Autoestimocracia

El paradigma de lo que estamos viviendo, que se podría denominar como autoestimocracia, que afecta principalmente a esta forma de Europa decadente y pasiva, han sido unas recientes declaraciones de una ministra del ramo, en las que explica el motivo por el cual, desde su publicación en el BOE, se podrá pasar de curso en el bachillerato a pesar de tener una asignatura suspendida, debido al enorme coste emocional que supone para el alumno superar el trauma de suspender.

Al respecto, se podrían arbitrar muy diferentes medidas, y muchas de ellas ya están contempladas, para ayudar a aquellos que, intentándolo, no consiguen el nivel suficiente para llegar al aliviador aprobado. Desde ponerles un preparador específico, hasta proporcionar diferentes profesores que les explicaran mejor la asignatura en cuestión, desde hacer grupos reducidos de alumnos para facilitar una mayor compresión de los contenidos, hasta utilizar antiguos alumnos para “acercarle” más la asignatura a los cateadores. Pero no, llega el “Black June” a los centros educativos en forma de aprobando el resto se regala una gratis.

A partir de ahora los alumnos, sabedores de esto, elegirán una asignatura odiosa de las materias “hueso” del programa, para abandonarla conocedor de que finalmente recibirá la bula papal con la que le será finalmente aprobada. ¿Qué cara se les pondrá a aquellos que le han dedicado tiempo y con su esfuerzo han logrado aprobarla, viendo que a los otros simplemente se les regala?

El crecimiento del sentido de la autoestima entre la población va a un ritmo exponencial. Camino de convertirse en uno de los derechos fundamentales con los que nos entendemos como sociedad, si no lo es ya, será la tarjeta de visita de partida con la que las personas vayamos a definirnos.

Malentendida como contrapartida al desprecio, la desconsideración o la desvalorización en las relaciones, es el gran recurso utilizado para hacerse ver, adquirir protagonismo, y como fórmula de reafirmación personal, independientemente de lo relativo a la propia valía. Es el resultado directo de una manera de entender al ser humano superficial y muy equivocada, pues no tendría cabida en ninguna sociedad que creyera en el individuo como una estructura compleja en construcción y crecimiento constante, cuya participación activa y permanente desde su propia voluntad es imprescindible para que alcance sus mayores cuotas posibles.

Alguien por el solo hecho de ser persona, requiere de ser considerado, sin que esto suponga mayor novedad al ser uno de los preceptos por los que boga el humanismo cristiano desde sus inicios. Igualmente por el reverso de este mismo principio, nadie debe ser despreciado. Pero otra cosa distinta es ser valorado, entendiendo por ello el hecho de adquirir valor, de forma independiente de aquello que es objeto de la cuestión, y solo por el hecho de que surge de una persona en concreto.

A mi me parece una desgracia que a las personas de nuestro entorno, desde la más tierna infancia, se les someta inexorablemente a una ingente sucesión de juicios, llámense exámenes, evaluaciones, cuestionarios, imágenes, clichés, listones y pruebas formales e informales, tanto para acceder a niveles superiores como para adquirir una determinada categoría personal. Pero este es un sistema dominante desde el que se estructuran nuestras sociedades, y no hemos sido capaces de crear otro que lo sustituya, seguramente porque estamos bastante convencidos de las bondades y parabienes del que tenemos y no acertamos a vislumbrar ninguno distinto y abandonar las certidumbres que este nos crea.

Mientras sea así, y todo indica que la humanidad no quiere andar en otra dirección, el desarrollo de competencias personales y cognitivas (académicas), el esfuerzo como vía para ello, la lucha contra una comodidad pasiva, situar la diana en todos los aprendizajes posibles abriendo el abanico a los nuevos conocimientos, son, por poner algunos ejemplos, la senda por la que avanzar. La tentación de acceder a ello por el camino del regalo, además de tramposo puede esconder algún veneno.

Para vencer auténticamente el desprecio y la desconsideración ajenas, además de crear una sociedad más amable, benévola y realmente inclusiva, se debería potenciar el autodescubrimiento, la capacidad de introspección, la identificación de nuestras resistencias y ayudar a lograr cambios significativos a quienes pelean por ello. Empoderar lo que no ha alcanzado el mérito para ser apreciado, es hacer a lo inválido rey, y no hay nada más peligroso que darle a un niño o a un loco una pistola.

Efectivamente, una versión simplista del darwinismo, nos devuelve una imagen adaptativa y cerrada del ser humano, como el resultado final de un largo proceso biológico en el que tenemos poca o ninguna participación volitiva, y dependemos de las necesidades de un entorno natural ajeno a nuestra realidad. El valor propio como individuo carece de importancia, y sale “fuera de foco” de nuestros objetivos personales, que, en cambio, se centran en alcanzar las mayores cuotas de un bienestar casi siempre definido desde la pasividad, la concepción de los derechos propios y una demanda inacabable de servicios.

El buenismo autoinocente y culpador, que cursa de la mano de una simple visión del hombre animalista, hizo desde el principio un juicio global a la humanidad en el que condenó tanto la inteligencia como su capacidad simbólica y artística, y lo ha reducido a un conjunto de premisas antifilosóficas y meramente conductistas. Asimismo, ha asumido como propia la visión decimonónica de la lucha de clases, estructurándolo todo desde esta perspectiva, desde la cual se estigmatiza al que más tiene, y se perdona (sin comprenderlo) al que menos posee.

Del mismo modo, se ha ido abriendo camino una manera de entendernos a nosotros mismos, a partir de la consideración de ciudadanos de pleno derecho, nunca como individuos necesitados de un entorno favorecedor del desarrollo personal en el que trabajarnos para completar competencias y abrirnos a otras nuevas y diferentes.

De poquito en poquito, hemos ido forjando la idea del nuevo hombre que florece por doquier. Una estirpe que poco hace, menos propone, y que con escaso entendimiento pisa fuerte en el terreno de lo público, con solo poner por delante esa autoestima altamente aludida, y que de lejos aprendió lo enormemente útil de ponerla y llevarla a flor de piel.

4 comentarios

4 Respuestas a “Autoestimocracia”

  1. EB dice:

    Si dividimos la población de cualquier estado-nación en jóvenes (menores de 30), adultos (menores de 65) y viejos, una primera aproximación a los medios que tienen hoy los políticos para conseguir votos es caramelos para los jóvenes y dinero (incluyendo servicios) para los adultos. La diferencia entre políticos se da respecto a las promesas que hacen a los adultos: algunos políticos les prometen regalos a la gran mayoría y palos a una minoría, otros les prometen a todos pocos impuestos y restricciones. Si nos centramos en los caramelos a los jóvenes, los políticos están perdidos porque la gran mayoría de los jóvenes son desagradecidos: cuando se les da un caramelo, no lo agradecen porque piensan que es poco (o peor, una porquería). De chicos aprendieron que el que no llora no mama y que cuánto más se llora más se mama, y también que los padres solo cumplen con sus obligaciones hacia ellos. La estupidez de los políticos los lleva a redoblar su apuesta por los jóvenes y les entregan más caramelos.

  2. O'farrill dice:

    Lo que no ha dicho la ministra es el trauma emocional que sentimos por las variadas «ocurrencias» del gobierno (o de los gobiernos) los sufridos ciudadanos. El coste emocional que cada día supone ver y oír las tonterías de nuestros dirigentes, es una verdadera pandemia, pero todavía están en la «nube» seráfica de superioridad con que nos miran como cobayas disponibles para sus experimentos.
    Un par de días antes, en un restaurante de los de «menú» (clase trabajadora). El Sr. Sánchez «multipresidente» del gobierno en la pantalla de TV del local. Comentarios de todos los comensales: «¡Gilipolleces!, ¿Qué se ha creído este gilipollas….? ¡Sandeces!, ¿Es que nos toman por tontos…? etc.etc.» Ese es el pueblo al que dicen representar….
    Ayuntamiento de Madrid (Ahora Madrid+PSOE que lo mantiene) ¿ha tenido en cuenta los daños de todo tipo que va a hacer a los «suyos» (pues se los apropió) con la implantación de «Madrid-Central»? El caos urbano está garantizado, el despropósito jurídico y medioambiental también…. Pero, lo más importante: están demostrando quienes mandan y habrán sometido (que es lo que les importa) la voluntad de quienes les votaron.
    Un saludo.

    1. Carlos Peiró Ripoll dice:

      El comentario de la ministra es solo un botón de muestra más de lo que esta sociedad piensa sobre el individuo y los esfuerzos. El artículo no pretende hacer un crítica al Gobierno de turno, sino desbrozar uno de los escollos más significativos que nos encontramos en la actualidad. La forma en la que nos definimos a nosotros mismos, es clave para entender como los que más poder tienen en la responsabilidad de dirigir nuestras sociedades van a operar, y la autoestima y sus heridas son uno de sus principales instrumentos que definen la confusión reinante.

      1. pasmao dice:

        Efectivamente Carlos

        Pero ten la seguridad que a todos esos que aprueban por compensación, y que tanto promocionan eso, si les toca operarse y pudieran saber si quien les va rajar

        1/ aprobó la asignatura en cuestión por compesación
        2/ se la curró
        Se apuntan a que les opere el segundo

        Lo que no se quiere entender es que lo que vale para todos y sin esfuerzo en realidad no vale nada. Están devaluando su propia titulación y encima pretenden creerse que no es así.

        Y cómo bien dices, eso ha escalado hasta las mas altas cotas de nuestros próceres.

        Otros, mas oscuros y con mas ganas de salir adelante sin que se lo den todo hecho, vendrán de mas al Sur y se nos comerán con patatas. Merecido lo tendremos

        Un cordial saludo

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