
El hombre siempre ha creado dioses con poderes sobrenaturales y algunos atributos humanos. El ejemplo más conocido es el del Olimpo griego, pero hay otros muchos (uno de los primeros conocidos es el del Marduk de Sumer, lugar en el que comenzó la historia).
Sin embargo, desde la Revolución Francesa se ha impuesto la dictadura de un Dios único. Desde que el hombre mató a Dios, como después nos explicó Nietzsche, se ha entronizado a la Diosa Razón. Y de la implacable tiranía de esta nueva Diosa surgió nuestro gélido modelo social, político y económico, en el que todo se valora en función de un juicio racional, de modo que carece de validez aquello que no pueda experimentarse o superar una sólida cadena de razonamientos lógicos (no parece extraño que en este modelo los abogados proliferemos como chinches).
Pero hoy la Diosa está engendrando un nuevo Dios.
Como en la tradicional mitología, hijo del cruce de una Diosa (Razón) y de los hombres. Y al nuevo engendro lo hemos bautizado como Inteligencia Artificial (o sencillamente IA).
Leí hace poco que uno de los progenitores de la IA, que ahora reniega de su peligrosa criatura, decía que pronto llegaría a ser tan poderosa que algunos la venerarían como una deidad y que su crecimiento descontrolado podría suponer el fin de la humanidad.
Son conocidas las palabras de Geoffrey Hinton, uno de los padres de las redes neuronales de la IA, que, tras abandonar Google, advierte de que la IA podría llegar a generar sus propios códigos y ejecutarlos por su cuenta, incluso amenazando sobre la posibilidad de que acaben siendo reales armas autónomas como las vistas en películas de ciencia ficción, como en la gran Terminator.
Así, y en línea de nuevo con la mejor mitología, tendríamos al hijo divinizado que se rebela y asesina al padre, como antes lo hicieron Cronos con Urano o Zeus con Cronos.
Frente a los pronósticos catastrofistas, tengo otra tesis.
Tardará en ponerse de manifiesto, pero es posible que el empoderado Hijo realmente a quien mate sea a la Madre Razón o, al menos, acabe con su dictadura.
El desarrollo de la IA nos va a obligar a replantearnos la olvidada pregunta de qué es lo que nos hace humanos.
Desde el trono de la vigente deidad, hemos respondido que el ser humano se caracteriza por percibir unos estímulos, archivarlos en forma de experiencia y manejar esos datos para extraer conclusiones a través del razonamiento. Desde esa perspectiva, parece obvio que competir con la IA en el manejo de datos y la extracción de conclusiones resulta tan absurdo como poner a un hombre a correr frente a un coche.
Y en este contexto, en el que todo el territorio del reino de la Razón sea conquistado por la IA, el hombre tiene dos opciones: venerar al nuevo Dios desde los postulados únicos de la verdad racional o plantearse realmente si la persona es sólo un ordenador central (menos potente que la IA) unido a un cuerpo robótico.
Si, como creo, somos algo más. Quizá el camino esté en tratar de profundizar en ese algo más y descubrir a nuevos dioses que acaben con la tiranía de la Razón.
He tenido ocasión de «rascar» un poco en esta cuestión y lo he comentado en otros artículos.
Detrás de la IA lo primero que hay son intereses de negocio. En todos los casos que conozco la «coda» final es: hay que invertir mucho dinero.
Pues bien, en un foro de alto nivel encontré a los consabidos «expertos» arrodillados ante el invento que explicaron en qué consiste la IA:
1.- Recogida de billones de datos de todo tipo cuya fiabilidad no existía y almacenarlos a mayor gloria de las «nubes», «unicornios» y otra sandeces establecidas para impresionar a los «mortales».
2.- Como los datos no son fiables, hace falta una inteligencia natural para detectar los «tóxicos» de los verdaderos (nos podemos imaginar unos personajes-funcionarios de oscuras organizaciones, con jornada laboral por convenio, revisando los biollones de datos) para establecer conclusiones de algún tipo. .
3.- Tales conclusiones pueden partir de datos «tóxicos». Un diagnóstico (equivocado generalmente) que lleve a la toma de decisiones sobre algo.
4.- Una toma de decisiones que debe realizar la inteligencia natural para evitar desastres inducidos por la falta de fiabilidad de los datos.
5.- Unas consecuencias de mayor o menor gravedad por las decisiones tomadas, sin responsabilidad puesto que la máquina no tiene personalidad jurídica.
Como vemos es otra modalidad más para los vividores, amparada en una supuesta ciencia, cuya práctica puede ocasionar males irreversibles. Por ejemplo guerra.
Un saludo.
Interesante reflexiona Don Isaac, con un tono humorístico necesario como es el caso.
Los dioses son dependientes de los humanos y los humanos de los dioses, ambos se complementan, los humanos tenemos una parte de dioses y los dioses tienen una parte de humanos. Existe un problema que vivimos en mundos separados por la razón, y es un error querer entrar en el mundo de los dioses por medio de la razón, ya que la razón es donde habita la parte humana impura y le está vetado el paso con cosas tan terrenales.
Con la I.A. puede que se haya creado un monstruo, o una buena herramienta según se mire. Hace poco leí que los rusos tienen un sistema de defensa ( mano muerta) que actúa por sí solo ante un ataque nuclear, no es necesario que nadie apriete ningún botón para lanzar un contraataque , es de suponer que los americanos tienen algo parecido, todo hace pensar que estamos en manos de la I.A. ante una guerra atómica. También es de esperar que los humanos no sean tan estúpidos como para dejar el futuro de la humanidad en manos de unos robots.
Parece ser que estemos condenados a crear dioses cada vez más omnipotentes y omnipresentes para que estemos a la vez más cercanos los otros del uno , que como ya he dicho, es imposible debido a nuestra condición de mortales y seguiremos inventándonos leyendas de los inframundos sin haber puesto un pie en el cómo hace miles de siglos lo han hecho las diferentes civilizaciones.
Los humanos tenemos limitaciones ,pero también virtudes, una de ellas es la tiene la capacidad de ponernos en la piel del otro , para trasferirnos emociones tanto agradables como desagradables , es otra forma de estar conectados sin utilizar internet.
Saludos.