
Poco antes de las navidades el Congreso aprobó la ley conocida como de Eutanasia. Somos el sexto país de casi doscientos que aprueba una ley que regula la muerte de personas que, en determinadas circunstancias y bajo determinadas condiciones, siguiendo un protocolo cerrado puede recibir ayuda para terminar con su propia vida.
“…son un sonoro aldabonazo en el tejido social en el que se han desarrollado sus días y sus horas que han dado lugar a una decisión tan terrible.”
No deja de ser un hecho lamentable que un ser vivo esté deseando morir y lo solicite a su entorno cuidador cuando le es imposible la vía del suicidio. Tanto que lo pida como que lo haga es un auténtico fracaso completo, que a todos, en diferente manera, nos debe avergonzar y obligarnos a reflexionar seria y gravemente sobre ello.
Ambas cuestiones, por la radicalidad e irreversibilidad de la decisión adoptada por el protagonista, son un sonoro aldabonazo en el tejido social en el que se han desarrollado sus días y sus horas que han dado lugar a una decisión tan terrible. Sin duda, la vida de esa persona acaba careciendo de sentido, y esto es lo más doloroso y lo que debería centrar nuestra atención y las acciones que pudieran conllevarse.
“…se dispone de medios, recursos y profesionales sobradamente preparados, especialmente dedicados a atender a los colectivos que más sufren.”
Si uno de los sentidos de la vida es alzar tu propio proyecto vital y otro proyectar en las acciones tu propia identidad a modo de espejo de tu singularidad, ambos alcanzan el más estrepitoso fracaso en una decisión de ese tipo. El papel del entorno más cercano seguramente no es ni ajeno ni extraño a tal conclusión, pero ¿cómo debe comportarse el resto, que no ha presenciado, participado o colaborado en todo ello?
Por desgracia, los allegados a una persona cuyo sufrimiento alcanza unos niveles que se le hacen insoportables no han sabido, o no han podido, canalizar esa situación para conseguir un cierto alivio a tan lacerante dolor existencial. Muchas de las personas de las que podemos estar hablando no solo no lo ponen nada fácil sino que parecen empeñadas en jugar permanentemente en los bordes del precipicio, importándoles bien poco la angustia que puedan estar causando. Pero en un Estado moderno, como el de los países de nuestro entorno, se dispone de medios, recursos y profesionales sobradamente preparados, especialmente dedicados a atender a los colectivos que más sufren y que son más vulnerables a los aconteceres negativos que supone a veces el hecho de vivir.
“La sensación de que no hay salida, ni remedio, ni nada que se pueda hacer, se va deslizando a veces lentamente, y otras precipitadamente, hacia esa decisión extrema de acabar con todo.”
En relación con ello, quienes navegamos de una u otra manera en estos lares conocemos sobradamente como el juego dramático teatral de las dinámicas vivenciales de cualquier ser humano, en determinados momentos, en determinados espacios, a determinadas edades, o ante determinados retos que se nos muestran abiertamente como imposibles, nos obligan necesariamente a un cambio de “escenario” que haga posible romper una “escena” donde los “personajes” que la han construido le han llevado a un callejón sin salida. Y los más sensibles, o débiles, o sentidos, o sufridores, se topan de frente contra el muro.
La sensación de que no hay salida, ni remedio, ni nada que se pueda hacer, se va deslizando a veces lentamente, y otras precipitadamente, hacia esa decisión extrema de acabar con todo. ¿Dónde miramos los demás cuando nos cruzamos con alguien desesperado? ¿Qué mascullamos para nosotros mismos? Allá él, o qué se le va a hacer, o él se lo ha buscado, o son cosas que pasan… Una retahíla de frases previamente preparadas para cínicamente no moverse un ápice de nuestra “zona de confort”.
“Todo para llegar a la conclusión de que si un ciudadano está seria y gravemente afectado por su situación vital lo mejor es dejarle (y facilitarle) que se muera pues así lo tiene decidido.”
Uno de los elementos que distinguen a nuestras sociedades de otras o de nuestro propio pasado, es la construcción de sistemas de atención y ayuda a los desfavorecidos, deriva moderna del cristiano sentir caritativo, misericorde y compasivo, frente a las desgracias, contratiempos e injusticias que desgraciadamente acompañan al hombre desde siempre. Una construcción que abanderó y lideró hasta hace no mucho tiempo el pensamiento político-social de las izquierdas, dejándose a veces la sangre en ellas, y que ha culminado con unos Estados que entienden, apoyan y ayudan a quienes lo están necesitando.
La sustanciosa pléyade de departamentos de la Administración, servicios sociales, fundaciones y asociaciones altruistas financiadas pública o privadamente, organizaciones no gubernamentales, etc. eran impensables hace tan solo unas pocas décadas, así como los presupuestos económicos que se destinan a estas actividades. Todo para llegar a la conclusión de que si un ciudadano está seria y gravemente afectado por su situación vital lo mejor es dejarle (y facilitarle) que se muera pues así lo tiene decidido.
“¿Por qué el alborozo estrepitoso ante la posibilidad de que un individuo acabe con su vida y se mate?”
Y si, como se ha dicho, alguien que se siente de esta manera es una culminación de un estrepitoso fracaso personal, ¿qué es para el resto de personas que lo contemplamos? ¿qué es para los gobernantes y responsables globales de una sociedad? ¿No va a ver nadie que se sienta impelido directa o indirectamente en esta desgracia?
¿A cuento de qué el estruendoso aplauso por la aprobación de una ley que regule estas situaciones y legalice la eutanasia? ¿Por qué el alborozo estrepitoso ante la posibilidad de que un individuo acabe con su vida y se mate? ¿No deberíamos todos agachar la cabeza y reflexionar sobre cómo hemos podido llegar a este extremo…? Hay que ser un auténtico tarado para alegrarse de algo así…
Magnífico artículo acompañado de una impresionante fotografía. Felicidades por ambas cosas Carlos.
Mucho me temo que esperamos demasiado de esos estados modernos a los que aludes. Nada menos que decencia. Pero presumo que están en otras cosas, algunas de las cuales no se esconden: sobramos las personas en ese diseño distópico del «planeta verde» que vienen vendiéndonos desde hace años (bastantes) y los límites al crecimiento de la población malthusianos asumidos ya en los años 70 por el Club de Roma. La esterilización masiva de mujeres vulnerables (feministas calladas) para impedir la sobrepoblación llevó a asegurar que en la década de los 80 no habría alimentos suficientes en todo el planeta.
Nada es inocente en esa planificación de las llamadas «agendas 2030/2050» que manejan con tanto fervor los serviles gobiernos del mundo que están actuando en varios frentes: eliminación de los mayores y más sabios (eutanasia), eliminación de las condiciones para formar familias (géneros y destrucción de las economías ), eliminación de los seres humanos en plena gestación como un derecho individual y particular (¿cuantos abortos al año en el mundo?) ya que eso es «progresismo». La propia eliminación de la ganadería propuesta por el Sr. Gates y la sustitución de alimentos naturales por experimentos alimenticios artificiales que «iba a imponer a los gobiernos».
Ante tamaños dislates se ha erigido el muro de los «expertos» vendidos al poder que todos conocemos, (que han originado ya bastantes comentarios en otros artículos de este mismo blog) y de los controladores de opinión, aprovechando las brechas sociales de enfrentamientos hábilmente preparados.
Espero también de tu artículo que provoque un interesante debate. Muchas gracias.
Un saludo.
Brillante reflexión, Carlos.
Muchas gracias.
Ante ese «individuo» en cualquier fase de ese período final decidido» o empujado de que «acabe con su vida y se mate», cualquiera de nosotros poco podemos hacer, sobre todo, si también nos sentimos fracasados; como mucho, que no nos roce al pasar hacia ese final…
Igual nos dá la causa de ese camino final: si es por una enfermedad física incurable e irreversible que por una situación socio-económica que también se vive así…
Parece que esos fracasos son más sociales que personales -aparte del proceso de envejecimiento o enfermedad no buscada-; el no logro del éxito social (el concepto actual del mismo), no triunfar socioeconómicamente.
Pero sí es un éxito social favorecer legal y económicamente «ayudar» a conseguir la muerte física, pues la emocional y espiritual ya las ha conseguido ese individuo, el desesperado… y muertos-vivientes están quienes han facilitado con la aprobación de la ley y los medios para ejecutarla, y los que la hacen valer (impulsando a ese «bien morir») de cualquier forma.
Creo que el fracaso se vive, mayoritariamente, como una muerte.
Entonces… ¿qué entendemos por vivir? ¿o sólo estamos sobre-viviendo?
Curioso el paralelismo, cargarse de un plumazo al que quiere nacer y acelerar la marcha de los que están al final del camino. Y es que la ley de eutanasia que se puso en marcha, le vino al pelo a este gobierno, ya ha empezó a dar sus frutos en los asilos cuando comenzó la pandemia. Por eso no hicieron nada para evitar tanta muerte. Y esto aún no a acabado.
Las mentiras e inacción de este gobierno es demasiado visible y una mentira la tapan con otra mentira mayor.
Dice Victoria que poco podemos hacer, me extrañaría que hiciéramos algo.
España es un país de aborregados, sumisos y cobardes, sálvese quien quiera.
Excelente artículo Carlos
Saludos
La conducta humana está llena de hipocresía, paradojas y contradicciones.
Iniciar un debate sobre un tema tan delicado y complejo como la eutanasia supone tener que admitir de manera muy clara que esos 3 conceptos van a tener un gran peso dentro del mismo.
Eutanasia significa buena muerte lo que, en términos prácticos, se traduce en la posibilidad provocar intencionadamente la muerte de una persona que padece una enfermedad incurable para evitar que sufra. Pero, esa posibilidad está muy limitada, pues han de cumplirse unas condiciones muy estrictas y, en última instancia, solo puede hacerse efectiva si el solicitante en primera persona así lo pide.
La mayoría de las personas, al hablar de eutanasia, suelen focalizar su postura en la idea de que el sufrimiento que está padeciendo la persona que la solicita está totalmente legitimada para ello, pues es un sufrimiento inútil por ser su enfermedad incurable. Visto así, no parece que dicha solicitud esté demasiado justificada, pues hoy en día existen potentísimos fármacos que nos evitarían cualquier tipo de sufrimiento hasta que llegue nuestra hora.
Pero la cuestión es mucho más compleja y requiere de un análisis más profundo. La eutanasia no solo tiene que ver con morir, sino, fundamentalmente, con la voluntad de renunciar a vivir bajo unas condiciones que resultan inaceptables para determinadas personas. Y para entender ese posicionamiento vital, es necesario plantearse que es la vida.
Parece que, desde un punto de vista biológico, la definición de vida hasta el nivel unicelular, está bastante clara. Pero, el concepto de vida humana, no parece que sea tan fácil de definir para todo el mundo. Está claro que contiene la característica biológica, pero consta, además, de muchos otros atributos, los cuales se nutren de nuestras creencias, educación, principios, experiencias, etc.
Me gustaría dejar claro que hablo del concepto de vida humana, no del de ser humano. Está fuera de toda duda que todas las personas, sin excepción, son seres humanos, desde la más desalmada y cruel, hasta la más bondadosa e inocente.
Para muchos, entre los que me incluyo, la vida humana solo se entiende como tal, si se tiene la posibilidad de disfrutar de ella. Eso no significa que, por ejemplo, ante una grave adversidad, como el quedarse parapléjico, vayamos a solicitar la eutanasia. Disfrutamos de la vida a través de nuestro cuerpo. Es nuestro cuerpo el que nos permite caminar, hablar, oler, escuchar música, ver, sentir o dar una caricia, llorar o reír, pensar, etc. Sus miles de receptores mandan información al cerebro y eso nos hace “sentir vivos”.
“Sentirnos vivos”, esa es la clave. Y se trata de un sentimiento absolutamente personal e intransferible. Pero hay circunstancias sobrevenidas e incontrolables que pueden dañar y deteriorar nuestro cuerpo de forma tan drástica e irreversible, que lo conviertan en un cuerpo incapaz de volver a proporcionarnos ninguna de las sensaciones que nos hacían sentir vivos.
Es, en esas situaciones, en las que nos sentimos legitimados a pedir la eutanasia. Indudablemente, en tales circunstancias, seguimos vivos desde un punto de vista biológico, pero a nivel mental nos sentiríamos muertos.
Seguramente que habrá millones de personas con un concepto de la vida humana completamente diferente y que nunca contemplarían la opción de recurrir a la eutanasia. Y es absolutamente legítimo y respetable su posicionamiento. Pero si los que sí nos planteamos esa opción, no impedimos a los otros que puedan escoger “no eutanasia”, porqué ellos se sienten legitimados a impedir nuestra elección de “sí eutanasia”.
Se comenta en este artículo que: «tanto que se pida como que se haga, es un auténtico fracaso completo, que a todos, en diferente manera, nos debe avergonzar y obligarnos a reflexionar seria y gravemente sobre ello». No comparto ese comentario. Si existe algún fracaso, ese es, por lo que conlleva de intolerancia e incomprensión, el obligar a una persona a seguir soportando enormes sufrimientos en nombre de no se sabe que creencias o principios morales.
Para muchas personas, detrás del concepto de eutanasia subyace un profundo condicionamiento religioso que les impide posicionarse a favor de la misma. Resulta una enorme contradicción que la iglesia católica y sus seguidores, se posicionen completamente en contra de la eutanasia o la utilización de medidas anticonceptivas, por ir en contra de la vida y, por otro lado, acepten sin parpadear la imposición, a todos sus religiosos/as, de la imposibilidad de ejercer el derecho más fundamental que tiene cualquier ser vivo, el derecho a perpetuarse, negándoles, a través de la paternidad, la posibilidad de crear esa vida que tanto defienden.
La eutanasia es una opción personal. Nadie puede pedirla por ti. No hablamos de eugenesia o aborto, situaciones éstas, en las que terceras personas deciden por otras, que ni siquiera tienen la posibilidad de ser escuchadas, su derecho a seguir con vida o a morir.
Una sociedad como la española, que se presenta ante el mundo como ejemplo de modernidad, progreso, tolerancia, paradigma multicultural y un sinfín más de valores encaminados a proporcionar a sus ciudadanos la posibilidad de vivir en plenitud.
Una sociedad que promueve la idea de que cualquiera puede intentar conseguir los objetivos que se proponga, que alienta la iniciativa personal, que aplaude la libertad de pensamiento y el derecho de las personas a vivir su vida como así lo consideren, siempre dentro del respeto a los demás.
En definitiva, una sociedad que se considera formada por individuos libres.
¿Cómo es posible que en dicha sociedad sea cuestionado el derecho de una persona a poder decidir sobre cómo quiere morir?
Amigo Litio. Por sus párrafos finales parece que vivimos en sociedades distintas. La que usted conoce y describe -felices ellos- son una minoría en relación con la enorme mayoría de quienes no pueden conseguir sus sueños, por mucho trabajo que realicen (hay que estar recomendados); quienes tienen iniciativas personales que se topan con requisitos administrativos o fiscales para desincentivarlos; donde la libertad de pensamiento no está bien vista desde la ortodoxia oficial y desde luego no pueden vivir «su» vida como mejor consideren (por mucho respeto a los demás que pongan) ya que su vida está sujeta a una ordenación político/social o a una precaridad económica que lo impide y que le exige ser esclavo de otros. El tópico de una sociedad con individuos libres queda muy bien en la teoría, pero en la práctica pocos son los que puedan ser dueños de sus decisiones.Lo que está ocurriendo con la excusa de la pandemia lo demuestra.
Un saludo.
Estimado O´farrill. Estoy bastante de acuerdo con lo que dice. Aunque en algunas cosas discrepo.
Vivimos en la misma sociedad. De lo que yo hablo en esos párrafos finales, no es de la sociedad que yo veo cada día, sino de la que nos presentan nuestros más “destacados políticos”, independientemente de la ideología política que defienden, ¿o conoce usted a alguno de ellos que esté en contra de esos valores cuando habla frente a las cámaras o se exhibe en algún mitin?
Evidentemente, una cosa es predicar y otra dar trigo.
Decir que el tópico de una sociedad con individuos libres queda muy bien en la teoría es, en el fondo, resignarse a que no puede hacerse nada por cambiar determinadas cosas. Hace 50 años, un topicazo era decir que la Iglesia Católica sería más justa si no demonizara a los homosexuales. En octubre de 2020, el Papa Francisco decía sobre los homosexuales ( y cito textualmente): “Son hijos de Dios, tienen el derecho a una familia. No se puede echar de la familia a nadie ni hacerle la vida imposible por esto”.
A lo largo de la historia, infinidad de tópicos han caído. Desgraciadamente algunos han tardado demasiado.
Sostiene usted que en la práctica, pocos son los que pueden ser dueños de sus decisiones. Comparto esa afirmación en su totalidad. Y muy pocos son, comparados con el total de la población, los que llegado el momento se decantarían por recurrir a la eutanasia. Hay que tener la cabeza muy fría y las cosas muy claras para tomar una decisión así.
Dónde está el problema en permitir a esa minoría, la posibilidad de cumplir con un deseo que solo a ellos afecta. El derecho a vivir dignamente va de la mano del derecho a morir dignamente. Y, puesto que la dignidad de las cosas es un concepto absolutamente subjetivo, dejemos que cada cual elija la manera en que desea vivir o morir. Será luego, el devenir de la vida, el que determinará en que grado lo consigue.
No me he leído la ley de eutanasia que se ha aprobado recientemente, y no por falta de tiempo, sino porque está elaborada por políticos que para mi no tienen ninguna legitimidad ética o moral para proponer cualquier ley que tenga que ver con un valor tan elevado como es la justicia social.
En ningún momento me estoy posicionando a favor o en contra de la recién aprobada ley de eutanasia. Mi exposición es simplemente una reflexión sobre el derecho de cualquier persona a poder elegir entre seguir viviendo en unas condiciones inaceptables para él/ella, o elegir seguir viviendo a pesar de esas condiciones.
Evidentemente, no se necesita ninguna ley para elegir no eutanasia. Pero si es necesaria, por razones obvias, para elegir si eutanasia.
Gracias por su comentario que comprendo perfectamente. Nos situamos ante el libre criterio de la persona para decidir sobre su futuro y la posibilidad muy evidente de que otros decidan por ella. Una cosa es el derecho a la muerte digna (que no es por donde va la eutanasia actual) y otra la pérdida del derecho a decidir adecuadamente. Es evidente que todo depende de la disyuntiva que tengan ante sí. Un saludo.
Estimado comentarista Litio:
Plantea Ud. que la vida humana no es solo la manifestada a nivel biológico, sino también y fundamentalmente, si no le he comprendido bien, la “sentida” como tal por el individuo.
Es esta una afirmación que debe ser profundizada, pues desde esa gran linealidad, se está obviando la tremenda complejidad que representa cualquier ser vivo, y en particular el ser humano, pues este último es el único capaz de elevar a una “consciencia” aún muy incipiente pero ya presente como territorio a explorar y desarrollar, expresada en esa capa encefálica que es el neocórtex, todas sus experiencias, descodificarlas y transformar de manera consciente tanto su entorno como su estado
Es su presencia la que hace único al hombre como capaz de elevar todo lo que puede recepcionar a través de sus sentidos, llevarlos al encuentro de la experiencia, experiencias aún misteriosas incluso, imbricadas en laberintos más profundos y aún desconocidos del resto de cerebros que conforman, no solo el contenido dentro de la parte incluida en la bóveda craneal, sino también en aquellas sinapsis establecidas entre células neuronales que permiten que nuestro corazón funcione de la manera que lo hace y que nuestro metabolismo, nuestro aparato digestivo, donde también existen neuronas, sea capaz de producirse como tal.
Cerebros cardíacos, cerebros intestinales, además de millones de organismos vivos, de “vidas”, como las que conforman nuestro “microbioma humano” y que acoge a unos cien billones de bacterias, seres vivos, aliados nuestros, con los que tenemos establecidos tales pactos que sin los mismos no podríamos vivir…pero…que a veces lo rompen….y enfermamos, nuestras decisiones, esas que llegan de una consciencia neocorticoidal muy incipiente, la voluntad de acción derivada de consciencia aún precaria, suele ser la causa principal, porque esa precariedad de desarrollo suele obviar la complejidad y formas de vida que está posibilitando la nuestra.
La Psicologia articula y da una estructura a ese complejo funcionamiento para poder ser abordada, la esquematización del ello, el yo y superyo freudiano es una prueba de ello. Todo aquello que aflora a nuestra percepción de lo que suponemos “sentido” es absolutamente subjetivo aún desde nosotros hacia nosotros mismos.
Por eso, darle la categoría de “verdadero” y “auténtico», es también un engaño de nuestra propia conformación pensante, nuestra psique quizás, que lo necesita, entre otras cosas, porque el modelo social se mueve también en esas precariedades y subjetividades.
Así, en función de cómo se precipitan los acontecimientos, y menos atención al desarrollo de nuestra capacidad de percepción ponemos, y también trabajamos, aumenta la necesidad perentoria de dar una explicación rápida con los datos que tenemos, y dotar a esos datos de categorías que no le corresponden, confundiendo lo “sentido”, o lo que creemos sentir con una realidad profunda del desconocido mundo que somos nosotros mismos y el de los demás, el de todo aquello que nos rodea y formamos parte.
Necesitamos proporcionar argumentos aparentemente coherentes que nos aboquen a una elección rápida, aunque en el fondo siempre subyazca la realidad de que desconocemos los verdaderos motivos que nos lleva a esas acciones….ese “ello”, que guarda un montón de percepciones recogidas a escondidas de nuestra consciencia y que muestra una información que quizás descolocaría todas nuestras argumentaciones supuestamente racionalizadas…
Y a partir de esa “vaguedad”, de esa precariedad de datos descodificados de “aquella manera”, en función de nuestros intereses y miedos, pero no de una realidad más amplia, legislamos y enseñamos sobre lo que, sabemos a ciencia cierta, que desconocemos, incluso hasta lo que conocemos, lo obviamos… gran negligencia.
La prestación de ayuda a morir que se estrenó en el Sistema Nacional de Salud el pasado 25 de junio, llevó consigo una guía donde se reconocía que en España no hay comercializado ningún medicamento de uso humano que contengan pentobarbital o secobarbital que solo se utilizan en Veterinaria, esto es, solo pensado para adormecer, inducir al coma o sacrificar animales de envergadura como el caballo, y que en su momento se dejaron de utilizar en seres humanos por los efectos secundarios que arrastraban.
En ausencia de esto, propone “fórmulas magistrales”para conseguir la muerte del presunto demandante de “suicidio asistido”, lo que en lenguaje más técnico los profesionales sanitarios conocen como un “cóctel” variado de medicamentos sedantes y barbitúricos…., pero a lo “bestia”, como si de caballos o ganado se tratara.
Y por qué a lo “bestia”, pues porque quien haya estado cerca de esas situaciones terminales y se produce el «exitus» por el curso natural de su proceso, o cerca de alguien que sea crea imposibilitado para asumir un desenlace conocido aunque no sepa con exactitud cuándo se va a producir, y expresa o expresan por él, su deseo de acelerarlo, sabe que las condiciones fisiológicas son completamente distintas, entre otras cosas, porque cada órgano tiene su propio ritmo, su propio “decalaje”, y cuando se produce esa desconexión propiciada aparentemente primero por la falta de riego sanguíneo, en el organismo se concatenan una serie de desajustes biorrítmicos que si es una muerte natural, se ajusta, y se nota, a un proceso propio de ese organismo, y si el que asiste a esa persona está atento, sabe, con lo que puede hacer y aportar en cada momento, no para romper ese biorritmo general distinto que se está produciendo, sino para acompañar, paliar el dolor cuando este se produzca, y los efectos de la agonía, también en cada instante, según vaya apareciendo estas manifestaciones, y a demanda de cómo la persona se vaya acoplando a ese desajuste vital.., eso creo que es actuar ayudando y respetando todo y tanto como desconocemos de nuestra Naturaleza, con mayúsculas.
Por el contrario, cuando hay que provocar y adelantar la desconexión de esa persona, sin tener idea aún de como se sincronizan los biorritmos de los distintos órganos para ello…, aunque alguna idea hay pero no se expone curiosamente por quien debe hacerlo…, es como meter a un elefante en una cacharrería sin importar lo que deje atrás, pues creemos que como no lo vemos, o eso pensamos,…. no hay destrozo, pero es mentira.
Utilizar dosis letales, provocar paradas cardíacas cuando aún no es el momento, paralizar los músculos de la respiración y quedarnos tan ancho pensando que hemos realizado un acto caritativo y la persona a la que hemos ayudado a matar está feliz, es cuando menos, una acción tremendamente negligente en aras de una ponderación loca de la ignorancia.
El tema da para mucho más, y creo que es sumamente grave atajarlo desde la simplicidad del más puro razonamiento sin buscar el debate con los que más pueden saber, con los que conocen, y desgraciadamente muchas veces callan, por miedo, por represión, o por temor a no salir en la foto.
Un saludo
Estimada Loli.
Tengo que reconocer que he necesitado leer varias veces su exposición para hacerme una idea de lo que quería transmitirme. Espero haber acertado con la interpretación correcta de sus palabras.
Soy una persona bastante pragmática y tiendo a simplificar las cosas al máximo para poder entenderlas. Una vez creo que las comprendo, es entonces cuando cambio el foco analítico y paso de un análisis simplista, a un análisis más complejo en el que voy añadiendo conceptos, teorías y datos, que den más consistencia al asunto que se quiere presentar. En fin, un camino contrario al que usted utiliza.
Según usted, parece que el ser humano no está preparado para tomar determinadas, “decisiones trascendentales”. Este es el caso de si tiene que decidir sobre si quiere seguir vivo o morir. Y argumenta para ello que:
Todo aquello que aflora a nuestra percepción de lo que suponemos “sentido” es absolutamente subjetivo aún desde nosotros hacia nosotros mismos. Por eso, darle la categoría de “verdadero” y “auténtico», es también un engaño de nuestra propia conformación pensante, nuestra psique quizás, que lo necesita, entre otras cosas, porque el modelo social se mueve también en esas precariedades y subjetividades.
Para dar por bueno un argumento, hay que analizarlo objetivamente e intentar encontrar incongruencias en él, que puedan tirarlo por tierra. Desde mi punto de vista todo su argumento es, en sí mismo, una completa incongruencia pues, si nuestros sentidos nos engañan y no podemos dar categoría de verdad a lo que percibimos, tampoco podemos darle categoría de falsedad, que es lo que usted pretende dar a entender, o es que sus sentidos son capaces de detectar lo falso, pero no lo verdadero.
También creo que puedo inferir, de la parte de su exposición en la que habla de muerte natural o provocada que, aunque de manera soslayada, la figura de una concepción creacionista, o cuanto menos, mística, del ser humano está muy presente. Para mi, la muerte es solo una, aunque a ella se pueda llegar de muy diferentes maneras.
Para ir terminando, me gustaría hacer un breve comentario del penúltimo párrafo: “El tema da para mucho más, y creo que es sumamente grave atajarlo desde la simplicidad del más puro razonamiento sin buscar el debate con los que más pueden saber, con los que conocen, y desgraciadamente muchas veces callan, por miedo, por represión, o por temor a no salir en la foto”.
Es evidente que el tema da para mucho más, y todo lo que dé, solo podrá sostenerse si se basa en el más puro razonamiento, pues no hay conocimiento sin razonamiento ni razonamiento sin conocimiento. Fuera del razonamiento, solo caben las creencias, que sí son absolutamente subjetivas.
Para finalizar, por lo que hace referencia a la recientemente aprobada Ley de eutanasia y las alternativas médicas que se contemplan para llevarla a cabo, no voy a comentar nada, pues ya dejé claro que no me la había leído, y la razón para ello.
Desde el respeto, un cordial saludo de parte de un escéptico por naturaleza y agnóstico por convencimiento.
Estimado Litio:
Es posible que no me haya explicado bien, lo que quería dejar constatado en mi comentario al respecto de lo percibido por los sentidos, es que esta percepción es aún parcial y no corresponde a la verdadera potencialidad perceptiva de nuestros órganos encargados de esa recepción, esto desde un punto de vista puramente biológico y fisiológico, es decir, científico, desde el conocimiento que de ello se tiene actualmente, es decir no son nuestros sentidos los que nos engañan, sino la descodificación que psicológicamente hacemos de su información.
Si esto es admitido, algo bastante sencillo, creo que ya abre un amplio campo de, al menos, incertidumbre, respecto a que todo aquello que interpretamos a partir de lo percibido desde esos “sentidos”, pueda definirse como “real”, teniendo en cuenta que lo que nos llega está “parcelado”, y es “incompleto”, y la necesidad que tenemos de darle una explicación rematada a todo lo que desconocemos y por ello nos inquieta, en mi humilde opinión, nos lleva a tomar por “verdadero” lo que por el propio desarrollo aún de ser humano, sigue siendo subjetivo, en espera de una evolución mayor de nuestras posibilidades biológicas.
No admitir esa subjetividad no es nada científico, y nos puede llevar a cometer grandes negligencias por actuar sobre lo que aún no conocemos como si así fuera.
Dice Ud. que hablo sobre la muerte natural o inducida desde un punto de vista “creacionista” y con un punto “místico”, creo entenderle.
Bueno, me gustaría que concretara un poco más este punto de creacionismo, pues visto así, como etiqueta general, no lo entiendo, francamente.
Los ejemplos que le pongo en mi comentario tienen un componente, creo, de los aspectos fisiológicos observados en ese proceso que denominamos “muerte”, y no son míos, provienen precisamente de ese conocimiento y experiencia que en el campo científico se tiene y se viene observando al respecto, aunque haya que buscar y preocuparse por formarse en aquello que se desconoce.
Dice Ud. también que mi comentario tiene una concepción “cuando menos mística del ser humano”, y me gustaría que me aclarara que entiende por “místico” en la exposición que hice, pues aparenta, puedo estar equivocada, que utiliza ese concepto desde un aspecto “peyorativo”, pero sin tampoco profundizar mucho en ello y volviéndolo a usa como “etiqueta general”.
Si “místico”, como así parece ser, viene de “misterio”, y el misterio tiene que ver con todo lo que aún desconocemos y está por descubrir, entonces sí, mi comentario y toda la Ciencia tiene una concepción mística del Ser Humano y de la Naturaleza entera, es decir, no hay nada más “místico”. que el conocimiento científico.
Dice Ud. que “no hay razonamiento sin conocimiento” y estoy totalmente de acuerdo.
Por eso, cuando se plantean actitudes como parece que hace en su exposición al respecto de que para Ud. “muerte es solo una, aunque se pueda llegar de muy diferentes maneras”, pues perdóneme, pero sigo observando una manera muy simplista y poco científica de abordar algo tan complejo y con tantísima repercusión como es el del fin de un ciclo vital, teniendo en cuenta que nada “desaparece”, y esto es también Ciencia.
Es más, creo que entra Ud. en evidente contradicción consigo mismo, pues plantea una “creencia” a raíz de un razonamiento reconociendo que no se basa en conocimientos o en datos más allá de su propia definición de “escéptico por naturaleza” y “agnóstico” por convencimiento, lo curioso es que para ser ambas cosas, también hay que conocer…, o al menos admitir la ignorancia, de lo contrario nos es demasiado fácil a todos darnos la razón, opinar, enjuiciar y legislar amparándonos en una ignorancia elevada a la categoría más puramente religiosa…., no permitirnos la duda, eso son «creencias» elevadas a la categoría de «verdades».
Por último, agradecerle su respuesta a mi comentario.
Un saludo
Estimada Loli.
Hay algunas cosas de las que expone que no me quedan muy claras, así que me limitaré a comentar aquellas que creo haber comprendido.
Antes de decir nada más, me gustaría aclarar dos cosas. Una, que me considero un gran ignorante de casi todo. Para intentar mejorar esa carencia, cada día intento aprender algo, siempre desde una postura objetiva, crítica y ecléctica. A día de hoy, creo que sé un poco de algunas cosas y ya.
En segundo lugar, en mi comentario sobre su exposición no he pretendido hacer ninguna consideración de carácter peyorativo a la misma. Si le he dado esa impresión pido disculpas, a usted y a quienes compartan su misma opinión.
Cuando comenta que: “no son nuestros sentidos los que nos engañan, sino la descodificación que psicológicamente hacemos de su información”. Supongo que hace referencia a situaciones que no son fáciles de evaluar, como por ejemplo, la interpretación del lenguaje no verbal. Cuando se trata de cuestiones más claras, como reconocer una rosa, si la descodificación de la información no es correcta, significa que el sistema cerebral no funciona correctamente. Hasta hace unos años, esto podría ser cuestionable. Hoy ya no. Si yo no veo una rosa y el programa de reconocimiento facial que tengo a mi lado si la ve, solo hay dos opciones. Mi sistema cerebral falla o tengo un concepto equivocado de lo que es una rosa.
En mi exposición a favor de la eutanasia, hago referencia a esas cuestiones más claras, pues estar en una situación vital terminal, no es una apreciación subjetiva del enfermo, es un diagnóstico médico basado en datos objetivos. Sin embargo, siempre podremos encontrar a alguien que ponga en duda dicho diagnóstico, pues aunque es algo absolutamente inusual, se han constatado casos de remisiones espontáneas desde situaciones consideradas terminales.
Esperar a que una evolución mayor de nuestras posibilidades biológicas, nos permita discernir con más claridad lo que es verdadero, creo que sería excesivamente lento pues, en los últimos 10000 años, no hemos cambiado mucho desde el punto de vista de nuestras capacidades biológicas. Apuesto más porque el desarrollo tecnológico nos dé la solución.
Lo del punto de vista creacionista es porque creo entender que usted no admite que una persona pueda decidir por sí misma que quiere dejar de vivir y, mucho menos, que alguien pueda ayudarle en su propósito. Eso son dos aspectos fundamentales en todas las teorías creacionistas, pues solo el Creador tiene la potestad de crear y quitar la vida.
En cuanto a lo de una concepción mística del ser humano, me refiero a la conexión de espiritualidad que muchas personas encuentran entre el ser humano y la naturaleza. Le sorprenderá lo que voy a decir. Creo que entre el hombre y la naturaleza existen relaciones que no somos capaces de entender todavía, o que no queremos reconocer porque supondría poner en entredicho alguno de nuestros principios más fundamentales. Aunque yo no creo en una relación espiritual. Por eso, para mí no supone ningún trauma o dilema, romper con esa relación y optar por dejar de vivir bajo unas condiciones que considero inaceptables, mientras que para usted esa posibilidad es inadmisible ya que considera que hay “otras vidas” que respetar: Cerebros cardíacos, cerebros intestinales, además de millones de organismos vivos, de “vidas”, como las que conforman nuestro “microbioma humano”………………
Cuando se refiere a: los aspectos fisiológicos observados en ese proceso que denominamos “muerte”. Los que señala, son diferentes estadios por los que puede pasar un cuerpo hasta que muere. Es lo que yo llamo diferentes caminos para llegar a la muerte. Hasta donde yo sé, cuando uno está muerto, pues está muerto. No creo que pueda usted encontrar a ningún médico en el mundo que pueda afirmar que en un depósito de cadáveres haya muertos que lo están de manera diferente al resto. Evidentemente, si podrán ser diferentes las causas.
Cuando habla de abordar algo tan complejo y con tantísima repercusión como es el del fin de un ciclo vital, teniendo en cuenta que nada “desaparece”, y esto es también Ciencia. Imagino que la expresión: “nada desaparece”, es una alusión a la primera ley de la Termodinámica. Los principios de la termodinámica explican el comportamiento de los sistemas termodinámicos, definidos como cualquier objeto de estudio (desde una molécula a un ser humano o un inmenso huracán). Supongo que para usted, un ser humano es mucho más que un sistema termodinámico. Así que, no veo por ningún sitio la parte científica en el “nada desaparece”. Creo inferir, por tanto, que la idea de la trascendencia del ser humano, a través de su alma, está presente en sus palabras. No tengo nada que objetar a eso. No creo en la existencia del alma, pero, a día de hoy, ni se puede demostrar su existencia ni su no existencia.
Ser escéptico por naturaleza y agnóstico por convencimiento implica ser conscientes de la gran ignorancia que tenemos. El escéptico pone en duda las cosas porque necesita confirmar, desde el análisis crítico, que son ciertas o falsas. Hasta que toma una decisión concreta, está admitiendo su ignorancia. Ser agnóstico es dudar de la existencia de Dios, no niega la misma. Dudar de algo implica cierta ignorancia al respecto.
A pesar de nuestros puntos de vista, tan antagónicos en lo que a la eutanasia concierne, es muy satisfactorio para mí poder confrontar nuestros pareceres.
Un saludo.
No solo «la conducta humana está llena de hipocresía, paradojas y contradicciones», también lo está de ambivalencias, incoherencias, cambios, complejidades y simplezas. Y si nos pusiéramos habría un sinfín más de sustantivos y adjetivos, tantos cuando menos de los que admite la RAE.
Eutanasia significa «muerte dulce», aquello que aplicaban los antiguos druidas pelasgos a los ancianos en su proceso final para suavizar los dolores finales. En ningún caso para facilitar la búsqueda de la muerte, pues en las creencias de las culturas antiguas el sentido de la vida estaba profundamente sacralizado. Un abismo con la livianeza, ligereza y superficialidad que dominan en el pensamiento común actual, como lo demuestran quienes nos representan en los foros parlamentarios, que es a lo que alude directamente el artículo.
Efectivamente, quienes hemos dedicado nuestra vida a la salud, conocemos de primera mano que el problema tiene que ver con vivir en determinadas condiciones. Estas no siempre se derivan de enfermedades o accidentes, ya que pueden también ser consecuencia de desordenes estructurales transitorios o permanentes, efectos de la pérdida de un ser querido, la entrada en una fase vital más difícil como es la vejez, la pérdida del patrimonio personal y/o el estatus social, y podríamos proseguir con unos cuantos más.
Excepto en situaciones bélicas, entre las dos primeras causas de muerte desde que esto está estudiado, siempre figura el suicidio. Una lacra personal y familiar que pocas veces traspasaba al ámbito social, por las connotaciones dramáticas que conlleva. Los avances en la atención en salud mental no han disminuido el problema, aunque han acotado algunos de los trastornos más penosos, especialmente los relativos a la afectación de las redes dopaminérgicas del cerebro -eso a lo que le damos tanta importancia en los tiempos que corren-. Aún así, nuestras modernas sociedades siguen «fabricando» suicidas a montones…
Habiendo conocido por mi profesión, a muchas personas que han llevado a cabo intentos autolíticos que, obviamente no han culminado con éxito, en la mayoría de ellos con ayuda y atención, se han producido cambios profundos que han modificado significativamente su vida. La complejidad del tema de la eutanasia reside lamentable y exclusivamente, en que se dan dos circunstancias convergentes en este problema, como son el hecho de quien solicita morir tiene unas limitaciones que le impiden aplicársela él mismo, y quien tiene que llevarla a efecto. Este último tiene que saber mucho para hacer una interpretación correcta de la solicitud manifestada, el estado de consciencia desde el que lo hace, el significado que tiene, la intención real que subyace a su demanda, lo determinante y taxativo de su deseo, y un buen número de preguntas hacia uno mismo y el otro que pone francamente difícil llegar a conclusiones simples.
Limitar la cuestión a un tema de derechos sociales como se suele hacer, es no entender suficientemente el devenir de la relación de los hombres con la vida, centrando la cuestión en un debate intelectual, conceptual e ideológico, que está muy lejos de el conocimiento y entendimiento de los avatares por las que atraviesa la psique humana. No estamos hablando de lo que se opina, sino de colaborar en la muerte de la vida de una persona. Estamos hablando de la desesperación, el sufrimiento y la angustia.
Por ello ni entiendo lo que es vivir en «plenitud», sino buscar estar plenamente vivo, ni entiendo que en lo más íntimo la sociedad en la que vivo tenga papel alguno relevante, ni entiendo los aspectos relacionados con la vida y la muerte como un tema legal (y muy difícilmente legislable), ni entiendo la libertad de los individuos a partir de la conquista de derechos sociales sino a partir de la capacidad de derribar muros y fronteras interiores que son los que le limitan. En el papel que juegan, las sociedades que me harían sentir orgulloso son aquellas que hacen valer el valor de la vida, especialmente de los más vulnerables, necesitados y discapacitados, y en sus momentos más difíciles. Eso sí que tendría mucho más mérito.
Saludos.
Litio. Estoy en total desacuerdo. La persona que por muy mal que se sienta tiene la lucidez suficiente para poder elegir no está muerto en vida. Y si no estã muerto en vida es que su mente está activa. Y si la mente está activa las posibilidades y los recursos son infinitos. Claro que, si los viejos (por ejemplo) se han tragado el anzuelo de que disfrutar de la vida es irse a Benidorm con el Inserso…
Esos (por ejemplo) son lo que han renunciado a vivir, aunque no lo sepan.
Alicia. Gracias por leerme.
Frente a tu total desacuerdo con mi exposición, lo único que puedo decirte es que me reafirmo en todas y cada una de las cosas que digo.
Sostienes que (corto y pego): “La persona que por muy mal que se sienta tiene la lucidez suficiente para poder elegir no está muerto en vida”. Totalmente de acuerdo contigo, pero tengo que hacerte dos consideraciones que para mí lo cambian todo.
Una. Si tiene suficiente lucidez para elegir, está claro que la elección solo es posible entre 2 posibilidades: continuar viviendo en esas condiciones tan desfavorables o no seguir viviendo en las mismas. Alguien podría proponer una tercera posibilidad, como la de entrar en una especie de estado comatoso con ausencia total dolor. Pero esta tercera posibilidad la descarto por razones que expondré en la segunda consideración.
En este punto y, dado por descartado que no existen coacciones, condicionamientos o presiones externas que de algún modo nos coarten nuestra libertad de elección, yo elegiría eutanasia y tú, no eutanasia. No consigo encontrar ninguna justificación que me lleve a no respetar o a tratar de que cambies tu elección. Me gustaría encontrar esa misma reciprocidad en ti. Sobre todo, porque mi vida es solo mía y de nadie más.
Dos. Empleas la expresión “no estar muerto en vida”. Totalmente de acuerdo. Si vuelves a leer mi exposición te darás cuenta que hago una importante diferenciación entre estar vivo y sentirse vivo (……Es, en esas situaciones, en las que nos sentimos legitimados a pedir la eutanasia. Indudablemente, en tales circunstancias, seguimos vivos desde un punto de vista biológico, pero a nivel mental nos sentiríamos muertos.).
Los que nos planteamos la opción de la eutanasia, y creo que hablo por la mayoría, no usamos la expresión “estar vivos”, sino la de “sentirnos vivos”. En un estado comatoso nos sería imposible sentirnos vivos.
Intuyo por lo que escribes, que para ti lo más importante es seguir viva, cueste lo que cueste. Es un posicionamiento absolutamente respetable y, seguramente respaldado por unas razones de mucho peso. Pero el posicionamiento contrario debería ser igual de respetable, al igual que la fortaleza de las razones en que se sustenta.
Felicito al autor por abordar nuevamente la cuestión de la Eutanasia que Pedro Sánchez e Inés Arrimadas han promocionado con el apoyo del resto de extremismos y seguidismos ideológicos del actual Parlamento.
De todo ello lo único que debe sorprendernos es la absoluta estulticia de Ciudadanos que se ha convertido en otro pollo descerebrado corriendo por la huerta dejando su propio reguero terminal de sangre. Pero cada uno da de si lo que puede y, por si había duda, a la Sra. Arrimadas en estas cuestiones le faltan muchos hervores y no poco criterio.
Digo lo anterior porque creo que más allá de nuestras posiciones y reflexiones de todo tipo es imprescindible identificar a los que perpetran y mandan perpetrar esta inmundicia legal que los define a la perfección.
Esta cuestión ha sido tratada ampliamente en el blog pero hay recordar y asegurarnos de que el olvido no nos neutraliza como de costumbre.
En otro momento haré una propuesta que ya está preparada desde hace unos meses desde el contexto de quienes piensan que las posiciones morales son definitorias e imprescindibles si queremos evitar que la carcoma –deliberadamente instalada en casi todas nuestras instituciones– termine por destrozarlo todo: Pasado, Presente y Futuro.
Como antecedente les adjunto tres videos.
Los dos primeros son entrevistas a un médico que ha dedicado cerca de treinta años a cuidados paliativos en España. Una de ellas, muy buena en mi opinión, es de Jordi Évole.
El tercero es un resumen de una obra muy famosa pero casi imposible de encontrar porque no se reedita, como de costumbre con estos temas: “Seducidos por la muerte” de otro médico, Herbert Hendin, con sus observaciones sobre la eutanasia y sus efectos en Holanda.
Estos efectos, básicamente, son dos: un alto descontrol sobre lo que en realidad sucede con los enfermos y un abandono público de lo referente a supervisión de las prácticas reales así como del desarrollo de paliativos que ya no son necesarios al optar por la eliminación del paciente.
Vemos de este modo que una práctica, promovida por la Izquierda y por el resto de promotores de la agenda 2030, resulta en que la medicina pública y sus pacientes se ven obligados a optar por la ayuda proactiva al suicidio –o a la muerte protocolizada como ya vimos en Madrid–mientras que las clases más pudientes disponen de excelentes cuidados paliativos en la medicina privada.
Los dos vídeos del especialista en paliativos
https://www.youtube.com/watch?v=2m6DtqalJaY
https://www.youtube.com/watch?v=xsyHUAPS4HM&t=410s
Sobre el libro
https://www.youtube.com/watch?v=En6iENwwpH0
Saludos cordiales.
Decía Toynbee, el gran estudioso del nacimiento, vida y muerte de las civilizaciones, que lo que hoy está sucediendo es lo esperable de las Élites Parasitarias propias de la fase de desintegración de las civilizaciones que mueren. Esas élites, incapaces de crear verdadero progreso ni de resolver los problemas que se van planteando, se vuelven siempre contra sus propias poblaciones y tratan de reemplazarlas por otras más manejables.
Hay un párrafo de 1939 («A study of history», Vol II, página 429) que traducido del inglés dice así. «El cisma en el cuerpo social que venimos examinando es una experiencia colectiva superficial pero muy significativa por ser la señal visible de una ruptura profunda del alma de los miembros individuales de dicha sociedad». La ruptura de las almas individuales que siempre se deja ver en la superficie social.
Esto fue escrito hace más de 80 años. Hoy es interesante ver que, a pesar de que Toynbee no cae muy bien al Big Brother, vuelve a estar de actualidad entre quienes se preocupan de las causas reales y profundas de los problemas. Porque realmente estamos hablando de problemas del alma y esto solo importa a quienes creen que el ser humano tiene alma y no es un simple pedazo de carne como proclaman a los 4 vientos las Élites europeas.
Ciertamente algo está muy mal en nuestra sociedad cuando, puestos a elegir entre buenos cuidados paliativos y matar al enfermo, el Socialismo y Ciudadanos (ambos ideológicamente sometidos a la Muy Grande y Muy Discreta Secta Maltusiana) optan por la opción del homicidio administrado.
Naturalmente esta opción produce un importante ahorro y una más rápida disminución de la población nativa que, por lo visto es la que les causa problemas. Digo esto porque llama poderosamente la atención que ambas ideologías atacan de modo inmisericorde a los Nativos Cristianos mientras protegen con entusiasmo e incentivan la emigración Musulmana. ¿Alguien podría explicar el por qué de esta evidente predilección?
La sociedad nativa decrece como resultado de las políticas públicas aplicadas por la ideología Social Demócrata que rige Europa desde la Post-Guerra. Una ideología cada vez más socialista y menos demócrata como se hartan de demostrar en cada ocasión que tienen. Mientras tanto la población musulmana, gracias también a las mismas políticas públicas, tiene una tasa de crecimiento del 8%. Ya hay ciudades con el 40% de la población musulmana (Birmingham, Molenbeck etc). Hagan números y verán lo que de verdad buscan quienes nos han gobernado y nos gobiernan.
Una forma de mostrar la doblez y la criminalidad de la ideología dominante es instaurar a nivel Autonómico Programas que lleven nuestros cuidados paliativos hospitalarios a un nivel de Excelencia incluyendo en las Universidades y Hospitales Universitarios un esfuerzo serio de convertirse en centro de referencia global en investigación de paliativos. No es mucho.
No basta con protestar. Hay que hacer y mostrar con orgullo lo que se hace y aquello en lo que se cree. Menuda oportunidad para que la Sra. Ayuso muestre que no teme a los Discretos Maltusianos.
La diferencia en España serían unos 17,000 homicidios menos, quien quiera morirse antes podrá elegir que le maten y quien prefiera morir naturalmente pero sin dolor –como hoy mueren los ricos– que pueda hacerlo en la Medicina Pública. Pero que nadie tenga que elegir entre el dolor sin fin y pedir la muerte.
He dicho !7,000 porque es lo que nos tocaría si extrapolamos el caso Holandés a la población de España.
En los Pauses Bajos ya hay casos de enfermos de Alzheimer –sin dolor– cuyo médico accede a matarlos. El último caso muestra cómo la eutanasia se extiende a casos muy distintos: una persona joven Trans, insatisfecha con su primer cambio de sexo pide la reversión quirúrgica de las primeras cirugías, tras estas intervenciones, se deprime al ver su cuerpo y pide ser eliminada. El sistema accede.
Estamos no solo sin alma, estamos a un nivel de degradación que solo puede ser buscado por quienes Des-Gobiernan.
Saludos
PS. Si tienen oportunidad acérquense a la obra de Arnold Toynbee. Les llamará la atención muy positivamente.
Estimado Manu: el problema no está en los partidos que dices pues abarca a «casi» todo el arco parlamentario. El PP con su inefable Casado a la cabeza, sus barones territoriales «progres» y ahora anunciando la necesidad de una «ley de pandemias» que elimine el control judicial de las decisiones del gobierno (ocurrencias de ahora) más todo el destrozo de las clases medias con un ministro de Hacienda cuyas medidas han sido aplaudidas por los actuales gobernantes (que las conservan), son muestras de eso que se conoce como «los mismos perros con diferentes collares».
Ni unos ni otros pretenden una verdadera democracia participativa con división de poderes real y unas instituciones al servicio de las libertades públicas (por mucho que algunos intenten aferrarse a un espejismo sólo existente en sus mentes). Todos -salvo alguna excepción- pretenden apoderarse del Estado desde una de sus instituciones (la que debería ser más obediente), mientras la propia Jefatura del Estado parece inexistente.
Spengler ya anunció a principios del siglo pasado el «cesarismo» de los ejecutivos, pronóstico que se ha cumplido. Quien maneja el presupuesto manda y si -además- no hay escrúpulos para imponer por la fuerza decisiones cuestionables a una sociedad acobardada, todo se convierte en un paseo.
Anoche en una tertulia televisiva se hablaba de los códigos médicos, del perdido juramento hipocrático como algo del pasado (cuando los médicos visitaban a los enfermos en sus casas). Como tú mismo has recordado ya no hay incentivos morales sino puramente económicos. Todos tienen un precio y los que no, quedan como anacronismos que eliminar.
Un saludo.
Respondiendo al estimado comentarista Litio:
“El sistema cerebral” funciona, pero no al cien por cien de su capacidad, normalmente parece que lo hace al cinco por ciento y como mucho al nueve o diez por ciento.
Con lo cual nuestras percepciones y la posterior descripción de lo percibido responde a esa parcialidad de datos y sobre todo al consenso necesario que se establece para poder manejarnos y seguir avanzando.
Si ambos miramos una rosa, seguramente sí veremos un objeto al que culturalmente habremos ya definido y nos habremos acercado a su realidad, aunque puede que esa mirada, si viene de dos culturas diferentes pues una le llame “rosa”, y la otra vea una flor con otro nombre…aún así, y partiendo de la base de que veamos lo mismo, lo que es seguro que no será la misma rosa, pues ni, por ejemplo, habiendo un apercibimiento global común de su color y forma, no será así respecto a los matices y detalles, no será la misma rosa para uno que para el otro, pues cada uno percibiríamos tonalidades distintas y observaríamos ángulos diferentes….
Y esto es muy importante, pues el ser humano es el único que es capaz de expresar esas diferencias, exponerlas a la experiencia propia y las de su entorno y propiciar el discernimiento y con ello el desarrollo de la consciencia, ninguna otra especie puede hacerlo, y es para hacernos pensar.
Por eso, cuando Ud. apunta a que en los “últimos 100.00” no hemos cambiado mucho desde el punto de vista de nuestras capacidades biológicas” y sin embargo “apuesta por que el desarrollo tecnológico nos dé la solución”, no entiendo muy bien qué quiere decir, pues si bien sí comparto que nuestras capacidades no están desplegadas más que en un porcentaje pequeño, sin embargo ese porcentaje ha posibilitado al hombre desplegar la tecnología a la que Ud. encomienda soluciones, y no al revés.
Cuanto he referido en mis anteriores comentarios al respecto de la eutanasia, ha sido bajo el supuesto de una situación como la diagnosticada como “irreversible” o “terminal”, aunque la Ley actualmente aprobada, sin embargo, es terriblemente ambigüa a ese respecto sin tomar en cuenta, ni siquiera, ese diagnóstico médico que Ud. determina como “objetivo”, sino la percepción subjetiva al respecto de la persona que demanda ese derecho a “su muerte”.
Explico lo de “objetivo” por parte del diagnóstico médico:
Si bien es cierto que éste puede determinar la irreversibilidad de un proceso vital, no lo es menos que no puede dictaminar el instante preciso en que se producirá, y aún así, normalmente se certifica a través de una parada cardíaca, esto es un electrocardiograma plano, sin latido cardíaco, pero se sabe que solo la muerte cerebral es la que determina la defunción real.
Aún se desconocen los márgenes reales de tiempo que operan entre la parada cardíaca y la falta de actividad cerebral, los cálculos siguen siendo aproximativos, pues son muy difíciles de detectar con los aparatos habituales que se utilizan para ello.
El momento que sirve para la certificación de la “muerte real”, es la que viene determinada por cese de actividad eléctrica cerebral, el electroencefalograma “plano”, un cese total difícil de determinar aún…con total precisión, aunque lógicamente se da un consenso para ello, para poder funcionar bajo el modelo social en el que nos manejamos.
Repito que quien haya estado, por su actividad profesional u otras razones, en contacto o acompañando a las personas en esa situación terminal, creo que puede dar fe de que no solo no es lo mismo acelerar un proceso que tiene sus etapas buscando saltárselas y no evitar o ir paliando los aspectos más difíciles de esa desconexión, y se nota, sino que además cada persona es también única en esos momentos.
“La muerte es una” plantea Ud. y diferentes los caminos que conducen a ella.
Pues bien, la experiencia le diría que no es así, que cada persona es un nacimiento y una muerte distinta, diferente como la singularidad entera de su vida, y eso también se nota.
No es lo mismo una “muerte violenta” que una “muerte natural”, y por cerca que esté ese momento e irreversible a nuestra percepción sensorial el estado de ese ser humano, repito único ser capaz en la Naturaleza de acceder a una consciencia superior y transformarla, no deja de ser una “muerte violenta” la no contemplación de esas etapas singulares y exclusivas de cada ser humano para esos momentos de su también “vida”.
Creo que existen importantes debates y conclusiones al respecto por parte de personalidades con prestigio y categoría para ello, que saben de lo que hablan tanto a nivel médico como científico como intelectual, lo malo es que no son preguntados y no han contado para nada a la hora de legislar algo que por su envergadura y desconocimiento sinceramente creo es una gran negligencia hacer, además de traer graves consecuencias para la sociedad en general y las personas en particular, la primera de ellas, como ya se ha apuntando anteriormente en otros comentarios, la desigualdad tan terrible que se producirá entre las personas que se puedan permitir una atención personalizada en sus últimos momentos y aquellos que no, a los que ya no se les podrá ofrecer esa atención, sino la agonía solitaria o una muerte brutal y violenta para su organismo.
Ud. plantea que mi exposición apela al “creacionismo” y al “misticismo” como creencias.
Es posible que así aparente, pero no desde la doctrina, sino desde la inmensidad del desconocimiento que se me va abriendo a medida que profundizo en la poca cultura que pueda tener y en la experiencia de mi vida al respecto… a la vez me doy cuenta de cuánto, sin embargo se ha avanzado en esos temas, y cómo se ningunea y se obvia a quienes verdaderamente pueden arrojar más luz al respecto, aunque sea en forma de cada vez más interrogantes….
Sinceramente creo que quienes están jugando de verdad a ser “creacionistas”, en su sentido peyorativo más despectivo y negativo que es el que parece imperar en este modelo social, son aquellos que se otorgan el poder de legislar sobre la “vida y la muerte” como dioses realmente se considerasen, y además trasladar esa visión de sí mismos a la sociedad entera….dejando patente que tienen poder para ello…. ¿es eso democrático?, ¿es ni siquiera científico o progresista?…
Creo que estamos en un momento donde cada vez sería necesario hacerse más preguntas…
Le agradezco por ello la oportunidad de entrar en un debate donde, al menos, poder hacer un ejercicio de planteamientos y cuestionamientos de nuestras posiciones, trabajo al que parece nuestra sociedad poco a poco va dando la espalda atrofiando su posibilidad de crítica y discernimiento, en mi humilde opinión.
Un saludo
Estimada Loli.
Parece que nuestro intercambio de pareceres se alarga en el tiempo.
Que nuestras capacidades cerebrales estén bastante por debajo de su verdadero nivel, parece que es una idea avalada por las teorías más aceptadas en neurociencia. Nada que comentar.
Cuando un concepto se define correctamente, es universal. Así, una rosa definida en términos botánicos, es una rosa en cualquier lugar, aunque haya ocasiones en las que se necesite afinar mucho para determinar correctamente si una nueva especie que se describe puede o no ser una rosa.
Está claro que todo nuestro desarrollo tecnológico es consecuencia de nuestras capacidades cerebrales. Pero mientras la mano del más experimentado cirujano es susceptible de temblar y provocar un desastre, un láser quirúrgico guiado por ordenador siempre realizará una incisión perfecta. A eso me refiero cuando hablo de desarrollo tecnológico frente a nuestras limitaciones biológicas.
Que determinar la irreversibilidad de un proceso vital, no puede dictaminar el instante preciso en que se producirá, es algo obvio. Nunca he dicho lo contrario.
Que la muerte cerebral es la muerte real, parece bastante coherente. Sin embargo, por su manera de exponer los datos, parece que en una muerte que no es natural, la precisión de ese encefalograma plano puede que no sea tan fiable. Sinceramente, si eso es así, no me parece muy científico, pues un encefalograma solo registra señales eléctricas, con independencia de si la muerte es natural o provocada.
Que una muerte violenta y una muerte natural no es lo mismo, es una apreciación totalmente subjetiva. Le planteo los siguientes ejemplos.
– Una persona se queda dormida en una habitación cerrada. Un fallo en la estufa de gas genera una mala combustión y muere por inhalación masiva de monóxido de carbono. Otra persona, en esa misma habitación, manipula conscientemente la estufa para que se genere la mala combustión y también muere porque ese era su deseo. Para usted, la primera persona fallece de muerte natural y no violenta, mientras que la segunda lo haría por muerte no natural y violenta. Para mí, sinceramente, los dos mueren de la misma manera, aunque para el primer caso matizaría que la muerte es involuntaria y para el segundo es voluntaria.
– Una persona es atacada por una jauría de perros hasta morir como consecuencia de las gravísimas heridas sufridas. Otra persona, de manera voluntaria y consciente se autoinyecta una dosis letal de terotoxina y muere de manera casi fulminante y sin dolor (pues una cantidad letal de la toxina provoca perdida inmediata de la consciencia). Según usted, la primera sería una muerte natural y no violenta, mientras que la segunda sería violenta y no natural. Lo de “natural” lo podría discutir, pero lo de “violenta”, no lo veo por ningún lado en la segunda y sí, en un grado muy elevado, en la primera.
Encontraríamos infinidad de ejemplos más. Con esos ejemplos no estoy haciendo ningún alegato en favor del suicidio. Solo trato de plantear una reflexión sobre los conceptos de “natural” y “violento“, a la hora de aplicarlos al concepto de muerte.
Respecto del creacionismo y el misticismo como creencias. Mi más profundo respeto por las mismas. Para un escéptico y agnóstico como yo son totalmente descartables, pero no inaceptables. Para mí, aceptar que todo lo que conocemos fue creado por una entidad omnipotente carece de sentido, pues no hay ninguna evidencia científica que lo avale, como tampoco la hay en el misticismo que supone la trascendencia de la vida más allá de la muerte. Pero, aceptar que a partir del big-bang y, como consecuencia de un cumulo incesante de procesos y circunstancias “favorables”, hemos llegado a ser lo que somos, me parece tan increíble como aceptar la posibilidad de que ese ser omnipotente exista.
Usted escoge una opción y yo la otra. Así de sencillo. Ambos moriremos antes de que el dilema se resuelva.
Para finalizar, me gustaría proponer una vía hacia la eutanasia que parece nadie la plantea y que, a mi modesto parecer, disminuiría considerablemente gran parte de los dilemas éticos y morales que genera este tema. ¿Por qué no, llegado el momento, se permite entrar al demandante de la eutanasia, en un estado comatoso inducido, en el que no pueda experimentar ningún dolor y dejar que la naturaleza siga su curso natural retirándole cualquier tipo de soporte que pueda prolongar su vida, más allá de las reservas que le pueda suministrar su cuerpo?. La situación más delicada sería establecer ese “llegado el momento”, pero seguro que habría alguna forma razonable de determinarlo.
Un saludo.
Estimado comentarista:
Me gustaría hacer unas puntualizaciones a sus apreciaciones y con ellas doy por finalizada, por mi parte, este debate dual entre Ud. y yo….
En “violencia” introduzco un elemento determinante, y es el de la “intencionalidad”, pue no es lo mismo cuando una muerte violenta se produce de forma accidental o es propiciada tanto desde el propio individuo para sí mismo o por parte de otro ser humano que decide acabar con la vida de su semejante, o sea, asesinarlo.
Y esa “intencionalidad” de la que solo es capaz el ser humano, le provee también de una tremenda responsabilidad a la hora de ejecutar sus acciones, sean estas de la índole que sean, máxime la de arrogarse la “prerrogativa divina” de acabar con la vida de sí mismo o la de otro ser humano….otro debate es el de concepto complejo de “divino”, pero parece que ya nos lo hemos adjudicado todos y cada uno de nosotros para ejecutar sentencias respecto a quién debe nacer o morir, así sin más, despreciando todo el conocimiento intelectual, científico, filosófico, teológico, que la Humanidad ha ido atesorando a lo largo de su andadura.
La manida frase de “no hay ninguna evidencia científica que lo avale”, sencillamente es un fondo de saco, pues desconocemos todo lo descubierto hasta ahora a ese respecto, las teorías a las que abocan, las fuentes y los caminos abiertos por el propio método científico hacia el abandono de unas teorías por otras dispuestas también, por esencia, a ser rebatidas ante nuevos indicios.
Por último, el desarrollo de la consciencia que propicia el desarrollo tecnológico, entiendo que es también desarrollo biológico.
Por otro lado, a ese nivel biológico se determina demasiado alegremente que en un estado de “coma profundo” no existe sufrimiento…. ¿por qué esa aseveración?, ¿Porque no existen manifestaciones muy evidenciables a través de las redes sensoriales bloqueadas por acción farmacológica?….
Son muchas las interrogantes que obviamos al respecto de algo tan trascendental como es la vida y la muerte, podemos estar conculcando leyes naturales aún desconocidas, con la pasmosidad y la peligrosidad del necio que se cree Dios.
Saludos
Sobre lo parecidos que son lo partidos de «casi todo» el arco parlamentario como apunta mi querido amigo O’Farrill casi prefiero no discutir porque mis amigos de Izquierdas cuando se tienen que enfrentar a actos universalmente reprobables del PSOE o de Podemos responden, como primera línea de defensa, con un «Son todos iguales». Es decir, los actos reprobables y dañinos de la izquierda lo que hacen es «bajarla» al para ella deleznable nivel del PP o de Vox. Es decir, las tradicionales víctimas de los «cordones sanitarios» que ya conocemos. Ya se que no es tu caso pero en esta ocasión se le parece bastante. El día que emocionalmente asumimos los rasgos identitarios de una de estas ideologías nos degradamos como personas porque permitimos que la Hiperplasia Maligna del Ego sea víctima de nuestras emociones despreciando nuestro intelecto.
Sobre la cuestión de la Eutanasia –recién bautizada como la Política Pública del «descarte»– tanto PP como Vox creo que votaron en contra lo cual tampoco es que quiera decir mucho porque también votaron contra la Ley del Aborto de Zapatero mientras éste personaje infausto presumía en privado de que cuando gobernase el PP tampoco lo iba a cambiar como luego sucedió con Rajoy con dichas leyes tan dañinas para la sociedad.
Leyes que en realidad hacen lo pronosticado por varios grandes historiadores «Intentan sustituir su población por otras más dóciles». En nuestro caso el odiado cristianismo por el añorado, financiado y protegido islamismo. No olvidemos que Vox existe porque la gente ya sabe a quién obedecen PP y PSOE en determinadas cuestiones que nos llevan a la desaparición.
Esta es la cuestión que creo importante: ¿Quién está por encima de estos partidos que,–en contra de toda evidencia, de nuestros intereses y de sus mismas promesas electorales–, eligen obedecer órdenes no democrática de «Organizaciones Discretas» antes que cumplir con sus idearios o con sus juramentos electorales».
Está España –y Suecia– plagada de violaciones en manada de argelinos y marroquíes y la prensa lo oculta como lo oculta Irene Montero y todo el PSOE y todo Podemos.
El Gobierno Social Comunista de Baleares contrata discretamente profesores de la religión Islámica (recuerden que el Corán nació y es un Código Civil antes que una teología) mientras prohíben las clases de la religión cristiana. Digan algo parecido–rigurosamente cierto– y verán a Otegui, a Colau o a cualquier otro personaje de su estilo poner el grito en el cielo diciendo que eso es fruto del miedo al Islam (islamofobia) porque en realidad son gente estupenda y de progreso. Ya lo están haciendo con los talibanes.
Ahora mismo vemos que un Comité de la ONU, esa red clientelar de partidos de Izquierda y poderes imperiales, está intentando forzar el regreso de un juez condenado por prevaricador y tras el rechazo de todas las instancias judiciales europeas alguna de las cuales bajo la férula del Lobby Gay y de la Masonería.
Tenemos tanta autocensura y tanta corrupción gubernativa y cultural en España y fuera de ella que va siendo hora de plantarnos y resistir ante lo que es, descaradamente, una caricatura prostituida de la idea de Gobierno Representativo.
Si esta gente nos gobierna es porque nos hemos degradado como ciudadanía y como personas. Aquí, en Bruselas, en la ONU y en instituciones intermedias todas copadas. Y es nuestra responsabilidad moral decirlo alto y claro.
Saludos cordiales