Libra y bitcoin

Si pensamos en quién manda en el mundo, a primera vista, la gran batalla se libra entre China y Estados Unidos: dos grandes colosos, frente a frente, tratando de dirimir quien será el amo del planeta, al menos en lo que queda de siglo. Dos potencias económicas, dos potencias militares, dos concepciones distintas dentro de un mundo cada vez más global. Una en alza, cada vez más fuerte, pero ya con pequeñas grietas internas. La otra a la baja, pero no en caída libre, porque es en su seno donde se crea la tecnología que de verdad nos subyuga. El arma de China: una forma de entender el mundo que aúna la actitud de Confucio con la disciplina del Partido Comunista. El arma de los Estados Unidos: Silicon Valley y su nueva religión tecnológica.

Es una guerra que se libra (y esperemos que siga así) mediante trabas comerciales y demostraciones de fuerza con flotas de portaviones haciendo maniobras; pero a lo mejor no es esta la gran batalla de los años que están por venir en lo que al control mundial se refiere. Puede que, un poco como en Juego de Tronos antes de que destrozasen su final, las batallas entre los aspirantes al trono distraigan a los que se reúnen en el G20 de su verdadero enemigo, y es muy posible que el verdadero enemigo para los Estados Nación (no necesariamente para los que estamos sometidos a sus yugos), venga de otro lado, del lado del dinero.

Si la sangre no llega al río, los misiles se quedan en sus silos y los marines no acaban invadiendo nada, lo más probable es que las batallas por el control del mundo se libren en la esfera de la economía, y aquí les están surgiendo rivales poderosos a los que la controlan: hay ya otro frente, con otros contendientes muy distintos a los que estamos habituados a encontrarnos, en el que puede que se acaben librando las batallas que cambien el curso de la historia.

La Regla de Oro dice que “el que tiene el oro, hace las reglas” y hasta hace bien poco, el oro lo controlaban los países, y con el hacían primero monedas y luego papel que cambiamos por cosas, y ahora anotaciones en cuentas de bancos: el dinero es uno de los inventos conceptuales más poderosos de la historia del ser humano y, tradicionalmente, crear dinero, acuñar moneda, estaba solo en manos de los reyes y de los estados, pero como ya mencionábamos en un artículo previo, con la aparición del bitcoin todo eso cambió.

En el que puede ser el ejercicio más radical de anarquía de la historia, un genio o grupo de genios anónimos, bajo el nombre de Satoshi Nakamoto, creó el protocolo Bitcoin, que entre otras cosas hace innecesaria la existencia de Bancos Centrales y muchos otros instrumentos de poder.

Concebido en lo más profundo de la crisis financiera y con un fuerte componente filosófico de “resistencia” frente a los poderes establecidos que estaban llevando al mundo a la ruina, poco a poco el bitcoin pasó de artículo científico a movimiento global, y luego a herramienta de especulación: entre enero y diciembre de 2017 la cotización del bitcoin se multiplicó por 10, llegando a cotizarse un bitcoin, que pocos años antes valía céntimos, en casi 20.000 dólares. Pero hacerse famosos no siempre es bueno, y un poco como los gaiteros que acompañaban a las tropas inglesas en la Primera Guerra Mundial, que eran siempre los primeros en caer porque eran a los que más se veía, atraer las miradas de todos y la atención de los reguladores, que empezaron a temerle, no fue demasiado positivo: en 2018 desde todos los ámbitos financieros convencionales se atacaba al bitcoin, tachándolo de estafa y de esquema Ponzi, y con los ataques llegó la debacle, perdiendo a lo largo del año casi el 90% de su valor.

Pero como en las películas de Hollywood, en las que los malos no terminan de rematar al héroe y este vuelve a levantarse, en lo que va de 2019 la cotización de la moneda virtual se está recuperando, habiéndose multiplicado (otra vez) por 4 en lo que va de año y siendo 12 veces más rentable que el siguiente activo más rentable, el paladio; y parte de la culpa de su recuperación posiblemente la tenga el anuncio de Facebook de crear su propia criptomoneda: la Libra, con una estructura tecnológica basada en el Blockchain que inauguró bitcoin, pero con una filosofía radicalmente diferente.

La Libra de Facebook puede ser el peor enemigo con el que se van a enfrentar los estados en el siglo XXI, y ya digo que, para los que creemos que los protagonistas de la Casa de Papel hacen bien en asaltar la Casa de la Moneda e imprimir su propio dinero, y nos fastidia que los Bancos Centrales hagan que el mío valga menos para pagar las meteduras de pata de los banqueros de sus países, la idea de Zuckerberg puede que no sea tan mala.

Para los que no hayan oído hablar de ello: Facebook anunció hace poco que va a encabezar un consorcio en el que van a participar otras muchas multinacionales y algunas ONG (puede que de no estar ellas en la lista de participantes, el consorcio podría ser confundido con el Imperio del Mal). Su idea, resumiendo, es crear una moneda con un valor estable (algo que el bitcoin está muy lejos de ser), indiciada en una cesta de las principales divisas (el bitcoin vale lo que decide el mercado, no hay detrás nada más que la confianza de sus usuarios en el sistema, igual que el dólar, pero confiando en algoritmos en lugar de “in god”) que el consorcio mantendrá físicamente (es decir, la libra de Facebook estará respaldada por yenes, dólares, euros…) y en el que la validez de las transacciones, los nodos de validación, estarán en manos de las empresas participantes en el consorcio (en el caso del bitcoin las validaciones las hacen los “mineros”; es decir, Internet, no las controla nadie). Con estas libras se podrán hacer transacciones a través de Facebook, WhatsApp y las aplicaciones de los participantes (Visa, Mastercard, Paypal o Uber están en el consorcio).

El argumento de Zuckerberg -que, por cierto, es un gran filántropo y puede que su intención sea buena- es que a través de la Libra millones de personas que no tienen acceso a una cuenta bancaria pero que sí tienen WhastApp o Facebook (muchísima gente en países en desarrollo) podrán tener acceso a financiación y recursos económicos a los que ahora no pueden acceder, con transacciones que serán instantáneas y gratuitas o muy baratas.

Aunque el concepto es bueno, y probablemente una moneda como la que propone Facebook será un elemento beneficioso para la mayoría de sus usuarios (aunque solo sea por las comisiones mínimas o nulas), es una creación que puede acabar arrebatando el poder a los bancos centrales: al principio será una bolsa de monedas, pero si se impone y se convierte en moneda mundial, luego serán las monedas de los países las que tendrán que indiciarse a Libra, y más adelante, de forma similar a como hizo el dólar con el oro, puede simplemente salir del patrón.

Mientras que detrás del bitcoin no hay nadie y atrajo todo el fuego, pese a que los reguladores están preocupados, si repasas la lista de empresas detrás de Libra te das cuenta de que aquí sí hay gente poderosa, con mucha capacidad de Lobby; no es un enemigo pequeño y hay una alta probabilidad de que salga adelante, y si eso es así a lo mejor esta es la gran batalla del futuro: el nuevo dinero (bitcoin y Libra) contra el viejo (dólar y euro), y luego un duelo a muerte entre quien quede…

3 comentarios

3 Respuestas a “Libra y bitcoin”

  1. O'farrill dice:

    Está claro que el autor conoce mucho mejor que yo el tema que trata, por lo que trataré de tocarlo desde otra perspectiva: la moneda como una forma de facilitar las transacciones comerciales y el dinero como una forma de formación de riqueza. Ambas están íntimamente relacionadas en lo que se conoce como «economía» y ésta a su vez depende de las riquezas y recursos de las naciones, el PIB para entendernos. Son por ello los estados o naciones quienes tienen la responsabilidad de regular su acuñación y distribución para que éstas se ajusten a la realidad económica de cada país. Ahora bien, en la UE se ha conformado una confederación de estados ajustado al espacio territorial que abarca los mismos, lo que teóricamente, debería constituir la suma de sus recursos y riquezas (sus PIBs) lo que sirve de soporte a una moneda única en el espacio europeo: el euro. También en este caso es la UE quien debe responsabilizarse de su acuñación y distribución ajustadas a la realidad económica de toda la UE (muy superior en su potencialidad a EE.UU. o China, no digamos si se incorporara Rusia). El «juego de tronos» no está sólo entre las naciones primeras, sino que se va diversificando porque otros acumulan potencialidades económicas importantes, bien desde otras naciones, bien desde lo que tratan de ser nuevos «imperios» económicos (apoyados más o menos directamente por los estados) globales. Ahí es donde surge (como con internet) la falsa idea de la libertad de acción para los ciudadanos. Desde el primer momento las criptomonedas están controladas también porque éstas no se pueden hacer de la nada. Necesitan una cobertura legal (estados) y económica (PIB) para su expansión que, en mi opinión, no puede estar basada en algo tan simple como las herramientas de tecnología. Pero además se prestan a que todos los «pardillos» obnubilados por las tecnologías, se vean con algo tan antiguo como el «timo de la estampita». Ya ha ocurrido y seguirá ocurriendo. Los refranes suelen ser verdaderos y «nadie da duros por pesetas» (a menos que sean falsos). Mucha prudencia pues con estas cuestiones porque pueden dar sorpresas.
    Un saludo.

    1. EB dice:

      O’farrill, toda interacción cooperativa entre humanos –sea con un propósito bueno o malo– supone un mínimo de confianza entre las personas que interactúan. Usted tiene razón en cuanto a que la interacción cooperativa implícita en el funcionamiento eficaz de un sistema de pagos requiere un alto grado de confianza. Un sistema eficaz contribuye a la creación de riqueza pero solo bajo ciertas condiciones que tienen que ver con los fines últimos de las transacciones o intercambios que generan obligaciones de pagos (en una isla-cueva de piratas se realizan transacciones no para crear riqueza sino para redistribuir riqueza saqueada, o en las prisiones y campos de concentración se realizan intercambios con o sin medios de pago para redistribuir las pocas cosas que tienen los prisioneros).

      Respecto a lo que dice en su comentario, la «economía» NO depende del PBI. El «famoso» PBI es solo una medición «poco precisa» (yo prefiero decir «muy imprecisa») del valor añadido por las personas en actividades productivas en un territorio determinado y durante un período (generalmente un año) determinado. Jamás confunda «la economía» con el PBI o con cualquier otra medición usada para informar sobre «la economía». En particular, no confunda «la riqueza» de los residentes de un país en julio 2019 (un stock a una fecha determinada) con el PBI del año 2019 (un flujo durante los 12 meses del año) –o dicho de otra manera, «la riqueza» es lo que acumulamos en el pasado a su valor hoy día, mientras que el PBI es el provecho que le sacamos a parte esa riqueza con nuestro esfuerzo durante un período determinado.

      Ojalá Raúl publique un comentario que envié hoy temprano aclarando varios puntos de su post, algunos relevantes para lo que usted señala en su comentario.

      1. O'farrill dice:

        Como siempre, muchas gracias por sus aclaraciones EB. No, no confundo «enconomía» con PIB. Aludo a que la moneda emitida debe tener un respaldo relacionado con los recursos (también los humanos) y riquezas de cada país que, naturalmente, oscilan en función de los mismos. Como Vd. sabe, las monedas fuertes o divisas han generado confianza y son admitidas internacionalmente, mientras otras no pueden salir del territorio propio porque no sirven para nada. En este contexto parece un tanto ingenuo dar esa confianza a corporaciones privadas, infladas artificialmente y con el factor añadido de que estarán siempre sometidas a regulación y control por los estados. Creer que se consigue crear una moneda ajena al poder, parece muy inocente y la inocencia en las operaciones financieras no parece abundar. Un saludo.

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