
Solemos partir de la base de que la libertad de voto está estrechamente asociada a la libertad de pensamiento y de opinión. Y no cabe duda de que es así. Pero, ¿cómo se forman su opinión la gran mayoría de los ciudadanos? En la práctica a través de los medios de comunicación social. Por comodidad o por falta de tiempo, la inmensa mayoría se nutre solo de dichos medios.
Así pues, la libertad de opinión depende en gran medida de la libertad de prensa. Y ésta se suele interpretar en el sentido de que haya una amplia gama de medios de comunicación con enfoques informativos suficientemente diversos como para que los ciudadanos puedan elegir aquellos medios que más les gustan. Esta es la teoría, pero ¿cuál es la realidad? Concretamente, ¿en España esa pluralidad informativa es tan amplia y diversa?
(…) entre las 6 y las 10 de la mañana la radio domina el panorama informativo y son tres los periodistas que “marcan la agenda informativa del país y quienes más orientan la construcción de la opinión pública sobre los temas de mayor actualidad”.
Según dice la consultora Kreab, en su informe anual “Los medios de comunicación en 2022” entre las 6 y las 10 de la mañana la radio domina el panorama informativo y son tres los periodistas que “marcan la agenda informativa del país y quienes más orientan la construcción de la opinión pública sobre los temas de mayor actualidad”. Estos influyentes periodistas son Ángels Barceló en la SER, Carlos Herrera en la COPE y Carlos Alsina en Onda Cero, seguidos más de lejos por Radio Nacional de España. Acercándose los dos primeros a los 3 millones de oyentes y sumando entre los cuatro cerca de 8 millones.
No obstante, la televisión es, con mucho, el medio que más seguidores tiene. Según Barlovento, la consultora de referencia en el sector, el pasado mes de noviembre hubo un promedio diario de casi 30 millones de espectadores y cada uno estuvo, de media, 5 horas diarias (300´) ante el televisor. La mayor parte de ese tiempo, por supuesto, viendo futbol, películas y programas de entretenimiento, pero también informativos y otros espacios de contenido político.
(…) en España unas cuantas personas tienen en última instancia la capacidad de decisión sobre lo que ven 3 de cada 4 espectadores en televisión.
Pues bien, el 53% de la audiencia televisiva consume los programas que emiten dos grupos privados, Atresmedia (del grupo Planeta), con seis cadenas en emisión, y Mediaset (de Berlusconi), con siete cadenas. Si a ello le sumamos el 23% de cuota que tienen las televisiones públicas (14,4% RTVE y 8,6% las autonómicas), se concluye que en España unas cuantas personas tienen en última instancia la capacidad de decisión sobre lo que ven 3 de cada 4 espectadores en televisión.
Puede decirse, por tanto, que gran parte de la ciudadanía española se forma su opinión política por lo que oye en las principales televisiones y radios del país que, a su vez, dependen de cuatro grandes grupos privados (Prisa, Planeta, Mediaset y Vocento) y de los medios públicos. Si a eso le añadimos que una buena parte de la prensa escrita (El País, ABC, La Razón, etc.) es también propiedad de algunos de estos grupos, llegamos a la conclusión de que la oferta de medios de comunicación está muy concentrada.
Sin embargo, este panorama no quedaría completo si no tuviéramos también en cuenta a las redes sociales, podcast, blogs y en definitiva los múltiples medios de comunicación que han ido proliferando gracias a Internet y a su bajo coste. Gran parte de la población, y sobre todo los más jóvenes, se crean su propia opinión sobre la actualidad por estos medios. Pero, al no tener ingresos suficientes para disponer de una plantilla de periodistas, estos se limitan a analizar y comentar las noticias que producen los grandes medios.
Dado que los grandes medios de comunicación no suelen ser negocios que generen beneficios económicos comparables a los que existen en otros sectores, se entiende que su “rentabilidad” tiene mucho más que ver con la capacidad que les brindan a sus propietarios para influir en los poderes políticos y para intercambiar “favores” con ellos. Lo que significa que, muy probablemente, las complicidades y alianzas de intereses entre unos y otros deben ser moneda corriente. Obviamente, en perjuicio de la libertad de la ciudadanía para formarse su propia opinión.
Por supuesto que esta situación no es exclusiva de España porque en los Estados Unidos y en Europa también se han producido procesos de concentración que han dejado en muy pocas manos el control de los medios de comunicación. Lo cual no es ningún consuelo y solo sirve para alarmarnos aún más.
Quizás sea para intentar paliar, al menos en parte, esta peligrosa deriva por lo que el pasado mes de septiembre la Comisión Europea presentó, para su debate en el Parlamento Europeo y en los Estados miembros de la UE, la Ley Europea de Libertad de los Medios de Comunicación.
En todo caso, si entendemos la libertad de prensa no solo como la libertad empresarial de crear nuevos medios de comunicación sino también, y sobre todo, como la libertad de los periodistas para informar del modo que les parezca más apropiado, debería ser una práctica frecuente que en cada medio se nos ofrecieran enfoques y opiniones distintas, e incluso contrarias, sobre cada noticia. Es decir, debería ser una práctica generalizada en los medios de comunicación que la pluralidad informativa fuera una realidad cotidiana en su seno.
Naturalmente este habitual alineamiento de los periodistas con la línea ideológica que caracteriza al medio en el que trabajan solo puede significar que esa libertad para informar como cada periodista crea honestamente que debe hacer es, en la mayoría de los casos, un puro mito.
Sin embargo, rara vez se encuentra uno con esta pluralidad dentro de un mismo periódico, radio o televisión. Es más, a lo que estamos acostumbrados es a que nuestro panorama mediático se divida entre medios “de derechas” y medios “de izquierdas”, y las opiniones o la forma de presentar las noticias suelen ser bastante similares entre los medios de un bando y llamativamente diferentes a las de los medios del otro bando. Especialmente cuando se trata de noticias de clara relevancia política.
Naturalmente este habitual alineamiento de los periodistas con la línea ideológica que caracteriza al medio en el que trabajan solo puede significar que esa libertad para informar como cada periodista crea honestamente que debe hacer es, en la mayoría de los casos, un puro mito. Significa, por tanto, que la libertad de prensa se reduce prácticamente a la del empresario para elegir la línea ideológica del medio de comunicación de su propiedad. Y si a ello unimos la enorme y creciente concentración empresarial que existe en este sector, tendríamos que concluir que, efectivamente, la libertad de prensa se está reduciendo.
(…) si a los grandes medios le añadimos la enorme cantidad de pequeños periódicos digitales, podcast, blogs, youtubers y la amplia panoplia de redes sociales, también tendremos que admitir que nunca ha habido tal cantidad de opiniones al alcance de los ciudadanos como ahora. Otra cosa es la calidad de esas opiniones.
No obstante, si a los grandes medios le añadimos la enorme cantidad de pequeños periódicos digitales, podcast, blogs, youtubers y la amplia panoplia de redes sociales, también tendremos que admitir que nunca ha habido tal cantidad de opiniones al alcance de los ciudadanos como ahora. Otra cosa es la calidad de esas opiniones. Calidad que, en muchas ocasiones, desgraciadamente, es tan baja que solo sirve para elementalizar y banalizar la opinión de sus lectores u oyentes.
Por tanto, eso nos llevaría a dar un paso más en esta reflexión. ¿Quedaría todo resuelto y dispondríamos de una auténtica libertad de prensa si los periodistas pudieran informar y opinar como ellos quisieran, con independencia de lo que pensaran los propietarios de sus respectivos medios? Quizás a esto se le pudiera llamar libertad de prensa, pero para contribuir del mejor modo posible a que la gente se forme su propia opinión, intervienen más factores. Por ejemplo, depende del grado de lucidez y profundidad en sus análisis del comentarista, de su capacidad didáctica y de comunicación, y sobre todo de su grado de sectarismo ideológico.
Pero, a quienes tienen la enorme responsabilidad social de incidir directamente en la opinión de los ciudadanos y, por tanto, en su voto, ¿no se les debería exigir que, al menos, se desprendieran de sus propios sesgos ideológicos y trataran de cultivar en sí mismos, hasta donde fuera posible, una actitud librepensadora? ¿No habría que exigirles ese trabajo de limpieza y descontaminación intelectual en sí mismos antes de ejercer la responsabilidad de informar a la sociedad?
En principio, todo el mundo es libre de ser tan sectario como quiera y construirse su propia interpretación de la realidad de modo muy simplista, si quiere, dividiendo el mundo entre buenos y malos. O, por el contrario, tratar de entender la complejidad de lo que nos rodea y las razones más inteligentes que avalan los puntos de vista de los unos, los otros y los de más allá. Pero, a quienes tienen la enorme responsabilidad social de incidir directamente en la opinión de los ciudadanos y, por tanto, en su voto, ¿no se les debería exigir que, al menos, se desprendieran de sus propios sesgos ideológicos y trataran de cultivar en sí mismos, hasta donde fuera posible, una actitud librepensadora? ¿No habría que exigirles ese trabajo de limpieza y descontaminación intelectual en sí mismos antes de ejercer la responsabilidad de informar a la sociedad?
Seguro que mucha gente solo quiere atender a aquellos medios de comunicación que refuercen su propia visión de lo que es bueno o malo, y no quiere que le hagan dudar de sus “verdades”. Pero, en cambio, otra gente podría ser receptiva a escuchar enfoques diversos que le ayudasen a “abrir más su mente” y a liberarse de adoctrinamientos. E, incluso, podrían estar dispuestos a escuchar opiniones que le llevasen a cuestionar algunas de las verdades políticamente correctas que se han ido inculcando en el pensamiento mayoritario.
En definitiva, si convenimos en que la libertad de opinión es fundamental para tener una democracia real, habrá que entender que quienes informan a los ciudadanos desde los medios de comunicación no solo deben ser independientes y libres de los poderes políticos, sociales y económicos en general, sino también de los propietarios de los medios en los que trabajan y, sobre todo, deben serlo de sus propios sesgos y prejuicios personales.
Aunque suene utópico tendríamos que ser conscientes de que, sin todo esto, la libertad de opinión no deja de ser una quimera.
Buenas tardes Don Manuel
Terrible panorama el que nos presenta, donde la concentración de medios es cada día mayor. Lo mismo que en otros sectores, banca, energía,… Habría que añadir algo más, y es precocinado de las noticias que llegan a los medios. El precocinado que se da en las Agencias de noticias a nivel mundial, donde no se si tres o cuatro acaparan el 80% de lo que sale en los medios, en los fetén, que producción propia no tienen nada o casi nada. A lo sumo para el consumo de noticas locales y poco más.
Y es ese precocinado, mas la financiación de los medios via subvenciones, publicidad institucional o pseudoinstitucional, + la publicidad de empresas que dependen de oligopolios o del BOE…. lo que incide mucho mas que la concentración de medios en el cocinado final que nos deglutimos. Que es mucho más un elegir entre un burguer y otro, o una pizzería de cadena… donde al final poco más o menos es lo mismo.
Hay otra parte muy importante, y es la voluntad del personal de estar bien informado. La cantidad de tiempo que se dedica a culebrones o deporte televisado es impresionante, y si el personal (que sabe que le mienten) invirtiera apenas el 20% del tiempo que dedica a eso a informarse mejor no cabe duda de que se enteraría de algo. Hasta es posible que ese 20% le pareciera poco y le dedicase algo más.
Pero me temo que el personal no quiere estar bien informado. Y no me refiero al sesgo cognitivo… me refiero a que si quiere, hurgando un poco aquí y allá y usando la cabeza sin pasarse , se puede ser consciente de muchas cosas que a los medios mainstream “se les pasan” y saber mejor en que mundo se vive para actuar en consecuencia.
Pero me temo, también, que es ese actuar en consecuencia lo que da más pavor. Y para evitarse esa responsabilidad (la misma que hace que el personal coma basura cuando por el mismo precio podría comer mucho más saludable, sólo que igual era más trabajoso) mejor evitar el riesgo de enterarse de cómo son las cosas. No se meten en política, como nos aconsejaba ese señor que mandó tanto en España y que ahora está tan denostado.
En fin, tengan ustedes un Feliz Año. Yo les sigo leyendo, y también a los que comentan. Aunque no tenga tanto tiempo como antes para comentar.
Un cordial saludo
Considero Manuel que abordas un tema que no está siendo analizado suficientemente por los agentes que debieran hacerlo, y que esa mordaza que se impone y evidencia cada dia frente a la opinión pública, limitando o tergiversando los elementos que tu enumeras, están poniendo freno a la libertad de opinión, de la misma manera que hace unos años podría haber sido la censura.
Con vuestro permiso, cuelgo el link a titulo solo de ejemplo, de una entrevista a Antonio Caño (exdirector del Pais), y que se recoge a través de la misma, alguno de los problemas de los medios de comunicación que o bien pretenden ser independientes o guardar coherencia con determinadas lineas editoriales
https://youtu.be/4SZrVWcUwNE
Un abrazo
Creo que a medida que crece el enfrentamiento Oeste/Este nos estamos acercando cada vez más a la situación de los sistemas orientales pero sin olvidar que en algunos temas estamos, francamente, peor que ellos. Concretamente en los temas de género y climáticos estamos muchísimo peor.
La guerra de Ucrania nos ha dado la oportunidad de acceder, por necesidad, a medios rusos escritos a pesar de que tanto nuestros gobiernos como los suyos han bloqueado televisiones públicas y privadas. (Realmente apenas hay diferencias relevantes entre unas y otras porque todas siguen a su financiador. En Rusia y en la UE)
Mi impresión es que la estética es diferente: noticias de actualidad mucho más breves en los medios rusos. La ocultación de información real de la guerra es muy parecida y las mentiras descaradas son muy inferiores en los medios rusos. Es decir: la población peor informada somos nosotros, los de la UE, y, a pesar de ello, dice Borrell que «estamos perdiendo la batalla del relato».
Esto es lógico porque el bloqueo de TV’s rusas (RT, Sputnik, RIA, etc) solo funciona en Occidente –unos 1000 o 1100 millones– en el resto del mundo–unos 6,500 millones– siguen funcionando al igual que muchas fuentes en las redes. El idioma español hace el resto. Tenemos esa inmensa fortuna.
En general nuestra prensa oculta sistemáticamente información de gran valor ciudadano.
Concretamente:
Oculta los informes de la ONU–OMPI que muestran el gran declive de Occidente en I&D, Patentes y Propiedad Intelectual del que en alguna ocasión hemos hablado.
Ocultan que tenemos grandes presiones de los EEUU para no comprar Telecomunicaciones a China (Líder mundial)
Ocultan el daño causado por las políticas de género en todo Occidente a la infancia y a la juventud.
Oculta la desertificación industrial a la que nos ha conducido la Política Energética y Fiscal de la UE. Naturalmente ocultan el empobrecimiento resultante que en gran parte se deriva del hecho, evidente, de que la UE es una colonia de los EEUU y del desastre que han posibilidado las directrices y la obsesión regulatoria de la UE.
Oculta el tremendo aumento del Impuesto sobre el CO2 ( 1700% la última vez que miramos) que ha expulsado gran parte de nuestra industria
Es decir, se oculta todo lo importante. Como se oculta que para la OTAN desde la reunión de Madrid en Julio pasado hay un nuevo Objetivo Estratégico: La Gestión de nuestro Espacio Cognitivo. Apaga y vámonos. Estos son los «libres»
Es decir, la cosa tiene bemoles y en conjunto ya somos los occidentales la población peor informada por sus Medios Importantes.
El que quiere enterarse necesita un esfuerzo adicional importante que explica, por ejemplo, que determinados videos alcancen difusiones que en algún caso superan el millón de visualizaciones y a renglón seguido, llega el duende y se hace difícil encontrarlas.
Este caso se acerca a 400,000. https://www.youtube.com/watch?v=RJ5Z–ZSFsY
Saludos
Tengo poco que añadir al artículo y a los comentarios. Estoy de acuerdo con todos.
Hay un ángulo adicional, el del público en general, que lo cubrió muy bien Alicia, comentando un artículo de Carlos Peiró, y que también encaja en este.
Aquí el enlace al excelento comentario de Alicia cuyo sentido común y lógica lapidaria se echan de menos. https://www.otraspoliticas.com/politica/enjaulados/
Feliz año a todos y buen curso.
La pregunta del titular tiene una respuesta muy simple: NO.
Desde que la información y la comunicación fueron absorbidas (como otras corporaciones) por media docena de agentes a través de la compra de peridistas y opiniones, se han convertido en la voz de su amo (perdido en los recovecos del mundo financiero siempre cambiante).
No sirven (como en otras profesiones) a la verdad, a la ética y a la honestidad de sus trabajo, sino que son meros altavoces o «voceros» al servicio del poder.
¡Qué tiempos en que los periodistas se rebelaban contra la linea editorial jugándose el puesto de trabajo!
Y no, no se trata de crear artificialmente opiniones de un tipo y de otro. Eso es un planteamiento infantil en un mundo plural, diverso y en continuo cambio (como es seguir hablando de «izquierdas» y «derechas», otra forma de marear la perdiz).
Si no queremos enterarnos de la realidad angustiosa por la que estamos pasando y de los intereses particulares que se nos imponen gracias a nuestra falta de rebeldía, es que algo falla en nuestro intelecto o es que somos cómplices de las maniobras.
Un saludo. .