William Randolph Hearst

El señor que aparece en la foto que encabeza este artículo es William Randolph Hearst, el magnate de los medios de comunicación que a finales del siglo XIX y principios del XX se convirtió en un referente en lo que a manipular la opinión pública se refiere, y al que posteriormente inmortalizaría Orson Welles al utilizarlo como inspiración para el protagonista de la grandísima película “Ciudadano Kane”- que es la foto con la que en realidad habría querido empezar el post: una de la famosa película, una que hiciese que te apeteciese seguir leyendo, no la de este señor desconocido con cara de enterrador… pero no he conseguido encontrar una libre de derechos de autor; ¡maldito capitalismo!.

William Randolph Hearst, al que ahora nadie conocería de no ser por Welles, fue en su día una de las personas más poderosas del mundo; dueño de uno de los mayores imperios mediáticos de la historia, se valió de sus 28 periódicos e innumerables editoriales, revistas y emisoras de radio para manipular a su antojo la opinión pública estadounidense durante años, llegando incluso a provocar guerras- su participación fue fundamental para que la guerra hispano-estadounidense tuviera lugar y se dice que gracias a él fracasó la Revolución Mexicana.

Pero vamos ahora a por otro gran manipulador, uno un poco más cercano…

Robert Mercer, cuya foto no publicamos por las mismas razones que las del fotograma de Ciudadano Kane, es un matemático, multimillonario y hacedor de milagros: él solito ha sacado al Reino Unido de la Unión Europea y ha puesto en la Casa Blanca a Donald Trump.

¿Qué cómo lo ha hecho?: de la misma manera de la que se hizo rico; usando las matemáticas y los algoritmos (bueno, las matemáticas y un poco de intuición de cómo funciona la mente humana), en este caso por mediación de una empresa, Cambridge Analytica, que habría utilizado los datos de 50 millones de usuarios de Facebook para identificar a millones de votantes norteamericanos, potencialmente susceptibles de ser manipulados a través de publicidad y noticias falsas, en los que centrar los recursos económicos de la campaña de Trump, con una metodología que ya habían probado con éxito para conseguir que triunfara el Brexit en Reino Unido.

Porque el Big Data ya no solo vende productos, también gana elecciones, aprovechándose de algoritmos que te catalogan, luego te nutren de información que te haga reafirmarte en aquello en lo que ellos quieren que creas –y en lo que posiblemente tú quieres creer- y después, poco a poco, te ayudan a radicalizarte en tus posiciones.

Cambridge Analytica lo que hacía era identificar los posibles simpatizantes/indecisos para, a través de campañas que apelaban a los instintos primarios y las emociones, orientar a esos potenciales votantes en su voto. ¿Por qué hablar de los problemas de la inmigración de forma racional cuando puedo enviarte por Facebook la foto de un malísimo y superpeligroso inmigrante, con cara de malo?

Para convencerles (nos) se basan en un “fallo” de nuestro cerebro que nos ha venido muy bien a lo largo de la historia para sobrevivir como especie, pero que ahora no nos ayuda precisamente: las emociones son mucho más poderosas que el raciocinio, porque las primeras nacen en el cerebro límbico, una estructura mucho más antigua y profunda que el neocórtex, que es donde tiene su sede la racionalidad. Los que nos manipulan –y me incluyo entre los manipulados; porque soy totalmente consciente de que me lavan el cerebro a diario y por eso intento elegir quien lo hace, pero también soy consciente de que ellos lo saben y se las arreglan para que piense que lo consigo: fintas dentro de las fintas… ¡qué paradoja! – lo saben y, desde hace muchos años ya, primero en política, luego en publicidad y posteriormente de nuevo en el ámbito social y político, el interés de aquellos que nos manipulan se ha centrado en apelar al cerebro límbico, y no al racional, ya que, al estar más arraigado en nuestra historia evolutiva, los estímulos que van a “llegarnos” son más fáciles de predecir y van a provocar reacciones más potentes.

Goebbels. el maestro de maestros de la manipulación política, no te convencía: “te convertía”; y para ello utilizaba metáforas simples, usaba imágenes potentes que apelaban a las emociones, magnificaba las noticias que le interesaban y ocultaba las que mostraban una realidad diferente a la que él quería que vieses, de tal manera que cualquiera que viviese en la Alemania de finales de los años 30 acababa pensando que el traje SS diseñado por Hugo Boss era super chulo y quería vestir uno: exactamente lo mismo que ahora hacemos en internet y las redes sociales.

Porque las redes sociales dan un poder a los manipuladores nunca visto en la historia: Goebbles, Stalin o Hearst necesitaban un monopolio o cuasi-monopolio de los medios de comunicación si querían radicalizar a una parte importante de la población, ahora basta con el acceso a una buena base de datos con nuestros patrones de comportamiento y unos cuantos algoritmos de segmentación, para ponernos el anzuelo delante, y picamos: porque nos radicalizamos nosotros solitos.

Entras en Facebook, le das a un “me gusta” y la propia herramienta te guía a noticias y publicaciones similares y te muestra las de gente que piensa como tú. Google, que te conoce mejor que nadie, recuerda tus búsquedas, sabe qué visitas y lo que te tiene que mostrar para que sigas “enganchado”, para atarte más tiempo y seguir conociéndote, y solo te muestra aquello que sabe que te va a gustar, con lo que vas a estar de acuerdo, ayudándote a radicalizarte…

¿Y por qué somos incapaces de abrir la mente, en un momento en que el acceso a la información -cualquier información- es más fácil que en ningún otro momento de la historia?

Porque somos vagos: el cerebro es vago, y no nos gusta pensar, y eso es algo que los creadores de contenidos y los manipuladores de opinión saben perfectamente; por eso los periódicos ahora tienen scroll continuo, para que no tengas necesidad alguna de dejar de leer y, cuando acabas, te muestran noticias relacionadas con la que ya has leído, para que, vago como eres, te auto justifiques a ti mismo diciéndote que en realidad estas “ampliando contenidos y viendo otros puntos de vista”, mientras ellos solo quieren mantener tu atención, sin darte tiempo a pensar; no quieren que pienses lo que no quieren que pienses, pero quieren que pienses que piensas.

Entre la Guerra de Cuba y el Brexit han pasado unos cuantos años, pero, aunque los métodos son los mismos, las herramientas con las que nos manipulan son cada vez más poderosas y nosotros somos igual de intelectualmente perezosos.

En nuestra mano está seguir alimentándolas.

5 comentarios

5 Respuestas a “Goebbles, Facebook y Ciudadano Kane”

  1. Xema dice:

    Tremendo Carlos. Enhorabuena por el artículo.
    Xema

    1. xema dice:

      Mis disculpas, quería decir Raúl.
      Xema

  2. Estimado Raúl,
    Gracias por tan buen Post.

    Uno de los principales engaños sociales, me parece que es creer que tenemos libertad para pensar y creer aquello que queramos. Libertad de credo y pensamiento, se dice.
    Y en realidad ese es precisamente el sistema cognitivo que preferimos usar para seguir siendo de todo, menos libres. Si acaso, sería libertad de ser condicionados sin conciencia.

    Creemos que por un lado tenemos el pensamiento/razón y por otro tenemos el sistema límbico, con sus sentimientos. Y creemos que el sistema límbico/sentimental es el malo de la película que hace que no volemos libres con nuestra razón.
    Sin embargo ambos sistemas están muy estrechamente enlazados. Lo que pensamos, lo hacemos en muchas ocasiones para justificar o racionalizar lo que ya previamente sentimos, o viceversa. Y estas racionalizaciones a su vez realimentan nuevamente al sistema límbico en el mismo sentido.
    Es como si dentro de nuestro cerebro hubiéramos ido aprendiendo a mostrarnos sólo más de lo que ya nos gusta. Lo que desde hace unos cuantos años hace Facebook con nuestros likes, sólo es un leve reflejo de lo que llevamos aprendiendo desde pequeños y permitiendo que la mente se haga a si misma en modo automático.
    Pareciera ser una especie de círculo vicioso, bastante mecánico, basado en condicionamientos, que evita dosis de incomodidad intelectual/sentimental, evitando la novedad o los replanteamientos radicales, etc.

    Sin embargo existe otro sistema cognitivo, ampliamente infravalorado. Normalmente se le refiere simplistamente como hemisferio derecho (ver http://iainmcgilchrist.com/). Dicho sistema nos permite percibir la globalidad de una situación, así como facilita procesos de síntesis entre diversos conocimientos, para crear o entender creativamente aspectos que resultan nuevos.

    Entre una de sus características, está la de potencialmente irnos librando de ser simples peones del juego del condicionamiento que tan claramente se ha descrito en el post.

    Un saludo,

  3. Victoria dice:

    Fantástico, Raúl.

    A pesar de tanto nombre propio y tu propio raciocinio en esta última reflexión tuya, cada vez me siento más primate, que no primitiva… ¿o realmente seguimos siendo una sociedad primitiva?

    El alimento físico parece que lo tenemos seguro -incluso «listo para comer»-, pero creo que el intelectual y el espiritual se están unificando a un nivel bajo y limitado.

    En fin, te agradezco la espuela…

    Un cordial saludo,

  4. O'farrill dice:

    Por desgracia seguiremos alimentando la manipulación pues, como se dice en algún comentario, nos hemos vuelto perezosos para pensar y aprender cosas que no sean las «cocinadas» tecnológicamente. Es más, incluso hemos llegado a justificarlas pues, con ello, nos justificamos también. ¡Qué cómodo es vivir en la complacencia sin responsabilidad personal! Y además….¡somos muy modernos!
    Un saludo.

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