Tolerancia Imagen de Willgard Krause en Pixabay

Desde la Transición se ha inculcado desde los poderes la gran importancia del valor de la Tolerancia. Se entiende que entonces los políticos, desde todos los ángulos ideológicos, quisieran desarrollar entre la ciudadanía unas formas de hacer y proceder acordes con tiempos de democracia. Por mucho que se pretenda hacer ver ahora desde el revisionismo histórico, todos los intentos democráticos anteriores en nuestro país habían sido un gran fiasco, en los que algunos acabaron muy mal. Motivo por el cual insistir en la capacidad de tolerar puntos de vista distintos y divergentes sobre cualquier cuestión, era un ejercicio educativo ciudadano deseable y necesario.

En realidad se trataba de una campaña con un importante trasfondo emocional. La tendencia a la vendetta, el cainismo, los justicieros y el linchamiento, más propios de una izquierda malherida por las sempiternas injusticias sociales de un país condenado ancestralmente al hambre, al dolor y al sufrimiento, debía sustituirse en una sociedad democrática, en un Estado de derecho tendente a la igualdad, mediante un ejercicio de borrar esas huellas, por estilos y formas de practicar la acción política más propios de los Estados modernos en los que impera el diálogo, el consenso o los acuerdos con otras fuerzas del arco ideológico.

Por otro lado, el carácter fundamentalista y radical, la apropiación sistemática de los centros de poder con aquiescencia divina en un estilo mesiánico amparado por la religión dominante propios de la derecha nacional, eran absolutamente inapropiados para conseguir sociedades democráticas.

Psicológicamente hablando, ambos trabajos emocionales suponían esfuerzos de muy distinta dimensión. Si la derecha debía “ceder” el poder y admitir compartirlo con los demás, la izquierda debía hacer todo un ejercicio de olvidar los traumas del pasado y “pasar” página. Para la Psique lo primero es infinitamente más fácil que lo segundo, y los hechos tercamente lo vienen demostrando, y ahí están esos políticos que hábilmente sacan tajada de ello en detrimento de la salud mental colectiva.

Ahora sabemos por los avances de la neurociencia, que los desarrollos ideológicos procedentes de las esferas cognitivas están inherentemente impregnados de componentes emocionales que siempre acompañan a las ideas, los idearios y las ideologías. El sistema cognitivo cerebral y el sistema límbico emocional, siendo distintos, operan siempre de forma simultánea, y cualquier disociación que se produzca es una anomalía psíquica, cuando no directamente una patología.

Esto significa que no existe la “razón pura”, sino que detrás de ella están los deseos, las intenciones, el placer, la ansiedad, las formas, la empatía o el poder, por poner solo algunos de los detalles que acompañan al razonamiento. Si en algún momento la campaña en pro de la tolerancia civil tuvo sentido, debió acompañarse de formas de tratar los traumas colectivos de manera que se desactivaran los mecanismos emocionales que habitualmente los acompañan.

En el ámbito clínico, eso consiste en volver a los episodios más dolorosos, entender las “razones” que podían subyacer a las detestables acciones ocurridas, contemplarlo desde la distancia con cierta humanidad, tratar de restaurar el daño y recomponer los destrozos acaecidos. Una vuelta al lugar del crimen, seguramente dolorosa como cualquier cirugía, pero necesaria como pocas cosas lo son. Poco o nada de eso se hizo, más allá de ciertas y loables acciones individuales y aisladas, en pro de un “pasar página” amnésico y práctico en tanto en cuanto se pudiera seguir detentando el poder político. Un terreno abonado para que los sociópatas de turno, habitualmente alojados en algunas sectas partidistas, saquen tajada electoral y nos vayan acercando a un cerebro autodeteriorado, o, quien sabe, si autodestruido.

La tolerancia tuvo principalmente su efecto en desactivar los mecanismos emocionales de la derecha, que por las pruebas parece haber tenido su efecto, mientras que la izquierda sigue conviviendo con sus fantasmas, sus despechos y afrentada continuamente por el devenir social hacia ámbitos de mayor libertad, en una cosmogonía de fascismos y comunismos más propios de las sociedades del diecinueve y la debacle bélica del veinte.

Ahora la tolerancia se ha convertido en un arma arrojadiza al adversario político, mediante formas intolerantes, imperativas, doctrinales y autoritarias, que agudizan la disociación mental de la ciudadanía que acude a votar desde el cerebro emocional herido, permitiendo que nos gobiernen asesinos y secuaces, mesiánicos supremacistas, racistas irredentos, delincuentes territoriales, y torpes “feministos” rabiosos, con tal de no ver ni de lejos al autor del crimen.

Tolerancia cognitiva, intolerancia emocional.

3 comentarios

3 Respuestas a “Tolerancia”

  1. Rafa dice:

    La Tolerancia, que es un término heredado de la Mecánica y de la Física, hace referencia a los valores máximo y mínimo que tiene que tener un eje, para que este encaje.

    En lo social, casi todos entendemos por tolerancia que no queda mas remedio que pasar por determinadas situaciones temporales dentro de un máximo y un mínimo, pero que vamos a cambiarlas o modificarlas en cuanto podamos.

    Quizá como explica Carlos, está tan unida a lo emocional que toleramos a nuestro jefe hasta que podamos machacarlo, a nuestros vecinos hasta que se vayan de la casa, y al inmigrante porque de momento nos hace la compra o nos limpia la casa.

    La definición de la RAE de Tolerancia, en este momento nos parecería un Eufemismo.

    «Respetar las ideas diferentes, que no coincidan con las suyas. Entender que las opiniones son relativas y discutibles y que no se tiene la verdad absoluta. Ser capaces de expresar el punto de vista propio sin herir los sentimientos de los demás. No burlarse de las diferencias».

    Antes de la Transición, expresiones como » No le tolero a Vd, que me hable así» o «esta situación es intolerable», podían ser válidas.

    Durante la Transición a la democracia, aunar voluntades de políticos con sensibilidades tan diferentes; algunos llegaban del exilio, Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri o Josep Tarradellas, con la flor y nata del antiguo régimen, Fraga Iribarne o Herrero de Miñón, exigía si no tolerancia, por lo menos permeabilidad suficiente como para no acabar con el oponente.

    Sin tratar de comparar esa situación con la actual, pues son completamente distintas, aunque las heridas estaban más recientes y abiertas; por lo menos entender que las intenciones de acercamiento y las voluntades han empeorado notablemente.

    A muchas personas con frecuencia, la vida no nos viene bien, se empeña en ir contra nuestro deseos, sentimientos e intenciones, y como normalmente tenemos miedo a vivirla, es fácil montarse una vida o realidad paralelas, como Pedro Sanchez, porque de otro modo no nos queda mas remedio que tolerarla.

    Un abrazo

  2. Manu Oquendo dice:

    En este artículo de Carlos se dicen muchas cosas algunas de las cuales, quizás, requerirían aclaraciones adicionales.

    Por ejemplo: el aserto de que que no existe la razón pura sino que siempre está condicionada por las emociones creo que merece alguna elaboración adicional y definiciones previas de razón pura y de emociones. Lo digo porque me encuentro en plena y muy pausada relectura de «A critique of pure reason» de Kant y me resisto a abandonarla.

    No voy a entrar en la cuestión histórica de la Transición española porque también es tema de gran complejidad uno de cuyos resultados ha sido que convivan sin llegar a las manos muchas gentes que nunca antes pudieron hacerlo a pesar de que otras siguieron matando y nazificando partes importantes del territorio y no precisamente desde la derecha que todos tenemos en el imaginario. ¿O creen ustedes que Vascongadas y la Tarraconensis son territorios libres y respetuosos de los derechos de sus ciudadanos? No lo son: Recuerden que a Mussolini se le expulsa de su Vicepresidencia del Partido Socialista Italiano por orden de Stalin porque, sin dejar de ser Socialista, se hizo Nacionalista en vez de «Internacionalista».

    Lo que precede se restringe al territorio de España pero, si queremos, podemos salir de él y observar que Occidente y dentro de él la UE, ha dejado de ser tolerante porque sus élites se exhiben hoy, impúdicas, en la imposición de falsedades y perversiones destructivas de la propia sociedad, de su libertad, su civilización y su cultura.

    Basta leer cuidadosamente la Agenda 2030 para caer en la cuenta de que estamos ante un Gran Esfuerzo de Implantación Totalitaria que va directo al corazón ya mortecino de nuestra propia cultura y de nuestra misma etnia.
    Estos temas están comenzando a recibir parte de la atención crítica que merecen.
    Cómo si no podemos evaluar los objetivos reales de la Instauración Obligatoria de la Ideología de Género desde la infancia hipersexualizándola, del clarísimo Timo del CO2, de la reciente adopción por la OTAN de la Gestión de nuestro Espacio Cognitivo como prioridad estratégica o del, también silenciado, hecho de que el Impuesto sobre el CO2 se haya multiplicado por 25 veces en 10 años, o la eliminación de la libertad de expresión vía esa sandez de criminalizar las expresiones de «Odio», etc, etc, etc. Si quieren ver a dónde vamos miren a Canadá con un poco de atención.

    Nos sobra la evidencia de que el Sistema de Poder no sólo no es tolerante sino que se ha convertido en Totalitario, Mentiroso y Empobrecedor aprovechándose de la sobreventa social de la Tolerancia.

    ¿De dónde surge esto?
    Hay algo evidente: Antonio Gramsci no es ajeno a lo que ha venido sucediendo en la Izquierda –europea y USA– y si quieren verlo en acción 50 años después de su muerte busquen un ejemplar de «Hegemonía y Estrategia Socialista» de Ernesto Laclau y su esposa Chantal Mouffe. Sigue en librerías desde su publicación en UK en 1985. En esa obra crucial para entender el verdadero rostro de la Izquierda actual se ponen límites a la Tolerancia y a la «Inclusión». Estos límites son, en román paladino, «lo que Yo, la Izquierda, diga».

    Pero es que mucho antes tres sociólogos: Robert Wolf, Barrington Moore y Herbert Marcuse escribieron: «A critique of Pure Tolerance» (1965) en la que se establecían tantas limitaciones a la misma que, por ejemplo ya en su página 18/19 explica que la familia de hombre y mujer debe desaparecer porque si no lo hace es imposible manipular a los niños como la izquierda estima necesario. Tal cual.

    Es imposible estudiar lo que la izquierda intelectual escribe y creer que la tolerancia es parte de su patrimonio. No lo es.

    Gracias a Carlos por traer el tema. Me parece muy importante porque ya se nos acabó el tiempo de la tolerancia y no nos habíamos dado cuenta.

    Saludos

  3. Cristobal dice:

    Interesante debate el que expone S.r Carlos , le felicito .
    Por otra parte es algo que deberíamos tener resuelto hace tiempo , por que es agotador y de seguir así siempre igual con el tema de las derechas y las izquierdas ,vamos a tener que necesitar un psiquiatra por cabeza .
    Quien tiene la razón ? puede ser que alguien tenga dudas ,de lo que no hay duda es ver la sin razón y a donde nos lleva esta , si es una cuestión de intereses económicos esta claro hacia donde nos lleva la deriva económica y también moral . Tenemos una fiscalidad de las mas altas y una deuda que no para de aumentar ,y todo esto no se ve reflejado en el bienestar de la ciudadanía ni en los servicios públicos de calidad ni en la seguridad en las calles ,aun que para apaciguar voluntades y crear ámbitos y movimientos de tolerancia extremistas hay presupuesto sobradamente . Y si la tolerancia en términos mecánicos referida a los ejes no debe sobrepasar unos limites , el alojamiento debe ser mayor lo justo para que no tenga demasiada holgura ni demasiada fricción y necesita de mantenimiento de engrase para el buen funcionamiento de este , Ha veces el mantenimiento del trasto sale mas caro que el beneficio que da , y es cuando hay que cambiarlo por que queda obsoleto Es lo que pasa en España con la política que nos sale mas caro el collar que el perro .
    La Tarraconensis de la época romana quiero decir que dejaron buenas construcciones y mejoraron las iberas que estaban con anterioridad , no le faltaba de nada circos palacios …… por lo que se ve bastante completa y austera . La que que conocí en los años 60/70 no tenia tan buena pinta , había mucho chabolismo y pobreza y no se podían ocupar pisos ni robar , eran otros tiempos ,que se superaron con trabajo , sacrificio , esfuerzo e ilusión esto ultimo nos lo están arrebatando con doctrinas artificiales
    Cambiando de tema sobre la intolerancia . Uno es intolerante hasta un limite ,sobrepasado este se vuelve uno políticamente incorrecto. Porque a ver ,por poner un ejemplo , inviertes los ahorros de toda tu vida para comprar un piso ,para que el dia de mañana te ayude con la pensión , por que esta es justa ,es todo el egreso con el que uno cuenta compartido con la señora ya que esta se dedico toda su vida a la educación y cuidado de los hijos , lo que se llamaba antes sus labores , una tarea noble y despreciada por las feministas , que son legión , tal vez si se creara una agrupación de este tipo por los «masculinistas» , que no machistas , y bien engrasado seria una fuente de votos importante para el partido que lo comprase , el problema es que no existe ese termino en el diccionario ( me parece ) y además no tiene razón de ser seria como respuesta al feminismo y por tanto enfrentamiento innecesario y es lo que nos sobra . A lo que iba ya estaba divagando , ese piso que compraste lo ocupan no una vez si no tres y cuando lo recuperas esta totalmente destrozado , estas todavia pagando la hipoteca y necesitas pedir un préstamo para su rehabilitación o mal venderlo y ya dejas de ser tolerante por que te ves huérfano de justicia , lo dejo aqui .
    Bueno una cosa mas , tenemos un planeta perfecto para la vida en el todo funciona bien
    Posdata : no hago borrador cuando escribo apelo al buen entendimiento de los errores gramaticales .Saludos .

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza Cookies propias para recopilar información con la finalidad de mejorar nuestros servicios. Si continua navegando, supone la aceptación de la instalación de las mismas. El usuario tiene la posibilidad de configurar su navegador pudiendo, si así lo desea, impedir que sean instaladas en su disco duro, aunque deberá tener en cuenta que dicha acción podrá ocasionar dificultades de navegación de la página web. política de cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies