Puede que te interese el Arte; cabe incluso la posibilidad de que seas una persona especialmente sensible y capaz de apreciar la belleza de una obra artística. Tal vez te mueves por el mundillo y te gusta visitar exposiciones y galerías. Si es así, permíteme que te haga una pregunta: ¿crees que se puede calcular cuánto vale un cuadro solo con mirarlo?

Sé que muchos puristas se me van a tirar encima cuando lean esto pero, después de visitar una Galería de Arte o un Museo, párate a pensar que es lo que hace que el cuadro de un señor, compuesto por unos cuantos trazos de distintos colores sobre un lienzo blanco, valga millones de euros y el de otro, formado por otros trazos muy parecidos sobre un lienzo del mismo color, esté colgado en el salón de la casa del único amigo del artista que, a veces por puro compromiso, ha aceptado exhibirlo en su hogar.

Me vas a decir que el Arte, el verdadero Arte, no tiene precio y que depende de la sensibilidad del que lo contempla, pero tú sabes a que me estoy refiriendo cuando tomo este mundo como ejemplo: particularmente en lo que al Arte moderno se refiere, para un profano (o sea: para casi todo el mundo), es muy difícil distinguir lo que es “Arte” de lo que no lo es, y el valor de un cuadro lo define casi exclusivamente la reputación del artista; lo que diferencia una obra maestra valorada en cientos de miles de euros de un cuadro de los que se imprimen copias litografiadas por millares que se venden en los centros comerciales, uno de esos que puedes encontrar en el Ikea o en el Corte Inglés, y que unos cuelgan apaisado y otros en posición vertical, es la firma del autor.

Es la rúbrica manuscrita en el borde inferior del lienzo lo único que garantiza su precio, el rumor que asegura que es bueno es lo que da valor a la obra, el consenso entre los “amantes del Arte” acerca de la valía del autor es lo que justifica su precio; todo radica en la confianza que deposita el mercado en ese señor, al que considera un genio. Porque es difícil reconocer lo genial, es imposible saberlo con exactitud, por eso nos fiamos de los expertos y por eso es tan importante labrarse una reputación.

Puede parecer una obviedad, pero esto que es válido para un artista también lo es en cualquier otro ámbito. En la sociedad de la información en la que vivimos tenemos tantos datos a nuestro alcance que resulta realmente difícil distinguir entre lo que es útil y lo que no lo es, entre el dato que es veraz y el que no, entre lo que es bueno y lo que es un fraude, y por eso, también en términos económicos o sociales, la reputación que se gana una empresa o un país lo es todo.

Hace unos días la consultora Interbrand publicó su clasificación anual, la de referencia en el sector, en la que se valoran las “marcas” más valiosas, cuantificando monetariamente cuánto vale un nombre o un símbolo. Por primera vez en 13 años, Coca Cola dejó el primer puesto de la lista para cedérselo a Apple, a la que los creadores de la lista valoran en casi cien mil millones de dólares. Más allá de los métodos que utilizan sus analistas para calcularlo, este es el valor que según esa consultora tiene la marca; no incluye lo que valen sus centros de diseño, sus fábricas y tiendas o su aparato logístico. Esa ingente cantidad de dinero es lo que “vale” el simbolito de la manzana y nada más, es decir, lo que debería pagar alguien solo por ese intangible: por ser reconocida en todo el mundo como un producto de calidad.

La gente está dispuesta a pagar un sobreprecio por tener una manzanita en su teléfono o por llevar una estrella en el capó de su automóvil porque lo perciben como algo por lo que merece la pena pagar. Porque se fían de ese producto y consideran que vale lo que se paga por él. Y esto, que es evidente en el caso de un artista o de una empresa, como hemos visto en el caso de la manzana, lo es también para un país, aunque en este caso pueda estar menos claro; sobre todo para un país en crisis, porque: ¿en que le beneficia a un país tener buena reputación? Y sobre todo: ¿cómo se consigue y se mantiene una buena reputación de país?

Aunque solo sea en términos económicos, en un entorno de libertad de capitales como en el que vivimos, el hecho de que una nación sea percibida como “fiable”, es decir, que sea políticamente estable y con ciertas garantías jurídicas, es absolutamente necesario, pero no es suficiente. Es decir; parecer “serios”  no va a ser suficiente para atraer inversiones, pero desde luego es imprescindible, porque si el país se ve desde fuera como un pozo de corrupción gobernado por incompetentes, con unas instituciones débiles y faltas de credibilidad, nadie va a estar dispuesto a invertir su dinero allí.

Y nos guste o no, esa es la percepción que se tiene de España en el extranjero: hoy por hoy España, con la honrosa excepción de algunas grandes empresas,  solo es un referente internacional en el mundo del tenis o del fútbol. La inmensa mayoría de las referencias a España en medios internacionales están empañadas por la corrupción de nuestros políticos, la debilidad de nuestra economía, la necesidad de toda una generación de emigrar en busca de oportunidades o la debilidad de nuestras instituciones.

Además, lo queramos o no, la percepción que se tiene de un país está condicionada por la imagen de los que nos representan en el exterior. Así, cada vez que Nadal muerde un trofeo, fuera de nuestras fronteras inconscientemente se relaciona nuestro país con términos como “esfuerzo”, “coraje” y “lucha”. En el extremo opuesto, cuando Ana Botella, la alcaldesa de Madrid, ofrece un espectáculo de película cómica (o de miedo) ante todo el mundo, “interpretando” para los miembros de COI un guion con voz de falsete en un inglés lamentable, a la mente del que lo contempla desde fuera de nuestras fronteras se le vienen términos que prefiero no escribir, pero que no ayudan nada a la imagen de un país.

Y lo peor de todo es que no es un caso aislado: si elegimos, o dejamos que nos impongan como en el caso de la alcaldesa, a políticos sin talla, no podemos sorprendernos de que en el exterior nuestra imagen se devalúe. Aunque solo fuera, por eso, por no sentir vergüenza ajena cada vez que uno de nuestros representantes tiene que salir al extranjero, aunque solo sea porque es importante dar una buena imagen si queremos ser percibidos como un país en el que se puede confiar, deberíamos revisar un Sistema que permite que la imagen de un país esté en muchos casos sobre los hombros de personas a las que no invitarías a una fiesta en tu casa para no tener que avergonzarte de ellos.

Porque la reputación de un país descansa sobre los hombros de los que le representan. No podemos controlar ni exigir nada a los que lo hacen porque se lo han ganado siendo excelentes en sus respectivos campos; si un deportista de élite, un actor famoso o un novelista de éxito es querido y respetado fuera de nuestras fronteras eso es bueno para la imagen del país. Si ese mismo personaje ilustre da un espectáculo bochornoso, afecta negativamente a la percepción que se tiene de España en el exterior, pero tanto en un caso como en otro no está en nuestra mano hacer nada.

Pero, ¿qué ocurre cuando ese lamentable espectáculo lo da uno de nuestros representantes institucionales? ¿No se debería tomar algún tipo de medida? ¿No debería tener consecuencias?

De la imagen de sus empresas y de sus personajes públicos, pero también de sus dirigentes, depende la confianza que el resto del mundo deposite en este país. España tardó muchos años en pasar de tener una reputación de nación atrasada y tercermundista a la de país moderno y democracia consolidada y la imagen de marca, la reputación, es muy importante no perderla cuando se ha adquirido. En el mundo del marketing existe un axioma por todos aceptado que dice que es al menos diez veces más caro conseguir un nuevo cliente que mantener uno que ya tenemos; esto, que sirve para justificar los servicios de atención al cliente, es aún más cierto cuando se habla de reputaciones, y les guste a nuestros dirigentes o no, la famosa “Marca España”, por más dinero que se ponga a nivel institucional, se desploma cada vez que el Rey posa frente a un elefante o a alguno de nuestro políticos le da por hablar en inglés.

4 comentarios

4 Respuestas a “LA MARCA ESPAÑA”

  1. AdamSmith dice:

    Gracias por compartir sus ideas. Primero, siempre hemos vivido en el mundo de la escasez y hoy también. La mayor abundancia de algunas cosas no implica abundancia de todas las cosas y nunca implicará abundancia de información. Nuestra sociedad sigue teniendo los mismos problemas de información que toda sociedad pasada ha tenido. Esto es, producir y compartir información confiable y apropiada a las decisiones que tomamos o debemos tomar no es gratis ni nunca lo será, o sea que debemos sacrificar cosas para obtener esa información. Nuestro problema sigue siendo cuánto sacrificar para obtener más información confiable y apropiada cada vez que debemos tomar una decisión.

    Segundo, debemos distinguir claramente entre el valor de uso y el valor de cambio de una cosa. Si yo no pago la cantidad X pedida por el propietario NN de una pintura, puede ser que no lo haga porque su valor de uso para mi es inferior a X (el beneficio es menor que el costo) o porque no dispongo de la cantidad X para comprarla (no puedo pagar el costo aunque valore a la pintura en mucho más que X). NN me pide lo que considera su valor de cambio, esto es, lo que considera que otra persona estaría dispuesta a pagar por la pintura (por cierto, NN puede estar equivocado y nadie pagará X por esa pintura; probablemente su problema es que confunde su valor de uso con el valor de cambio). En algunas cosas, los promotores se encargan de hacernos creer que esas cosas tienen un valor de uso muy alto y para eso entregan información poco confiable o directamente falsa. Así, en política, los promotores de los políticos les hacen campañas publicitarias en base a promesas que muy difícilmente puedan cumplir o directamente falsas.

    Tercero, hay cosas que no tienen valor de uso porque sus múltiples dimensiones impiden a todos definir claramente su naturaleza o esencia. España no es una cosa que tenga valor de uso por más que el Estado gaste miles de millones de euros en vender la marca España (lo mismo vale para todos los países). Decir que algo está Hecho en Fantasilandia poco o nada agrega a su valor de uso por más que la industria de la publicidad haya convencido al gobierno de Fantasilandia que es bueno promover la marca. Peor, las experiencias negativas de extranjeros con ciudadanos de Fantasilandia pronto lleva a sospechar que en Fantasilandia abundan las cosas de mala calidad. Y por supuesto todos sabemos que la marca Hecho en Fantasilanda no tiene valor de cambio. Solo la explotación del nacionalismo barato, ese que pretende vender la Furia X o el Orgullo Z, justifica campañas publicitarias de Hecho en Fantasilandia.

    Cuarto, el mercado de los políticos es el mercado de los ciudadanos que deben votarlos para los cargos a los que postulan. Ana Botella puede hacer todo el ridículo que quiera frente a extranjeros, pero si tiene buenos publicistas, ella podrá mostrar que hizo algo positivo para sus votantes, mal que le pese a sus competidores dentro y fuera de su partido. Si yo vendo helados en las Baleares, poco me importa la opinión de los esquimales sobre los helados pero sí la respuesta de otros productores locales de helados y productos sustitutivos.

  2. Teresa Cabarrush dice:

    Un artículo muy acertado y razonable. Cuando se habla de «tener vergüenza», ¿ quiénes la tiene hoy en día ? ¿ de verdad, que los ciudadanos españoles se abochornan de sus representantes ?, ni creo que la gran mayoría tengan vergüenza ni que se abochornen de nada ni nadie, salvo pocas personas que todavía no han perdido la razón y tienen Vergüenza. Se necesitaría de Grandeza, ¿ pero qué Grandeza ?, si no hay tan siquiera » Normalidad».

    Al leer artículos así serios y comentarios donde las personas muestran su preocupación, es cuando ves algo de luz. Pero por todo lo demás, » Estamos invadidos por trolas y más trolas», y cuando te ves a personas contestando por peteneras con cierto odio de unos contra otros, ¿ eso conduce a algo ?, y si nos damos cuenta de individuos que aparentan lo que no son, en fin…para mí es decepcionante ver, como todo es una Gran Trola, la verdad, pocas cosas y personas se salvan de momento. Hoy estoy un tanto pesimista, a veces hasta creo, que estamos predicando en el desierto, o como haciendo un poco el tonto.

    La verdad que un dibujito simple vale mucho dinero, detrás tiene una gran infraestructura.

    http://www.youtube.com/watch?v=PXX8HiW2CRg

    Al menos los artistas tienen algo grandioso, estar solos consigo mismos creando, debe producir más satisfacción que conocer cada vez más lo decepcionante que son las personas.

  3. colapso2015 dice:

    España 2013 es un Estado de Partidos** (no es una democracia*) consolidado.
    Y lo triste es que no hay visos de cambio,…,
    El comportamiento del Estado de Partidos se resume gráficamente como:
    http://wiki.nolesvotes.org/wiki/Corrupt%C3%B3dromo

    Bien es cierto, como en las democracias, el comportamiento efectivo del Estado de Partidos depende del substrato social. Pero en España la articulación de la sociedad civil está totalmente reventada,…, Fuera del Estado las organizaciones políticas son residuales.

    No existe intermediación entre el ciudadano (no es Estado) y el Estado (los partidos son Estado), lo cual equivale a tirar al ciudadano al pie-s de los caballos (ciudadano frente a poder). Mientras no se potencie la vida política real (mónada política***) distrito electoral, yo veo a España con penalidades crónicas.

    En los Estados de Partidos la corrupción es un factor de gobierno, normal desde fuera no perciban mucha seriedad, pues las cosas importantes, las inversiones importantes todas van con soborno o similar. Pues existen muchas formas de corrupción no solamente con unidades monetarias.
    Incluso algunas dictaduras tienen más seguridad jurídica, España oligarquía de partidos.

    Muy negro, muy negro lo veo,…,

    *: no quiero decir las democracias (EEUU, Suiza,…, Francia [casi]) sean el paraíso en la tierra, pero no es una democracia.

    **: todos aquellos que promulgan la integración de las «masas» (partidos estatales, sindicatos estatales,…) en el Estado. Alemania, Grecia, Portugal, España, Italia,… Consultar: Manuel García Pelayo, o TC India entre otros. Estado de Partidos NO ES democracia.

    ***: Elemento mínimo de acción, vida política. Como símil, el individuo es sexual pero la reproducción (mónada reproductiva) es una pareja con diferentes sexo. Algunos afirman el individuo tiene dificultades de participación social consciente en grupos superen los 100. Pero a efectos prácticos menos de 30000 a 100000 votantes como distrito parece inviable.

  4. Teresa Cabarrush dice:

    La » MARCA», la construimos nosotros mismos sobre nosotros mismos, y nadie dice que no haya incorrecciones en todas partes, claro que las hay, pero nuestro País se ha descolocado por sí mismo.

    http://www.youtube.com/watch?v=Mi3UWwHa594

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