Este año el anuncio de la Lotería de Navidad está muy bien. Tierno, solidario, y además un verdadero canto a la paranoia. Se basa en el viejo lugar común de que a los locos hay que darles la razón siempre, y seguirles el rollo. En este caso todo un pueblo, y hasta las últimas consecuencias. Es un corto bien realizado, con muy buenos actores y grandes medios de producción, pero que no se proyectaría en ninguna sala ni ganaría el menor galardón en ningún festival de cine. De publicidad tal vez. Cinematográficamente hablando, no es realista ni por asomo, ni tampoco lo suficientemente alegórico, simbólico o poético como para evocar con enjundia ningún tema subyacente medianamente importante o valioso. ¿El amor filial? ¿La compasión con los enfermos? ¿La solidaridad popular? ¿El alto significado de la fantasía frente a la cruda realidad? No alcanza el film a llevarnos a considerar con seriedad la huella que podría dejar su mensaje. Porque no hay más mensaje que la fabulada conmiseración de la gente con los enfermos, inexistente en el mundo real.

Sin embargo, viéndolo en casa, tragamos. Porque, como ya explicó perfectamente el comunicólogo McLuhan hace un montón de años, el medio es el mensaje. Y la TV es un medio caliente, como él mismo la definió. Los medios calientes aportan al espectador tanta información que éste no requiere un gran esfuerzo para percibirla. Bajamos los filtros. Se nos cuelan en nuestra intimidad, mientras nos tomamos un té, y a tamaño natural (escala 1.1), las lágrimas o la inmensa alegría de alguien que podría ser nuestro vecino, o nuestra tía Encarna, y no le pedimos más al relato que esa inmediatez repleta de emociones. Tras verlo en un cine saldríamos estragados, o vacíos, o incluso indignados por el uso de tantos medios para un mensaje tan romo, pero en el salón o en el cuarto de estar, o incluso viendo el corto en el ordenador (Internet más que un medio caliente es “abrasador”), sucumbimos al ternurismo inmediato de la acción, aunque sepamos que la historia no nos lleva mucho más allá.

Como spot publicitario, la única pega que le pondría al anuncio, si yo fuese el director de Loterías y Apuestas del Estado, es que, precisamente por ser tan invasivo emocionalmente, el espectador no se percata conscientemente de que en realidad es un “antianuncio”. Yo, si fuese él, preferiría, desde luego, la campaña machacona de “Después de las vacaciones” de la Primitiva y de la Lotería Nacional, que nos hacía creer en esa abyecta falsedad consumista de que “No tenemos sueños baratos”, e intentaba hacernos cosquillas en la tecla de la soberbia, la envidia, la avaricia, la gula y la pereza (todos los llamados pecados capitales excepto y la ira y la lujuria, que son más impresentables en la intimidad de una casa familiar como Dios manda). Porque esos spots iban directamente al grano: “Sé rico, gilipollas”.

Ahí solo necesitabas “un poco” de suerte. Por el contrario, este, el de la Lotería de Navidad, te deja con la sensación de que a no ser en la perturbada imaginación de una pobre mujer jubilada y con Alzheimer, el gordo, como todos los años, no va a caer en el pueblo ni de coña, y por lo tanto hacerse ilusiones de ser rico de un día para otro es una pura quimera. A pesar de la última frase de la nuera (“Anda, que como nos toque mañana…”), el fracaso colectivo está anunciado con un día de antelación. Y entonces, para qué comprar un décimo.

7 comentarios

7 Respuestas a “Como todos los años”

  1. EB dice:

    Sí, el único mensaje es la fabulada conmiseración con los demás, algo que en alguna medida existe. No por supuesto en la medida en que los «buenos» quisieran, pero sí en la medida en que muchos humanos en algunas circunstancias lo son. Claro no necesitamos ese anuncio para recordar lo obvio y mucho menos para comprar un billete de lotería que bien sabemos –por tontos que seamos– que tiene una bajísima probabilidad de ganar. Quizás el único anuncio que debería hacer Lotería es recordar que ya se acerca el día del Gordo y mejor comprar un billete porque la única manera de ganar la lotería en la vida es comprando un billete, algo que gracias a los políticos y sus cómplices muchos han olvidado.

    No conozco los detalles de cuánto ganará el gobierno directa o indirectamente con el nuevo Gordo, en particular respecto a lo que ha ganado en años anteriores. Pero supongo que Montoro se ha encargado de aumentar la tajada de Hacienda porque hace tiempo que las cuentas fiscales no cierran y las perspectivas de que alguna vez cierren son nulas. Las finanzas públicas españolas ya se han convertido en terreno para una batalla infantil entre grupos de adultos adictos para primero mantener la tajada de años anteriores y segundo para tratar de aumentarla. Pero con tantos jóvenes que no tienen futuro laboral alguno por las políticas de los gobiernos –hay que ser muy idiota para aumentar el salario mínimo en las circunstancias actuales– y por tantos electores formados en escuelas que les enseñaron que ellos son los buenos y los otros los malos, la Hacienda española sólo repartirá miseria. Peor, este cuento es muy viejo y muestra una vez más que los políticos usan la escuela pública para domesticar y formar imbéciles. Si por lo menos leyeran sobre lo que ha pasado en Argentina –no tienen problema de idioma para enterarse– quizás algunos adultos españoles se cuestionen lo que sus políticos hacen. Y por si fuera poco lo anterior, la muerte de Fidel permitió que muchas ratas salieran de los armarios para contarnos lo grande que es la escuela cubana sin tener idea de lo que están hablando y con el propósito de reforzar la formación de imbéciles.

  2. EB dice:

    Parece que Matteo Renzi organizó su lotería donde el Gordo sería nuevo Duce y en que él había comprado todos los billetes. Pero igual perdió. Difícil de explicar salvo que uno suponga de entrada que Renzi es idiota. Pero los políticos no son idiotas y hasta podría decirse que su especialización es aprovecharse de los idiotas. El problema de los políticos es su ambición de poder porque pronto quedan atrapados en sus ilusiones –soy tan bueno que nunca podría perder– y desde un principio se rodean de un coro de siervos leales que los protegen de los «malos». Aunque la pregunta sobre lo que hará Renzi para reponerse del golpe es interesante, lo urgente es entender qué consecuencias podría tener su renuncia.

  3. EB dice:

    Parece que Cristiano Ronaldo sacó el Gordo. Aunque todavía no está claro, la intención es tratarlo bien porque es de «los nuestros», es decir, de «Madrid». En España, la podredumbre sobra y no hay duda que está a la vuelta de la esquina, sea para castigar si es uno de «los otros», o para premiarlo si de «los nuestros».

  4. EB dice:

    Al Gore sí ganó el Gordo. En realidad, ganó dos gordos a juzgar por el tamaño de su físico y de su cuenta bancaria luego de perder la elección de 2000. Hoy The Guardian desentierra a Al Gore para que ataque a Trump; ver

    https://www.theguardian.com/us-news/2016/dec/05/al-gore-climate-change-threat-leaves-no-time-to-despair-over-trump-victory

    y reabre el debate no sobre el cambio climático sino sobre el Gordo. Si uno lee cuidadosamente lo que el Gordo dice se da cuenta que su preocupación es que en los próximos años deba competir con Obama y los Clinton que saldrán dispuestos a enriquecerse tanto como el Gordo pero con una agenda distinta. La estrategia del Gordo es que Obama y los Clinton se una a él aceptando su agenda, lo que le aumentaría su físico y su cuenta. Contrariamente a lo esperado, varios lectores comentaron negativamente sobre el Gordo cuestionando su capacidad y su integridad. Por suerte para la humanidad los plazos fatales sobre el fin del mundo que el Gordo y sus cómplices han estado anunciando por años se van aplazando y el vencimiento final queda para mañana. A juzgar por su físico y su cuenta algunos ricos han estado creyendo esos anuncios, pero recomiendo ignorarlos porque el Gordo es falso, tan falsos como algún académico que ha denunciado en los tribunales las críticas a sus investigaciones académicas o como los fiscales de New York que han perseguido a quienes se ríen de esos anuncios como si fueran criminales.

  5. O'farrill dice:

    El anuncio a que hace referencia el artículo, ha corrido de boca en boca por los ámbitos más diversos como un «ejemplo» publicitario. Por mi parte, cuando he tenido ocasión de verlo, me ha parecido una forma más de manipular el subconsciente emocional del personal con el mismo objetivo: que las «colas» ante las administraciones de lotería, sean cada vez mayores y, en cualquier caso, en lugar de exigir más ingresos laborales, la gente se confíe a esos ingresos «extra» que promete la lotería.
    Creo que el tema da para un estudio psicológico amplio sobre la sociedad que tenemos y cómo es posible manipularla desde esos «medios».
    Por cierto ¿alguien sabe si la publcidad de las AA.PP.? tiene cobertura presupuestaria. Yo creo que no. ¿Cómo lo camuflan entonces ante los controles de cuentas? El colmo sería que lo consideraran «de interés publico». Un saludo.

    1. Alicia dice:

      Pues hace pocos días escuché precisamente en la radio que esa publicidad se paga con los impuestos. Así que el estado, del 20% que creo que es lo que retiene a quien le toca un premio, debería devolverle lo que le «birló» para animarlo a que jugara. Y, bueno, que a los que no toca también, en concepto de daños y perjuicios.

      1. O'farrill dice:

        Es importante darse cuenta de la inflexibilidad con que nos miran las cuentas a los ciudadanos y la extrema laxitud con que se controla el gasto público. Que yo recuerde, en ningún epígrafe presupuestario se programa el «gasto en publicidad» ¿institucional o del gobierno de turno?. Hace poco conocíamos cómo se «publicitaban» algunos personajes políticos a cargo de los presupuestos. ¿Dice Montoro algo al respecto? No, por supuesto que no.
        Recuerdo una divertida escena de una gran película (El concierto) en que un jerarca de los medios de comunicación rusos indicaba a sus regidores de TV: «la primera cámara sobre mí, la segunda sobre mis manos, la tercera sobre mi instrumento, la cuarta sobre mi atril y mi partitura….» Al fin y al cabo él era el patrocinador.

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