Hace unos días releí uno de mis cuentos favoritos, de uno de mis autores más queridos de todos los tiempos, Isaac Asimov, al que ya he citado en alguna otra ocasión (este señor inventó las leyes de la robótica y la psicohistoria, y era un visionario que en sus casi 500 libros expuso ideas fascinantes y revolucionarias: merece que se le cite a menudo). El Buen Doctor (así le llamaban) murió el 6 de abril de 1992, y a mí, entonces un adolescente amante de la ciencia ficción y de la divulgación científica, la pérdida de un hombre de la capacidad de Asimov, de alguien con su talento, fue devastadora; era la primera vez que sentía la muerte de un personaje público, la primera vez que me preguntaba por qué una persona con ese talento tenía que dejarnos. Con la cantidad de zoquetes, políticos corruptos y famosetes que parece que van a vivir para siempre, ¿por qué ÉL precisamente se tenía que ir? ¡Con todo lo que aún tenía que contarnos! ¿Cuántos cuentos dejó por escribir? ¿Cuantos conceptos por inventar? Luego me ha pasado alguna otra vez, generalmente con escritores, también con algún músico, y ahora (suena egoísta, pero es cierto), cruzo los dedos y elevo mis plegarias, supongo que con media humanidad, para que a George R.R. Martin no se le lleve la negra parca antes de que acabe su Canción de Hielo y Fuego… pero Asimov fue el primero.

En el cuento en cuestión, un pequeño relato de 1958 titulado en castellano “Sensación de Poder” (ahora viene spoiler: yo que tú leería el cuento antes de seguir, son apenas dos páginas muy fáciles de encontrar en internet y no te va a decepcionar), Myron Aub, un “hombrecillo con cabeza de huevo”, técnico de bajo grado al servicio del esfuerzo de guerra en la contienda que la Tierra libra contra Deneb, redescubre, casi por accidente y al principio solo como un pasatiempo, la habilidad de multiplicar. El cuento está ambientado en un futuro relativamente lejano y el ser humano ha olvidado muchas de sus habilidades, ya que ahora son las máquinas las que se encargan de todo (¡el cuento es de 1958!), y cuando uno de los supervisores de Aub se da cuenta de que lo que hace no es solo un truco, si no que un ser humano puede, sin ayuda de un ordenador, hacer cálculos complejos, enseguida ve enormes posibilidades (en una guerra en la que los ordenadores son los que toman todas las decisiones poder poner un ser humano en las cabezas de los misiles, por ejemplo, para que venzan las defensas de los denebrianos puede dar una ventaja vital a los terrícolas), y se instaura el Proyecto Cifra, una suerte de Proyecto Manhattan en el que los mejores investigadores de la Tierra empeñan todos sus esfuerzos en redescubrir como hacer derivadas e integrales, con la increíble sensación de poder que da saber hacer una raíz cuadrada sin ayuda de una máquina.

La premisa del cuento puede parecer curiosa: el ser humano olvidando como hacer cálculos complejos, una de las capacidades “básicas” que le han dado el poder necesario para dominar el planeta e imponerse a todas las formas de vida que en el habitan, pero en realidad, analizándolo con cierto detalle, la idea no resulta tan extraña. No te ofendas, pero dudo que entiendas cómo funciona el ordenador o el teléfono con el que me lees. Funciona, y es todo lo que nos interesa. Doctores tiene la Iglesia, amigo Sancho.

Lo malo que tiene la falta de cultura (científica y de las otras) es que nos hace vulnerables. El saber es poder, y adocenados por un sistema educativo que no está pensado para que nos preguntemos el porqué de las cosas acabamos siendo meras marionetas en manos de los que sí saben. Eso por no mencionar que, posiblemente, gracias a la “comodidad” que nos proporcionan nuestras máquinas estamos perdiendo muchas capacidades y otras se están evaporando, simplemente porque somos demasiado vagos como para pelear por ellas.

Yo no soy de los que piensan que Google nos haga tontos, más bien al contrario: las herramientas de Internet nos dan acceso a una cantidad absolutamente abrumadora de conocimientos; ¿quieres aprender a planchar un pantalón, hacer trucos de magia, resolver ecuaciones diferenciales, hipnotizar, fabricar explosivos o pilotar helicópteros? No necesitas salir de casa: si buscas con cariño entre la maraña de “basura” que hay en la red encontrarás un magnifico tutorial para cualquier conocimiento humano que se te ocurra, da igual lo arcano que pueda parecer…

Lo que yo creo que nos hace tontos no es Internet sino el sistema educativo, que se pensó para adiestrar a operarios y soldados, no para enfrentarnos al mundo que viene, al que ya está aquí, y que solo nos preparaba (cuando lo hacía) para el mundo laboral, en vez de darnos las habilidades que necesitamos para sobrevivir. Porque son habilidades, no conocimientos, lo que necesitamos.

A escala individual el sistema educativo, tal y como está montado en la actualidad, permite que todo lo que hayamos podido aprender en un momento dado se nos olvide, dejando un poso apenas perceptible. Quizá sea por la acumulación de conocimientos inútiles a los que se somete al estudiante, que impide que estos reconozcan donde está lo “importante” (aquello que les va a permitir entender los conocimientos que se van a asentar sobre estos) de lo urgente (lo que necesita para aprobar el examen), pero lo cierto es que por la Universidad, da igual cual, se pasa aprobando exámenes; demostrando que en un momento dado sabes algo, algo que tratas de borrar de tu cabeza en el mismo instante en que tienes la certeza de que has aprobado, aunque solo sea para “dejar sitio” a un nuevo conocimiento inútil. Pero este sistema ya está caduco: la educación ha de basarse en hacer ver al aprendiz el vasto universo de lo ignorado por el hombre, en lugar de dedicarnos a atrincherar lo poco que conocemos. ¡Ese sí sería un cambio real que nos ayudaría a amar el proceso de aprender y a aplicar naturalmente las técnicas de aprendizaje y razonamiento tan útiles para el mundo presente y futuro!

Y puedes haber terminado cuantas carreras quieras, sean de ciencias o humanidades, y nadie habrá hecho en ningún momento el menor hincapié en enseñarte a aprender a aprender, jamás te habrán enseñado a prestar atención (sí, naturalmente, a guardar silencio y mirar al profesor, pero es que eso no es lo mismo que prestar atención…). Nunca nadie te habrá enseñado técnicas de memorización (tan importante, ahora que parece que la memoria es una habilidad tan denostada), ni a utilizar la lógica, ni a argumentar (de verdad, no con los trucos verbales y las patrañas con las que nos aturullan en los debates televisivos).

El cazador recolector de antes de la revolución agrícola posiblemente tenía habilidades que hoy nos parecerían magia: una capacidad de observación y un conocimiento de su medio que hoy confundiríamos con brujería, pero es que su vida dependía de estar atento, de reconocer los cambios, de memorizar que plantas se comían y cuales te mataban, cuando un leve signo, un cambio apenas perceptible indicaba que se avecinaba una tormenta o que rondaba un león. Esas habilidades las hemos perdido, y si te pregunto de qué color son los zapatos que llevas puestos probablemente tendrás que mirártelos para contestarme.

Y ahora, en este mismo instante, estamos cambiando de modelo, de una forma más rápida de la que lo hemos hecho nunca, tan rápida que lo que sabes ahora y te convierte en un ejemplar valioso para la sociedad mañana puede estar tan obsoleto como un carro de bueyes en la sede de Tesla.

Cambian los conocimientos que nos van a hacer sobrevivir, y lo único que nos permitirá adaptarnos a los cambios que vienen posiblemente sean el tipo de habilidades que hoy no se enseñan en las escuelas: la capacidad de abstracción, de cálculo mental, técnicas de memorización, capacidad de observación, desarrollo de la atención…

Aprender a prestar atención. Aprender a pensar. Saber aprender: esa es la sensación de poder.

13 comentarios

13 Respuestas a “Sensación de poder”

  1. Inés dice:

    Vaya un texto tan aténtamente escrito desde dentro.
    Aunque jamás he léido a Asimov y las ciencias-ficción nunca me atrajeron, le felicito. Ojalá muchos más dedicaran sus vidas a integrarse con el entorno y al aprendizaje experimental de dentro a afuera, aprovechando la vitalidad de los límites que aún nos enmarcan.
    Dos breves reflexiones:
    -Nos quedan apenas 15 años para que el conocimiento virtual se apage para la mayoría. Jamás hay que dejar de usar el PDA ( papel de apuntá) y/o sacar fuera de los words y de los pdfs y por supuesto de las nubes falsas esas donde nunca hay que dejar nada) todo lo relevante.
    – Las revoluciones importantes jamás han sido predecidas por los expertos. Recuerdo que por azar me encontraba en Alemania del lado oeste, pero allí; en el día y el momento en el que los soldados y sus jefes dejaron de disparar a los que empezaron a derribar ese muro, y a reencontrarse con los suyos. Muro, que muchos pensaban que duraría otras pocas décadas.
    Hoy , años después, por azar, me he encontrado a personas diversas que siguiendo trayectorias diferentes, estábamos allí vivenciandolo y nos marcó esa experiencia. Y colaboro con ellas.
    Se han vuelto a construir nuevos muros, kilómetros de alambradas donde se retiene a la gente que huye, que intenta sobrevivivir o reunirse o empezar. Pero jamás se le podrán poner muros a la vida pues la vida emerge para rompérlos. Veánse las higueras que nacen de los muros, o las flores preciosas que cada primavera emergen de cualquier agujero de trinchera.
    La física de la materia y de la energía tiene unos límites y conviene dejar que los robots no enajenen ni llenen de basura ni un milímetro más de nuestro entendimiento.
    Pues puede que sean programados por cabezas humanas delirantes, pero jamás los veremos sonreir o llorar, pues la inteligencia nada tiene que ver con la consciencia.
    La lucha es justamente ésa, la de volver a desempolvar nuestras habilidades, que no es tan difícil pues todas las hemos heredado desde que la vida se hizo vida.

  2. EB dice:

    Otro post en que se habla de cambio y en particular de que el modelo está cambiando. Por supuesto, nada se dice de qué modelo se está hablando y nada se dice sobre cómo la humanidad ha estado cambiando siempre. Si alguien limita la educación al tiempo pasado por infantes, adolescentes y adultos jóvenes en escuelas se equivoca. Si alguien habla de la escuela como si hubiera un único tipo de escuela se equivoca. Si uno cree que hoy todos somos iguales de idiotas –al mismo tiempo que se lamenta de que somos desiguales de poder y riqueza– se equivoca.

    Insisto en lo que dije en comentario al último post de Manuel Bautista. Sabemos poco incluso sobre la historia de la humanidad y sobre cómo la humanidad ha estado cambiando –sí, incluyendo cuánto hemos cambiado en los últimos 70 años. Hacer diagnósticos «sobre la humanidad» (o sobre los «españoles» o sobre los nacionales de cualquier país) a partir de lo poco que sabemos y en especial a partir de lo mal que usamos lo poco que sabemos no ayuda en nada a entender qué está ocurriendo y a especular sobre el futuro.

    Los cuentos de ciencia ficción son para entretener, no para tranquilizar. Sí, hay muchos que están intranquilos porque finalmente se dan cuenta que lo «mucho» que creían saber, no es conocimiento; porque se dan cuenta que aquellos en que confiaron, resultaron ser falsos. Sí, los intranquilos están necesitados de tranquilidad y lo peor que puede ocurrirles es comprar cualquier cosa que venden los falsos de siempre.

  3. Alicia dice:

    Una vez leído el artículo de Raúl y el cuento de Asimov – que sí, he encontrado con toda facilidad en internet; he ahí maravillas de la tecnología – me regreso a la Biblia (concretamente al Génesis pues porque los dos últimos artículos me llevan a ella no sé por qué) y me encuentro:
    2:17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
    Y – esto es mío – el Hombre ha comido, a la vista está, del Árbol de la Ciencia que, por cierto, y en eso se portó Dios de manera pelín cabrona y con perdón, sólo le advirtió de “no comas”, pero tampoco le puso obstáculos para acceder a él.
    El caso es que comió y, con ello, entiendo, murió. Pero si no hubiera muerto – sigue siendo mío – el Hombre habría seguido siendo el que Dios creó y como Dios lo creó.
    A mí me parece que lo razono bien.
    Bueno, pues un poco más adelante:
    3:22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
    3:23 Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
    3:24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.
    El ultimo versículo me trae a mí muy de cabeza porque ¿no es injusto que para mantenerlo alejado del árbol de la ciencia le hiciese tan sólo una advertencia, como si total no le importase demasiado, y para guardar el camino del árbol de la vida pusiera tantos impedimentos?
    Total, que deduzco – a mi aire, sí, pero es el que tengo – que la ciencia ha matado, de algún modo, la esencia del Hombre. Y que el Hombre tendrá que (valiéndose de la ciencia, por qué no) aprender a entrar en el camino de la vida para la que fue creado.

    1. pasmao dice:

      Excelente reflexión Alicia y excelente artículo de Raúl

      En las escuelas, a su entrada, deberían de poner un cartel que dijera como con el tabaco, las Autoridades Educativas les advierten que pensar es malo para la salud, y pensar por si mismos es mas que malo, es funesto.

      No se donde dejaría el sentido del humor el Génesis, pero estoy seguro de que una IA jamás tendrá sentido del humor.

      un cordial saludo

  4. EB dice:

    En todo caso, cuando se pide cambios sin especificar a quiénes se le está pidiendo que se haga cargo de los cambios, me pregunto quién podría hacer los cambios que se piden. Probablemente la respuesta inmediata sea pedirle a los políticos, pero estos días que hay tanta pelea al interior del PSOE me pregunto si todavía queda algún socialista con un dedo de frente para pedirle algo a los dos candidatos principales. No puede decir que me causen risa porque sus candidaturas reflejan el fracaso de los partidos políticos tradicionales en generar candidatos serios, competentes y decentes, algo que a su vez es consecuencia de las deficiencias graves de la institucionalidad de la política y el gobierno.

  5. Loli dice:

    Muy interesante tu comentario Alicia.

    Sí que entiendo que es posible analogizar, en parte, el relato del Génesis, con la necesidad de que el ser humano emprenda la búsqueda de su naturaleza, a partir de reutilizar y encaminar en un sendero “real” la herramienta de su conocimiento.

    No es la Ciencia la mala de la película, ni mucho menos, igual el problema está en que el acceso a ella se realice desde el aspecto más “analítico” más “racional” que poseemos, desoyendo, e incluso, tratando de inhabilitar, el que nos puede verdaderamente, acercar a ese “árbol de la vida”, el de las “raíces en el cielo”, nuestra capacidad “analógica”, nuestro mundo sensorial y sensitivo, el mundo de las emociones…

    Voy a permitirme transcribir un párrafo de “Sobre la Educación”, de Jiddu Krishnamurti, una recopilación de conferencias suyas, y que creo que viene a cuento de lo planteado por Raúl en su artículo:

    “¿Saben qué significa observar, prestar atención? Cuando prestan atención ven las cosas con mucha mayor claridad, escuchan con mayor precisión el canto del pájaro, y son capaces de diferenciar los diversos sonidos, cuando miran con atención un árbol ven toda su belleza: ven toda su belleza: ven las ramas, las hojas, ven el viento que juega con ellas, cuando prestan atención ven con una claridad extraordinaria…..la atención es muy diferente de la concentración. Cuando se concentran no ven nada; en cambio, cuando prestan atención ven muchas cosas”.

    Vivimos dentro de un esquema social, donde se confunde constantemente la concentración con la atención.

    Creo que esto posibilita pensar que un extremado y extenuante proceso de “especializaciones”, nos lleve a la creencia de poseer un “conocimiento” que igual no es tal, que igual responde un proceso de “troceo”, de “lisis”, de “aná-lisis” sistemático de la realidad, que nos embarque, o nos haya embarcado en una visión reconcentrada y farrangosa de la «realidad».

    Y tiene que ver, quizás, con haber recargado nuestra capacidad de experiencia sobre un solo hemisferio cerebral: el izquierdo.

    Nuestro Sistema Nervioso Central, está desplegado por numerosas “áreas de asociación”, verdaderos mapas de reconocimiento y de almacenajes de memorias, con los que nos movemos en la vida.

    Pero solo son “mapas”, es decir, accesorios que nos valen, mientras no tengamos descubiertos y estemos dispuestos a recorrer, el resto de senderos aún no pisados.

    Es lo que, modestamente y desde la ignorancia en tantos y tantos matices, me parece.

    El concepto de “poder” lo entiendo con dos connotaciones.

    El de la capacidad de realizar algo, la “aptitud”, y el de la presión ejercida de unos sobre otros para impedir que esos “otros” desplieguen sus “aptitudes”.

    Por eso, igual es importante adueñarse e imponer como únicos caminos “determinados mapas”.

    Por eso es importante para mantener un poder que anquilose nuestra capacidad analógica, utilizar el conocimiento en procurarnos caminos repetitivos, entretenernos en ellos.

    Sin embargo, es posible que, una actitud más atenta, pueda permitir que, avances en la tecnología sean empleados para posibilitar avances en nuestro modelo de vivir.

    Pero depende mucho de lo dispuestos que estemos a que esas respuestas tecnológicas no estén en función de lo que demandemos.

    Y el peligro está, creo, que lo que estamos pidiendo constantemente, son modelos repetitivos de entretenimiento, es decir, estamos propiciando que se aumente el “poder” sobre nosotros, en detrimento del despliegue de nuestro potencial de “aptitudes”, que se podrían desarrollar libres de esa “presión”.

    O, al menos, tampoco estamos alentando actitudes, que faciliten la demanda de una tecnología “proyectiva”, y no “aislante” y “paralizadora”.

    Y ahí sí que podemos estar pidiendo como «locos», y dispuestos a pagar por ello, productos que propicien ese «aislamiento sensorial», pidiendo poder comprar y consumir «nuestras propias cadenas».

    Ahí deberíamos, o debemos, temer entonces la robotización, porque responde a la que estamos ejerciendo en nosotros mismos

    1. pasmao dice:

      Apreciada Loli

      «Ahí deberíamos, o debemos, temer entonces la robotización, porque responde a la que estamos ejerciendo en nosotros mismos»

      Los robots sólo son rentables si operan en/con enormes economías de escala, estandarizaciñon de procesos, repeticiónes..

      Los robots son muy caros, las IA también, y sólo tratándonos cómo ganado se pueden amortizar dichas inversiones.

      Las cosas no ocurren por casulalidad.

      un cordial saludo también

  6. EB dice:

    He estado insistiendo en que usamos poco y mal lo poco que sabemos. No se ha escrito mucho sobre ese punto en general, pero por suerte sí en relación a las decisiones de la judicatura y por eso recomiendo leer este nuevo documento de investigación

    https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2956078

    Para darse cuenta lo mal que se usa lo poco que sabemos, me permito hacerle ver al lector «pasmao» una contradicción en su post de hoy a las 13.08. Aunque uno aceptara que su primera afirmación es correcta –esto es, que los robots son caros y por lo tanto rentables sólo bajo ciertas condiciones– su conclusión de que «sólo tratándonos como ganado se pueden amortizar dichas inversiones» no se sigue para nada de su afirmación. Peor, es ridículo pensar que si la afirmación fuera cierta (y ojo que sólo lo es para algunos robots) alguien invertiría en robots si para recuperar su inversión y ganar algo tuviera que tratar a la gente como ganado. Fidel Castro no pudo tratar como ganado a los cubanos a pesar de amenazarlos de muerte por más de 50 años y ningún empresario piensa que su propaganda le permitirá esclavizar a suficientes clientes para hacer la inversión rentable.

  7. Loli dice:

    Una vez escuché a alguien hablar sobre «el encanto del adiestramiento».

    Una forma de estado apetecido y hasta «eufórico» que nos produce entrar dentro de un cierto ritmo constante, en cierto modo hipnotizante, cuya repetición se confunde con algo «aprendido» y cuya puesta en escena es seguida y mantenida por un entorno que comparte el mismo tipo de «ritmo».

    La realización de sus compases se convierte en algo mecánico, que apenas necesita de que nuestra voluntad intervenga a través de un proceso cognitivo de reflexión.

    Está ya todo grabado en mapas con caminos designados por determinados grupos de neuronas, y tan repetidos, que funcionan por sí mismos, como programas predeterminados en un ordenador, y aunque es la voluntad la que puede variar las partituras, ésta se ve cada vez más anulada por el «encanto», el «adormecimiento» y el «aplauso» social que suponen repetir una y otra vez los mismos acordes.

    Así nos olvidamos que existen muchos más territorios por recorrer, y nos creemos que los indicados en esos mapas son los que existen.

    Cuando hablamos de «robotización», lo hacemos pensando en el sistema socioeconómico en el que nos desenvolvemos.

    Quizás habría que realizar un esfuerzo por imaginar otras posibilidades de organizar nuestras sociedades, otras posibles formas de economía.

    Los avances tecnológicos, muchas veces parecen ir más rápido en su aplicación que en el conocimiento y difusión de los descubrimientos científicos en los que se basan.

    Creo que tenemos un importante reto con nosotros mismos en reconocer cuándo nuestras actitudes nos están llevando a que «una especie de robot», que viene de nuestra manera de desenvolvernos y afrontar nuestro comportamiento social, sea el que toma las riendas de nuestra vida, o lo haga nuestra voluntad.

    Y remitiéndome al párrafo anteriormente descrito de Krishnarmurti, y a lo referenciado en el artículo de Raúl, la atención, y su discernimiento de la concentración y de la «especialización», se manifiestan como pasos importantes para que sea la voluntad quien comience a hacer posible un salto cualitativo contra el «adocenamiento».

    A lo mejor, entonces, lo «robótico» se quede relegado a la función de «ayuda» y «descarga de trabajos mecánicos» que permita al hombre desarrollarse en otras aptitudes, no lo sé.

    Pero quizás antes también, deberíamos inquietarnos, seriamente, por el poco conocimiento que tenemos de cómo funcionan todos esos instrumentos tecnológicos que utilizamos de manera rutinaria, y sobre todo, preocuparnos por la ausencia de esa «inquietud»,

    Un saludo

    1. EB dice:

      Loli, usted dice

      «Quizás habría que realizar un esfuerzo por imaginar otras posibilidades de organizar nuestras sociedades, otras posibles formas de economía.»

      Para su información, por miles de años la humanidad ha estado experimentando con varias formas de economía (cualquiera sea el significado preciso que usted quiera darle a estas palabras) y todavía lo hace. El problema es no tomarse el tiempo para reflexionar sobre esas experiencias y seguir con el cuento de que hay que buscar como si nunca otros lo hubieran hecho.

  8. Loli dice:

    ¡Ah!…informada gracias a Ud. Sr. EB.

    No sé cómo he pasado por alto que a lo largo de su Historia el hombre ha pasado por diversas formas de organización, producción y distribución de bienes y riqueza, en función de un montón de variables.

    Entre ellas, e igual la menos determinante, vamos, un factorcillo de nada, sin importancia… pudiera ser el propio desarrollo de sus capacidades , su evolución como ser humano, en todos los aspectos, y que eso ha quedado reflejado en la manera en que se han desenvuelto, florecido y decaído diferentes civilizaciones, cada una dejando su huella, su poso, y su experiencia.

    No sé cómo no he podido tener en cuenta que en una época (no muy lejana) en la que había ciudadanos «de verdad», y otros que a duras penas se les consideraba «hombres», también los hombres de Estado, o los designados para ello, se tomaban su tiempo y su reflexión en cómo mantener mercados y sostener ciertos estilos y formas de vida basados en una determinada clasificación social que no tenía en cuenta, por ejemplo, a los esclavos, o si los tenía dentro de las «mercancías» que entrarían en liza.

    Tampoco entiendo, cómo he podido obviar, que en la Antigüedad, no es lo mismo hablar de economía y su configuración en entornos donde las materias primas, o se extraían de forma artesanal (para las gentes de su momento, seguramente hablarían de «tecnología punta», pero, claro, no sabían que eran «antiguos») si se podía hacer en los propios territorios, o lo exportaban y cambiaban por otros bienes de zonas más lejanas, a través de la navegación o por tierra. También aquí su «tecnología punta», no podemos trasladarla a nuestros tiempos.

    Y por último, que torpeza la mía, al pensar que, si a lo largo de la Historia de la Humanidad, el hombre ha ido desplegando y explorando nuevas formas de garantizarse de un modo mejor , con menos esfuerzo aquellos elementos necesarios, no ya para su mera supervivencia, sino también, y esto nos lo recuerda constantemente una mirada, aunque sea de reojo, a las civilizaciones que nos preceden, para poder desarrollarse en otros ámbitos cognitivos, sensoriales y sensitivos, estemos en una situación ahora, ante una serie de posibilidades en cuanto a contemplar otros panoramas de organización mercantil, de economía, de replanteamiento respecto a lo que consideramos necesidades y lo que realmente sea merecedor de denominarse así.

    De lo que consideramos un «bien», y en qué basamos el denominado «consumo».

    Y, vuelvo a repetir, considero inquietante haber incluido en mi entorno vital accesorios tecnológicos, sin que me preocupe cómo funcionan, sin que me alarme, ni un poquito, mi desconocimiento sobre las ciencias.

    «Los antiguos», que no sabían que lo eran, al menos eran mucho más conocedores de las propiedades de los materiales y de los elementos con los que eran capaces, más tarde, de generar herramientas a las que conocían a fondo…..nosotros, parece que no.

    1. EB dice:

      Loli, el autor no lo dedicó a usted pero estoy seguro que la tenía en mente cuando lo escribió. Lea

      http://wonderfulloaf.org/poem

  9. EB dice:

    Raúl, usted termina su post diciendo «Aprender a prestar atención. Aprender a pensar. Saber aprender: esa es la sensación de poder.» Yo apuesto a que nunca antes en la historia de la humanidad el número absoluto y relativo de infantes, adolescentes y adultos jóvenes que están aprendiendo a prestar y a pensar ha sido más alto. Y además que nunca antes en la historia de la humanidad el número absoluto y relativo de adultos que han sabido aprender y gracias a eso viven muy bien ha sido más alto. Sí, las deficiencias graves de los sistemas escolares y universitarios las sufren más, mucho más, aquellos que no pueden o no quieren aprender a prestar atención y a pensar. Sí, los adultos que en su infancia, adolescencia y juventud no pudieron o no quisieron aprender, hoy se encuentran limitados para seguir aprendiendo. Pero por más que uno lamente que todavía haya tantos que no pueden o no quieren, el error más grave que puede cometerse es ignorar a los muchos que sí han querido y podido hacerlo.

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