Recuerdo que, en mi casa, nada más entrar, lo primero que se hacía era encender el televisor. Era lo habitual. Y siempre estaba el bicho ese encendido, un trasto tan descomunal como medio baúl de los grandes en el lugar principal de la casa, es decir, en el sitio de honor antiguamente reservado al fuego del hogar o, en otras civilizaciones y/o épocas, al altar.

Digo el “bicho ese” como si ya en aquellas épocas denostase de él, pero no es cierto. Empecé a pasar de la tele cuando ya tenía mis diecisiete o dieciocho años, o sea que me tragué la mayor parte de su prédica y verborrea —primero en un solo canal, luego en dos— con gran placer durante casi toda la niñez.

No pretendo aquí enrollarme desgranando viejas remembranzas alrededor del televisor: los vecinos (machos), ataviados con sus sillas, bajando a ver el partido del Madrid; los famosos rombos de censura infantil que me traían a mal traer; lo de la pereza de levantarse del sofá para cambiar de canal… No. Voy a librarles del suplicio. Lo que me ha hecho ponerme a escribir esto es una constatación  tan simple como contundente: actualmente, cuando llego a casa lo primero que hago es encender el ordenador. Y se queda encendido todo el tiempo que yo esté en casa, e incluso cuando me voy.

Dices: bueno, pero el ordenador no te da la vara, no habla, no exige tu atención, no berrea. A eso solo hay una cosa que decir: no es cierto: sí exige tu atención. Entras a ver el correo (ya es prácticamente el único correo que existe), luego  lees los periódicos, te paseas por tus redes sociales, miras las gilipolleces que te mandan en forma de píldora de video, envías tú otras, comentas  chorradas, haces unas cuantas alabanzas a las chorradas de tus desconocidos amigos, zascandileas por ahí curioseando de todo un poco, sin orden ni concierto, juegas unas partidas de ajedrez o de lo que sea contra un neozelandés o una lituana… y cuando te quieres dar cuenta han pasado tres horas. O muchas más. Atrapado frente a una pantalla. Por cierto, ¿cuántas pantallas hay en nuestra vida? Los cines, las TVs, las tabletas, los GPS, los móviles… En casa, en los bares, en el metro, en el coche, en los trenes, en los aviones… Vivimos empantallados y apantallados.

Y berrear, claro que berrea el ordenador, si le pones la música o la radio, o alguna peli o documental y te vas a hacer tus cosas por la casa. Está claro, ya ha sustituido al tocadiscos, poco a poco está sustituyendo a la radio y es evidente que va a sustituir al televisor.

Mi pregunta es: ¿qué es lo que va a sustituir a Internet? Sin duda será algo muy sofisticado (qué tontería, como dice un amigo, desde el Diluvio para acá lo nuevo siempre se ha tenido como lo más sofisticado), será inteligente y excitante, y desde luego, será mucho más Interesante y Provechoso para la Raza Humana, como ahora está siéndolo el ordenador.

No sé, no sé. Me da a mí en la nariz que me la están dando con queso. Que NOS la están dando con queso. Con Franco veíamos la tele a todas horas, y llegamos a llamar a eso alienación (por cierto, qué en desuso ha caído la palabra), alegando brillantemente que eso de quedarnos pasmados y a merced de los mensajes microideológicos (y en aquella época no tan micro) de bustos parlantes, concursos pueriles, cine americano y publicidad, era acatar sutilmente la tiranía del dictador y de sus aperturistas ministros. ¿Por qué entonces ahora a Internet no la podemos calificar como la nueva alineación? No del Glorioso Régimen, por supuesto, pero si del Régimen Establecido Global, de donde tampoco hay escapatoria. Internet es la nueva TV. O la TV de las nuevas generaciones, y a mi me ha pillado en medio, o sea, alienado antes por la una y ahora por la otra.

Aunque sí, es cierto, no la matemos tan pronto, la antigua TV ahí sigue, con grandes índices de una audiencia que se resiste a ser liberada de su cada vez más colosal pantalla. Pero se la comerá el ordenador. Como la TV se comió al cine, el cine a la radio, etc. Por lo pronto Internet (el ordenador, las tabletas, los móviles) ya se ha fagocitado a la prensa de papel (tanto periódicos como revistas) y lo que quedaba del cine. ¿Cuántas horas pasamos a solas delante de una pantalla, ya sea de 3,5 o de 85 pulgadas?

Desde que hace unos treinta años pronostiqué la inminente e inevitable caída en desuso de los pantalones vaqueros, ya sé que no tengo el menor futuro como augur. Pero que el infierno me lleve si no es cierto que algún día tendremos que luchar con todos los medios a nuestro alcance para escapar de la tiranía del móvil, de la tableta y del ordenador. ¿Y por qué no empezar mañana mismo, a ver si nos sucede algo diferente?

¡Qué miedo!

 

6 comentarios

6 Respuestas a “7.450.458.877 canales”

  1. Improductivo dice:

    ¿Alienación?

    1. admin dice:

      Corregido. Gracias

  2. Gabriel dice:

    No se, como pudo ser la primera forma de comunicación de nuestros antecesores.
    ¿Por lenguaje de signos combinados con sonidos guturales?
    El caso es, que desde entonces, desde su voz y expresión, inteligibles para nosotros ahora, hasta al iphone 7, la evolución de la voz, cambiada por la transformación de la anatomía fonadora, la evolución del hombre y también de la tecnología, a cambiado y mucho la comunicación entre nosotros.

    Desde escuchar la radio por medio de una piedra de galena; tener que salir de casa para llamar por teléfono desde una cabina, o ver la corrida de toros o el partido de turno en el bar de la esquina, la tecno-ciencia ha dado largos pasos para nuestra comodidad o desespero.

    El desuso de la escritura a lápiz, por el tecleado de un mensaje en el móvil, no tiene por que suponer nada indeseable, ya que el mini golpeteo de las yemas de los dedos en las teclas del teléfono, están activando zonas de nuestro cerebro que la escritura con el bolígrafo no activaría (esta última activaría otras).

    En cuanto al televisor, está claro que ha desplazado otras cosas; antes, que yo recuerde, toda la familia escuchábamos por la radio, Matilde Perico y Periquín o Ustedes son Formidables.
    Ahora, en la televisión y como dices, tenemos tropecientos canales de todo tipo y condición.
    Y con el ordenador e internet, jugamos al ajedrez y al billar francés, amén de informarnos y desinformarnos.

    Y me pregunto, ¿todos estos cambios y avances son perjudiciales para los mortales?

    Saludos en una noche insomne

  3. Loli dice:

    No sé ….. lo de malo o bueno para la gente, quizás se quede demasiado simplista.

    Por ejemplo, he oído que, si bien puede ser cierto lo de que el «tecleo» con las yemas de los dedos pueda activar zonas del cerebro que normalmente no lo están, también es verdad que la escritura provoca una coordinación motora y cognitiva que claro está, activa otras zonas, pero aún no con todas las posibilidades que los elementos implicados en la escritura, su consciencia y aplicación (cuándo se está, profundizando más un determinado rasgo, cuando no….), exploradas y por tanto, esas zonas del cerebro activadas con la escritura, tampoco están desarrolladas en su totalidad, o quizás en una porción lo suficientemente importante como para justificar el paso a otra posibilidad.

    Igual puede que ocurra con el resto de los sentidos, ¿cuántos niños y adultos han empezado a usar gafas de forma temprana por pasar mucho tiempo al ordenador?

    La comprensión del lenguaje podría verse enriquecida con la información obtenida en Internet, pero está resultando que no es así, porque, suele primar la rapidez al acceso a la información (información que no deja de estar tamizada, como se habló en otro blog, y seleccionada, porque sino…pues no cabría, y los criterios de selección…pues no está tan claro como buscar sus fuentes, la verdad), observándose en la utilización de la comunicación «tecleada» o «digitalizada» serios peligros de empobrecimiento

    Trabajar, por ejemplo, el oído, la escucha….no tiene, tampoco en general, mucho recorrido cuando se puede acceder a unos accesorios para escuchar música, o escuchar al aparatito en cuestión, en todos sus tamaños, al volumen que se «desee», no el que «convenga» ( no hay una educación al respecto), propiciando o bien el ruido ensordecedor, o ese mismo ruido, solo vivido por uno mismo aislado del entorno. No es la mejor manera de cultivar los sentidos ni la sensorialidad.

    No quiero decir que las nuevas tecnología no sean positivas…ni necesarias, son el producto de la evolución humana, pero deberíamos ser conscientes de que este desarrollo no se produce de una manera uniforme…ni para el todo el mundo es igual.

    Vender un mundo tecnológico sin preparar a la gente para concienciarse de que esa tecnología no debe sustituir lo que solo puede ser trabajado desde uno mismo, sino en todo caso servir de ayuda para ello, es, a lo mejor, un ejercicio de honestidad, o de verdadera vocación porque esas nuevas tecnologías, de verdad sirvan al ser humano….y no a los mercados….ni al afán de control…..quizás.

  4. Loli dice:

    Perdón, quise decir que la tecnología debería propagarse en un ejercicio de vocación al servicio de las personas, no de su sometimiento…creo que se entendía.

  5. Xema dice:

    Buenas, me ha enriquecido el artículo, de hecho me he visto reflejado en el escrito, no se de que generación es Miguel, pero debe ser próxima a la mia.
    La TV de momento se está adaptando a los nuevos tiempos. Ya es posible la TV a la carta, programar cuando quieres ver un programa, seleccionar horarios y programas al gusto, gravar con antelación o incluso ver películas en diferido a la hora y en la TV que quieras. Pagando todo es posible.
    Lo cierto es que seguimos enganchados a algún aparato que nos mantenga entretenidos, por que es condición del ser humano, mantenerse informado, ser participe de los eventos, mostrar que estas conectado en sociedad y no ser diferente para no sentirte «raro».
    Como siempre los extremos no son aconsejables, pero la dosis diaria de pantallazo nos la llevamos puesta.
    Xema

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