo estamos viendo clamorosamente en la sucesión de gestos postelectorales. Con diferencias de matiz, los partidos, nuevos y viejos, siguen el antiguo patrón de ver más la paja en ojo ajeno que la viga en el propio.

Lo que demandaría de los partidos una nueva política de verdad fue analizado por Manuel Bautista en el post que os enlazo: partidos abiertos a la ciudadanía, que creasen verdaderos foros de debate, libre y profundo, sobre el presente y el futuro de nuestras sociedades; que se nutrieran de las ideas de quienes tengan algo que aportar, afiliados o no al partido, afines o no al mismo. Partidos mucho más permeables a la sociedad, en los que tuvieran cabida las opiniones de científicos, filósofos, escritores… Partidos en los que la crítica o el debate interno no se percibiera como un signo de debilidad, sino de fortaleza de la organización.

Pero ¿está realmente preparada la ciudadanía para este tipo de partidos? De esta pregunta surge uno de los grandes dilemas políticos: ¿pueden unos pocos líderes políticos impulsar la evolución social? O, por el contrario, ¿esa evolución no es posible sin un desarrollo personal de un porcentaje relativamente alto de la población?

Los partidos políticos, en el actual modelo, funcionan como cualquier empresa inserta en un mercado, en nuestro caso, el del voto: diseñan un producto, tratan de generar en la ciudadanía el deseo/necesidad de ese producto a través de elaboradas campañas y esperan el resultado empresarial en forma de votos y poder.

Mientras un porcentaje amplio de la ciudadanía tenga la actitud del pez de Nietzsche y demande un mensaje simplificado, en el que se conforme con percibir y entender lo que está dentro de las paredes de la pecera; será difícil persuadir a los partidos políticos-empresas de que deben caminar hacia un mensaje más complejo y profundo, hacia un debate de matices y aristas o hacia liderazgos menos personalistas y efectistas, pero de mayor contenido.

Ciertamente, la empresa genera la necesidad; y, por tanto, en un mundo ideal, cabría demandar de los autodenominados nuevos partidos que, haciendo honor al eslogan, optaran por fomentar en la ciudadanía un debate complejo. Pero ¿no es este simplemente un buen deseo que se desvanece en el choque con la realidad? ¿Es creíble que un partido, nuevo o viejo, trate de generar en la población nuevos deseos más complejos cuando corre el riesgo de perder sus objetivos empresariales?

Pongamos un ejemplo. Mucho se habla de lo importante que sería la generalización de las primarias en los partidos políticos para fomentar el debate interno. Y no puedo estar más de acuerdo con la afirmación. Pero también estamos viendo como en las primarias por excelencia, las que van a decidir los candidatos a Presidente de los EEUU, el debate es ínfimo e incapaz de alejarse de eslóganes simplificados. Y esto es lógico en la concepción empresarial del candidato, cuando la ciudadanía demanda o al menos se conforma con ese tipo de productos a los que da su apoyo.

En muchos países occidentales hemos visto como surgían movimientos ciudadanos de protesta frente a una forma de hacer política; pero, en general, fueron gritos de descontento frente a la situación personal provocada por la crisis, desprovistos de un análisis profundo de las causas y de los remedios. Movimientos de este tipo son fácilmente manipulables desde el puro marketing político.

Para que pueda producirse un auténtico cambio, sociedad y política deben caminar en paralelo. La demanda ciudadana ha de venir acompañada de la asunción de su responsabilidad por parte de la ciudadanía, en un modelo tan exigente como la democracia. Es entonces cuando los partidos tendrán que tomárselo en serio. Es entonces cuando no servirán los simples trucos de maquillaje.

Y quizás la asunción de nuestras responsabilidades esté más relacionada de lo que pensamos con esa ansiada felicidad que todos perseguimos. Los estudios de la llamada «economía de la felicidad» ya saben que a partir de unos ingresos mínimos anuales, la felicidad deja de crecer proporcionalmente al aumento de ingresos. Una de las reglas epicúreas de la felicidad era mantener una alta actividad cerebral ¿no estará la felicidad relacionada con utilizar la maravillosa herramienta con la que empezaba este post para ser capaces de descifrar esa parte de Realidad que se esconde fuera de las paredes de la pecera?

La nueva política, para que sea tal, solo puede venir de la mano de esa actitud individual de la ciudadanía. Es entonces cuando se percibirá el vacío de los simples eslóganes utilizados para obtener una mayor rentabilidad política. Solo entonces daremos un paso de gigantes.

7 comentarios

7 Respuestas a “Nueva y vieja política”

  1. O'Farrill dice:

    No creo que haya diferencia entre la nueva y vieja política más allá de las experiencias de unos frente a la supuesta bisoñez de otros. Dicho de otra forma, entre quienes han estado cómodamente gobernando desde la Transición (lo que ha llevado a muchos excesos) y los que pretenden su parte de la tarta (la representación escénica para gobernar es elocuente) en el reparto del poder.
    Partimos de una Constitución que cumplió en su momento su cometido (reconciliación y cambio de régimen) pero cuyo texto contiene demasiadas trampas que, en su momento, la mayor parte de los españoles no percibieron. Desde el artº 1º adquiere un sesgo ideológico «socialdemócrata», lo que supone que quedarían fuera todos los identificados así. En el artº 2º se introduce la figura de las «nacionalidades» o, lo que es igual, está propiciando la fragmentación de las actuales CC.AA. al considerar a los estatutos con idéntico rango al de la C.E. Conviene recordar las palabras del socialista Maragall: «Este estatuto significa que el Estado ha pasado a ser una categoría marginal en Cataluña y la C.E. ya no existe en Cataluña porque ha sido sustituida por el estatuto». Artº 3: «El castellano es la lengua española oficial del estado… las demás lenguas serán oficiales…»
    Si se la lee atentamente, vemos que la mayor parte de los artículos se subordinan a las leyes de desarrollo, lo que equivale a que en cada legislatura puedan cambiarse las reglas del juego al cambiar las leyes.
    El sistema de partidos, su regulación y organización se basa en el «modelo» prefijado por el Ministerio del Interior. El sistema electoral es injusto en su representación parlamentaria. Se introduce «la corona» en lugar de la jefatura del estado, entrando en cuestiones dinásticas extrañas a la función constituyente. Su redacción es contradictoria (lo que pasa «el marrón» al TC como en el caso de Cataluña). Proclama derechos que no puede garantizar (como el de la vivienda «digna y adecuada» ?) «regulando la utilzación del suelo… para impedir la especulación» (sorprendente lo de las recalificaciones) y reconoce las «plusvalías» de la acción urbanística…..
    Seguir uno a uno los artículos del texto y desentrañar su significado es tarea de titanes jurídicos, pero habría que plantearse el hacerlo si de verdad creemos en el «constituyente» y en la soberanía del pueblo para constituirse como estado.

  2. Estimado Isaac,

    Parece muy acertada su analogía de la pecera. Parece que la nueva política pasa por que en lugar de ser consumidores del modelo (político, económico, psicológico, social, etc.), pasemos de instante a instante a ser creadores y agentes de cambio.

    Pero ¿Cómo vamos a cambiar exteriormente algo cuando internamente, psicológicamente queremos seguir anclados a nuestras costumbres habituales? Queremos un mundo ecológico, en donde pueda ir en mi coche de 500 caballos. Queremos igualdad, en donde tenga una casa enorme con piscina y personal que me atienda. Queremos un cambio radical, en donde mis sueños más profundos sigan exactamente igual.

    Estas contradicciones no las podemos disolver por simple decisión personal, ya que son parte de un condicionamiento, en el cual la mente/razón/sentimientos tienden a repetir una y otra vez los mismos patrones que aprendimos en la infancia, juventud, en la cultura imperante, etc. Así como dejar de fumar suele ser complejo, igual lo es el dejar de ser un individuo que en mayor o menor medida es agente activo de una sociedad contaminante, desigual, etc.

    ¿Podemos entonces hacer algo para disolver estas contradicciones? Esto al parecer comienza por aprender a cuestionar en la práctica las propias costumbres. Incluso a esas íntimas y más arraigadas que creemos que son esenciales para nuestra personalidad.

    Tal vez la nueva política, es aquella producto de una nueva psicología, una nueva sociedad, en donde no se trata de oponer unas ideas políticas contra las otras, sino de cuestionar juntos los asuntos que emergen en todos los niveles. Cuestionar con la misma claridad tanto mis principios, como los ajenos. Así tal vez de una vez por todas, vayamos entendiendo que en realidad, la certeza es el movimiento de la actividad del cuestionamiento. Aunque, erróneamente, solemos considerar que la certeza es lo que se alcanza cuando el cuestionamiento termina.

    Un saludo,

  3. Rosae dice:

    Sin ánimo de llevar la contraria al texto de Andrés, también pudiera ser que la certeza sería aquello de «movilizar la idea(dada) y cuestionada en la acción (o actividad); por algo dicen «la experiencia es la madre de la Ciencia: sabiduría»;

    claro, ay un pero: Atreverse a hacerlo, lanzarse al vacío, incluso sin red, sin miedo!!, vamos!!
    alguno/a se atreve?-..la recompensa es: aprender sin límite, e ir eligiendo el cómo queremos vivir de modo más acertado..

    pero que igual esto ya para la otra vida si volvemos!!- que da un vértigo..!!

    1. Andrés dice:

      Estimada Rosae,

      Si he entendido bien, parece que como Ud. comenta, movilizar la idea y cuestionarla en la acción también es posible, y es parte del cuestionamiento. Aunque también en ocasiones es posible realizar un cuestionamiento, sin tener alguna idea de base (de origen), que tengamos que movilizar.
      Es decir, existe la posiblidad de tener un cuestionamiento sin dirección inicial, sin un enfoque concreto de inicio o final. Un cuestionamiento así, más que tener un objetivo concreto, tiene como actividad principal el simple permitirnos percibir cómo se relacionan diferentes aspectos y niveles entre sí.

      Tal vez, una buena forma de empezar el cuestionamiento, es esa sensación de vértigo al irnos permitiendo el cuestionarnos 🙂

      Un saludo.

  4. Rosae dice:

    Hello Andrés, perdón la tardanza, está claro que se puede pensar reflexionar cuestionar sin Acciones, (el pensamiento no puede tomar asiento: L. E. Aute), y por ahí andan los libracos filosóficos de He gel, Kant, Aristotéles, Platón etc..donde piensan y escriben teoría pura..

    me refiero a obtener «certeza» sobre algo, la certeza absoluta para mí que no existe, y cada quién o cual extrae su «propia» verdad acerca de la Vida- o de un@ mismm@ o de la evolución/involución de la Vida en general y en un@ mismo;
    Y así cómo en la naturaleza física- quimica- cuántica etc..hay unas «leyes» por la que se Rige lo dado (el fenómeno)..
    Desde los estudios empíricos e investigaciones..se llegan a esas «leyes»..
    En el mundo humano también hay una serie de principios básicos de Acción Válida que direccionan la vida en el Buen Sentido y en el buen conocimiento, y..a los que llegamos casi tod@s, en nuestro hacer en la vida..Si Meditamos desde lo «profundo»/ y, esto enlaza con lo que apuntas: meditando- custiobando- reflexionando el cómo se Relacionan o (percibimos), los diferentes niveles y aspectos de (algo) entre sí!! (Esto entra ya en lo filosófico de lleno donde se debe tener en cuenta: que él que piensa al su vez, lo hace, desde sus «creencias» » paisaje de formación» » climas internos» » miedos y ensueños» «prejuicios y valores epocales» etc..Y, reflexionar quitando todo lo último mencionado Qué?- Probamos?- nos llevaríamos mil y una Sorpresas!!
    Pero, claro..para esto también hay que atreverse!!- que la mayoría semos mu Señoritos para pensar que en el fondo tod@s somos Iguales.

  5. Rosae dice:

    Erratas y palabras mal escritas algunas son intencionales y otras no!
    Saluditos!!!

    1. Andrés dice:

      Hola Rosae,

      Muy interesantes tus comentarios. Conicido en que la certeza «absoluta», no existe. Cualquier conclusión certera sobre algo, en algún momento puede ya no ser válida, o tener sus propias carencias implícitas. Por ello la certeza, parece más asociado al movimiento del razonamiento o del cuestionamiento, que a algún un lugar al cual llegar intelectualmente, filosóficamente, sentimentalmente, etc.

      Parece que tiene mucho sentido que lo que percibamos, lo podemos hacer sobre nuestras carencias, miedos, etc. Aunque, podemos ir probando tambien a ir percibiendo a estos mismos climas internos e ir percibiendo la manera en que matizan nuestra percepción y nuestro actuar. Esto tal vez puede ayudar a que, al menos por instantes, a que veamos detras de «los propios velos mentales».

      Y es cierto, es radicalmente diferente hablar sobre ello, que hacer sobre ello. Tal vez uno mismo no sea lo suficiente constante para hacerlo de forma definitiva, en toda circunstancia; pero definitivamente podemos ir haciendo exploraciones de instante a instante. Así, en diferentes circunstancias, podemos abrirnos a ir dando breves vistazos a lo que hay más allá de la zona de confort, más allá de las habitituales certezas.
      Aún y cuando fuera imposible estar todo el tiempo viendo lo que hay tras nuestros propios «velos mentales y sentimentales», incluso así, tal vez sea igual de imposible que a lo largo del tiempo, no haya ni un sólo breve instante en que podamos ver lo que hay tras ellos.

      Un saludo!

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