Educar para la belleza

Lo que llamamos razón o razonar consiste en el desarrollo de una conversación, habitualmente con nosotros mismos, en la que se intenta seguir las reglas de la lógica; por ejemplo, cuando algo es verdadero su opuesto es falso, algo no puede ser verdadero y falso al mismo tiempo, etcétera. Es un tipo de pensamiento binario o dual en el que continuamente hay que elegir entre dos opciones, descartando una, hasta llegar a una conclusión.

Lo consideramos el rasgo distintivo de la especie humana y creemos que es lo que nos permite elegir y obrar de un modo inteligente. Pero es bien sabido que muchos de nuestros actos y de las decisiones que tomamos son inmediatos, están determinados por causas desconocidas y responden a motivos más poderosos que los que pueda dictar nuestro intelecto.

Es otra forma de pensamiento, sin palabras ni razonamientos, en la que intervienen emociones, intuiciones y sensaciones de las que ni siquiera somos conscientes, pero que muchas veces nos proporcionan la certeza o seguridad de que estamos haciendo lo adecuado; lo cual no siempre implica que lo sea.

Un claro ejemplo de ello es el enamoramiento, esa elección que hacemos de otra persona sin saber muy bien por qué, pero hay otros; como la danza, el deporte, conducir un coche o muchas situaciones cotidianas que requieren algún tipo de cooperación o de armonía o precisan de decisiones instantáneas, en las que ayuda más nuestra experiencia que nuestra opinión.

Todo esto es sobradamente conocido, pero no parece suficiente para desmontar esa visión deformada que tenemos de nosotros mismos, que consiste en un cerebro que piensa y un cuerpo que lo transporta y ejecuta sus mandatos. Como tampoco es bastante saber que el cuerpo, incluido el cerebro, toma sus decisiones y funciona en gran medida con independencia de lo que opine nuestro intelecto y hay épocas y momentos en los que pueden más las hormonas y los humores que los mejores argumentos.

Así que, siendo sumamente irracionales, basamos en la razón la práctica totalidad de nuestro sistema educativo. Es decir, fomentamos una forma de pensamiento que se alimenta de categorías, de distinciones entre lo que es verdadero y lo que es falso, lo que es justo o injusto, bueno o malo y, en definitiva, entre lo que está bien y lo que está mal. Se construyen una moral y una ética a la medida de cada sociedad.

Pero, existe mucho más que aquello de lo que somos capaces de percibir conscientemente y esto que existe nos influye y provoca otro tipo de pensamiento, que no es dual, no es ético, que está al margen de la razón pero que no se debería llamar irracional.

Es un pensamiento instantáneo, una respuesta inmediata a todo aquello que nos llega. Hay quienes sospechan que, además de los sentidos convencionales, tenemos sensores desconocidos que detectan aquellas variables ocultas que definen lo complejo. Es una hipótesis sugerente que, de ser cierta, explicaría muchas cosas. Sea o no sea así, lo cierto es que nuestros sentidos no se están usando como debiera.

Por decirlo de alguna manera, nuestros sentidos están obstruidos o contaminados por la memoria, de forma que seleccionamos una mínima parte de lo que reciben y nos inventamos el resto; es decir, vemos lo que esperamos ver y no lo que realmente está ante nuestros ojos, y lo mismo sucede con el oído y los demás sentidos. No prestamos la suficiente atención para distinguir los matices o para reconocer algo que no hemos visto u oído nunca, pero la atención se puede trabajar y, solamente con esto, la percepción de lo que nos rodea ya sería más amplia.

Hay múltiples aspectos de aquello que nos hace humanos que apenas se contemplan en las escuelas, entre ellos la sensibilidad y, yendo más allá, la capacidad de reconocer la belleza. Y esa capacidad se puede desarrollar; aunque el concepto de belleza sea impreciso y subjetivo, como también lo son los conceptos de amor o de felicidad.

Si tuviéramos la suficiente sensibilidad, deberíamos ser capaces de distinguir entre una obra de arte y un artificio, entre la labor de un artista y la aplicación de un truco o de una técnica, por muy virtuosa que esta sea; es decir, podríamos reconocer lo que es auténtico y percibir la impostura. De alguna manera, al buscar la belleza también nos estaríamos aproximando a la verdad. Tal vez eso explique porque tenemos certezas que no somos capaces de justificar.

Todavía no sabemos lo suficiente para educar este tipo de percepción de modo sistemático, pero al menos debemos ser conscientes de que existe e intentar fomentarla, propiciando las circunstancias para que se produzca, para que haya que utilizarla.

En esta aventura, además de las estrategias o situaciones de aprendizaje que nos podamos inventar, hay otras que ya conocemos, como pueden ser aquellas en las que intervienen la poesía, la música o la geometría. Incluso hay algunas que son muy evidentes, como la búsqueda del ambiente adecuado a lo que se está haciendo.

Al margen de lo que dicten los cánones de cada sociedad y cada momento, es posible que exista un criterio universal de belleza, es posible que existan indicios que permitan reconocerla en todo lugar y en todo tiempo. Y aunque el encuentro con la belleza sea algo subjetivo, lo cierto es que no nos deja indiferentes, supone un impacto, siempre nos altera y nos transforma, nos vuelve más bellos y, seguramente, más inteligentes.

(Este artículo se publicó por primera vez el 15 de Julio de 2012)

12 comentarios

12 Respuestas a “Educar para la belleza”

  1. Es una copia de respuesta a tu comentario en:

    http://blogs.elpais.com/escuelas-en-red/

    La verdad es que estais planteando un debate verdaderamente interesante en educación.

    Hoy día el pensamiento dominante considera que la educación, o mejor dicho, la visión más restrictiva de este concepto -la instrucción-, debe centrar la tarea profesional del docente, no hay tiempo para otra cosa, ya vienen las pruebas ‘standard’ para constatar los logros instructivos conseguidos.

    Es más, la instrucción se entiende, ante todo, como el entrenamiento de los estudiantes en el dominio intrumental de la lectura, escritura y el cálculo a lo que se le añade una cierta envoltura en Idioma extranjero…

    Sin olvidarnos de lo anterior que debe estar presente en la educación. Nuestra Constitución y el más sensato dicurso pedagógico considera que la educación debe pretender el desarrollo pleno de la persona como sujeto individual y colectivo, en todas sus facetas: intelectuales, estéticas, sentimentales y emocionales, sociales, comunales y comunicativas, de empatia y de colaboración, de construcción socialmente dialogada de la practica ética, de construcción social de la verdad para la acción y el cambio…

    Pero todo esto, me temo que se encuentra lejos de lo que la opinión pública valora como deseable, influenciada por un tipo de discurso dominante, al que ya nos hemos referido. No nos queda otra posibilidad que inlfluir en la opinión pública para cambiar su percepción sobre el sentido de lo educativo. Partiendo de este cambio y de su influencia en las decisiones políticas podremos pensar que estamos avanzando hacía otra socicedad más juta…

    A esto es lo que tratamos de contribuir con espacios como este, a demostrar que otra educación es posible y que ‘SI SE PUEDE’….

    Os brindo tambien otro lugar donde he ido reflexionando, algún tiempo, sobre lo que comento…

    http://rodrigojuangarcia.wordpress.com/

  2. mrtaid dice:

    Más que educarse, o antes de empezar a educarse, habría que empezar a «desconvencerse», a «deseducarse». El término «deseducación» me gusta porque refleja que lo aprendido se ha aprendido (y se ha enseñado)como verdad establecida y comprobada, y que ello ha provocado en nosotros una suerte de intoxicación.

    Con la Belleza pasa eso mismo. Estamos educados en «una» belleza, que tiene que ver con unas determinadas proporciones, con un determinado orden geométrico, con una determinada ordenación «racional» del espacio que llamamos perspectiva. Y desde pequeños nos educan en ella, c o r r i g e n nuestros dibujos para que eduquemos nuestro cerebro en esas coordenadas. Y con cada corrección estamos condenando la libertad no de un «niño», sino de una persona.

    El problema es que la escuela, como el mundo académico en general, y todos y cada uno de nosotros en particular, estamos tan complacidos con el nivel de desarrollo alcanzado que en seguida nos sentimos no solo con derecho, sino lo que es más importante y más falso aún, con capacidad para corregir. Y por supuesto a los niños mucho antes y mucho más.

  3. Micaela Casero dice:

    Uno de los caminos más hermosos para alcanzar la belleza es el amor.

    Me gustaría que existiese la belleza absoluta, tal y como Platón la describiera, pero aunque así fuera, se trataría solo de una entelequia, algo inalcanzable, demasiado fría. Estoy más de acuerdo con la existencia de una sensibilidad universal de lo bello.
    Tal vez cuando se es joven se necesita creer en este tipo de sueños perfectos, después empieza el ansia y la necesidad de creer y crear una belleza más próxima y cálida.

    Enseñar es una de las pasiones amorosas más embriagadora, «afrodisiaca» y dura que conozco. Es, por tanto, una de las formas de belleza más efímera en el gozo de sus logros, más fluctuante en sus definiciones y la más insegura en cuanto a los resultados.

    A pesar de ello, abogo por ella cada día.

    Enseñar aprendiendo es una de las armonías más volátiles y universales, allanar, abrir, quitar escombros del camino a la sensibilidad de disfrutar descubriendo es uno de los retos más increibles que el ser humano puede aceptar. Con humildad.

    Estoy tratando de explicar algo que con palabras es muy difícil: la belleza del ser pedagogo. Esa fuerza avasalladora que se alimenta cuando un crio rie feliz porque ha descubierto el sabor inigualable del conocimiento, la mirada maravillada y maravillosa que deja en el ser el impacto de un descubrimiento.

    Soñar sueños bellos no se puede, no se sabe, no lo consigue todo el mundo, es muy difícil porque no todo el mundo ha sido o está dispuesto a ser educado en la belleza: no puede, no sabe,no consigue, no quiere enamorarse de su ser interior y lo machaca, inunda, aniquila, lo condena al submundo.

    Estamos en una época peligrosa, vivimos en el subsuelo, dirigidos por mediocres maleducados y sin luz. En el subsuelo no hay espacio para el amor a la belleza.

    Así de grande es la responsabilidad de los pedagogos del hoy y del mañana (léase padres, profesores, dirigentes espirituales, políticos, económicos…) Rescatar a la belleza de la opresión en la que vive en la actualidad, atraerla hacia la luz y que nos ayude a crecer, siendo el primer paso creer en ella, es el reto del que estoy hablando.

  4. Inés dice:

    Ya iba a dormirme y te he leído Micaela. Me gusta como suenan tus palabras, tienen pasión y aventura y quizás esa madurez serena que a mí me falta.
    Y como me falta eso y tal vez me faltará siempre, aunque también enseño, aunque me quemo cada día como tu, te diré que yo sí creo que existe una belleza absoluta, que a mí me gusta más llamar «objetiva» y eso no significa que a cada uno nos vibre de la misma manera.
    Lo mágico es que a todos nos vibra.
    Cuando se siente, la belleza profunda, no se sabe bien qué pero recuerdas, despiertas.
    Mira, te contaré algo íntimo. Nunca me gustaron demasiado las piedras, pero un verano, no hace mucho, me topé sin saber a dónde iba con un templo de una diosa Griega. Allí, espetado en medio de unos círculos de geometría perfecta, sin nadie. Yo también iba sola, de hecho me perdí y allí me lo encontré. Hace dos años de la primera vez y sólo un verano de la segunda, porque repetí.¡Quieres creerte que esas cuatro piedras con su diosa, están aún presentes en mí tan vivas, tan transformadas, que yo, científica incrédula que he sido siempre necesito unas pruebas que ya no puedo negar!!
    Es increíble , pero me pasó a mí y me lo creo, esa gran-diosa se vino conmigo sin yo saberlo y aquí sigue pegada a mí en forma de planta, en forma de corre-ve-y-dile lo que puedes decir a la gente que la necesita en el momento oportuno. Sin buscarlo. Igual que la esfinge egipcia, o los dibujos de Leonardo o algunos poemas o algunas determinadas notas, de pronto te das cuenta de que muchos, comparten idéntico mensaje sólo cambia la belleza en la forma, pero es lo mismo. Unos cuantos números que se repiten sin cesar, como pa que nos enteremos más de una vez, las incrédulas como yo.
    Saludos. Y hay otra cosa bien cierta en lo que intuyo, la necesidad literal de transmitir lo que te cuesta que el motor de tus dedos le sigan a ese sistema que si le dejamos, trabaja de forma autónoma y pocas veces se equivoca, se equivocan los dedos, no los mensajes.

  5. Micaela Casero dice:

    Gracias, Inés, por tu intimidad regalada.

    No estoy segura, pues la percepción de la belleza objetiva o absoluta, es algo demasiado personal y/o subjetiva (como afirma Enrique), pero creo que sé de que hablas.

    Me pasó una vez siendo adolescente.

    Nevó en Madrid, y la ciudad amaneció en un silencio extraño, por lo inhabitual. Cuando contemplé la nieve, fenómeno mágico por raro en nuestros lares del sur, sentí vibraciones internas, felicidad absoluta, paz eterna que duró unos instantes, comprensión cósmica, me desprendí de mí y me comuniqué con qué sé yo. Cuando el sol alumbró el espíritu de la nieve caída y amenazó con matarla, supe que ese sentimiento inaprensible tenía que ver con la belleza de sentirse vivo, especial, y nació el deseo de comunicar el hallazgo, de extenderlo, difundirlo, hacerlo universal y a través de ello, eternizarlo. Aquel día descubrí lo que significa la generosidad, pues, no hay belleza mayor que la compartida.

    Desde aquella mañana, también yo me siento distinta, y todavía no comprendo porque fuí elegida, pero eso es lo que menos me importa.

    A veces, reencuentro ese sentimiento indescriptible, y es entonces cuando renuevo mi fé en el ser humano.

  6. José María Bravo dice:

    Ayer, caminando por Madrid, pase por la calle de Serrano y pensé en el articulo de Enrique. Que es la belleza?. Había coches, último modelo, aparcados frente a tiendas y bares elegantes. Bajaban caminando ejecutivos trajeados, intentado ir desenfadados, se quitaban las chaquetas. Se notaba en su estilo de andar que sabían el camino del éxito. Quizas el éxito, en ese instante, sería encontrarse con mujeres bellas.

    En fin, la belleza era la luz de esas lamparas lustrosas que iluminaban los rostros sonrientes del éxito. Esa es la belleza que nos rige. Esa es la belleza a que nos educan tradicionalmente.

    Hace unos días caminaba por otras calles. Por la calles «desahuciadas» de Bogotá, Colombia. La belleza era el desparpajo de la sonrisa que surgía de una mirada amable. De una mirada sin miedo, en medio del pavor de la oscuridad de lamparas fundidas. Esas tinieblas se tornan luz por amor.

    Micaela me despierta a esa realidad con sus palabras. Es la mirada transformadora del amor. La belleza tiembla en la luz mortecina de la aldeas cuando hay un nacimiento. Suena un tambor tocado por unas manos que expresan la fuerza de una alegría, valiente, ante tanto horror.

    La belleza es también un símbolo. Aquellas piedras, en ese lugar, que dice Inés. Es un encuentro, un recodo en el camino que nos modifica. Así nos abre los ojos el articulo de Enrique. Es cierto, la belleza se educa pero el amor la transforma, la hace universal

  7. Ramón Gonzalo dice:

    En cierta ocasión me preguntaron mis hijos (tenían alrededor de los siete años) que por qué mamá no les dejaba andar descalzos por la casa. Les dije (no se me ocurría otra razón) que “por estética”. En mi recuerdo de aquello me ronda algo relativo a:
    a) El traslado a las sábanas de las huellas de los pies… Las manchas de pies sucios en las sábanas son antiestéticas…
    b) Los pies limpios como sensación estética…
    …intentando justificar así el sentido de la imposición materna. Ellos asintieron y se sintieron bien con la justificación.
    Esos días nos reunimos varios amigos que estábamos diseñando la página “Horizontes educativos de la Educación Tecnológica”. Les conté lo de los pies descalzos y la estética. Esos amigos me “pusieron a caldo”. Ellos andaban descalzos por la casa y reconocían que de esa forma marcaban una estética con la que se sentían muy identificados.
    Me sentí mal. Durante unos días pensé que había enseñado a mis hijos algo que en algún sentido era alienante. Al final les conté a los niños lo sucedido. Tuvo algo de reconciliación para conmigo y para con ellos. No reaccionaron: siguieron haciendo caso a su madre, pero… como una concesión. Creo que entendieron que había varias estéticas.
    Yo me quedé perplejo. Era más fácil enseñarles a programar en Basic que educar en la belleza (…o mediante la belleza… o con la belleza…)… ¿O había una belleza normativa? ¡Qué horror! ¿Acaso el verdadero acto educativo fue confesar la dualidad estética? ¿O fue antieducativo?
    Ellos lo han olvidado, ¡claro! Yo no, ¡claro!.
    A lo mejor ellos no lo han olvidado porque aprendieron un poco a relativizar…
    …….
    Como dice Enrique, «el concepto de belleza es impreciso y subjetivo…» pero poco a poco se van colando por ahí objetividades «enseñables», como esa de aprender a relativizar las estéticas en que se basa la belleza.

  8. Ana dice:

    Yo creo que La belleza está como posibilidad del hombre, es algo interno, que se descubre al exterior, de igual manera que un físico explicaría como se obtienen nuevas partículas, desde el Vacío al Mundo Real..de hecho los físicos hablan de «excitar» algo del Vacío y como el Vacío no es otro lugar, sino que está aquí, de igual modo la belleza no está en otro lugar ajeno,en un paisaje o en un cuadro sino en nosotros.

  9. Valentina dice:

    En un pueblo hace más de cincuenta años, un pueblo no “de diseño” como los de ahora, con casas de pueblo no “rehabilitadas” de las que de toda la vida de Dios han sido las casas de los pueblos sin rehabilitar, y sin hoteles “con encanto” (ni sin él) porque por entonces no había turistas que buscasen lindezas ni sencillez tan rebuscadas.
    Un pueblo como tantos pueblos en los que los animales y las gentes se movían, nos movíamos, y circulábamos esquivándonos y sorteando los carros y los rebaños y las yuntas de mulas; un pueblo en que resultaba de lo más cotidiano y natural encontrarse aquí o allá con alguna que otra caca de vaca, que es — por aquello de la relatividad de la belleza — a lo que voy…
    Puede resultar muy ridículo, y que incluso penséis que os estoy tomando el pelo; pero no.
    Luego, a lo largo de la vida, he visto más. No sabría precisar dónde porque soy más bien persona de ciudad más que por vocación porque las circunstancias así lo han dispuesto; pero, pocas o muchas, he visto más, como todo el mundo, que quién no ha visto cacas de vacas que son (por cierto) una especie de paradigma de la fealdad.
    He visto más pero aquella fue — a mis digamos seis, o siete años, a juzgar por el entorno y las personas que recuerdo de aquella tarde de verano, con sol y calor y, a “ella”, asediada por toda una cohorte de moscas zumbonas, como debe ser atendiendo a las normas y a la tradición — en la primera que conservo consciencia de haberme fijado.
    Quizás es que al ser yo de Madrid todo lo que era de pueblo — el pueblo de mi padre, manchegos (padre y pueblo) ellos —me llamaba la atención y lo miraba con mucho interés; pero, aquella caca, aquella caca que vi aquella tarde, tan brillante, tan tersa, tan bien dibujadita la espiral que iba como enroscándose, ascendiendo, con aquella especie de simetría tan armoniosa coronada, en el centro, por una pequeña torrecita puntiaguda y erguida, altiva y apuntando a lo alto, al cielo, al Sol…
    Aquella caca de vaca era, lo creáis o no, una auténtica preciosidad, un canto a la estética, una algo así como glorificación de lo que muchos años después tuve oportunidad de conocer como secuencia de Fibonacci, o fractales de Fibonacci, o algo así.
    (Clic en Valentina para ver, que algunos sabéis hacer enlaces sobre lo que estáis escribiendo, pero a mí no me sale o no sé.)
    Recuerdo que me paré a mirarla, extasiada, y creo que dije — aunque eso no sé si lo recuerdo o lo imagino — “¡qué bonita!”; y que el adulto que me llevaba de la mano (adulta, que debía de ser alguna de mis tías) la miró despectiva, y me zarandeó con cierto enojo, y siguió caminando tirando de mí y rezongando que “tontás de la niña”.
    Y obedecí, de mala gana, girando aun la cabeza y tropezando, tratando de alcanzarla con la vista, pensando — atribulada y confundida — “es bonita y es caca”; y en cantidad de ocasiones, a lo largo del más de medio siglo transcurrido desde entonces, me ha venido a la memoria que “sentí” frente aquella caca cuando he visto tantas veces belleza en algo que por definición y por su propio ser jamás sería (atendiendo a la lógica) calificado de bello.
    También sé que pensé — o ni lo sé ni lo pensé y sólo retuerzo, al hilo de los tiempos que corren y cuando se ve y oye de tanta gente de instrucción y “con estudios” (como políticos y cosas así, esforzados y voluntariosos, desviviéndose incluso por hacer las cosas bien, y fracasando aun al cabo de mucho discurrir), mi propia idea al amparo del recuerdo — que, encima y para más mérito, “con el culo y sin mirar”.

  10. Teresa Cabarrush dice:

    Precioso e inteligente artículo. En el nombre del artículo no hay dudas, nunca deberíamos dudar sobre la educación para la belleza, en la belleza y por la belleza. Es la belleza junto a la sensibilidad las llaves de la verdad, las que nos conducen a ver las luces aunque puedan existir oscuridades.

    Muy acertado: » Es un pensamiento instantáneo, una respuesta inmediata a todo aquello que nos llega. Hay quienes sospechan que, además de los sentidos convencionales, tenemos sensores desconocidos que detectan aquellas variables ocultas que definen lo complejo. Es una hipótesis sugerente que, de ser cierta, explicaría muchas cosas. Sea o no sea así, lo cierto es que nuestros sentidos no se están usando como debiera.»

    ¿ Podría tener Espronceda esas ciertas y especiales cualidades ?, ahí están sus obras. ¿ Proporciona el mundo de lo onírico otras realidades ?

    Feliz a quien meces.
    Mentira en tus sueños,
    tú sola halagüeños
    placeres nos das,
    ¡ay!, ¡nunca busquemos
    la triste verdad!
    La más escondida
    tal vez, ¿qué traerá?
    ¡Traerá un desengaño!
    ¡Con él un pesar!

    Hablando de la belleza, ¡ qué triste es encontrarte con un blog brillante en su contenido y que no consiente los comentarios que puedan estar vestidos de belleza !, censuras por nada, triste actitud las que demostramos los humanos a veces.

    La belleza se reconoce en cualquier momento y lugar, nos hace más felices e inteligentes.

    Felicidades al autor por tan maravilloso artículo.

    http://www.youtube.com/watch?v=oBDmAxSFt6A

    Saludos Cordiales.

  11. Teresa Cabarrush dice:

    Hablando de belleza dejo este artículo, está en inglés, trata del misterio de los libros y las inscripciones que nos podemos encontrar en ellos.

    No sé si será muy ajustada la traducción.

    Qué maravilla encontrar algún lector desconocido comentar en lápiz sobre un poema de amor victoriano: «Mierda», o encontrarse con esta inscripción en una hermosa edición de uno de los clásicos franceses:

    Para mi hija,
    Hacer que la belleza, la humanidad y la sabiduría
    los objetivos de toda la vida, y en todas las circunstancias
    usted sabrá qué hacer. La felicidad será
    la recompensa por sus esfuerzos.

    En inglés.

    How delightful to find some unknown reader commenting in pencil on a Victorian love poem: “Shit,” or coming across this inscription in a beautiful edition of one of the French classics:

    For my daughter,
    make beauty, humanity and wisdom
    your lifelong objectives; and in all circumstances
    you will know what to do. Happiness will be
    the reward for your efforts.

    Preciosa inscripción para su hija.

    http://www.nybooks.com/blogs/nyrblog/2013/aug/13/books-weve-lost/

    La belleza y la sabiduría que podamos encontrar en cualquier libro ( aunque no tenga valor aparentemente )es grandiosa. Como belleza tiene ciertos blogs, casi desconocidos, por los que no pasa casi nadie, o no comenta nadie, pero te enseñan muchísimo.

    http://www.youtube.com/watch?v=Qy9fzZqJGYM

    Saludos.

  12. Teresa Cabarrush dice:

    Disculpen me olvidaba, para belleza esto.

    http://www.youtube.com/watch?v=4pnGaBHE7mU

    Flores, paisajes y cuadros…Renoir.

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