Con 21 años, Jessica Scorpio ha tenido una idea de negocio genial y bastante simple. Y la ha llevado a la práctica: ha creado una red social para que quien tiene un coche en propiedad pueda alquilárselo por horas a personas que viven cerca. Ha recibido 14 millones de dólares de inversores y sociedades de capital riesgo. ¿Dónde creéis que ha ocurrido esto? En EEUU.

Siglo XVI. El máximo esplendor del imperio otomano coincide con un período de apertura en el que consigue atraer a los grandes cerebros de oriente y occidente. El respeto a las diferencias y la libertad para inventar atrajo a musulmanes, judíos y gentiles de distintos lugares. El declive del imperio comienza cuando se impone una visión del Islam conservadora y poco amiga de los extranjeros. Empieza el ocaso económico y militar.

Las sociedades vivas son sociedades despiertas que se atreven a imaginar cosas nuevas y a llevarlas a la práctica. Posiblemente la España de nuestros días sea uno de los sitios más convencionales y sujetos a la ‘norma’. Es una sociedad empapada desde la infancia por los dogmas ‘esto es así y punto’ o ‘las cosas son como son’.

Hemos hablado hasta la saciedad de la crisis, sus consecuencias y las posibles soluciones. Si hay algo claro es que de una crisis como esta no salimos con remiendos que nos permitan seguir viviendo ‘como siempre’, cambiando un par de cosillas sin importancia. Sin ser apocalíptico, es muy posible que en los próximos 50 años veamos cambios de raíz que nos van a exigir enfrentarnos a preguntas que desde siempre se ha planteado la humanidad y que en el ‘ruido’ de estos tiempos ya pocos se hacen colectivamente. Son preguntas que resuenan con potencia en esos escasos momentos de lucidez: ¿qué es el ser humano? ¿Qué sentido tiene su vida? Dependiendo de la respuesta que se dé a cada una de estas preguntas configuraremos uno u otro modelo de sociedad. ¿O acaso no es la sociedad el espacio creado para que los individuos alcancen sus anhelos?

Ni tengo la respuesta a esas preguntas ni aspiro a darlas en este post. Sí tengo una cosa clara: las salidas sólo se encuentran desde una apertura de miras que en estos momentos es difícil encontrar en nuestro país. En la presentación de este blog se recoge una cita de Einstein que procuro recordar: «no podemos resolver un problema pensando de la misma manera que cuando lo creamos».

Todas las soluciones que se están dando a esta crisis se basan en la misma forma de pensar y actuar que la generó. La principal habilidad que debería tener nuestra clase dirigente y nuestra sociedad para salir de la crisis sería la de aventurarse a pensar de una forma diferente. ¿Por qué es tan difícil encontrar gentes de esta clase?

La educación, en general, no contribuye a potenciar ni la creatividad ni siquiera el pensamiento divergente (resulta interesante este vídeo sobre el tema). Es decir, no contribuye a tener ideas originales ni tampoco a concebir distintas soluciones, cuantas más mejor, para un mismo problema. Parece que año tras año de ‘educación’ el niño va perdiendo su capacidad de imaginar y, tras pasar por todo el ‘proceso educativo’ (curioso que se llame proceso como el de montaje de una fábrica), interioriza que no hay nada que idear más allá de la norma académica.

En el mundo real, fuera del sistema educativo, todos sabemos que no hay nada más valioso que ser capaces de tener ideas originales, propias. En Estados Unidos son bien conscientes de eso y se han creado Universidades que estimulan el pensamiento propio y la imaginación. En una de esas Universidades, financiada por empresas del Silicon Valley, estudió Scorpio. La existencia de Universidades punteras es una de las razones que los economistas encuentran para explicar por qué Estados Unidos, a pesar del empuje de economías como la China, sigue siendo la potencia dominante: es una sociedad viva y alerta que sigue perfeccionándose para crecer. Y en este proceso (nuevamente la palabreja) tiene una importancia capital el papel de las Universidades.

En las Universidades americanas dan clase los mejores profesionales de cada especialidad, cuentan sus experiencias prácticas y enseñan a partir de sus vivencias. El profesor universitario tiene una altísima consideración social. Al mismo tiempo la Universidad es un foro vivo en el que cualquier estudiante puede sostener un debate con la eminencia en una materia. No existe la confusión entre respeto y jerarquía. La sociedad nutre a las Universidades con los profesionales que enseñan en ellas y, al tiempo, la Universidad enriquece a la propia sociedad. Esto lo perciben las empresas que invierten en la formación de futuros profesionales. Todo esto hace que los mejores profesionales de cualquier parte del mundo quieran enseñar en una Universidad americana.

¿Qué ocurre en la Universidad española? Como muchas otras instituciones, la Universidad está diseñada para la protección de los intereses de quienes llevan mucho tiempo trabajando en ellas. Ayudantes que aspiran a ser ayudantes doctores, ayudantes doctores que aspiran a ser contratados doctores. Y una vez funcionarios universitarios, profesores titulares que aspiran a cátedros. Rígidas estructuras endogámicas orientadas a proteger al de dentro que lleva mucho tiempo ocupando la silla, no vaya a ser que venga alguien de fuera ‘mejor’ o ‘con ideas nuevas’ o ‘con más ilusión por enseñar’ y se la quite.

En la Universidad española ser catedrático casi equivale a ser señor feudal en la Edad Media. Nadie osa debatir con el catedrático, aunque pensemos que no tiene razón, no vaya a ser que no lleguemos a promocionar y que ‘nuestra’ deseada plaza se la den a otro más ‘respetuoso’. Se crea así una estructura basada en el miedo y en el servilismo clientelar. Miedo a debatir, miedo a discutir, miedo a salirse de la raya. En definitiva, miedo a pensar.

¿Realmente creemos que de este tipo de estructura puede salir algo positivo? Es cierto que muchas de las quejas contra los recortes en el sector universitario pueden estar justificadas. Si realmente queremos recorrer el camino que va del paisaje de grúas y agujeros al de Silicon Valley, no parece que reducir el gasto en educación sea una buena forma de empezar. Pero el gasto universitario, para que sea realmente productivo, debe venir acompañado de un cambio profundo del concepto de Universidad.

En este punto sería bueno preguntarse ¿qué esperamos de las Universidades? Principalmente que estimulen la inteligencia, que no se limiten a enseñar axiomas y leyes sino que constituyan verdaderos foros de debate donde se enseñe a pensar y se estimule el conocimiento como aventura y no como repetición cansina. Donde se discuta todo sobre todo.

En este blog hemos hablado mucho de la sociedad civil y de la importancia de su participación en la búsqueda del nuevo modelo. Una Universidad abierta a la sociedad, que permitiera que en ella dieran clases científicos, políticos, jueces, empresarios, artistas, filósofos y todos aquellos que tuvieran algo que aportar, sería un foro de debate de una riqueza difícilmente igualable. ¿Queremos foros de debate que impulsen la sociedad civil? Creemos Universidades más abiertas.

Las estructuras de la Universidad pública tendrían que ser infinitamente más flexibles. Aunque levante ampollas, encuentro pocas razones para justificar el carácter funcionarial del personal universitario. La inamovilidad sólo está justificada para aquel personal que debe oponer su criterio técnico al del político de turno. Nada de esto hay en las Universidades. En el resto de los casos, la inamovilidad sólo sirve de escudo para los ineficientes; mientras los más preparados, que difícilmente encajan en una estructura medieval, tienen que emigrar a otras Universidades más abiertas. Por supuesto que la libertad de cátedra, sin injerencias externas, debe garantizarse, pero puede hacerse con una organización menos rígida que permita hacer evaluaciones serias del trabajo del profesor y que, en el caso de ineficacia contrastada, puedan conducir a su despido. Además, debe favorecerse la colaboración con la Universidad, continua o esporádica, de profesionales de ‘fuera’ del círculo universitario que quieran compartir su experiencia.

En definitiva, es necesaria una visión distinta de la educación. Hasta la OCDE  tiene ya claro que resulta caduca una concepción de la enseñanza construida en forma de pequeñas piezas especializadas que el estudiante debe deglutir hasta su graduación o hasta su hartazgo en forma de fracaso. Hasta ese organismo, que no se caracteriza por tener una visión avanzada del mundo, se ha dado cuenta de que la educación no puede concebirse como un proceso en el que alguien da y el otro recibe pasivamente. La tendencia está en hablar de comunidades universitarias, en las que la Universidad se convierte en el foro donde todos aprenden y enseñan, donde cada uno es alumno y docente y donde todos aparecen implicados en el propio aprendizaje. ¿Por qué no podemos pensar en la Universidad como un lugar en que se fomenten las nuevas ideas aunque se salgan de la raya del ‘pensamiento correcto’? La fundación filantrópica Templeton destina grandes cantidades para «apoyar la investigación atrevida, innovadora con potencial de expandir las fronteras y catalizar descubrimientos rompedores, así como inspirar a los estudiantes para que persigan el conocimiento científico y lleguen a ser pensadores originales sobre las grandes preguntas». ¿Por qué la Universidad no asume ese papel? ¿Por qué se limita a repetir la pequeña parte de la realidad que creemos conocer?

La Universidad siempre tiene que ser pionera; la avanzadilla de nuevas formas de organización. Si no cumple con esa misión está muerta, sólo sirve para expedir certificados de dudosa utilidad.

3 comentarios

3 Respuestas a “IDEAS NUEVAS, POR FAVOR”

  1. Manu Oquendo dice:

    Varios comentarios a un buen asunto que nos trae Isaac Salama.

    1. Es cierto que a esta crisis no se están dando soluciones. Por no tener no tenemos ni diagnósticos cabales.
    Por eso puede decir Isaac que el sistema aspira a repetir el ciclo. Es lógico. Quienes controlan los mecanismos de poder tienen los incentivos para ello y viven de ellos.

    2. El esplendor del imperio Otomano que se cita en el artículo es la cúspide tras su conquista del imperio Romano Oriental –que duró casi once siglos más que el de Occidente.
    Pero ya llevaban dentro los turcos la semilla de su estancamiento.

    Una cosa es la táctica y otra la estrategia. Su táctica durante la expansión fue una pero su estrategia era otra.
    Es como el mito interesado del califato de Córdoba. Falso. Todos los no musulmanes éramos siervos tributarios del Califato.

    Una vez alcanzados los objetivos estratégicos,el problema es desarrollar misiones estratégicas integradoras capaces de sostener, de verdad, sin quintas columnas, el «sturm und drang», la tensión creativa y productiva. Esto requiere muchas ideas compartidas y no pocas de ellas trascendentes.

    Esto Roma lo hizo bastante bien y se hundió (en occidente) por su incapacidad de sostener su propio estado de bienestar. Entre Free riders y Rent seekers se lo cargaron.

    3. La homogeneidad cultural y el propósito común también son valores importantes cuando se trata de alcanzar o perseguir un objetivo estratégico.
    Las proclamas a favor de la diversidad frecuentemente esconden sociedades ya en decadencia, profundamente divididas o cerca de su final como culturas fuertes y reconocibles. Grecia se fue difuminando tras la expansión globalizadora de Alejandro.

    Lo que no puede darse dentro de un mismo organismo es diversidad de objetivos o misiones estratégicas, esto es muy destructivo y garantiza el fracaso.

    Por ejemplo.
    China está en ascenso y es la sociedad más homogénea del mundo con el 90% de su población que son miembros de la etnia Han y comparten esa forma laxa de confucianismo que les sirve de vínculo en su tejido social.
    Los geoestrategas occidentales están ansiosos buscando señales de flaqueza enn ese cuerpo social.

    Biológicamente, Occidente, –que promueve hoy una cierta pasión por la diversidad–, está en declive hasta tal punto que ya hace más de 25 años que Europa es conocida como Eurabia simplemente por proyección cultural de sus poblaciones originarias y las de nuevas que nunca se integran porque son culturas que quizás no nos lo parezcan son más fuertes.

    3. Por último las universidades.

    Las universidades USA se han nutrido los últimos cincuenta o sesenta años de flujos de excelencia desde Europa (comenzó con la crisis del 29) y más recientemente (unos 30 años) de Oriente (Japón, India, Corea y China)

    La aportación asiática es impresionante en todo lo relacionado con tecnología y ciencia.

    Por otra parte alguien me explicaba el proceso de admisión a una universidad de élite china: Shanghai Tech: 3,500 plazas para más de 3 millones de candidatos. Pensemos en los números y el calibre de lo que seleccionan.

    De este proceso las familias ricas con hijos que no han pasado el corte son las que luego llenan las aulas de Harvard o van a clase con la profesora Chua en Yale. Amy Chua equella señora china que se hizo famosa por su «Tiger Mother» y cuya familia no podía soportar el deshonor de que no fuera la primera de clase.

    La cosa tiene muchas vertientes y casi ninguna fácil o cómoda.

    Saludos y buenos días

  2. Eloísa dice:

    Me ha chocado en tu texto el “queremos recorrer el camino que va del paisaje de grúas y agujeros al de Silicon Valley”. No he estado en Silicon Valley, solo he escuchado a algunas personas que están allí, a otras que lo han visitado y a muchas que desean estar allí. La sensación que esto me ha dejado es que buscan maneras de fomentar la creatividad constantemente y para ello no se encorsetan en los estándares (no pierden el tiempo en horarios y espacios rígidos, imagen de ejecutivo gris, relaciones jerarquizadas bloqueantes… ), que procuran disfrutar con lo que hacen, que tienen una actitud de búsqueda importante y que, y desconozco con qué intensidad, en este valle está presente la cultura del pelotazo.
    Me inquieta que la búsqueda de nuevas ideas vaya acompañada por el valor primero de la máxima rentabilidad económica y no por un análisis profundo de si lo que uno idea sirve para algo, cubre o crea necesidades, facilita o entorpece la vida, da aire o lo quita… Muchas de estas preguntas se esquivan, escoden o censuran en entornos empresariales tipo Silicon Valley, son inexistentes para los mentores que lo publicitan por el mundo y quién sabe si se plantean en las universidades donde los “cerebros empresariales del Valle del Silicio” comparten sus experiencias y conocimientos.

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