
Facebook tiene una estricta política sobre “desnudos y actividad sexual de adultos” mediante la que bloquea aquellas imágenes que considera inapropiadas. Para ello emplea un algoritmo capaz de reconocer ciertas partes del cuerpo que deberían estar cubiertas.
Aunque, en ocasiones, el algoritmo es tan estricto que censura reconocidas obras de Arte, en las que se muestran pechos, nalgas y otras partes de la anatomía, femenina y masculina, que al parecer pueden perturbar al que las contempla. Así, se han eliminado publicaciones que contenían reproducciones de Rubens, como El juicio de París o el Descendimiento de Cristo, de Picasso, Femmes à la toilette, o incluso de la Venus de Willendorf por mostrar desnudos o contenido sexualmente explícito.
Es evidente que Internet es un medio tremendamente propicio para la propagación de todo tipo de barbaridades y falsedades. Parece claro que la exposición de torturas y pornografía infantil debe perseguirse e impedirse. Pero no voy a referirme en este artículo a este tipo de censura, sino a otras que pretenden restringir el acceso a ciertas informaciones o su difusión.
Internet fue diseñado para sobrevivir a un ataque nuclear, descentralizado; y esto lo hace muy difícil de controlar. Tanto es así que, en nuestra ingenuidad llegamos a creer que la Red era una comunidad libertaria, capaz de autorregularse, que no podía ser gobernada por los poderes establecidos. Para bien o para mal, lo que se publicaba en Internet sorteaba fácilmente la censura. No obstante, el acceso a la Red o lo que puede encontrarse o publicarse en ella, puede limitarse de múltiples maneras.
en nuestra ingenuidad llegamos a creer que la Red era una comunidad libertaria, capaz de autorregularse
En algunos países, como Corea del Norte, Arabia Saudí o Cuba el acceso a Internet solo se reserva a unos pocos. En otros, como China, se permite, pero está estrictamente vigilado y hay un registro de internautas y de sus actividades. Pero en el resto del mundo, en mayor o menor medida, también hay limitaciones, no solo gubernamentales.
Acontecimientos como la Primavera Árabe, el triunfo del Brexit o la llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos, en los que las redes sociales han jugado un papel relevante, han determinado que los políticos, gobernantes y demás implicados en el uso del poder intensifiquen sus esfuerzos por controlar lo que se publica en la Red.
Los gobiernos pueden obligar a los proveedores de acceso a Internet de sus respectivos países a bloquear ciertas direcciones web. Así, por ejemplo, Skype, WhatsApp, Twitter, Google, Facebook o los blogs de WordPress, como sería el caso del nuestro, no funcionan en China.
Pero no solo los gobiernos, sino también las empresas. No olvidemos que Internet es un negocio y que las seis empresas más grandes del mundo, en cuanto a su valor bursátil, son empresas TIC: Apple, Alphabet (Google), Microsoft, Amazon, Tencent Holdings y Facebook. Más grandes que las petroleras, los bancos y las farmacéuticas. No olvidemos tampoco que Google es, además, la propietaria de YouTube y del sistema operativo Android, presente en el 85% de los móviles; y que Facebook también es la dueña de WhatsApp, Messenger e Instagram. Estos gigantes, además de disponer de nuestros datos, tienen la potestad de ejercer censura ideológica, localizando mensajes y opiniones no deseables y cerrando cuentas de usuarios molestos o disidentes.
Y tal es ese poder que la protección de los derechos de autor solo puede llevarse a cabo con su colaboración. O al menos así lo ha entendido la Unión Europea, en su Ley sobre el copyright.
En su artículo 13, dicha ley insta a las plataformas online -como Google, Facebook o YouTube- a que supervisen los contenidos que los usuarios comparten en ellas y adopten las medidas pertinentes para asegurarse de que no se vulneran los derechos de autor. De esta manera, los proveedores de servicios pasan a ser responsables de los contenidos que suban sus usuarios. En consecuencia, tendrán que implantar filtros, similares a los que, motu proprio, ya tiene Facebook respecto a los desnudos. La ley les convierte, en la práctica, en policías de la web.
Según esto, muchos de los contenidos que ahora se comparten en las redes sociales serán automáticamente eliminados. Ya no será posible, por ejemplo, construir un meme o una parodia a partir de un fragmento de película, una fotografía, una canción… cuyos derechos de reproducción pertenezcan a alguien.
Por otro lado, en el artículo 11, la ley establece límites acerca de lo que se puede enlazar y lo que no. En concreto, los medios de comunicación podrán reclamar compensaciones cuando se compartan fragmentos de sus publicaciones. Es decir, los agregadores de noticias, como Google News o Menéame, tendrán que pagar por enlazar.
Esta ley tiene múltiples detractores, entre ellos Wikipedia, que argumentan que, de aprobarse, amenazará la libertad de circulación de información en línea. Internet no volverá a ser como antes. Compartir una noticia o acceder a ella a través de un buscador será mucho más complicado.
Y aquí entran en conflicto el derecho a la propiedad, la libertad de expresión y el derecho al honor y la intimidad reconocidos en múltiples Constituciones. Y llama la atención que se ponga tanto celo en proteger la propiedad y no se sea tan eficaz en limitar las manifestaciones de odio o las difamaciones que saturan Twitter o Forocoches; por citar un par de ejemplos.
llama la atención que se ponga tanto celo en proteger la propiedad y no se sea tan eficaz en limitar las manifestaciones de odio o las difamaciones
Y con esto no quiero decir que no haya que censurar nada o que haya que censurarlo todo. Aunque, sobredimensionando los peligros y los comportamientos reprochables se puede crear un estado de opinión favorable al recorte de libertades.
Hay quienes dicen que intentar censurar Internet es similar a ponerle puertas al campo. Pero no podemos ignorar que la restricción de la libertad de expresión y comunicación es una tendencia mundial. Unida al creciente conocimiento que tienen sobre nuestras actividades y al menguante espacio de nuestra privacidad.
Posiblemente, los gobiernos y los gigantes de la Red no tengan intención de hacerlo, pero, en muchos casos, más que de censurar se trata de educar, de cultivar un pensamiento crítico que nos permita tomar nuestras propias decisiones, acerca de lo que es adecuado y lo que no. Al fin y al cabo, son los propios usuarios los responsables de lo que se publica y se lee en la Red; son ellos los que visitan las páginas y los que pueden propagar o no ciertos contenidos.
Sí, es una tendencia mundial porque los políticos (y por lo tanto los gobernantes) se sienten amenazados en sus privilegios. En todo caso, queda probado que el problema no son las empresas sino los políticos porque pueden recurrir a la coerción legítima para imponer restricciones a través de las empresas –un contubernio que termina dando asco. La única limitación aceptable a la libertad de expresión es la ofensa intencional a personas determinadas, algo que solo puede juzgarlo una judicatura seria.
Y hablando de asco, nada como El País. Recién leo esta pregunta y respuesta
«Su diario, ‘El País’, no le citó
Me ha extrañado: el resumen de lo que habían dicho las otras dos personas [Albert Rivera y Beatriz Sánchez Seco, víctima de ETA] era malo y el mío, inexistente. (Ríe). A mí me gusta que mi periódico dé las cosas bien, y no se apuntó un tanto.»
https://www.elmundo.es/espana/2018/11/07/5be203e3e5fdeade218b4610.html
en entrevista a Fernando Savater. Por cierto, lamento que Savater se ría cuando su periódico lo está pateando.
Sí, El País como todos los medios masivos siempre han sido útiles a los políticos porque sus ingresos dependen de su servilismo. ETA extorsionaba (y seguramente ahora su brazo «no-violento» lo sigue haciendo) pero los políticos extorsionan a los medios que más temprano que tarde terminan aceptando servir sin chistar.
No me extraña que los políticos de otros países europeos y la UE tomen la misma posición.
Las restricciones crecientes de la libertad personal son inevitables dentro de determinados sistemas de Poder Social. Las democracias representativas ya se están quitando el disfraz y aparecen como Sociedades Despóticas. Justo lo que anunció Tocqueville en 1840 en las últimas 60 páginas de su obra «La democracia en América».
Nadie se sorprenda porque Stafford Beer también lo dijo en 1975: «Los objetivos de un sistema se deducen perfectamente de sus resultados»
Explicarlo es relativamente sencillo pero requiere su tiempo. Quizás ya va siendo hora de abordar este tema en serio y tratar de «Visibilizar» la obra de Ashby. Además de convertir en proscritos a quienes han alertado de esto desde los años 20, 50 y 70, del siglo pasado, nuestras mentes han sido y están siendo condicionadas desde la infancia para dificultar la percepción de este fenómeno y bloquear cualquier reacción.
Internet, debemos saberlo y no olvidarlo, es en su origen una red de comunicaciones militar que hace unos cincuenta y cinco años pasa al dominio académico y luego al civil por razones muy claras. No conocidas del gran público pero sí conocidas en el sector de las TIC’s al menos por los que lo vivieron en directo.
Los objetivos y la arquitectura de dicha red son múltiples y van desde poder mantener la operatividad de las comunicaciones en la hipótesis de un ataque nuclear (el más publicitado) , a posibilitar la creación de «zonas grises» y «acciones ofensivas híbridas» en territorios hostiles o no sometidos. Además, en el propio territorio imperial, permite el control minucioso individualizado de la propia sociedad que era otro de los objetivos y de las funcionalidades del sistema. El control y la vigilancia de la propia población.
Hoy estamos viendo –entre Atónitos, Callados y Atemorizados– un futuro que ya está aquí: Un ayuntamiento regido por totalitarios enamorados de Orwell ha recreado en una zona del Madrid central un corral experimental de vigilancia y coacción total –y ello antes de que nuestro propio coche nos denuncie–. Y la sociedad traga como traga la rana un poquito más de calor en el agua. Cada día un poquito más.
La Censura en Internet tiene una ventaja: Nos pone en nuestro sitio y no nos permite pretender ni por asomo que somos libres o que somos soberanos. Tampoco el proclamado objetivo de nuestra civilización: ser nuestros propios dueños. El Poder nos hace más conscientes de Nuestra Real Condición. Somos esclavos fiscales, laborales y sociales. Hasta que les sobremos.
Es decir, –queridas colegas y queridos colegos–, caretas fuera: somos esclavillos no exentos de culpa. ¿Quién dijo que éramos hijos de las estrellas y dueños de nosotros mismos?
Por cierto, todo lo «digitalizable» es desde ese mismo instante, Público y Eterno. También la voz; así que cuidadín con lo que decís por el Smartphone.
Quien quiera conocer la historia de la Red está de suerte: «Surveillance Valley» The Secret Military history of the Internet. By Yasha Levine. Editores: Public Affairs. 2018
Saludos muy cordiales
Hola Manu, yo veo el vaso medio lleno, usted lo ve vacío. Como habrá leído en muchos de mis comentarios, yo reconozco los problemas pero no por eso dejo de ser optimista. Parto de la base que siempre ha habido problemas y los seguirá habiendo porque la naturaleza humana jamás cambiará lo suficiente como para eliminar nuestro lado oscuro, y también acepto que a río revuelto ganancia de pescadores. Sí, los últimos 25 años han sido más revueltos que los 25 anteriores, pero los últimos 50 años han sido mejores que cualquier período anterior de la historia.
No hay una única forma de analizar el río revuelto. Ya en comentarios al post de Isaac “¿Cómo cargarse una economía en 100 días?” resumí ideas para analizar el río revuelto. Si nos centramos en la política, parece que efectivamente todo ha seguido cuesta abajo y que lo único extraño es por qué la caída no se ha transformado en alud. Estos últimos días se ha recordado el armisticio que puso fin a la Primera GM, y yo me he acordado de las varias veces que terminé viendo Wonder Woman porque mis nietos pedían más explicaciones sobre el recurso a la violencia. Sí, lo bien que nos vendría llamar a Wonder Woman. Hoy la política interna en varios países, incluyendo España, ha llegado a un punto que recuerda la situación en las trincheras de la Gran Guerra, y en particular cómo se la representaba en la película: un equilibrio inestable. Por definición, ese equilibrio puede romperse en cualquier momento, pero ninguna de las partes parece tener la capacidad para romperlo y dar el golpe final, aunque las fuerzas del mal están desesperadamente buscando la fórmula para hacerlo —hay que actuar ya porque no sabemos cuanto se demorarán en encontrarla. Por suerte, WW llega a tiempo, y aunque lamente un gran sacrificio personal salva a la humanidad. En 1918, sin embargo, WW (Woodrow Wilson) no salvó a la humanidad forzando el armisticio: sus condiciones generaron una larga pausa durante la cual no se pudo evitar la Segunda GM. Sí, no confundamos a Wilson con Wonder Woman. Con suerte tendremos otro Wilson capaz de mantener el equilibrio inestable por un tiempo más largo que lo que hoy anticipamos, pero yo soy optimista porque creo que la humanidad siempre ha encontrado a un Wilson —no es “first best”, ni siquiera “second best”— pero así es como hemos “evolucionado”, a base de treguas en que algo se mejoró para postergar una vez más “la batalla final”.
Pero ya no se trata de desmantelar intrigas internacionales o contubernios varios, es que si simplemente escribes en el blog de cualquier cantamañanas algo contrario a sus intereses, con respuesta algo ácida como reacción a algo que a ti te ha parecido absurdo, ridículo e insultante para la inteligencia del lector, pues resulta que tu parrafada solo la ves tú en la pantalla de tu ordenador, ninguna respuesta ni señal aprobatoria o de las otras. Cero completo porque alguien, que no sé si es el autor o autora del blog o ya es el Dios de Google que considera que tu talante no es lo bastante positivo para la buena marcha de no sé muy bien qué, decide que tu sarcasmo no favorece al consenso borreguil tan deseado por la mayoría. Esto sucede aunque no emplees palabras malsonantes, basta con que no te sumes al coro de aduladores diversos que solo saben masajear el frágil ego de los perpetradores de blogs delirantes, necios, tramposos y que promueven con su cotilleo la mediocridad más deprimente del personal.